Capítulo 420
Un Otoño Dorado (IV)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Cuando abrí los ojos, el sol ya se había puesto.
- ...
Estaba tumbado en el suelo de la habitación del hermano Zepar. Podía oír el ulular de un búho desde la pequeña abertura de la ventana. Permanecí allí inmóvil durante un rato mientras escuchaba el sonido de los pájaros clamando al cielo nocturno. Era casi como si todo mi sentido del oído estuviera ocupado por sus gritos.
Mi sentido de la vista y el tacto fueron desplazando poco a poco a mi oído. Para empezar, había una sensación punzante presionando contra mi mejilla. Probablemente se debía a que me desmayé con la cara hundida en la alfombra, ya que me habían quedado marcas visibles en la cara. Me froté la mejilla con la mano derecha mientras me incorporaba. Después de llegar tan lejos, el primer pensamiento que pasó por mi cabeza fue simple.
‘Todo va según lo previsto hasta este momento. Así es. Todo esto era parte de mi plan.’
Tan pronto como ese pensamiento pasó por mi cabeza, mis pensamientos se encadenaron uno tras otro como pescar varios peces con un solo anzuelo.
‘Facción de la Montaña, Sitri. Facción de las Llanuras, Barbatos. Conflicto interno e instigación... Un sacrificio.’
Mi plan de usar al Hermano Zepar como sacrificio. Tenía que comprobar rápidamente si este plan tenía éxito o no. Saqué un espejo de mano de mi bolsillo y comprobé mi cara. Mis ojos parecían agotados y mi pelo era un desastre. Probablemente ni siquiera podría atraer a una chica de campo en mi estado actual. Pero era la cantidad perfecta de desorden. Era necesario que todo estuviera desordenado en ese momento.
El guion que había planeado era simple y efectivo. Primero, eliminar al traidor Belial para asegurar la unidad de la Facción de la Montaña. Esto era para evitar que la Facción de la Montaña se debilitara debido a la muerte de Paimon. Luego, sacrificar a Zepar, una de las alas de la Facción de las Llanuras. Su caída significaría el debilitamiento del poder político dentro de la propia Facción de las Llanuras. Fortalece el poder de la Facción de la Montaña y reduce la influencia de la Facción de las Llanuras. Esto establecería un nuevo equilibrio dentro del Ejército de los Señores Demonio...
Sin embargo, confiar únicamente en Zepar sería insuficiente. Piénsalo, la Facción de la Montaña perdió a Paimon. No perdieron un miembro o una cola, sino su cabeza. Despojar al Hermano Zepar de su vida política por sí solo no equilibraría la balanza.
- Está bien.
Aparté mi espejo de mano.
‘Si la Facción de la Montaña ha perdido la cabeza, entonces la Facción de las Llanuras también debe perder la suya. ¿Qué hay que ocultar?’
- Que comience el juego... Barbatos.
Barbatos tendrá que pagar el precio por cruzar la línea ella misma.
* * *
Barbatos no estaba en sus aposentos, sino en los jardines traseros del palacio. Sorbía ociosamente su vino, con la mirada desenfocada mientras observaba el estanque del jardín. Cuando me hice presente con el sonido de mis pasos, ella miró en mi dirección por un momento antes de desviar la mirada de nuevo.
- Parece que un hombre que ha sido bastante esquivo últimamente me ha honrado con su presencia.
Barbatos murmuro con un tono de aburrimiento en la voz.
- ¿Qué clase de cambio de opinión tiene que sufrir un caballero que ha estado disfrutando constantemente de citas con otra mujer en una cámara de consagración para buscar a un antiguo amor suyo? ¿Se ha dado cuenta por fin de que no puede acostarse con un cadáver?
- He venido a ver a Barbatos, no a ti.
Barbatos soltó una risita y agitó ligeramente su copa.
- Qué extraño. He vivido toda mi vida pensando que me llamaba Barbatos. Desde hace más de 2.000 años. Si me he equivocado, espero que lo corrijas.
- Estoy aquí para ver a la líder de la Facción de las Llanuras y regente del Imperio.
Barbatos me fulminó con la mirada. Sus ojos dorados estaban claramente teñidos de fatiga. Sin embargo, eran tan agudos como siempre.
- ¿Eso es todo? ¿Te presentas después de todo un mes y eso es todo lo que tienes que decir?
- Barbatos, no te estaba evitando a propósito. Tampoco me he reunido con Gamigin.
- Aah. No te atrevas a compararme con ese par de tetas locas. ¿Acaso tienes algún afecto hacia Gamigin en primer lugar? Sólo te la tiraste para poder utilizarla, hijo de puta. ¿En serio intentas poner a esa zorra al mismo nivel que yo?
Nos miramos el uno al otro. Desde la muerte de Paimon, nuestros encuentros se convertían invariablemente en peleas. Lo que empezaban siendo discusiones triviales se convertían en peleas a gritos, cada uno defendiendo ferozmente su orgullo. Nuestra familiaridad con el otro había crecido hasta el punto de que una simple mirada bastaba para discernir los pensamientos del otro.
- ¿Quieres que te demuestre otra vez que te tengo por encima de todo? ¿No te bastó con Paimon? ¿Sólo estarás satisfecha si Gamigin también muere? También podría matar a Sitri, ya que estamos, para convertirme en un hombre que sólo te mira a ti, ¿verdad? ¿Es esto realmente lo que quieres?
- No me hables así.
- Oh, por supuesto. Debo ser respetuoso al hablar con usted, Su Excelencia Barbatos. Si no fuera por Su Excelencia, el jefe absoluto de la Facción de las Llanuras, estaría arrastrándome por las cunetas. ¿Quiere que le hable formalmente como cuando nos conocimos? ¿Haría eso que Su Excelencia se sintiera mejor? Mis disculpas. Nunca hubiera imaginado que sus oídos fueran tan delicados.
Barbatos apretó los dientes. Esto seguía siendo leve. Había días en los que nos pegábamos y gritábamos a pleno pulmón. Nuestra relación estaba perdiendo poco a poco cualquier atisbo de dignidad.
- No quiero discutir contigo. Así que hablemos sólo de política, Barbatos.
- Bien. ¿Qué tiene que decir, Conde Palatino?
- No puedes hacer que el comandante Zepar se disculpe.
Barbatos frunció las cejas. Probablemente Zepar le había explicado la situación. Probablemente admitió que había enfurecido sin querer a la Facción de la Montaña debido a su propio error por descuido y que tenía la intención de asumir la responsabilidad y disculparse. Sin embargo, debió omitir que fui yo quien le aconsejó que se reuniera con Belial. Omitió que mi consejo fue el factor decisivo en su decisión y que yo estaba involucrado en esto en absoluto, ya que quería manejarlo por su cuenta.
Así que, desde la perspectiva de Barbatos, era natural que sospechara cómo conocía yo todos los detalles de este incidente. Hace sólo unas horas, el hermano Zepar debió de informar “Todo esto fue un accidente causado por mis acciones unilaterales realizadas en secreto”, y ahora, yo estaba aquí, discutiendo el incidente como si lo supiera todo.
- ¿Cómo lo sabes?
- Yo fui quien empujó al Comandante Zepar a reunirse con Belial.
- ¿Qué?
Hablé sin rodeos.
- Piénsalo racionalmente, Barbatos. ¿Ha tomado alguna vez el comandante Zepar alguna decisión importante para la facción sin consultarte antes? Siempre ha actuado bajo tus órdenes. Sin embargo, la excepción a esto es...
- Si le das consejos, hijo de puta. Sabía que algo de esto era extraño. ¿Qué estás tramando?
- Intentaba poner en alerta a la Facción de la Montaña.
- ¿Por qué demonios querrías que estuvieran en alerta?
Dejé escapar un suspiro.
- Recuerda la masacre que Sitri orquestó en el continente demoniaco. Sitri está claramente en un estado anormalmente agitado. Si la Facción de la Montaña se derrumba rápidamente en estas circunstancias, ella podría reaccionar impulsivamente de nuevo. En el peor de los casos, podría llevar a una guerra civil.
- ...
- Era necesaria una especie de terapia de choque. Si dejábamos que las cosas siguieran así, habría más traidores cambiando de bando. Esto era lo que quería plantar en sus cabezas. Belial era el más débil entre la Facción de la Montaña, haciéndolo el ejemplo perfecto para inculcar la cantidad justa de precaución... Este fue mi proceso de pensamiento. Aunque las cosas no salieron como predije.
- ¿Cuál fue el problema?
- Sitri. Ella fue el problema. Su malestar fue más allá de mis expectativas. Si Sitri estuviera cuerda, habría respondido después de que Belial se reuniera con el Hermano Zepar 2 o 3 veces más. Ella, sin embargo, lo mató por haberse reunido con el Hermano Zepar sólo 1 vez. Eso no es en absoluto una respuesta normal...
Barbatos habló con aire disgustado.
- Hmph la Facción de la Montaña sólo existe gracias a Paimon de todos modos, así que no es de extrañar que esas pequeñas patatas fritas estén haciendo un escándalo. ¿Y qué?
Miré directamente a los ojos de Barbatos.
- Por eso el Comandante Zepar no debe disculparse. Nadie creerá que el comandante Zepar actuó solo. Es demasiado obvio ya que todo el mundo sabe que es uno de tus confidentes más cercanos. Todos pensarán que tú estabas detrás. Incluso los de la Facción de las Llanuras.
- ...
- Si eso sucede, Barbatos, serás vista como alguien que traslada la culpa a sus subordinados. La Facción de la Montaña se burlará de ti, la Facción Neutral te despreciará, e incluso nuestra Facción de las Llanuras se sentirá decepcionada. Debemos evitar una situación así.
La expresión de Barbatos cambió cuando le expliqué la razón.
- En otras palabras, ¿estás diciendo que no debería ya que eso sería como poner una mancha en mi cara?
- En resumen, sí.
Barbatos frunció el ceño.
- Entonces, ¿quién va a disculparse? Belial fue el único malo y nuestra Facción de las Llanuras no tuvo nada que ver. ¿Debería tirar eso por la borda? No creo que esa zorra loca de Sitri sea tan comprensiva.
- El Comandante Zepar no debe disculparse, tú no debes disculparte, y no puedes no disculparte… Pediré disculpas a la Facción de la Montaña.
- ¿Qué?
- No soy como el Comandante Zepar. Casi todos los Señores Demonio saben que puedo actuar por mi cuenta sin que usted me lo ordene. Hay pocas posibilidades de que te llegue alguna sospecha si me disculpo.
Barbatos abrió la boca para decir algo, pero continué antes de que pudiera.
- Además, soy ampliamente considerado como el segundo al mando de la Facción de las Llanuras. Si agacho la cabeza, la Facción de la Montaña no tendrá más remedio que aceptarlo. Resultará en una conclusión satisfactoria para todos.
Barbatos se apretó las sienes con las yemas de los dedos.
- Hey, espera un segundo. Mierda, espera. No soy una puta cabeza hueca... parece que estás diciendo que prefieres cargar con la culpa antes que dejar que me manche la cara.
- No me malinterpretes, Barbatos. No estoy diciendo que me sacrifique por ti. Fui yo quien dio un mal consejo al comandante Zepar, lo que provocó este incidente. Es natural que el causante del problema asuma la responsabilidad. Puede que Zepar piense que con sacrificarse es suficiente, pero eso es un craso error de apreciación.
- No...
- Si yo agacho la cabeza, el único que sufre soy yo. Pero si tú agachas la cabeza, toda la Facción de las Llanuras sufre. Es obvio quién debe asumir la responsabilidad entre los 2.
Barbatos me miró fijamente, con los labios ligeramente entreabiertos como si se hubiera quedado sin palabras.
- No, espera un segundo... idiota. Claro, algunos podrían pensar que maquinaste solo, pero la mayoría lo verán como un asunto ligado a nuestra facción y supondrán que me consultaste primero, ¿no? Así que, joder, en vez de asumir yo la responsabilidad... ¿me estás diciendo que me convierta en un gilipollas redomado que echa toda la culpa a su amante? ¿Cuál es la diferencia entre echarle la culpa a Zepar y echártela a ti?
Una voz plana y sin emoción escapó de mis labios.
- Yo me encargo. No te preocupes. Me aseguraré de que todo el mundo sepa que no estabas implicada. No tienes nada que ver con esto, así que no te metas.
- ¿Qué no me meta?
Barbatos me miró con incredulidad. No respondí a su mirada. Le di la espalda y empecé a alejarme del jardín. En ese momento, sentí que una mano pequeña me agarraba la muñeca con fuerza.
- Deja de perder el tiempo, Dantalian. Espera.
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