Capítulo 400
Una Noche Lluviosa (IX)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
‘¿Adónde se ha ido?’
Me detuve en el pasillo y miré a mí alrededor. Una criada que había estado esperando preventivamente en el vestíbulo inclinó la cabeza y levantó cortésmente el brazo derecho. Su mano apuntaba en una dirección concreta.
- Gracias.
Le di las gracias antes de seguir el camino indicado. Había otra doncella a cierta distancia. Igual que la anterior, también se inclinó y levantó el brazo en una dirección. Así, me encontré con unas 15 criadas que esperaban en el vestíbulo. Me sentí como si estuviera saltando escalones mientras corría por el pasillo, siguiendo la guía sin palabras de las criadas.
Después de girar a la izquierda, a la derecha y de nuevo a la izquierda, llegué a un callejón sin salida. Era una zona oscura, sin ningún tipo de iluminación. La débil luz de la luna se filtraba por la ventana.
- ...
En este lugar apartado, Paimon estaba agachada contra la pared. Tenía la cara hundida en las rodillas y le temblaban ligeramente los hombros. Estaba llorando.
- Paimon.
- Mentiroso... Me pediste que confiara en ti... ¿pero esto es lo que recibo a cambio de mi confianza? ¿Acoges a las hijas de los archiduques como concubinas mientras que esta dama cae más bajo que esas concubinas como amante...?
Le hablé con calma mientras me acercaba.
- Paimon, nunca las amaré. Esto no es más que una alianza matrimonial política.
Paimon levantó la cabeza y me fulminó con la mirada. Sus ojos estaban llenos de ira, tristeza y una especie de súplica.
- ¡Si hubiera sabido que esto pasaría, no habría venido aquí contigo! ¡La razón por la que esta señora nunca ha sacado el tema del matrimonio ha sido únicamente por tu bien, Dantalian! Es porque esta señora sabe que sería políticamente difícil para ti si estuvieras atado a mí. ¡Sería problemático para ti si te distanciaras de Barbatos, Sitri y Gamigin! Y sin embargo, ¿cómo pudiste jugar así con las emociones de esta dama...?
Era consciente de ello. Barbatos también va por ahí diciendo que es la esposa principal, pero nunca ha sacado el tema del matrimonio. Lo mismo ocurría con Laura, Sitri y Gamigin. Sabían bien que no podía casarme.
- No, Dantalian. No puedes hacerlo. Yo...
- Esto es por el bien de la abolición completa de la esclavitud. Un sacrificio necesario, si quieres. Paimon, ¿no deseas la abolición de la esclavitud más que nadie?
- ¡Tú eres el más importante para mí! Me he enamorado de ti. ¡He llegado a apreciarte más que a mí misma!
- ...
- No, Dantalian. Esto es demasiado doloroso... Duele...
Me puse de rodillas. Luego me quité los guantes y los dejé en el suelo antes de extender la mano para abrazarla con fuerza. Paimon enterró la cara en mi pecho y derramó lágrimas sin parar. Mi ropa se empapó rápidamente. Sólo el sonido del llanto resonaba débilmente en el interminable pasillo oscuro.
Hablé en voz baja.
- Barbatos me ha informado de que te matará.
- ...
- Dijo que, al final, serás una amenaza para mi vida y que te matará por mi bien.
Acaricié con cuidado la espalda de Paimon. Con delicadeza, como si estuviera manipulando una frágil botella de cristal.
- Barbatos no rechazó un voto contrario por culpa de los humanos. Fue por ti. Barbatos probablemente ha resuelto firmemente deshacerse de ti.
- ...
- ¿Pero cómo podría abandonarte, Paimon? Yo soy el hombre que tomó la resolución de cargar contigo por completo. Juré matar a los que tú no puedes matar y hacer los sacrificios que tú no puedes tolerar. Soy el apoderado de tu creencia.
Moví mi mano derecha y acaricié esta vez el pelo de Paimon. Su hermosa cabellera roja acogió mi mano. Era una sensación realmente cálida. Me dieron ganas de seguir acariciando su pelo así.
- Dantalian...
Paimon me miró a la cara. Sus ojos negros que tenían un matiz rojo brillaban tristemente. Abrí la boca.
- Paimon, por favor, cásate conmigo.
Era como si el tiempo se hubiera detenido. Paimon no pareció entender al principio mientras su expresión se iba desmoronando poco a poco.
- ¿Eh...?
- Te pido disculpas por pedírtelo en semejante situación, pero estoy siendo sincero. Aunque aceptaré 7 concubinas, deseo que mi auténtica compañera seas tú.
Las lágrimas se desbordaron de los ojos de Paimon.
- Ah, ahh...ahhh... D-Dantalian. Dantalian... Dantalian...
- No ocultaré que yo también amo a Barbatos. Sin embargo, ella ha jurado matarte y he acabado en una posición en la que ya no puedo quererlas a los 2 al mismo tiempo. Necesitamos aún más la cooperación de los archiduques. Sin duda, Barbatos se enfurecerá por nuestro matrimonio. Sin embargo, si incluimos el apoyo total de los archiduques junto con tu Facción de la Montaña y la Facción Neutral que está de mi lado...
- Sí, Dantalian... Sí...
Paimon me cogió las manos con fuerza. A pesar de sus lágrimas, esbozó una leve sonrisa. Incluso esa sonrisa temblaba débilmente, pero Paimon estaba claramente feliz.
- Esta dama lo dedicará todo, aunque tenga que sacrificarlo todo. Dantalian, viviré únicamente por ti. Te amaré a ti y sólo a ti para siempre...
Y entonces.
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Compartimos un largo beso. Paimon siguió llorando un rato más. Se sentó en el suelo, llorando como una niña. Parecía que toda la fuerza de su cuerpo la había abandonado. Sólo después de unos 20 minutos consiguió recuperar la compostura.
Hablé mientras volvía a ponerme los guantes.
- Ahora. Ha pasado demasiado tiempo. Los archiduques se preocuparán si no volvemos pronto. Ahora debemos ir y traerlos firmemente a nuestro lado. ¿Entendido?
- Sí, Dantalian.
Paimon sonrió alegremente mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano. Estaba oscuro debido a la falta de luz, pero eso hacía que su sonrisa fuera aún más hermosa.
* * *
Cuando regresamos juntos a la sala de banquetes, los archiduques intercambiaron una sonrisa cómplice. Un hombre persiguiendo a una mujer que había huido, y ahora volviendo juntos felizmente: comprendían las implicaciones de esta situación.
- Están maravillosos juntos.
El Archiduque Serpiente se apresuró a hacernos un cumplido. Paimon esbozó una tímida sonrisa.
- Mis disculpas por excusarme en mitad del banquete, Archiduque.
- No hace falta que te disculpes. Ahora, por favor, concédanos el honor de servir una copa para los 2.
Los archiduques se turnaron para traer botellas de vino y nos sirvieron. Nos sentamos en los asientos de honor e intercambiamos copas con los archiduques. Por lo demás, Paimon y yo llevábamos anillos artefactos en el dedo índice derecho que comprobaban automáticamente si había veneno, así que no había riesgo de que nos envenenaran.
El Archiduque Utpala habló mientras servía nuestras últimas copas.
- Su Alteza. He preparado un humilde obsequio para ambos. Si no es inconveniente, ¿puedo desvelar el regalo aquí?
- Juju, qué plan tan encantador.
Paimon se tapó la boca con la mano y se echó a reír. Los demás archiduques también observaban nuestra conversación con ojos expectantes. El ambiente era cálido y alegre.
- Muy bien. Recibiremos con gusto tu regalo.
- Tienes mi humilde gratitud.
El Archiduque Utpala se dio la vuelta y aplaudió. En la entrada de la sala de banquetes, 2 sirvientes trajeron un gran carruaje. No era un carruaje ordinario; estaba hecho de material dorado puro. Además, estaba adornado con un abrumador número de ramos de flores. El Archiduque Utpala sonrió mientras señalaba el carruaje con el brazo.
- En un día alegre como hoy, ¿no lamentarían los poetas la ausencia de flores? Como muestra para conmemorar esta ocasión, les regalo este carruaje y las flores.
Se hizo un silencio en la habitación.
- ...
La sonrisa en los labios de Paimon se desvaneció y los demás archiduques reflejaron el cambio. El carruaje estaba lleno hasta el borde de flores rojo carmesí. Flores de la iluminación.
Flores destinadas a los difuntos. También conocidas como Flores del Infierno, y más explícitamente como “Flores del Muerto”. Esto se debe a que los pétalos de color rojo sangre evocan el pensamiento de la sangre. En marcado contraste con las rosas, se consideraban un presagio ominoso. No eran flores que se regalaran a otra persona, ni siquiera en broma.
- ¿Qué significa esto?
Paimon preguntó fríamente. El Archiduque de Utpala siguió sonriendo.
- Su Alteza Barbatos me ordenó entregarlas en su lugar.
- ¡...!
Antes de que Paimon pudiera levantarse de su silla, unos soldados que portaban espadas entraron por la puerta. En un instante, unos 50 soldados nos habían rodeado a Paimon y a mí en semicírculo. No eran sólo soldados. Las criadas que nos servían también sacaron dagas. Daisy e Ivar dieron un paso adelante para protegernos.
Por otro lado, los archiduques caminaban lentamente detrás de los soldados. Los 15 archiduques. El Archiduque Serpiente estaba incluido en esto.
Paimon temblaba de ira. Señaló a los soldados y dio una orden.
- ¡Qué tontería! ¡Desháganse de esos traidores inmediatamente!
El Archiduque Utpala le respondió con indiferencia.
- Mis disculpas, pero son todos asesinos con la marca de la esclavitud en sus corazones. Lamentablemente no obedecerán las órdenes de Su Alteza. Por supuesto, los archiduques no tenemos esta marca, así que obedeceremos sus órdenes hasta cierto punto, pero si Su Alteza nos da cualquier tipo de orden contundente, estos asesinos le atacarán inmediatamente. Se les había dado esta orden de antemano.
Daisy desenvainó su espada detrás de mí. Era la gran espada de Baal. Emitía una cantidad casi palpable de intención asesina mientras miraba a los asesinos.
- Padre.
- Espera.
Me levanté de mi asiento. Naturalmente, la atención de todos se centró en mí. Los archiduques me miraban con miradas temerosas, cautelosas, furiosas e inexpresivas, cada una de ellas portadora de un espectro de emociones. Dirigí mi mirada a uno de ellos. El hombre robusto se estremeció. Hizo todo lo posible por mantener un aire de despreocupación, pero no pudo ocultar por completo el miedo que me tenía.
- Archiduque Utpala. ¿De verdad Barbatos te transmitió esta orden secreta?
- Eso es correcto. Nuestra misión es apresar a Su Alteza Dantalian y a Su Alteza Paimon. Dentro de un par de horas, Su Alteza Barbatos convocará urgentemente una Noche de Walpurgis. Y allí, ella declarará el sistema esclavista como un sistema irrevocable.
Sacudí la cabeza.
- Aunque Barbatos vote a favor, los demás Señores Demonio emitirán votos discrepantes.
- No, ese no será el caso. Si no se logra la unanimidad, planeamos cortar el dedo de Su Alteza Dantalian y entregarlo al Palacio de Habsburgo.
- En ese caso, sólo provocarás la ira de Barbatos. ¿No sabéis que Barbatos es mi amante?
- Fue esa misma amante quien elaboró este plan.
Paimon rechinó los dientes a mi lado. Seguramente había reconstruido la situación. El Archiduque de Utpala tragó saliva antes de continuar.
- Los 2 han sido tomados como rehenes. La votación debe ser aprobada para que los rehenes sean liberados. Así es como Su Alteza Barbatos persuadirá a los otros Señores Demonio.
- Qué idiota. En realidad, estarás levantando una bandera de rebelión contra todo el Ejército de los Señores Demonio. ¿Crees que Marbas y Gamigin te dejarán en paz?
- Eso es cierto si liberamos a nuestro rehén. Este humilde será ejecutado inmediatamente. Por lo tanto, incluso si liberamos a Su Alteza Paimon, tenemos la intención de mantener a Su Alteza Dantalian como rehén hasta el final.
- ...
La intención asesina de Daisy se hizo más intensa. Si no le hubiera ordenado esperar de antemano, probablemente habría salido a masacrar a los asesinos. Lentamente examiné la sala de banquetes. Los soldados y las doncellas sostenían sus armas sin expresión. Los archiduques se ocultaban tras ellos y observaban el desarrollo de la situación.
Debido al vuelco de la mesa, la comida estaba ahora desordenadamente esparcida por el suelo. Las copas estaban rotas y el vino se había derramado. Era un completo desastre.
- Archiduque Utpala, en una elección entre Barbatos y yo, parece que ha elegido Barbatos.
- Así es, Alteza.
- ¿Estás seguro de que ha sido una sabia decisión?
El Archiduque de Utpala se rio.
- Absolutamente. Su Alteza, su autoridad vino originalmente de la buena voluntad de Su Alteza Barbatos. Si la Facción de las Llanuras ya no lo apoya, no serás diferente de un pájaro que ha perdido sus alas. ¿Hay alguien a quien pudiéramos haber elegido aparte de Su Alteza Barbatos?
Los demás archiduques rieron con él. El archiduque Utpala miró a su alrededor e intercambió miradas con los demás archiduques. Los que cruzaron miradas con él rieron más fuerte. El sonido de las risas llenó la sala.
Levanté la mano derecha. En ese momento, los soldados blandieron sus espadas.
- ¡Aaagh!
- ¡Aah! ¡Aaaahhh!
Las risas desaparecieron y fueron reemplazadas por gritos. Los soldados mataban a los soldados y las doncellas a las doncellas. Se cortaron las gargantas con cuchillas. La sangre salió disparada de las gargantas de 20 personas al mismo tiempo. Los asesinos que habían bajado completamente la guardia ante sus camaradas no pudieron resistirse mientras eran asesinados. Un pantano rojo se extendió por el suelo de la sala.
- ¿Qué significa... esto...?
Varios de los archiduques no podían creer lo que habían presenciado mientras permanecían de pie como robots rotos. Sin embargo, por suerte, o por desgracia, no tuvieron que soportar esta conmoción durante mucho tiempo. 7 archiduques sacaron dagas y clavaron sus cuchillas en los cuellos de los otros archiduques que seguían sin darse cuenta.
Cada uno se llevó a una persona. Entre los 15 archiduques, 7 de ellos tenían ahora agujeros en el cuello que escupían sangre. Jadeaban mientras intentaban aferrarse a la respectiva persona que les había apuñalado. Era como si rogaran por sus vidas.
Sin embargo, los 7 archiduques volvieron a blandir sus dagas. Esta vez, para rematar la faena. Clavaron sus armas donde quisieron, ya fuera el cuello, el pecho, el estómago o la cuenca del ojo. Los archiduques apuñalados ni siquiera pudieron emitir un sonido adecuado antes de morir.
- ...
Excluyendo a los archiduques que empuñaban dagas, el archiduque Utpala era el último archiduque que quedaba. Parecía no saber qué decir mientras temblaba. Sus rodillas, hombros y mandíbulas temblaban de miedo.
Cogí una taza de la mesa.
- Archiduque Utpala, permítame preguntarle esto una vez más.
- Ahh, aa, uaaahhh...
- ¿De verdad crees que fue sabio por tu parte elegir a Barbatos en vez de a mí?
El Archiduque Utpala se tiró al suelo.
- ¡P-Perdóneme, Su Alteza! ¡Este, este humilde fue un tonto! ¡Por favor, perdóneme la vida! ¡Este humilde le entregará todo lo que posee! Dinero, esclavos, ¡lo que sea! Así que por favor... ¡concédame su magnanimidad!
Miré al Archiduque Serpiente. Él cual asintió, antes de poner fuerza en su mano para clavarla en la espalda del Archiduque Utpala. Se oyó un grito miserable.
Los demás archiduques se acercaron como una manada de lobos para apuñalar el cuerpo del Archiduque Utpala. El Archiduque de Utpala lanzaba un terrible grito cada vez que una daga se clavaba en su carne. Sin embargo, los gritos se fueron debilitando rápidamente antes de desaparecer por completo al cabo de unos 30 segundos.
El silencio.
Paimon me miró sin comprender. Daisy dejó escapar un pequeño suspiro, como si algo le pareciera patético. Los archiduques me miraron cubiertos de sangre. Y yo levanté mi copa en el aire.
- Por toda la raza demoniaca.
Los asesinos disfrazados de doncellas entregaron a los archiduques sus propias copas. Los 7 archiduques hicieron lo mismo y levantaron sus copas.
- Por Dantalian.
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