Capítulo 292
La Guerra de las Marionetas (IX)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
- ¡Neeeigh!
Decenas de caballos lanzaron gritos de dolor. Sus estómagos habían sido rebanados por las espadas que habían salido desde la tierra. Sus duras pieles se abrieron con facilidad mientras sus entrañas salían a borbotones.
- ¡Kaaaagh!
Los caballos de guerra eran incapaces de controlar su velocidad mientras sus cuerpos se estrellaban contra la tierra. Lo mismo ocurrió con los soldados de caballería. Más de 40 soldados cayeron de contra el suelo junto con sus caballos. Se levantaron nubes de polvo mientras los soldados con armaduras pesadas rodaban por la tierra. Se rompieron el cuello y morían en el acto.
Decenas de soldados de élite murieron tras un solo asalto. Sin embargo, sería mejor alabar a los caballeros. De repente fueron asaltados desde todos los ángulos. A pesar de ello, sólo perdieron unas decenas de soldados. Habían esquivado las espadas con técnicas de maniobra a caballo casi sobrehumanas. Si se tratara de una caballería normal, probablemente habrían perdido la mitad de sus hombres. De todos modos, la Reina Henrietta no les dio ningún elogio mientras observaba desde la distancia.
- Ahora bien. Tengamos una danza lenta.
- Báñalos con flechas. No te preocupes por el costo de las flechas. Keuncuska nos ha dado la buena noticia de que apoyarán plenamente nuestra causa.
- Por la presente ordeno a los otros comandantes: Aplastar al enemigo hasta la muerte.
Paimon, Marbas y Laura de Farnese ordenaron a sus tropas al mismo tiempo.
Se desencadenó una batalla espantosa. La orden de caballeros, que aún no se había sacudido el shock del asalto sorpresa, fue acosada. Les llovían flechas y hechizos mágicos desde los flancos derecho, izquierdo y frontal. Los soldados de caballería gritaron todo lo fuerte que sus gargantas les permitieron.
- ¡Desmonten! Usad los cadáveres de los caballos como escudos.
- ¡Imbéciles, se convertirán en alfileteros si se detienen aquí! ¡A la carga! ¡A la carga a toda costa!
Había más soldados de caballería llegando a través de la abertura que los Caballeros de la Rosa Verde habían hecho. Si trataban de dar la vuelta y retirarse ahora, entonces chocarían con sus aliados y crearían un gran lío. Estarían cometiendo un suicidio si deliberadamente hacían que sus aliados entraran en pánico por la confusión después de estar rodeados por 3 lados. No importaba si vivían o morían, era mejor para ellos seguir adelante.
- ¡A la carga!
- ¡No teman a la muerte!
Su objetivo era el corazón de la base enemiga. Si pueden asestar un golpe allí, entonces todavía sería capaz de exprimir una victoria. El vice-capitán personalmente tomó la delantera. La caballería volvió a acelerar el paso. Cargaron mientras blandían sus glaives y espadas curvas.
- ¡Qué espléndido!
Laura estaba asombrada. Avanzaban a pesar de la lluvia de flechas y hechizos. Probablemente ni siquiera la muerte era suficiente para asustarlos. Como la muerte era algo que todos los humanos tenían que aceptar, la forma en que los caballeros la acogían era prácticamente sobrehumana.
Sin embargo, ¿qué pasaría si apareciera un muro que superara a la muerte?
- Cuarta línea de defensa, interceptarlos.
Laura agitó su bastón. Una vez lo hizo, un soldado empezó a agitar una bandera. El comandante a cargo de la cuarta línea de defensa vio moverse la bandera y sonrió.
- Aah, Laura. Ni siquiera tienes que dar la orden.
El comandante de la cuarta línea de defensa. La Señor Demonio de la Inmortalidad, Barbatos.
- Puedo ver muy claramente la comida que les daré a mis hijos.
Detrás del Señor Demonio de cuerpo pequeño había un enjambre de 4.500 zombis y necrófagos. De las bocas de estos cadáveres putrefactos y sedientos de sangre salía aire frío. El aire a su alrededor era gélido, como si éste fuera el único lugar de estas vastas llanuras que estaba bajo cero. El ejército más sucio y horrible estaba aquí. Aunque su carne se estaba pudriendo y se habían degradado a un estado en el que ya no se les podía llamar vivos, sólo querían una cosa. Luchar para siempre por su gobernante eterno y sólo eso. Por eso se les llamaba los guerreros más puros.
Un zombi gruñó.
- Aquí estamos, como un ejército invencible e imperecedero.
Los soldados esqueleto respondieron con un pulso de maná.
- Valquirias que marchan eternamente.
4.500 monstruos no muertos cantaron juntos su himno. Probablemente sería más apropiado llamarlo marcha fúnebre. Necrófagos que no podían pronunciar palabras adecuadas debido a sus gargantas podridas y zombis que dejaban escapar sonidos debido a los agujeros de sus bocas. Su canto se convirtió en gemidos graves mientras se asentaba sobre la tierra como una capa de niebla.
- Muy bien, hombres. Como su eterna patrona, yo, Barbatos, llevaré a cabo el contrato.
Barbatos dio un paso adelante. Una vez que lo hizo, los 4.500 no-muertos dieron un paso también.
- Este único contrato. Este terrible contrato. Este contrato que se hizo con las almas de los guerreros.
Barbatos dio otro paso y fue seguido por el temblor de la tierra cuando el ejército de 4.500 no-muertos dio un paso adelante también. Ante ellos, caballeros vestidos con auras sagradas continuaron acercándose.
- Para más batalla.
En poco tiempo, los 4.500 monstruos no muertos habían empezado a correr. Había una entidad similar a una ola frente a ellos. Era negra como el carbón. La ola negra creció gradualmente antes de tomar la forma de caballeros de la muerte. Los cuales levantaron sus espadas mientras corrían hacia delante.
- ¡Kyaaaaagh!
Un grito áspero llenó el aire. Las palabras que Barbatos murmuraba ya no podían oírse, pues habían quedado sepultadas bajo el griterío. A pesar de ello, continuó hablando. De todos modos, Barbatos y sus guerreros no necesitaban palabras audibles para entenderse.
- ¿Han dicho que no temen a la muerte, lamentables humanos? Pues muy bien. Entonces dejen que les muestre la vida después de la muerte.
El ejército inmortal y los caballeros chocaron. Los soldados de caballería eran excepcionales. Balanceaban sus armas con gran precisión mientras estaban sobre sus caballos. Los zombis eran decapitados y los caballos de guerra aplastaban los cuerpos de los necrófagos bajo sus cascos. Sin embargo, esta no era una batalla que acabaría porque consiguieran decapitar y aplastar a unos cuantos zombis. Incluso sin sus cabezas, los cuerpos seguirían blandiendo sus hachas. Incluso con enormes agujeros en sus pechos, los muertos vivientes arrancarían los cuellos de los caballos con sus dientes.
- ¡Maldita sea! ¡Algo sigue pegado a mi caballo!
Los Caballeros de la Rosa Verde fueron bendecidos por la santa antes de ser despachados. Gracias a esto, fueron capaces de hacer frente a los no muertos con eficacia, pero no podían hacer mucho acerca de cómo los no muertos seguirían aferrándose a ellos, incluso después de haber sido destrozados.
- ¡Vicecapitán, no podemos continuar la carga!
La orden de los caballeros que había sido como un vendaval de viento se había ralentizado. Los caballeros hacían lo que podían para empujar a sus caballos hacia delante, pero los zombis y necrófagos se aferraban a ellos como arañas y se negaban a soltarse. Los caballos de guerra sangraban mientras caían rápidamente uno a uno. Los caballeros no tardaron en detenerse por completo.
- Desmonten y luchen a pie.
La vicecapitana reajustó su glaive y ordenó a sus hombres. Su voz estaba llena de angustia. Los Caballeros de la Rosa Verde habían hecho todo lo posible. Atravesaron una línea de lanceros en medio de la noche y continuaron su carga hacia la base enemiga. Asestaron un golpe casi devastador a los monstruos no muertos que aparecieron frente a ellos. A pesar de todo, pensó la vicecapitana mientras miraba a su alrededor.
Los monstruos los tenían rodeados por 3 frentes. Ahora estaban prácticamente a distancia. Paimon y Marbas habían terminado de cercarlos, mientras Barbatos se ocupaba de detener la carga de la caballería.
Estaban rodeados por unos 10.000 monstruos. Como mucho, la caballería sólo tenía 1.000 soldados. ¿Cuánto tiempo podrían aguantar después de haberse detenido por completo?
- Debemos aguantar hasta que lleguen refuerzos. No, debemos reducir tantos soldados enemigos como podamos.
- ¡Entendido!
Los caballeros respondieron con fervor. La vicecapitana, sin embargo, sabía que Su Alteza la Reina probablemente no iba a salvarlos. Estaban demasiado lejos. Incluso si ella intentaba enviar refuerzos ahora, era dudoso si serían capaces de alcanzarlos con éxito o no. Sería un desperdicio inútil de tropas... La vicecapitana supo instintivamente que la muerte estaba cerca.
Este era su lugar de descanso final. La vicecapitana hizo un leve gesto con la cabeza en dirección a su reina. Ya no tenía remordimientos. Blandió su glaive y saltó sobre los monstruos sin vacilar. Los Caballeros de la Rosa Verde masacraron a casi 4.000 monstruos. Los 700 caballeros, incluyendo a la vicecapitana, cayeron en la batalla. Más adelante, los libros de estrategia relatarán este grandioso y sorprendente final desde un punto de vista despiadado.
Los caballeros fracasaron en su carga y fueron aniquilados. Esto no sólo significó que el repentino asalto de la reina Henrietta terminó en un fracaso.
- Todas las fuerzas, retírense.
Sino que también significó que Laura de Farnese había cruzado con éxito el río. El ejército del Señor Demonio cruzó el río a salvo. Después, destruyeron el puente flotante y marcharon a lo largo de la orilla del río. El ejército bretaño no tuvo más remedio que observar impotente la marcha del ejército del Señor Demonio, ya que no tenían forma de cruzar el río.
Sin embargo, esto no significaba que el vencedor de la guerra estuviera decidido. Perdieron un buen número de caballeros, incluidos los Caballeros de la Rosa Verde, pero el ejército de los Señores Demonio también había perdido un número considerable de tropas. Si se comparaba su fuerza militar, Bretaña probablemente tenía una ligera ventaja en número.
En otro orden de cosas, la batalla con la Señor Demonio Agares no llegó a buen puerto, pero terminó a favor de Agares debido a la muerte del Rey Espíritu de la Tierra. Ahora el problema era si Parisiorum iba a ser capturado o no. El Emperador y la Emperatriz Viuda todavía estaban en Parisiorum. No podían dejar que el ejército del Señor Demonio los capturara.
- Tenemos que sitiar Parisiorum o al menos sacar al Emperador y a la Emperatriz Viuda de allí...
Henrietta murmuró, agotada por la reciente batalla. Los generales estaban al lado de la reina con una atmósfera estancada que se cernía sobre ellos.
- El Emperador es una cosa, pero no creo que la abuelita Emperatriz Viuda venga con nosotros de buena gana.
- Tendremos que asediar Parisiorum, entonces.
- ¿De qué estás hablando? La noquearemos y la secuestraremos ya que no nos seguirá. No tenemos ninguna ventaja si intentamos asediar la capital. Secuestraremos al Emperador y a la Emperatriz Viuda y nos retiraremos hacia el oeste. El enemigo tiene una línea de suministro delgada, por lo que no se atreverían a perseguirnos. Perderían su causa si intentaran empezar a saquear ahora, así que estarán en una situación bastante difícil.
- Retirada, ¿verdad?
Los generales no parecían estar de acuerdo con el plan. ¿No significaba esto que evitarían la batalla final? Henrietta negó con la cabeza.
- No, la retirada es simplemente un medio para un fin. Toda la causa de esta guerra es subyugar a Agares. Mientras Agares goce de buena salud y esté de nuestro lado, no podrán marcharse cuando les plazca. Permanecerán en Parisiorum con una línea de suministro inestable mientras no puedan salir.
- Ya veo. Se irán muriendo poco a poco sin provisiones.
Los generales asintieron en señal de comprensión.
- Así es. Después de cierto punto, ya no podrán resistir y saldrán corriendo de Parisiorum... En ese momento les forzaremos de nuevo a una batalla campal.
- Muy bien, entonces. Entonces enviaremos una unidad destacada para recuperar primero al Emperador y...
Sucedió justo cuando pudieron finalizar sus planes. El color ámbar del amanecer se extendió gradualmente por todo el cielo. Una vez que el cielo nocturno se había desvanecido un poco, notaron algo completamente inesperado que venía de Parisiorum. Era una nube negra de humo.
- ¡Su Alteza! Hay humo procedente de Parisiorum!
Los generales gritaron con urgencia. La Reina Henrietta se mordió el labio.
- ...Esos bastardos nobles francos. ¿Cómo se atreven...?
Henrietta ahora entendía por qué el enemigo sólo había bloqueado los hechizos de comunicación. No era sólo para atraer a sus caballeros. También se estaban asegurando de que el ejército de Henrietta no pudiera saber lo que estaba sucediendo en Parisiorum.
¿Los nobles remanentes comenzaron un alboroto mientras la batalla ocurría durante toda la noche? Su objetivo era probablemente dejar escapar al Emperador o a la Emperatriz Viuda... o a ambos.
- ¡Maldita sea!
Henrietta partió su bastón por la mitad. Si las fuerzas enemigas son capaces de unirse con el Emperador o la Emperatriz Viuda, entonces terminarían en una situación desesperada. Tenían que evitarlo por todos los medios.
- ¡Reúne al resto de nuestras tropas y dirígete a Parisiorum!
Las tropas de Bretaña tuvieron que marchar a toda velocidad de nuevo antes de que pudieran recuperarse completamente de la batalla de la noche anterior.
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