Capítulo 232
Guerra entre Señores Demonio (III)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
La expresión de Agares se contorsionó. Cada mechón de su pelo negro contenía un aura y flotaba como si estuviera vivo. Con un crujido, el suelo sobre el que estaba parada se desmoronó. Aparecieron grietas por todas partes, como la tierra agrietada tras una grave sequía. La mujer Señor Demonio de bello rostro no aparecía por ninguna parte. Lo único que quedaba era un espíritu maligno enfurecido.
- Facción de la Montaña, esos malditos babuinos. Cómo se atreven a no saber cuándo intervenir y cuándo no.
Los Señores Demonio que rodeaban a Agares jadearon debido al aura que brotaba de ella. Sus cuerpos se paralizaron. Todos eran Señores Demonio que llevaban más de 300 años en el campo de batalla. Incluso ellos se sintieron sofocados. Ella era tan abrumadora. Les resultaba difícil creer que la Señor Demonio que tenían delante perteneciera a la misma raza que ellos. Parecía de una raza diferente que estaba en una liga diferente. Tenía sentido por qué ella declaró que era el único y verdadero Señor Demonio.
Hubo un individuo que cargó contra este poder abrumador.
- Me presento ante el Gran Espíritu y prometo.
Señor Demonio Barbatos Rango 8. Se convirtió en un rayo de luz mientras avanzaba. Maná negro se filtró de la guadaña de Barbatos mientras caía justo entre los ojos de Agares. La gran guadaña fue frenada fuertemente por algo que estaba a sólo 2 centímetros de su objetivo. Fue detenida por el aura que cubría todo el cuerpo de Agares. No fue bloqueada por ningún tipo de técnica, sino por el aura pura. Barbatos frunció el ceño ante tal atrocidad mientras seguía recitando su conjuro.
- Prometo fríamente en lealtad, sangre y guerra.
- ¡Maldita mosca!
Agares blandió su alabarda con rabia. Clang la alabarda se detuvo. 7 espadas anchas habían surgido de la sombra de Barbatos y se defendieron de la alabarda. 6 de las espadas se hicieron pedazos, pero la última apenas consiguió bloquear el golpe.
El cántico seguía brotando de la pequeña boca de Barbatos.
- Sirve como sabueso del único reino. Vuela y profetiza como el águila que comulga con las tormentas.
- ¡Barbatos!
Agares no se detuvo mientras llovían golpes sobre golpes. Espadas negras surgían de las sombras cada vez que ella lo hacía. Si alguien con buenos ojos presenciara esta lucha, probablemente se quedaría asombrado y aterrorizado por esta pelea de altísimo nivel.
Uno de los bandos tenía una fuerza abrumadora. Esta fuerza se balanceaba hacia abajo con la intención de aplastar a todos. No era diferente de una calamidad natural, ya que arrasaba violentamente sin necesidad de ningún tipo de técnica. “Ejército de un solo hombre” era un término hecho sólo para esta mujer.
Por otro lado, el otro bando era pura técnica. Barbatos fue una guerrera en el pasado. Arrasaba el campo de batalla con una sola espada. Aprendió nigromancia para revivir a sus subordinados, por lo que se convirtió en una existencia única en el mundo como guerrera y nigromante. Levantó su guadaña de batalla y entabló un combate cuerpo a cuerpo con su oponente. Sus extremidades maniobraban hábilmente su arma sin descanso mientras su boca seguía recitando hechizos sin detenerse. Lanzaba hechizos que afectaban los movimientos de su oponente, confundían su sentido de la vista, les hacían perder el equilibrio y les hacían ver ilusiones.
Cientos de familiares protegían a esta guerrera nigromante. Todos ellos eran caballeros de la muerte que eran conocidos como los soldados más fuertes. Los caballeros de la muerte detuvieron los ataques dirigidos a su señora. Los ataques de Agares podían aplastar la tierra, pero los caballeros de la muerte formaban un muro impenetrable y los bloqueaban. Allí de pie había una única y enorme fortaleza defendida por un guerrero, un mago y caballeros.
La batalla para determinar cuál era más fuerte, “un ejército de un solo hombre” o “una fortaleza de un solo hombre” se intensifico, y... el duelo entre 2 Señores Demonio sobrepasó el reino de un duelo y entró en el reino de la guerra.
- ¡Maldita mosca! ¡Lucha con tu propia fuerza!
- Así soy yo, Agares.
Todo el cuerpo de Barbatos estaba cubierto de sudor. Su pelo blanco estaba pegado a su frente. Estaba gastando todo el maná que le quedaba dentro. Su corazón y todo su cuerpo gritaban por lo rápido que estaba quemando su maná. Barbatos mostró una sonrisa tensa.
- ¡Dantalian, bastardo!
Barbatos se había comunicado con Dantalian antes de la batalla. Y este le dijo desde el otro lado del orbe.
- He preparado un pequeño regalo para que ganes esta vez.
Sólo era sincero en momentos como éste. Podía ser un mentiroso, pero nunca mentía sobre este tipo de cosas.
- ¡Esto no es un pequeño regalo, hijo de puta!
Ella no sabía cómo lo había hecho, pero se las arregló para traer a la Facción de la Montaña como refuerzos. Además, la que lideraba los refuerzos era la Señor Demonio de Rango 12 Sitri, la luchadora más fuerte de la Facción de la Montaña. Sin duda, el ejército liderado por ella iba a asaltar al ejército de Agares en formación de pinza y aniquilarlo. Barbatos sólo tenía que ganar tiempo hasta entonces. Instintivamente sabía cuál era su papel.
Había conservado su poder mágico hasta ahora y se había asegurado de no utilizar más de la mitad de su maná total. Por lo que Barbatos podía ver, tenía que alargar esta batalla para tener una oportunidad de ganar. Su intención era quemar gradualmente el ejército de Agares en el transcurso de 6 o 7 batallas. Sin embargo, Barbatos empezó a usar todo su maná en cuanto descubrió la bandera de Sitri a lo lejos. Desechó sus planes de una guerra prolongada. Instintivamente sabía que era el momento decisivo y que tenía que emplearse a fondo.
- Maldita mosca, ¡hasta tu forma de luchar es repugnante! ¡Pensar que protegerías tu vida rodeándote de tus subordinados! ¿Esa es tu forma de gobernar, zorra? ¿Así es como debe actuar una monarca de la raza demoniaca? ¡Estás blandiendo tu arma sin ninguna vergüenza! Barbatos, estás mancillando la imagen de los Señores Demonio.
Una tormenta de golpes continuó cayendo. Un aluvión de golpes que podía incluso matar al portador de la espada de un solo golpe continuaba como una violenta tormenta. Barbatos dio un paso hacia el centro de aquella tormenta.
- Déjame arreglar tu malentendido, Agares.
Las espadas continuaban destrozándose miserablemente ante los golpes de Agares. Clang clang el sonido del metal resonaba como el de la lluvia durante un aguacero. Los trozos de metal que se esparcían cada vez que un sable se hacía añicos y cortaba las mejillas de Barbatos. La sangre salpicaba. A pesar de ello, la sonrisa en sus labios era inmutable.
- No estoy rodeada de mis subordinados.
Barbatos blandió su guadaña hacia arriba. La guadaña que fue a por todas y golpeó con toda su fuerza fue fácilmente bloqueada por Agares y fue arrojada lejos por su aura. A pesar de esto, Barbatos dio otro paso adelante como si esperara esto.
- Mis subordinados me están “siguiendo”.
Agares blandió su alabarda.
- Ja, ¿¡Estás diciendo que los estás protegiendo!? Qué arrogante. ¡Los Señores Demonio son los que traen la calamidad! ¡Son los que cosechan la tierra con una fuerza a la que nadie puede acercarse y con un miedo contra el que nadie puede rebelarse! Los Señores Demonio no necesitan algo como subordinados. ¡Sólo requieren una fuerza abrumadora!
- Te equivocas.
6 espadas anchas bloquearon la alabarda. Las espadas anchas no pudieron detener la alabarda, pero la potencia del golpe se debilitó lo suficiente como para que Barbatos pudiera detenerla con su guadaña. Barbatos consumió lo último que le quedaba de maná. Un paso más. Dio otro paso adelante.
- Un monarca, es simplemente alguien que está un paso adelante de los demás.
Todos los caballeros de la muerte que protegían a Barbatos de su sombra eran sus camaradas. Estaban con ella incluso después de la muerte. Juraron que nunca dejarían de luchar hasta el día en que su ideal se hiciera realidad. Compartían un mismo cuerpo con Barbatos. Por eso, cada paso que Barbatos daba no era simplemente un paso. Era el paso de todos los que habían dedicado sus vidas y sus muertes a la niña conocida como Barbatos, para que la raza demoniaca pudiera cantar algún día a la paz, para que pudieran alcanzar una nación en la que padres y madres no tuvieran que vender a sus hijos e hijas.
- Como el camino no se quedará en una mera prueba y un día se convertirá en una gran calle por la que transite toda la raza demoniaca. Puede que esté sola, pero no soy una sola persona. ¡Este es el camino de un monarca, Agares!
Las espadas de las sombras, que sólo habían servido para defenderse, atacaron por primera vez en el momento en que Agares intentó bloquear el golpe con su alabarda. 18 espadas anchas acuchillaron a Agares a la vez.
Agares no se asustó. Hizo girar su alabarda como si fuera una rueda y repelió con facilidad 10 puntas de espada. Usó el codo para apartar otra de las espadas y esquivó otras 2 girando el cuerpo. Las 5 restantes fueron empujadas por el fuerte vendaval producido por sus movimientos. El movimiento de su cuerpo era casi divino. Sin embargo, las espadas habían abierto un camino para su señora. Una guadaña negra cortó el aire. La gran guadaña emitió un sonido agudo mientras se balanceaba hacia arriba. Subió por el camino que las 18 espadas apenas habían conseguido abrir.
La sangre salpicó el aire. Algo se desprendió del cuerpo y flotó en el aire por un momento antes de caer impotente al suelo.
- ...
Agares frunció el ceño mientras miraba hacia abajo. Su oreja izquierda estaba en el suelo cubierta de sangre. Durante los últimos 2.000 años, nadie había sido capaz de dañar su cuerpo. Ella nunca había sido rozada por una espada antes tampoco. Recibir una herida por primera vez en miles de años era una sensación desconocida que resultaba insoportable. Lentamente. La expresión de Agares se contorsionó gradualmente al recordar que esa era la sensación de ser herida.
- Maldita.
- Ahora tu cara parece un poco atractiva.
Barbatos jadeó con fuerza mientras sonreía. Levantó los dedos índice y corazón en forma de V. Este gesto significaba “que te jodan”.
- La cara de perro derrotado te sienta bien, zorra de orejas caídas.
- ¡...!
Agares gritó. Era un grito que ninguna bestia podría imitar. Se puso completamente furiosa, cómo reaccionaría un Dios si fuera herido por un humano. La tierra y el aire temblaron. El sonido fue tan intenso que incluso los monstruos que luchaban a gran distancia giraron la cabeza conmocionados.
Un aura rojinegra entró en erupción como un volcán. La presión del viento que estalló al estallar el aura de Agares barrió fácilmente todo el campo de batalla. Los trasgos temblaron de terror y los orcos tuvieron que levantar los brazos para bloquear el viento. Agares se convirtió en una bestia y cargó contra Barbatos. En ese momento, intervinieron los otros 8 Señores Demonio de la Facción de las Llanuras, incluido Beleth. Los cuales se coordinaron para detener el ataque de Agares. Beleth rio sin miedo ante la avalancha de ataques que podían acabar con su cuello si cometía un solo error.
- Tendrás que jugar conmigo, Agares.
- ¡Aaaaaah! ¡Vete a la mierda, mocoso!
- No puedo hacer eso. No sé sobre otras cosas, pero soy el tipo de persona que paga a conciencia sus deudas. Ya que has tomado mi brazo 3 veces, ¡vas a tener que ofrecer tu brazo 3 veces también!
Ese día, la Facción de las Llanuras se defendió del “ejército de un solo hombre” llamado Agares hasta el final. Agares era realmente aterradora, ya que se necesitaron 9 Señores Demonio para apenas poder contenerla. Sin embargo, el Señor Demonio Zepar, de la Facción de las Llanuras, y la Señor Demonio Sitri, de la Facción de las Montañas, realizaron una maniobra de pinza sobre el ejército de Agares mientras ella estaba ocupada siendo retenida.
La lucha entre Agares y los Señores Demonio terminó en empate, pero Agares fue derrotada en la guerra entre ejércitos. Agares derramó lágrimas de sangre mientras se retiraba gritando que definitivamente iba a aplastar el cuello de Barbatos.
Así fue como la Señor Demonio a la que se referían como la más fuerte fue derrotada.
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