Capítulo 364
La Segunda Guerra del Crisantemo (V)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
- ¡Baronesa De Blanc!
- ¡S-Sí!
¿Estaba alarmada porque Laura la había llamado de repente? La capitana mercenaria Juliana De Blanc se sobresaltó, ya que había estado observando inexpresiva la conversación entre los 2. Por alguna razón, ahora había un nuevo tipo de expresión en su cara cuando hablaba con Laura. No era algo sano como el respeto. Era algo más subversivo. Se podría llamar un tipo de miedo.
- Dejaré 250 tropas bajo su mando.
- ¿Me ocuparé de los exploradores?
- No. Toma las tropas y ve hacia Pavia. Debe haber un bosque cerca de la ciudad. Te pido que crees un gran incendio allí.
Una sonrisa amarga apareció en mis labios mientras escuchaba su conversación. El bosque cercano a Pavia era un lugar que conocía bien. No era otro que el lugar donde el mercader de esclavos Jack Aland se suicidó golpeándose la cabeza contra una roca...
- Un incendio, ¿dices...?
La Baronesa De Blanc parecía confundida.
- Esto hará que salga humo de la dirección donde se encuentra Pavia. Esto debería de ponerle algo de urgencia al Conde.
- Ah.
- El Conde considerará 2 posibilidades. Primero, la posibilidad de que ya hayamos entrado en su territorio y estemos saqueando salvajemente. La segunda, que estemos asediando su ciudad. En cualquier caso, creerá que tiene posibilidades de salir victorioso si nos ataca por la retaguardia. Esto le hará acelerar el plan.
- Ya veo...
La Baronesa respondió débilmente. Laura hizo caso y procedió a dar órdenes severas.
- ¡Baronesa! El número de tropas que diriges en esta batalla puede ser pequeño, pero la responsabilidad sobre tus hombros es grande. Si fallas, nuestra emboscada al Conde también fracasará. ¡Esto llevará a la caída de nuestra expedición!
- ¡Entendido, Su Alteza!
La Baronesa respondió con firmeza mientras se hacía a la idea de la responsabilidad sobre sus hombros. Laura le respondió con una firme inclinación de cabeza.
- Pondré 11 magos bajo tus órdenes. Lanza un hechizo anticomunicación por toda Pavia y utilízalos también para incendiar el bosque.
- ¡Como ordenes!
La Baronesa gritó valientemente en respuesta. Nuestras tropas se dividieron por la mitad como un río que se bifurca. La Baronesa condujo 2 escuadrones de caballería por un camino. Con esto, Laura ya no tendrá magos bajo su mando.
Nuestras tropas aceleraron. Era más o menos el momento en que el sol casi se había puesto y la oscuridad de la noche empezaba a extenderse. Laura finalmente ordenó a nuestras tropas que mantuvieran su posición. Estábamos en un bosque a bastante distancia de una carretera que había que cruzar para viajar rápidamente de Milán a Pavia.
- Nos emboscan aquí.
Entonces Laura colocó en secreto exploradores delante de nosotros. Nuestros jinetes se echaron al suelo. Nos habíamos estado moviendo durante medio día seguido. Necesitaban desesperadamente descansar. Nuestros soldados descansaban contra los árboles o sacaban bocadillos para comer en preparación para la batalla que se avecinaba. Nuestros caballos de batalla aprovechaban el aire frío de la noche para enfriar sus cuerpos, que se habían calentado corriendo bajo el sol del verano. Levanté la vista para ver cómo la luz de la luna se filtraba entre las ramas. Sin embargo, también oía un sonido entre los árboles.
- Mira, hay elfos...
- También hay un grupo de enanos. ¿Por qué están aquí?
- ¿Por qué están aquí? Tienen un aspecto aterrador. Deben estar aquí por una razón aterradora...
Las hadas del bosque susurraban entre ellas mientras se escondían detrás de las ramas. Probablemente estaban asustados por los repentinos intrusos. Las hadas murmuraban nerviosas entre las ráfagas de viento mientras las hojas crujían con fuerza. Los saludé con la mano.
- Mis disculpas. Tomaremos prestada su casa por un momento.
Las pequeñas hadas empezaron a asomar la cabeza por encima de las ramas.
- ¡No puede ser! ¡Un gran maestro está aquí!
- ¿No es su viento demasiado pequeño para ser un gran maestro...?
- ¡Idiota, tonto! ¿Desde cuándo eres incapaz de distinguir entre una tormenta y una brisa?
Poco después, motas de luz empezaron a llenar el oscuro bosque. Los cientos de puntos de luz eran todas hadas. Brillaban tenue y nebulosamente como si recibieran la luz de la luna desde el cielo. La luz estaba más cerca de ser azul cielo que blanca.
- Querido Señor...
- Oh, Artemisa.
Los soldados se quedaron boquiabiertos al levantar la vista. Como subespecie, las hadas del bosque eran una existencia familiar para ellos. Sin embargo, son fundamentalmente seres tímidas. Los mercenarios se sintieron abrumados al ver a tantas hadas reunidas para iluminar el oscuro bosque. Hablé con una sonrisa.
- Agradezco la cálida bienvenida, pero ¿podrían bajar la luz? Estamos jugando al escondite. Sería malo que el buscador nos descubriera. Les agradecería que se contuvieran.
Mi tono se volvió naturalmente suave al pensar en mis hadas, que probablemente estaban jugando en mi mazmorra. Las hadas se giraron unas hacia otras y empezaron a susurrar.
- ¡Están jugando al escondite! ¡Silencio todo el mundo! El maestro nos regañará si interferimos.
- Idiota, estás siendo el más ruidoso ahora mismo.
- ¡Shhh!
- ¡Shhhh!
La luz se atenuó lentamente. Su luz no se apagó por completo, pero ahora estaba al nivel de las luciérnagas.
‘Hmm, esto era lo suficientemente bueno. Esto no debería ser suficiente para atraer la atención del enemigo.’
Las hadas se retorcían a mi alrededor. ¿Intentaban callarse a su manera? Me susurraban preguntas.
- Maestro, Maestro. ¿Con quién estás jugando al escondite?
- ¿Es con un orco feo? ¿Un centauro en celo? ¿O es un basilisco aterrador?
- Todos murieron hace mucho tiempo. Hace mucho, mucho tiempo. Somos los únicos que quedamos aquí...
- Los humanos los mataron a todos. También quemaron muchos bosques...
Las hadas bajaron la cabeza hoscamente.
‘Madre mía, qué lindas son.’
Levanté al hada que tenía más cerca. El hada ladeó la cabeza. Desvelé el movimiento secreto que había dejado sellado desde hacía tiempo. Les hice cosquillas en las axilas.
- Kyaha.
Justo cuando el hada estaba a punto de soltar una carcajada, se tapó la boca con las manos. Parece que acababan de recordar que habían prometido guardar silencio. Se agitaron con ganas de reír, pero nunca se quitaron las manos de la boca. Sonreí paternalmente al espíritu mientras hablaba.
- Estamos jugando al escondite con humanos.
- ¿Kyaha, humanos?
- Los humanos no son de fiar para jugar con ellos.
- Siempre están quemando bosques. Maestro, no se puede confiar en los humanos.
‘Confiables, ¿verdad? Están usando palabras difíciles, ¿eh?’
Solté una pequeña risita. Desde que alcancé mi nivel actual como Señor Demonio, los kyaas y koos que solía escuchar de las hadas ahora sonaban como palabras.
- Ya veo. Esos humanos son realmente terribles.
- Sí, ¡esos humanos son malos!
- ¡No sería satisfactorio ni aunque colgaras sus tripas en una rama!
Las hadas expusieron sus quejas. Era natural que las hadas que habían nacido y crecido en los bosques consideraran a los humanos como enemigos, ya que quemaban los bosques para recuperar la tierra.
- En ese caso, permítanme que les pida un favor. Los humanos cruzarán ese camino delante de nosotros dentro de un rato. Si parece que se acercan humanos, quiero que me lo digan en secreto. Les daremos una lección a esos malos humanos.
Las hadas aceptaron unánimemente mi petición y me dijeron que se lo dejara a ellos. Poco después, Laura regresó de posicionar a nuestros exploradores y fruncía las cejas mientras me miraba.
- No se pueden imaginar mi sorpresa cuando vi que el bosque empezaba a brillar. Señor... No, Conde Palatino. ¿Qué ha hecho?
Sonreí a la chica, que estaba a punto de referirse a mí como “señor”, pero se contuvo rápidamente.
- Acabo de contratar a las exploradoras más sigilosas del mundo.
- ¿...?
Laura parecía completamente despistada. Bueno, ya se dará cuenta con el tiempo. Después de una hora señaló al horizonte y dijo.
- Mira allí. Parece que la Baronesa consiguió encender el fuego.
Tenía razón. La zona que señalaba era el único lugar que brillaba intensamente. Laura asintió satisfecha.
- Inició el fuego en el momento perfecto. El enemigo tardará medio día en decidir cómo responder tras conocer nuestro destino, y tardará otro medio día en reunir refuerzos y llegar hasta aquí. Así que en total, esto debería llevarles al menos un día entero.
- ¿No vamos muy justos de tiempo?
- Mucho. Por eso esta joven dama envió el ejército principal a Milán...
‘¿Joven dama? Ese no era realmente un término apropiado para que la comandante suprema de un ejército se refiriera a sí misma.’
Pensé en advertirle, pero no había soldados a mi alcance. Decidí encogerme de hombros y dejarlo estar.
- La victoria y el fracaso de esta operación dependen del tiempo que tarde el enemigo en enviar sus refuerzos. No tienen por qué retrasarla tanto. Sería más que suficiente con que el conde de Pavia y el duque de Milán discutieran durante 1 o 2 horas. Eso bastaría...
Laura cerró la boca. En ese momento, un hada asomó la cabeza entre el follaje.
- ¡Maestro, se acerca un grupo de humanos!
Me incliné y le di una palmadita en la cabeza. El hada chilló de alegría.
‘Un retraso de una o dos horas, ¿eh? Eso fue exactamente lo que tardó el enemigo en acercarse después de que llegáramos aquí. Fue tal y como Laura lo predijo.’
- Laura.
- Así que esos son los exploradores de los que hablabas.
Laura parecía saber ya lo que iba a decir. Sonrió mientras se daba la vuelta.
- Señoría, vigíleme desde la distancia. Puedo permanecer fuerte si sé que me vigilas.
- Si eso es lo que desea, Duquesa Farnese.
Laura dio disimuladamente órdenes a los jefes de escuadrón. Los soldados que descansaban volvieron a sus caballos en silencio. El sonido del resoplido de los caballos resonaba de vez en cuando por todo el bosque.
Se oía a lo lejos el ruido de cascos acercándose. El enemigo se acercaba. Pude hacerme una idea del tamaño y la formación del enemigo gracias a la información de las hadas. A pesar de avanzar a toda velocidad, se aseguraron de tener una vanguardia. No estaba claro lo hábil que era el conde Pavia en tácticas militares, pero parece que sabía ser precavido.
- El enemigo tiene unos 5.000 soldados.
- ¿Oh? Así que reunió a todos los soldados de caballería que pudo conseguir.
Laura sonrió débilmente.
- O la autoridad del conde Pavia es mayor de lo esperado, o el duque de Milán no quería ser acusado de abandonar a su pueblo. Esto es bueno para nosotros de cualquier manera.
Normalmente, tendrías miedo o estarías nervioso si descubrieras que tu enemigo tiene un gran número de tropas, pero Laura era exactamente lo contrario. Era como una guerrera que daría gracias a los dioses por una cosecha abundante si se encontrara con un oso en las montañas durante el invierno. Cuanto mayor era su presa, más feliz se sentía Laura. Ella levantó su brazo derecho. Una vez que lo hizo, nuestras tropas avanzaron.
Al principio, los caballos se movían al trote. Los caballos de guerra avanzaban como si hicieran un trote ligero. Los caballos aceleraron el paso en cuanto la primera y la segunda línea de nuestra formación salieron completamente del bosque. Una vez que la primera línea comenzaba su carga, la segunda la seguía, seguida de la tercera, y así sucesivamente. Nadie gritaba a los demás para que aceleraran o dieran gritos de guerra. Aquí se estaba llevando a cabo la carga de caballería más silenciosa del mundo.
Los soldados de caballería de Cerdeña marchaban en una larga fila delante de nosotros, exponiéndonos completamente su flanco. Sin embargo, aunque fuéramos lo más silenciosos posible, era imposible silenciar el ruido de los cascos de los caballos. Por lo tanto, no tardaron en darse cuenta de nuestra presencia.
- ¡E-Emboscada!
- ¡Giren los caballos!
Las tropas enemigas entraron en pánico. Gritaron sobre una emboscada y un ataque sorpresa. Los soldados enemigos habían estado avanzando lo más rápido posible para salvar su territorio. Sin embargo, esto les dificultaba enormemente cambiar su formación. Nuestras tropas ya estaban cargando contra ellos a toda velocidad mientras ellos se afanaban en recomponerse.
Probablemente no había necesidad de quedarse quietos ahora. Activé el hechizo de amplificación que llevaba en el collar y di un fuerte grito.
- ¡Soldados de Helvética! ¡A la carga!
Ese grito liberó la compuerta. Todos los mercenarios que habían permanecido en silencio hasta ese momento lanzaron sus gritos de guerra.
- ¡Maten a esos campesinos sardos!
- ¡Vayan! ¡Atrápenlos!
- ¡Acaben con ellos!
Nuestros caballos de guerra cargaron intensamente. El enemigo también debía de ser bastante competente, ya que consiguió reunir una formación y responder a nuestro ataque de la misma manera. El problema, sin embargo, era la distancia. No tenían suficiente distancia para aumentar la velocidad de sus caballos. En comparación con nuestras fuerzas, que disponían de más de 400 metros para aumentar el paso de nuestros caballos, el enemigo disponía de menos de 100 metros. El resultado estaba claro.
Nuestra primera línea y la del enemigo chocaron ruidosamente al chocar metal contra metal. Incluso hubo caballos enemigos que salieron despedidos tras entrar en contacto con los nuestros. La primera línea enemiga se desplomó sin poder siquiera lanzar un grito. Se habían evaporado literalmente. La primera línea del ejército real no pudo detenerse en ningún momento. Ahora estaban empezando a crear su segunda línea, pero esta formación incompleta terminó siendo expuesta a nosotros. Con esto, esto ya no era una batalla.
Mi orden amplificada sonó por toda la llanura que de repente se había convertido en una zona de guerra.
- ¡Todas las tropas, masacren al enemigo!
Una masacre unilateral había comenzado.
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