Capítulo 350
Una Noche Oscura (V)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
El tiempo entraba ya en una estación que fluctuaba entre días cálidos y fríos. En la zona montañosa del norte, el clima se volvía repentinamente abrasador, haciendo que el hielo y la nieve acumulados durante todo un invierno empezaran a disolverse poco a poco. Sin embargo, en la gran tierra sin límites, lo que más a menudo se reflejaba en los ojos eran las cicatrices negras carbonizadas de las llamas y los profundos cráteres de las bombas. La nieve y el agua se filtraban, formando extensiones de barro que dificultaban enormemente la movilidad de hombres y vehículos. Una flota de vehículos todoterreno se abrió paso arduamente a través de las montañas llenas de pozos de barro y lagunas y, finalmente, llegó a una zona espaciosa y se detuvo.
Perséfone salió del interior del vehículo. Un mapa saltó de su sistema de inteligencia portátil, y luego lo miró en silencio. En el mapa había un sinuoso camino de avance, pero no era uno que condujera a la base de los Jinetes de Dragón Negro en el norte, sino que se extendía hacia el oeste. Levantó la cabeza y miró hacia la distancia cubierta por la niebla. Un suspiro casi imperceptible escapó de sus labios.
Un hombre de mediana edad con el rostro curtido por las cicatrices y una expresión resuelta llegó al lado de Perséfone. Con voz grave, dijo.
- General, ya hemos completado nuestros preparativos.
Perséfone rio con cierta amargura, casi un poco burlona de sí misma, y luego dijo.
- Ya no soy General. Worde, con el estatus de amigo, te aconsejo que reconsideres tu decisión. Aún estás a tiempo de cambiar de opinión. Si regresas a la Ciudad Dragón, todos podrían llevar una vida estable. Todavía tengo algunos amigos en el cuartel general, y con sus habilidades, obtener el estatus de Jinete de Dragón Negro oficial no es demasiado difícil.
Worde negó con la cabeza. Miró a las 8 personas que estaban de pie detrás de él y que ya habían completado sus preparativos, y luego, con una suave sonrisa, le dijo a Perséfone.
- He permanecido a tu lado como tu subordinado desde que tenías 14 años, y ahora, ya han pasado más de 10 años. Esta decena de años es suficiente para que una persona se asiente sin ninguna intención de cambiar su modo de vida. Independientemente de cómo cambie la identidad de tu distinguida persona, siempre seré tu subordinado. Las pocas personas que hay detrás de mí tienen la misma opinión.
Perséfone bajó la cabeza y clavó una mirada mortal en el mapa de la pantalla luminosa. Sus dientes blancos como la nieve rechinaban ferozmente los mechones de pelo entre ellos. No dijo nada en todo este tiempo, ni había nada que pudiera decir.
- ¡General!
Un sonido fuerte y claro rompió la tensa atmósfera. Renfell se acercó.
- Ya no soy General.
Le respondió Perséfone con una sonrisa. Al encararse con Renfell, recuperó su actitud tranquila y serena.
- ¡La reunión ni siquiera se ha celebrado todavía!
Renfell desaprobó estas palabras.
- No hay mucha diferencia, sólo es cuestión de unos días.
Dijo Perséfone. Renfell se rio y dijo.
- En realidad, ¿qué tiene de especial el rango de General? ¿No es sólo poder aceptar misiones e intercambiarlas por autoridad? Mira, hemos luchado tanto tiempo juntos en el frente norte, y nuestras habilidades se intercambiaron mientras pendíamos al borde entre la vida y la muerte, así que ¿no está bien esto también? No hay razón para confiar en el cuartel general en absoluto. General, ¿qué tal esto? ¿Por qué no nos lleva con usted para construir otra organización?
Perséfone rio impotente y dijo.
- ¡Para ti es fácil decirlo! Está bien, no hablemos de estas cosas inútiles. Si necesitas algo de mí, dilo directamente.
En la cara de Renfell apareció un rastro de incomodidad por estar expuesto, y luego borró su sonrisa. Con decisión dijo-
- General, yo y los demás ya lo hemos discutido entre nosotros, y deseamos avanzar junto con Worde. Si sólo dependes de ellos, tu fuerza será demasiado débil.
Perséfone se quedó estupefacta.
- Deberías saber lo que Worde planea hacer.
- ¡Claro que lo sé!
Renfell sonrió de forma extremadamente despreocupada. Señaló a los hombres que tenía detrás y que eran como él, jóvenes, llenos de energía y con el aura de sangre y acero del campo de batalla. Cuando miró de nuevo a Perséfone, Renfell habló de forma bastante despreocupada.
- Todos ellos son como yo, quieren conocer a ese Coronel Su por sí mismos y ver lo heroico que es el hombre de nuestra General.
Perséfone suspiró y dijo.
- Pero ni siquiera estoy segura de poder encontrarlo...
- ¿No tienes ninguna forma de contacto?
Renfell se quedó un poco sorprendido.
- Ninguna. No me dio ninguna forma de contactarlo por miedo a involucrarme, y más aún no desea que yo lo busque. Quiere enfrentarse solo a la ira y la persecución de Bevulas.
Perséfone habló con voz más bien apagada.
- Entonces, General, usted...
Renfell no siguió preguntando, pero su intención era clara. ¿Por qué Perséfone no fue con sus hombres a buscar a Su y, en cambio, optó por quedarse sola en la base norte?
- Que yo me quede atrás tiene muchos efectos significativos. Como mínimo, Bevulas no puede hacer lo que le plazca, ¡y tiene que agotar más energía y mano de obra para enfrentarse a mí!
Los hermosos y seductores ojos de Perséfone se entrecerraron ligeramente. De sus pupilas brotaron destellos de un resplandor agudo y helado. Renfell respiró hondo y se inclinó lentamente ante Perséfone en señal de respeto. Con un poco de amargura, dijo.
- General, sólo ahora comprendo por qué sólo puedo trabajar a sus órdenes y nunca ser su hombre. Viajaré junto a Worde, y si puedo volver con vida, ¡espero que en ese momento tenga el poder y la cualificación para afectar al destino de su distinguida persona!
Después de hablar, no esperó la respuesta de Perséfone. Puso sus brazos alrededor de los hombros de Worde y dijo con voz fuerte.
- ¡Pongámonos en marcha! ¡Hermanos!
Así, estos hombres jóvenes y viejos, que acababan de salir de las llamas de la guerra, cargaron de nuevo sus cuerpos cubiertos de sudor y sangre hacia un viaje desconocido. La única que se quedó atrás fue Perséfone, con su pelo gris bailando al viento.
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