Capítulo 59
El Cuento Del Viajero
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
Edición: Radak, Sho Hazama
Cuando todo estuvo dicho y hecho, cuando los truenos y el Qi se desvanecieron, este humilde viajero emergió en una ciudad que había sufrido los estragos de la batalla.
Sesenta y tres edificios resultaron gravemente dañados, cinco se derrumbaron por completo y los caminos quedaron destrozados.
Al presenciar la destrucción infligida a la bella ciudad, los cultivadores de las Colinas Azures, de gran virtud a pesar de su escasa habilidad, se lanzaron sobre ella. No con espadas ni técnicas, sino con martillos de albañil y sierras de carpintero.
Se propusieron la tarea de reparar lo que estaba roto.
❄️❄️❄️
Bai Huizong, Director de Asuntos de Ascensión Espiritual, suspiró profundamente. Estaba sentado en su oficina con sus dos empleados de mayor confianza.
"¿Se encuentra bien, señor?" Escuchó a su principal ayudante, Hu, preguntar mientras colocaba una bebida en la mano extendida de Huizong. Huizong tenía los pies apoyados en una silla mientras Cho masajeaba sus hombros. Un paño húmedo le cubría la cara, aliviando su dolor de cabeza y evitando que viera el desorden que era su escritorio. ¡Cuánto papeleo!
“Viviré. Más abajo, querida, más abajo... Aah.” Los dedos se movieron y Huizong suspiró aliviado. “Ahí es.” Oyó el bufido divertido de la mujer.
Huizong tomó un gran trago de vino y suspiró satisfecho.
El día había comenzado bastante bien. Una charla con sus proveedores, la organización de sus ayudantes y el mando del personal de la montaña. El papeleo era lo último. Había enviado la habitual solicitud cortés a los cultivadores para que se les informara de lo sucedido, como representante de Su Majestad Imperial, con la plena seguridad de que sería ignorado.
Se sorprendió mucho cuando recibió un mensaje de respuesta con una disculpa por no haber hablado con él antes.
Eso... Eso no sucedió. Huizong ostentaba el título de Director, cierto, pero era solo eso. Un título. Uno grandioso para un hombre que organizaba torneos. Tenía todo el poder que las Sectas le permitían. Y aquellos en su posición que se excedían en su poder... Bueno, no eran Directores por mucho tiempo.
Su ayudante y la encargada del taller permanecieron en silencio mientras esperaban que ordenara sus pensamientos.
“Cosas... Bueno, las cosas necesitan una reevaluación, como mínimo. ¿Ese nuevo cultivador? Los rumores eran ciertos. El Maestro Rou está al mando ahora. Encabezó la procesión y tomó el mando. Luego me explicó el proceso de reconstrucción y me aseguró que no tendría que pagar nada”, dijo Huizong.
Hu tarareó y luego preguntó: “Sé que logró reclutar a los discípulos para que ayudaran con la ciudad... Pero, ¿cuán deferentes fueron los otros dignatarios?”
“La Dignataria Xinling trajo un guzheng y lo tocó para él mientras tomábamos el té” dijo Huizong con ironía. Sintió que los dedos sobre sus hombros se detenían.
"¿No apuñaló al Dignatario Gang hace unos años cuando él le pidió que tocara para él, diciendo que no era para sus toscos oídos?", preguntó Cho desde detrás de su silla.
“Sí. Y ella no llevaba su velo.” Huizong negó con la cabeza. “Bueno, si quería que lo viera, al Maestro Rou no le importó. Elogió su forma de tocar y luego me sirvió té... Después de que Daxian El Mayor le sirviera té a él.” Huizong gruñó. Se incorporó en la silla, se quitó el paño de los ojos y se concentró en Hu. “¿Hay algo sobre él?”
Hu negó con la cabeza inmediatamente. “No, señor. Los intermediarios de información se niegan a revelar nada. Ni siquiera cuando les ofrecí tarifas diez veces superiores a las habituales. Simplemente insistían en que no sabían, y que probablemente era mejor dejar de preguntar.”
Huizong hizo una mueca. Esos bastardos de la Flor del Ciruelo habían echado a todos los demás del pueblo, o se habían apoderado de ellos. Eran increíblemente hábiles, y sus precios eran muy altos comparados con el desastre anterior. Que de repente se callaran era... Preocupante.
“¿La Compañía Comercial Jade Azur?”
“Solo recibimos un mensaje de la Dama Daiyu diciendo que todo puede continuar, siempre que aceptemos los términos del Maestro Jin.”
"¿Lo llama Maestro Jin? ¿No Maestro Rou?", Preguntó Huizong antes de tomar un trago de vino y entregárselo a Cho. Se oyó un glu, glu, glu cuando la mujer que estaba detrás de él tomó asiento y vació la botella.
“Sí, señor. Dijo que era un cliente muy importante.”
Huizong gruñó y agarró la botella nueva que Hu le pasó, considerando las consecuencias. Los cambios en la jerarquía solían ser caóticos. Pero este cultivador parecía decidido a minimizar el caos. Y había solicitado cortésmente que su nombre se omitiera de cualquier informe, aunque comprendía si Huizong tenía que hablar con las autoridades.
Huizong no era tonto. Si los informantes querían mantener en secreto su secreto, Huizong no diría nada. "Bueno, diré esto sobre él: trabaja rápido, y por eso lo felicito.”
O, mejor dicho, planeaba mantenerse alejado de su camino y cosechar los frutos, como siempre hacía con los cultivadores. Sonrió al tener una idea. Podría solicitar fondos de emergencia por los daños a los cultivadores de la Ciudad del Mar de Hierba, y luego quedarse con todo.
La Secta de la Montaña Envuelta iba a pagar por todo... Pero los funcionarios de la ciudad no lo sabían. El truco para malversar fondos siempre era tener cierta negación.
Y, además, las bonificaciones de sus empleados tenían que salir de algún sitio. Mejor de los bolsillos de otros que de los suyos.
“Pasemos al siguiente tema. Las catacumbas. ¿Conseguiste algo de Bao Wen, Hu?” Preguntó Huizong. El hombre asintió, haciendo una pausa mientras sacaba un tintero.
“Bao Wen se mostró reacio... Pero logré persuadirlo”, dijo Hu con sencillez. “El chico no aguanta la bebida. Aunque ese es otro asunto en el que recomiendo discreción. Bao Wen dice que hay un archivo completo ahí abajo. Una biblioteca completa en la montaña y en la Arena Terrenal... Y cómo repararla.”
Huizong se quedó helado.
“¿Pueden reparar los mecanismos flotantes?” Preguntó.
“Bao Wen pensó lo mismo, al igual que los Dignatarios.”
Si pudieran restaurar los Picos de Duelo a su antigua gloria...
Huizong sonrió. Ya podía sentir el tintineo de las monedas de plata.
“Bueno, esas sí que son buenas noticias”, dijo con ligereza. “Excelente trabajo, ustedes dos. Esto… Bueno, está resultando mucho mejor de lo que esperaba.”
“¿No hay guerra de cultivadores?”, Preguntó Cho, asegurándose.
“No habrá guerra de cultivadores” dijo Huizong. “O al menos no creo que la haya hoy.”
“Gracias al cielo” murmuró Hu antes de negar con la cabeza. “Haré la ronda y recogeré todos los informes, señor. Su pincel está listo para el informe que tiene que enviar.”
"¿Qué haría sin ti, Hu?" Preguntó Huizong riendo.
“¿Holgazanear sin poder hacer nada?” Pespondió el hombre con descaro y sin morder, y se dispuso a hacer lo que se le ordenaba.
Cho suspiró y se levantó también, empezando a alejarse. Le dio un manotazo en su bien formado trasero y la mujer gritó, lanzándole una mirada fulminante.
Entonces ella extendió la mano y le robó sus últimas dos botellas de vino. Un intercambio justo. Él carcajeó y volvió hacia su pergamino.
¿Qué escribirles a sus superiores...? ¿Y cómo? Se ajustaría a la línea con la historia de la pelea de borrachos. No era tan estúpido como para airear los trapos sucios de la Secta de la Montaña Envuelta. Finalmente, Huizong se encogió de hombros y simplemente escribió lo que creía que tendría éxito. Pelea de borrachos, pueblo reparado, antiguas bóvedas encontradas, sin peligro para la montaña. Solicito suministros adicionales. Que sea lo más simple y seco posible.
Los cielos sabían que estar en el epicentro de estos acontecimientos no hacía que nada fuera menos confuso.
Terminó de escribir y lo volvió a leer. Ahí, sonaba perfecto. Si hubiera sido mucho más cortés y halagador con los caracteres cortesanos que usaban. Probablemente lo habrían archivado como todos los demás, sin volver a ver la luz del día.
Hizo sonar un pequeño gong junto a su escritorio y entró un ayudante subalterno. Le entregó la carta al chico y luego se centró en la petición del Maestro Rou de un banquete para celebrar la reconstrucción. Era una buena idea, siendo sincero.
Imaginen eso. Un cultivador con una idea buena y práctica.
❄️❄️❄️
Los cultivadores se dedicaron a las artesanías de los mortales con gran velocidad y habilidad, sin vacilar ni un momento. Este humilde viajero se sorprendió al ver que lo que a los simples mortales les habría llevado años lograr, los cultivadores lo terminaron en tres días.
Los escombros fueron limpiados en cuestión de horas. Los suministros necesarios fueron obtenidos con sus propios fondos, pues uno de los Dignatarios ordenó que la gente común no tuviera que pagar por su sufrimiento.
Guo Daxian, del Gran Barranco, tejía cuerdas al estilo de las tribus del barranco; Chen Yang, de la Secta del Sol Enmarcado, creaba nuevos símbolos, cuya caligrafía cautivaba a todos los que la presenciaban; Tie Delun, de la Secta del Hierro Hermético, forjaba adoquines para el camino, fuertes y duraderos como el hierro. Todo lo que tocaban los cultivadores se elevaba gracias al toque de quienes anhelaban alcanzar el cielo.
De hecho, cada Secta compitió para reclamar cuál de sus miembros era el más hábil en la reconstrucción. La Secta del Gran Barranco al final demostró ser la campeona, seguida por la Secta del Sol Enmarcado, aunque hubo argumentos de la Secta Tierra Retumbante de que su reparación de las obras viales debería haber sido más valorada...
❄️❄️❄️
Si alguien le hubiera dicho a Cai Xi Kong que en algún momento de su vida se sentaría a tomar el té con un gallo, lo habría considerado loco. Si le hubieran dicho que el gallo podría igualarlo en batalla... Xi Kong se habría visto obligado a asegurarse de que quien profirió ese grave insulto nunca volviera a hablar.
Ahora, al otro lado de la mesa, observaba a una Bestia Espiritual que se encontraba en el Reino Profundo. El gallo era la cumbre de su especie, una criatura salida de una pintura idealizada. Cada pluma parecía increíblemente suave, aunque cincelada en piedra. Su barba y cresta no tenían ni un solo defecto ni imperfección. Su pico y sus espolones brillaban a la luz, como si hubieran sido recién pulidos.
Y acababa de terminar de atarse un paño alrededor del cuello, y ahora estaba acomodado sobre los cojines apilados en alto para poder alcanzar la mesa.
“Fa Bi De presenta sus respetos a Cai Xi Kong”, entonó el gallo, haciendo una reverencia elegante y majestuosa. Su chaleco de piel de zorro resplandecía a la luz del sol. Un collar brillaba con luz plateada, colgando hasta el pecho del gallo. La inteligencia y el refinamiento brillaban en los ojos de la Bestia Espiritual.
“Cai Xi Kong presenta sus respetos a Fa Bi De”, respondió Xi Kong. Sirvió té de la tetera que ambos compartían. Estaban juntos en el balcón de una casa de té con vistas al pueblo. Él deseaba hablar con la criatura sobre Xiulan y su estancia en la “Fa Ram”. Era necesario que Xi Kong evaluara al experto vinculado a su hija. El maestro Jin era un misterio. Opaco. Xi Kong no podía comprenderlo.
Así pues, buscó a quien decía ser su Primer Discípulo. Era una Bestia Espiritual. Seguramente podría ser burlada y conducida a revelar lo que Xi Kong buscaba. “Le agradezco su tiempo. Su Maestro está ocupado, y no quiero molestarlo con las simples preocupaciones de un padre.”
El gallo ladeó la cabeza, examinando a Xi Kong. “Al Gran Maestro no le incomodan esas preguntas. Es más, me atrevería a decir que mi Señor las recibe con agrado. Disfruta de esas conversaciones”, respondió el gallo de inmediato. Bajó la cabeza y bebió su té con modales impecables.
Las palabras del gallo fueron ligeras, pero mientras Xi Kong tomaba un sorbo de té, consideró las implicaciones.
Quizás Xi Kong había sido arrogante, pero nunca había conocido a una Bestia Espiritual dispuesta a sentarse y hablar. Aquellos que podían hablar simplemente se enfurecía... O eran criaturas horriblemente arrogantes que sonaban notablemente como algunos de los Jóvenes Maestros que Xi Kong conocía. Estaban llenas de arrogancia. Pensaban que la destrucción que causaban no solo era buena, sino correcta.
Aun así, tenía cierta cautela. Además de que el gallo era muy querido por el Maestro Rou, conocía a Ri Zu, la sanadora, quien, según Liu Xianghua, era incomparable.
Xi Kong tarareó y luego optó por la franqueza. "En efecto. El Maestro Rou es un hombre virtuoso, y no me atrevo a dudar de su nombre. Sin embargo... No lo oiría ni del Maestro ni del discípulo, sino de alguien... No tan enredado. Se ve mejor la montaña desde una colina cercana, ¿no?"
El gallo consideró a Xi Kong por un momento, para su sorpresa, sintió como si un guerrero experimentado lo estuviera midiendo, antes de asentir.
“Tiene razón, Dignatario Xi Kong. ¿Qué desea saber?” Preguntó el gallo.
“Sus pensamientos sobre su crecimiento”, comenzó Xi Kong.
"¿Su crecimiento?", preguntó el gallo. Xi Kong levantó su copa para beber otro trago. "Estaba sufriendo mucho cuando regresó con nosotros", afirmó el gallo.
Xi Kong se quedó paralizado, con la taza a medio camino de sus labios. ¿Sufriendo mucho?
“Su sueño se vio perturbado. Su concentración flaqueó. Entendí que durante varios meses había lidiado con la muerte de los soldados que comandaba” continuó el gallo. “Sus rostros la atormentaban en su memoria, y su batalla con Sun Ken y las presiones que sufrió contribuyeron a ello.”
Su hija no le había dicho ni una palabra. Pero... ¿No era ese el camino? ¿Quién de ellos admitiría debilidad alguna? Xi Kong hizo una mueca.
“Recibió ayuda en esta… ¿Tribulación del corazón?”, Preguntó Xi Kong.
“Ella lo superó. Con la ayuda de la Sabia Sanadora y el Gran Maestro, fue guiada a recuperarse. Creo que su tiempo en la Fa Ram la ayudó a reconciliarse con el pasado.”
“Enfrentas solo a los cielos”, había dicho su padre, después de golpear a Xi Kong en la cara.
Ese fue el último día en que brotaron lágrimas de sus ojos.
Xi Kong se deshizo del recuerdo.
“Ella recibió ayuda, y a cambio nos ha ayudado enormemente. Este es uno de los pilares del conocimiento de mi Maestro: Quien engaña a la tierra, será engañado por ella. Quien da a la tierra, sin duda será recompensado.”
Sonaba tan simple, a pesar de salir de la boca de un gallo. Dar y recibir.
“¿Y después…?”
“Después, recibió el honor de ser entrenada personalmente por el Gran Maestro”, dijo el gallo simplemente. “Junto a mí y a Tigu.”
"¿Qué tipo de entrenamiento ordena tu Maestro?" Xi Kong estaba intrigado por los métodos del hombre. Criar incluso a un gallo tan alto debía requerir grandes hazañas y meditación.
Bi De asintió y luego le contó a Xi Kong sobre las actividades en las que participaba Xiulan.
Cuidando niños mortales. Esquivando bolas de barro. Cocinando con diez cuchillos levitantes.
Individualmente parecían juegos infantiles.
Y, sin embargo... El control de sus espadas era ejemplar. Sus reacciones y velocidad eran suficientes para que Xi Kong no pudiera afirmar con plena confianza que podría ganar una batalla contra su propia hija.
Xi Kong apartó la mirada del gallo para bajarla a la plaza. Sus ojos se encontraron con los de su hija. Estaba hablando con Guo Daxian, el Joven, quien asentía con la cabeza. Su hija sonreía. Xi Kong no le quitaba el ojo a su hija, que aún se recuperaba. La había observado acercarse a los demás Jóvenes Maestros y Damas, participando en su trabajo y hablándoles. No se había rebajado a escuchar a escondidas... Todavía. Todo lo que se decía parecía tener buena acogida entre la mayoría.
Ella permanecía firme, segura de sí misma. Mantenía la frente en alto. Era... Muy distinta de la chica que recordaba. Antes de regresar de la Fa Ram, su hija había sido cerrada, distante. Tenía una máscara entre ella y el mundo en general. Una herramienta para mantener alejados a los indeseados. La aislaba del peligro y, a su vez, la aislaba de todos.
Xi Kong no podía culparla por esa decisión. Las miradas y palabras que había recibido, incluso a los doce años, habían sido espantosas. Xi Kong había asesinado a un hombre por ello, un hombre al que consideraba amigo.
Y, sin embargo, allí estaba ella. Interactuando voluntariamente con los demás, tomando las riendas, siendo... Abierta.
Estaba forjando y consolidando alianzas en lugar de simplemente ser su hija obediente. Un solo año la había cambiado muchísimo.
Se apartó de la escena de abajo y volvió a concentrarse en el gallo. La garra de Bi De salió disparada, cortando un pastel en trozos pequeños. Luego se limpió el dedo con una servilleta.
Xi Kong se recostó en su silla, mirando al gallo. “Dime, Bi De. ¿Dónde residen la mayoría de tus reflexiones? Yo, como mi hija, he reflexionado profundamente sobre los misterios de una simple hoja de hierba.”
El gallo se animó. “La mayoría de mis meditaciones las dedico a la gloria de la luna y su sagrado brillo.”
“¿La luna? ¿En verdad?” Preguntó Xi Kong.
“En efecto. La égida sagrada es el objeto celestial más perfecto…”
El gallo fue interrumpido repentinamente por un zumbido fuerte y molesto. Xi Kong volvió a mirar hacia la calle, donde el joven discípulo Gou Ren apilaba ladrillos, con una expresión de alegría excesiva, con una enorme sonrisa estúpida en su rostro que Xi Kong pudo ver desde allí.
Xi Kong arqueó una ceja. “Tu discípulo menor ciertamente está de muy buen humor”, observó Xi Kong.
“Ah. Desapareció unas horas anoche con Liu Xianghua”, decretó el gallo, con un brillo de complicidad en los ojos de la Bestia Espiritual. “Ambos han estado así todo el día.”
Vaya, pensó Xi Kong.
Esa muchacha era demasiado rebelde. Uno debería estar casado antes de que sucedieran tales cosas. Pero la pasión de la juventud a menudo se desbocaba. Y la hija de su aliado sin duda podría haber elegido a un candidato peor.
Pero el niño iba a estar allí por un tiempo y su voz era irritante.
Xi Kong pagó por el té. "¿Me acompañas, Fa Bi De? Me gustaría continuar nuestra conversación y agradecería un cambio de aires.”
Hablaron largamente sobre la hierba y la luna; fue una de las mejores conversaciones que Xi Kong había tenido jamás.
❄️❄️❄️
Durante tres días y tres noches, los cultivadores trabajaron. Los caminos quedaron impecables. Las casas de los mortales parecían palacios.
Al tercer día, las calles fueron barridas por última vez; el conocido como Maestro Rou proclamó su deber cumplido, ante el clamor de la multitud. Así fue como la ciudad alrededor de los Picos de Duelo volvió a la gloria.
El Maestro Rou ordenó que se celebrara un banquete; y así se hizo, según su voluntad. Honró tanto a los mortales como a todos los que habían colaborado en la reconstrucción.
Todos los que sabían cocinar se pusieron a su servicio. Desde el vencedor del torneo, la Orquídea Matademonios, hasta sus propios discípulos. De la Orquídea Matademonios surgieron dieciséis cuchillos, cada uno manejado con elegancia y gracia.
Rou Tigu, quien obtuvo el segundo lugar en el torneo, y su mascota, un mono peculiar con pelaje dorado y rostro azul como la escarcha, atendieron las mesas. Sirvió a mortales y cultivadores por igual sin reservas.
Tanto el Señor Director como la Compañía Comercial Jade Azur aportaron su considerable riqueza a las festividades.
El recuento del banquete es el siguiente: tres mil cestas de baozi de cerdo, dos mil raciones de dandanmian, unos tres mil pescados y diez mil ollas de arroz...
❄️❄️❄️
Xiulan estaba sentada con su padre en el salón de té. El aroma a té impregnaba el aire. Se oían ruidos divertidos en la casa de huéspedes. Su padre parecía... Inquieto. Estaba en silencio, sumido en sus pensamientos, así que Xiulan lo dejó pensar. Era agradable tener un momento para ordenar las ideas, sobre todo después de semejante banquete, y era un placer volver a tomar el té con su Honorable Padre. Había preparado unos pasteles de luna de loto, su postre favorito. “Has estado hablando largo y tendido con los demás Jóvenes Maestros y Damas, hija”, observó el padre de Xiulan en voz baja, rompiendo por fin el silencio.
“Sí, padre. Lo he hecho”, afirmó. Suspiró para sus adentros. Xiulan no estaba segura de estar preparada aún para hablar con su padre sobre sus planes para el futuro. Todo era... Tentativo. Acercarse a los demás, debilitada como estaba, había sido una apuesta arriesgada. Pero en sus mentes, ella seguía siendo la mujer que había matado a Sun Ken, ganado el torneo y luchado contra la Secta de la Montaña Envuelta. El respeto seguía ahí. Le había ganado suficiente crédito como para ser escuchada. Tigu se había ofrecido a acompañarla cuando le contó sus intenciones, lo que había reforzado aún más su legitimidad.
Así que cuando les habló de la posibilidad de una cumbre de la generación más joven, la mayoría se mostró receptiva a ello.
Un paso adelante. Un paso hacia su propio camino.
Su padre la observó, pero no la presionó de inmediato para que respondiera por qué se reunía con los demás, como lo había hecho el Dignatario Yi. En cambio, simplemente había confianza.
“Ya veo... Bueno, basta de eso. ¿Qué planes tienes para el futuro? Aunque tu fuerza esté disminuida por ahora, si estás seguro de que la recuperarás, aún podrías ser nombrada Dignataria.” Se aventuró a decir.
Xiulan consideró la oferta. Debería haber sido un honor. Se lo había ganado. Pero... Xiulan no se sentía del todo preparada para aceptar el título. Para dar ese paso. Tenía cosas que quería hacer, y siendo una Dignataria... Las responsabilidades se lo impedirían. Xiulan aún no estaba lista para asentarse.
“Debido a mi herida, no puedo aceptar el título de Dignataria por el momento” declaró Xiulan. “Con su permiso, padre, descansaré y recuperaré fuerzas durante unos meses antes de regresar, y luego partiré hacia mi Dao” dijo con convicción.
La mirada de su padre fue intensa por un instante, antes de suspirar, con un aire casi triste. “De verdad que te ha ayudado mucho”, dijo en voz baja. “Este hombre... ¿Quién es para ti?”
Xiulan sonrió ante la pregunta. Maestro Oculto. Granjero desconocido. Más joven que ella. Un buen amigo. "Él es... Jin.”
Su padre respondió con silencio. Respiró hondo al ver su expresión y suspiró. “Muy bien. Tienes mi permiso y mi bendición”, dijo su padre, inclinando la cabeza.
Xiulan hizo una profunda reverencia a cambio. "Gracias, padre.”
Se quedaría varios meses, si la aceptaban. Quería ver ese baile del que hablaba Bi De. Quizás... ¿Hasta el año nuevo? Sí. Hasta el año nuevo. Y luego... En primavera, partiría de nuevo...
“Aunque pediría una invitación a la boda”, dijo su padre.
Le tomó un momento procesar las palabras de su padre. Xiulan levantó la cabeza bruscamente, con los ojos abiertos como platos. Miró a su padre boquiabierta, sintiendo que su rostro se ponía rojo de vergüenza.
“Ah, ¡¿qu...!? ¡No, padre, no habrá boda!” Balbuceó Xiulan.
El rostro de su padre se ensombreció. "¿Sin matrimonio? Ya veo. Qué desgracia...", respondió su padre con una expresión de preocupación. "¿Conoceré a los hijos de tu unión?"
Xiulan sintió como si Zang Li le hubiera prendido fuego la cara una vez más.
“¡Padre, no, nuestra relación no es así! No somos... ¡Él es mi hermano jurado! ”. Ella insistió. Su padre arqueó una ceja, y ella no supo si se estaba burlando de ella o no.
"Hmmm. Qué lástima."
"¡Padre!"
❄️❄️❄️
Así, la fiesta y la reconstrucción terminaron. Este viajero comenzó su siguiente camino, dirigiéndose a la Meseta de Roca Amarilla.
“Eso es una tontería”, dijo un hombre, arrojando el pergamino con incredulidad.
“¿Qué?” Preguntó Tao el Viajero.
“Es una tontería. ¿Qué clase de Joven Dama cocina comida para mortales? Creo que bebiste demasiado, Tao.”
“Tao el balbuceador”, lo interrumpió otro hombre en el pub.
“¡Bastardos! ¡¿Cuándo he mentido?!” Exigió Tao.



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