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jueves, 9 de mayo de 2024

DH - Capítulo 102

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Capítulo 102
Aterrorizado (V)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Ya era bien tarde en la noche, pero el cuartel general de Jinetes de Dragón Negro aún estaba operativo. Sin embargo, las luces que seguían encendidas eran principalmente las del sexto y séptimo piso. Una pequeña rendija se abrió entre la puerta que daba al despacho de Perséfone. Salió un individuo de 40 y tantos años y mediana edad que vestía un traje bien planchado. Su aspecto exterior parecía sagaz y experimentado. Se inclinó con elegancia y estrechó la mano de Perséfone al otro lado de la puerta. Con voz entusiasta y llena de emoción, dijo. - Respetable general Perséfone, mis condiciones deben ser ya bastante favorables, ¡así que espero que lo considere cuidadosamente! Sólo tiene que decirlo, ¡y los recursos de mis contactos harán todo lo posible por servirle! Sus palabras eran apasionadas y entusiastas, pero su mano se aferró a la de Perséfone sin intención de soltarla. Con esto, ya no había respeto que valiera. Además, sus pantalones bien ajustados tenían un ligero bulto en el centro, por lo que estaba claro que estaba pensando en cosas extremadamente irrespetuosas para Perséfone. A pesar de que su cuerpo estaba ligeramente doblado, enmascarando expertamente los cambios de su cuerpo, todos y cada uno de los Jinetes de Dragón Negro en este edificio eran especialistas en combate, por lo que podían percibir este tipo de anormalidades sólo por la respuesta de las otras partes. El rostro de Perséfone seguía manteniendo una sonrisa reservada y refinada, como si no notara nada extraño. Casi parecía que no le importaba mucho la indiferencia del hombre de mediana edad mientras lo despedía con una sonrisa. Sin embargo, el apuesto rostro del asistente que observaba desde un lado se decoloró mientras miraba con odio la espalda de este hombre de mediana edad, sin mostrarle ni siquiera el más básico nivel de etiqueta. Detrás de la mesa del despacho, Perséfone sacó una toallita y se limpió lentamente la mano derecha. Tenía las cejas fruncidas y parecía estar pensando en muchas cosas. Aquel hombre de mediana edad era ya el octavo grupo de prestamistas que conocía hoy. Todos ellos parecían haberse dado cuenta de su dilema actual, por lo que las condiciones que daban para prestar dinero, así como el proceso de devolución y los intereses, eran bastante laxas. Sin embargo, lo único consistente era que todas las condiciones estaban relacionadas con la propia Perséfone. Las que eran más reservadas pedían una relación interpersonal, mientras que la más directa le daba directamente el precio de una noche. Ser capaz de solucionar la crisis financiera de una general significaba que todas estas personas tenían antecedentes influyentes. Incluso en el pasado, con el respaldo de la familia Arthur, Perséfone como mucho podría abofetearles un par de veces y dejarles la nariz ensangrentada y la cara hinchada. No sería capaz de entrar en acción y matarlos. Sin embargo, ahora ni siquiera estaba capacitada para darles un par de bofetadas. Levantó la cabeza y miró el viejo reloj de pared. La manecilla oscura señalaba las 9 en punto. Dentro de una hora, sería la hora de la inyección de Su. No pudo evitar frotarse las comisuras de los ojos, sintiendo como si el dolor de cabeza fuera a partirle la cabeza por la mitad. Dio un golpe en la mesa y se levantó una pantalla. La cadena de símbolos escarlata era extremadamente aterradora. Hace varios días, el viejo Fábregas presentó una propuesta en la comisión de apropiaciones del Parlamento, en la que afirmaba que el estado de descubierto de Perséfone superaba con creces el límite de la autoridad de un general, por lo que solicitaba que se congelara temporalmente su autorización para pedir préstamos. Dentro de la comisión de apropiaciones, el número de votos de la familia Fábregas no era bajo para empezar. Con 3 grandes familias renunciando a su derecho de voto en este asunto, la propuesta fue aprobada sin problemas. Entre una general solitaria y una enorme y antigua familia, la mayoría de la gente racional sabría qué lado elegir. Pasó un minuto... Perséfone lo pensó en silencio en su interior. Si incluía el tiempo necesario para preparar la inyección, no disponía de una hora, sino de 25 minutos. Sin embargo, cuando vio la larga cadena de dígitos escarlata, así como su cuenta bancaria completamente congelada, ¿de qué otra forma se suponía que iba a devolver el dinero? De hecho, las 8 personas que habían venido hoy ya eran todas las que podían prestarle dinero. No es que no hubiera personas con más dinero, o incluso más recursos, sino que simplemente no era realista. Pedir prestado a estos 8 y satisfacer su condición adicional significaría que sólo tendría que pagar con su cuerpo durante un breve periodo de tiempo. Si intentaba pedir prestado a alguien más, el precio sería demasiado alto. Pasó otro minuto. Perséfone sentía que la cabeza le iba a estallar por el dolor de cabeza. Acababa de regresar a Ciudad Dragón por la mañana temprano después de luchar sin descanso durante 7 días y 7 noches para completar 6 misiones. Cuando regresó, sólo se refrescó un poco antes de apresurarse a la oficina y saludar a los prestamistas con los que ya había contactado hacía un rato. Era como si todas estas personas hubieran hecho una cláusula secreta, y ni una sola de ellas no implicaba su cuerpo en sus condiciones. Tal vez no se hubieran confabulado, y no fuera más que la arraigada e indisimulada forma de expresar las hormonas masculinas de esta época. Perséfone permaneció sentada en silencio. Un fuego feroz ardía en su interior, pero lo reprimía e impedía que estallara. Sacó la lista de misiones y le echó un vistazo, sólo para darse cuenta de que las misiones más peligrosas que correspondían a las recompensas de mayor ganancia ya habían sido aceptadas por los demás. Lo que quedaba eran sólo tareas triviales que consumían mucho tiempo y que obviamente no contenían muchos riesgos. ¿Era una coincidencia o se había hecho deliberadamente? De repente, apretó el lápiz y una ráfaga de viento enloqueció la oficina. Sin embargo, el viento se detuvo gradualmente. Se recostó pesadamente en la silla. Soltó un suave suspiro antes de dejar que la frialdad volviera a invadir su mente. Si pudiera transferir los recursos de la familia Arthur, ¿cómo podía ser un problema esta insignificante cantidad de dinero? Aunque su deuda era ligeramente mayor, no había llegado al punto de que el prestigio de una general Jinetes de Dragón Negro no pudiera conseguirlo. Sin embargo, la mayor parte de sus bienes privados estaban hipotecados al parlamento, y según las normas, eso no se podía tocar. También era el tipo de situación en la que el suministro se cortó, haciéndola hundirse en una crisis de liquidez. Sin embargo... No pudo evitar pensar en aquel joven y todavía algo tierno hermanito suyo que perseguía un sueño irrealizable. Todavía tenía la pureza que a ella le gustaba, y por eso durante todo este tiempo, siempre cuidó bien de él. Pero ahora, ¿realmente no era consciente de su situación? Perséfone se negaba a creer que él, que ahora estaba al mando del Tridente de Poseidón, no se hubiera enterado de nada. Aquella tropa se había criado bajo su meticuloso cuidado, y contaba con un sistema de información independiente y de gran eficacia que no debía ser muy inferior al que Madeline poseía en la ciudad de las pruebas. Sin embargo... ¿realmente iba a ver cómo caía al nivel de ser el juguete de los hombres? En otras palabras, ¿podía realmente el odio cambiar por completo a una persona? Perséfone cogió en silencio el vaso de licor que había sobre su escritorio y se lo bebió de un trago. El ardiente alcohol le quemó el cuerpo. Su, ¡todo se debía a ese Su! Tal vez si se lo entregaba a Madeline, el aprieto actual se solucionaría por completo. La puerta del despacho se abrió de repente, y el apuesto ayudante entró, manteniendo aún su respetuoso tono de voz mientras hablaba. - General, el doctor Connor acaba de enviar noticias diciendo que aún no ha recibido los fondos para medicinas. Quiere recordarle que el H2101 necesita un tiempo determinado para activarse, por lo que sólo dispone de 10 minutos como máximo para efectuar el pago. - Entiendo. Puedes irte. La respuesta de Perséfone fue extremadamente tranquila, y sus ojos se posaron en el alcohol sobrante dentro del vaso. Esta vez el asistente no acató su orden y se colocó detrás de la mesa de su despacho. La miró con bastante descaro y su tono también se volvió algo ambiguo. - General, antes de que llegue el momento, no debería poder pagar esta suma, ¿verdad? Sin embargo, mi familia y yo estamos bastante dispuestos a ayudarle siempre y cuando me prometa un pequeño asunto insignificante... Antes de que Perséfone diera su respuesta, él ya no pudo contenerse más. Con un sonido hu, se lanzó sobre ella. Una mano la agarró por el pecho y la otra por el pelo que llevaba atado. Las venas del dorso de su mano se abultaron, y se podía ver que iba a actuar con fuerza. Disfrutaba actuando con violencia, arrasando aquellas delicadas flores como una tormenta. Ya se había contenido durante muchos años y había esperado lo suficiente para obtener por fin esta oportunidad. Su poder y sus recursos, así como los de su familia, eran muy inferiores a los de las 3 familias ricas y poderosas, y tampoco estaban a la altura de los que llegaron hoy en un flujo interminable. Sin embargo, era joven, apuesto y su cuerpo era vigoroso, pero ¿qué eran esos hombres que venían hoy? ¡El más joven tenía ya más de 40 años! Siempre creyó que un aspecto apuesto y un cuerpo joven podían compensar la enorme diferencia de riqueza e influencia. Si no, ¿por qué la distante y gran Perséfone pagaría tanto por Su? Efectivamente, tras dudar un momento, Perséfone se sentó en la silla sin moverse. Él estaba extasiado e inmediatamente se aferró con fuerza a ella, abriendo la boca para darle un mordisco. Correcto, iba a morder. Ya había tenido innumerables delirios de morderle la cara hasta empaparla de sangre. En cualquier caso, con el alto nivel tecnológico de los Jinetes de Dragón Negro, no quedaría ninguna cicatriz.

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