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martes, 1 de julio de 2025

BC - Volumen 3 Capítulo 4


Capítulo 4
La Maldición De Las Tiendas De Fideos
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
El Mar de Hierba. Habían tardado otra semana en llegar desde la Ciudad del Lago de la Luna Pálida, y ahora se extendía ante ellos a medida que sus pasos devoraban los kilómetros que tenían delante. Tigu sabía vagamente qué era el "mar", a pesar de no haber visto nunca nada parecido. Simplemente lo sabía. Imágenes de una extensión infinita de agua y de las descripciones de su propio Maestro destellaron en su mente. Sabía que el Lago de la Luna Pálida estaba cerca, pero comparado con lo que conocía del océano, era solo una gota de agua. Si ese era el caso, entonces el nombre del Mar de Hierba era apropiado. Los bosques se aclararon abruptamente, las colinas se hicieron más bajas y más anchas, y todo lo que quedó fue una vasta extensión verde. La brisa olía vagamente dulce desde los miles de flores del prado que asomaban, y el sol brillaba intensamente en sus espaldas, mucho más fuerte que en casa. Apenas había rocas, lo que hacía que las colinas parecieran mucho más suaves de lo que deberían ser. Cielo azul y hierba verde hasta donde alcanzaba la vista. Era una vista impactante, y el cristal del discípulo Yun Ren sonó repetidamente mientras capturaba la vista. Habían estado corriendo casi todo el día, cruzando las colinas en lugar de aventurarse por el camino congestionado. Tigu esperaba que la cantidad de gente disminuyera al salir de la ciudad, no que aumentara. Cada aldea que pasaban tenía como mínimo el doble del tamaño de Hong Yaowu, mientras que los pueblos eran más grandes y densos que Colina Verdeante. ¡En verdad, había muchísima gente en este mundo! De un salto, se posó sobre la mochila del discípulo Gou Ren para poder tener una mejor vista, entrecerrando los ojos hacia el horizonte y los interminables campos de hierba. “Esto no termina nunca. ¿Todo es así?” Tigu le preguntó a la Hoja de Hierba mientras esta se desplomaba hacia atrás, colgando de la espalda de Gou Ren. El discípulo Gou Ren emitió un sonido de irritación mientras sus piernas se aferraban a su cuello, y Ri Zu chilló de indignación al casi caerse de la camisa de Tigu. Xiulan, sumida en sus pensamientos, se sobresaltó al oír la pregunta. A medida que se acercaban a su objetivo, su voz se fue calmando. No estaba malhumorada, sino que había estado pensando en algo. Sin embargo, no parecía demasiado preocupada, y ahora su rostro se iluminó ligeramente, sacudiendo la cabeza mientras Tigu colgaba boca abajo. “No todos, Tigu”, explicó. “Aunque la mayoría de la hierba es así, hay diferentes tipos. La hierba cerca del Lago Brumoso puede llegar a ser el doble de alta que un hombre. La Hierba de Sangre del Montón de Huesos es tan escarlata como su homónimo, y el Matorral de Destructores está lleno de hojas tan anchas como la muñeca de un hombre y tan afiladas como un cuchillo. Tigu escuchaba atentamente, creando en su mente todo tipo de imágenes interesantes. Gou Ren emitió otro sonido de irritación, la agarró de las piernas y la volteó, dejándola boca abajo sobre su hombro como un saco de arroz. "¿Nos lo enseñarás algún día?" Preguntó Tigu, completamente indiferente al trato brusco. Xiulan asintió con firmeza. "Por supuesto. ¡Viajaremos por estas tierras si así lo desean, como invitados de honor y amigos de la Secta de la Espada Verdeante!", declaró, antes de que su mirada pareciera desviarse. " Aunque... Me preocupa un poco cómo actuarán los Dignatarios de mi Secta. Estoy segura de que no hay nada que temer, pero no quiero que la generosidad del Maestro Jin se ponga a prueba si se hacen... Ideas sobre nuestra relación", dijo, y luego suspiró. Tigu no supo cómo responder a eso. Era algo ajeno a su experiencia, pero la idea de que un hombre intentara presionar a su Maestro y Dama la inquietaba. “Ya basta de malos pensamientos. Hablaré con ellos y me aseguraré de que nada de eso ocurra”, le aseguró Xiulan. Tigu asintió. Si la Hoja de Hierba decía que haría esto, ¡lo haría! "¡Cuéntanos sobre el torneo!" Preguntó Tigu, olvidando la otra conversación. Xiulan asintió. “El Torneo de los Picos de Duelo comienza en la Arena Terrenal, la arena más grande de las Colinas Azures, donde se lleva a cabo la ceremonia de apertura y el juicio. Cada cultivador declara su Secta y coloca sus manos sobre la Piedra de la Ascensión Celestial, que revela su nivel de cultivación a todos los presentes. Entonces comienzan los combates del torneo. Es de eliminación directa, y una derrota elimina al competidor del torneo. En cada ronda, la arena sube un nivel, utilizando el poder de los Maestros y la fuerza de los perdedores.” Gou Ren hizo una pausa. "Espera, ¿la hacen subir por la montaña?" Preguntó incrédulo. "¿Con gente dentro?" “Sí. Cada ronda eleva la arena cada vez más hacia el cielo, hasta que, al final, el torneo se sitúa en la cima de los Picos de Duelo. No es... Especialmente divertido formar parte del equipo de poleas. Tener que levantar toda la arena, además de cien mil personas, es un poco difícil”, confesó Xiulan. “Aunque supongo que es un buen entrenamiento de fuerza, ¿no? Antes usaban artefactos, pero se rompieron hace unos dos mil años, ¡así que es con fuerza que la arena se alza ahora!” Tigu podía verlo. De pie en la cima de una montaña, frente a Xiulan... ¡Sonaba de lo más disfrutable! "¿Hay algún límite? Como... ¿Límites de fuerza, o de edad, o algo así?" Preguntó Yun Ren. “Las únicas limitaciones son ser un cultivador y haber nacido en las Colinas Azures. Los torneos en otras provincias pueden exigir cierto nivel de cultivación... Pero, en realidad, las Colinas Azures son demasiado débiles para imponer tal condición”, afirmó Xiulan. "¿Qué pasa con la Colina del Tormento?" Preguntó Tigu. “Ese es un evento aparte, después de los primeros combates. No creo que entre en la colina este año. No encontraría nada valioso.” “¿En serio? ¡Pero dijiste que había un montón de monstruos contra los que podrías luchar ahí dentro!” “En efecto, hay bestias espirituales salvajes para luchar y ruinas antiguas para explorar.” “¡Voy a entrar en esa parte!” Afirmó Tigu con convicción. Xiulan carcajeó ante su entusiasmo. "Bueno, te indicaré cómo seguir los procedimientos. Es un poco confuso para los recién llegados. Comamos en ese pueblo. Es la última parada antes de los Picos de Duelo. Pronto podremos ver el recinto del torneo.” Xiulan señaló el punto oscuro en el horizonte y ajustaron su rumbo, dirigiéndose hacia las paredes. A medida que se acercaban, Tigu pudo ver que las paredes estaban toscamente talladas con la misma piedra gris claro que cubría el suelo en su casa. La mayoría de los edificios de la zona estaban hechos de esa piedra, ya que no parecía haber muchos árboles. Los guardias de la puerta—o, mejor dicho, el guardia—parecía completamente aburrido y exhausto. Apenas los miró a los cuatro cuando entraron, ignorando cuidadosamente su presencia. El pueblo estaba abarrotado de gente. Aunque obviamente había menos gente que en la Ciudad del Lago de la Luna Pálida, era un lugar más denso y concurrido. Tigu había abandonado su posición a lomos de Gou Ren mientras se abrían paso entre la multitud. "Vamos allá, ya he comido allí antes", dijo la Hoja de Hierba, señalando una tienda de fideos. Tigu giró la cabeza—y de inmediato vio algo interesante: un hombre con una larga lanza azul a la espalda hablando con otra mujer, que vestía una cantidad excesiva de túnicas de seda. Otros cultivadores. Tigu sintió que su sangre bombeaba más rápido al recordar la sabiduría de su Maestro. “¡Ja! ¡Nos dirigimos a un lugar emocionante!” Exclamó. Xiulan hizo una pausa y giro hacia Tigu: “¿La tienda de fideos?” Preguntó desconcertada. “¡Sí! ¡Nuestro Maestro dice que cuando los cultivadores se reúnen en un restaurante, inevitablemente se desata una pelea o un altercado!” Declaró Tigu. “¡Dijo que nos escondiéramos detrás del mostrador y observáramos!” Xiulan se rio. "Vamos, estoy segura de que lo decía en broma..." Su voz se fue apagando, frunciendo el ceño. "Bueno, estuvo aquella vez con la Joven Maestra del Lago Brumoso, Xianghua, o también estuvo aquella vez con ese Joven Amo, y…" La Hoja de Hierba se detuvo. Abrió la boca y la volvió a cerrar. Ella reflexionó por un momento más. “Eh,” murmuró finalmente, luciendo ligeramente preocupada. “Entonces... ¿Seguimos yendo para allá?” Preguntó el discípulo Gou Ren. "¿Debería estar bien?" Respondió la discípula Xiulan, aunque parecía un poco menos segura que antes. "No pasa siempre.” Abrieron la puerta y su grupo entró. Y, como era de esperar, ¡estaba lleno de cultivadores! Tigu percibió su intención al observar a los recién llegados. Sus ojos se posaron sobre Tigu, se detuvieron un instante en sus Hermanos Discípulos, antes de posarse finalmente en la Hoja de Hierba... Y quedarse allí. Uno de los hombres se quedó boquiabierto y comenzaron a murmurar. Tigu los oyó comentar sobre su belleza y preguntarse quién era. ¡Qué grupo tan raro! pensó Tigu, divertida. Los ojos de Tigu revoloteaban con entusiasmo mientras Xiulan y Yun Ren iban a hacer sus pedidos. Vio a un hombre con un martillo enorme y un cuerpo atractivo, ¡casi como el de su Maestro! ¡Ahí está el Tipo de la Lanza Azul! ¡Y ese tiene una horquilla preciosa! ¡La artesanía es bastante buena! Dorada, con pequeños trozos translúcidos de vidrio o roca que forman los espacios en las alas— “Es de mala educación mirar fijamente”, regañó la mujer, entrecerrando los ojos mientras observaba a Tigu. Su Qi se arremolinaba ligeramente a su alrededor. “¡Ah! ¡Tiene razón! Es de mala educación mirar fijamente, ¡mi Maestro y la Dama me lo enseñaron!” Tigu se regañó por olvidar sus lecciones. “¡Lo siento!” Se disculpó Tigu, tal como le había indicado su Maestro. “¡Solo admiraba tu horquilla! ¡Qué obra tan maravillosa!” La otra mujer la miró de forma extraña, como si no hubiera esperado que su respuesta o la conversación tomaran ese rumbo. “Bueno, supongo que incluso un campesino tiene ojo para la calidad”, murmuró. “¡Esta es Rou Tigu! ¿Quién eres tú?” Ofreció cortésmente. La mujer la miró fijamente. "Eres rara", fue todo lo que dijo antes de darse la vuelta. ¡Qué grosera! Otro hombre de una mesa cercana, delgado y con una túnica gris, resopló. "¡Mira a esta mocosa, mirando las joyas sin ninguna preocupación!" Carcajeó. "Si vas al torneo con esa actitud, chica, te van a lastimar". Sonrió con suficiencia. Su Qi verde se enroscó a su alrededor, y la intención rozó sus sentidos. Fue una distracción leve y desagradable. Tigu ladeó la cabeza. Su espalda se contrajo ante el leve desafío en su tono, pero lo dejó a un lado con cuidado, recordando sus lecciones. “¡Gracias por la advertencia!” Admitió. “¡Pero no creo que corra peligro!” ¡Desescalada! ¡Justo como le habían enseñado! El ojo del hombre se crispó. El discípulo Gou Ren resopló, y la mujer también soltó una breve y aguda risa. La intención del Hombre Verde se encendió más mientras se ponía de pie. Tigu entrecerró los ojos. ¡Oh! ¡Se suponía que debía demostrar su fuerza! La intención de Tigu se encendió. Su Qi se manifestó en un manto de poder azul. La habitación quedó en silencio. El rostro del Hombre Verde palideció por completo, mientras la sangre se le escapaba. Podía oír su corazón latir de repente en su pecho.
"¿Ves? ¡No corro ningún peligro!" Afirmó. “Sí, señorita, no hay ningún peligro”, respondió el hombre, y luego tragó saliva con fuerza. Tigu asintió mientras volvía a sentarse. “Disculpe mi anterior descortesía, señorita. Me llamo Yinxia Qiao”, dijo la mujer de la horquilla, girándose por completo para saludar a Tigu con cortesía. Ella estaba sudando un poco por alguna razón. “Mucho gusto”, respondió Tigu. “Dime, ¿vienes a menudo?” “Mi secta está por estos lares, sí”, respondió la mujer inmediatamente. "¿Crees que veremos alguna pelea?" Preguntó esperanzada. La mujer miró a su alrededor y vio que la atmósfera se había calmado de repente. “No, señorita… No lo creo.” Tigu frunció el ceño. ¿Su Maestro se equivocaba? Quería ver cómo luchaban estas personas... Pero no pasó nada. Todos simplemente... Se quedaron sentados allí. "¿Nos perdimos algo?" Preguntó Yun Ren cuando él y Xiulan regresaron con la comida. 

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