Capítulo 335
Aroma a Anémona (V)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
- ¡Por favor, no me obligues a hacer algo así otra vez! ¡Lo digo en serio!
Este fue el primer regaño que escuché en cuanto recuperé la consciencia.
Pregunté cuántos días llevaba inconsciente y me dijeron que 3. Bromeando dije que eso no era mucho comparado con antes, pero Jeremi me fulminó con la mirada. Jeremi se llevó la mano a la frente al recordar su temida experiencia.
- ¿Sabes lo difícil que ha sido para mí? Pensé que se me saldrían los ojos tratando a esa discípula mía, la ministra y a Su Alteza. Los 3 estaban medio muertos... lo que no facilitó las cosas.
- Sí, sí. Tú lo hiciste bien. ¿Las otras 2 están bien?
- Su Alteza estaba en las peores condiciones. Nadie podría compararse a su estado cercano a la muerte. Tus dientes estaban todos astillados y tus músculos eran un desastre. Sólo lograste sobrevivir porque eres un Señor Demonio.
Según Jeremi, tuvo que usar todas las hierbas preciosas y raras, que había estado guardando, para tratarnos a los 3. Tratar las heridas no fue un problema. El problema era tratar nuestros cuerpos de forma que no quedaran cicatrices. Deshacerse de las cicatrices en cuerpos plagados de heridas no era diferente de llevar a cabo una operación quirúrgica.
Se encendían velas para prevenir el tétanos y se utilizaban instrumentos quirúrgicos y diversas pociones para restaurar la piel. La cirugía se complicaba si las heridas se cerraban, por lo que tuvo que reestructurar apresuradamente nuestra carne al tiempo que llevaba a cabo nuestro tratamiento. Jeremi tuvo que trabajar durante 3 días seguidos. Realizó cirugías ella sola durante 40 horas. Su estrés era comprensible. ¿Qué otra cosa podía hacer yo? Me comporté como un paciente y escuché en silencio las quejas de Jeremi.
- Las cicatrices son como medallas para los hombres, ¿verdad? Por eso traté a Su Alteza al final.
- Espera, pero aún soy un Señor Demonio...
Jeremi arremetió contra mí con una cara llena de cansancio.
- Si eres un Señor Demonio, entonces por favor actúa como tal. De ahí que intencionalmente te haya dejado 2 cicatrices.
Probablemente Jeremi me estaba pidiendo que reflexionara sobre mí mismo.
- Ugh. Pensé que había respondido a la situación bastante bien. ¿No es así?
- Bueno, como gobernante fue la mejor respuesta, pero como persona fue la peor.
Jeremi sacó una pipa y empezó a fumar alguna hierba desconocida.
- Oh, dame un poco a mí también.
- Ni sueñes con fumar hasta que tus heridas estén curadas.
‘Qué mujer tan malvada.’
- ¿Sabes que la Canciller de Asuntos de Estado está actualmente absteniéndose de comer y beber? No ha comido nada en los últimos 3 días. Pero eso es lo mejor. La Ministra de Asuntos Militares ha estado mirando fijamente al aire como una lunática. Esa discípula mía... parecía estar perfectamente bien, pero siempre ha sido un caso anormal.
En otras palabras, mi Castillo del Señor Demonio era como un velatorio. Sin rodeos respondí con un: “¿Es así?”. Y ella me dio una mirada en blanco.
- Lo has hecho bien. Ahora puedes volver y descansar.
- ¿No teme a la muerte, Su Alteza?
- Nunca esperé que una asesina me preguntara eso.
Me quedé mirando al techo.
- Sí la temo. Sin embargo, estaba seguro de que no moriría.
- Eres seriamente incontrolable.
Jeremi sacudió la cabeza. A continuación, procedió a empaquetar sus herramientas de cirugía y velas antes de salir de la habitación. No olvidé decirle que me trajera a Lapis. Poco después, entró en mi habitación. Antes de que pudiera saludarla, Lapis se postró inmediatamente.
- Lapis, ven aquí.
Lapis agachó la cabeza mientras se levantaba. Se acercó unos pasos antes de volver a postrarse. Su terquedad era palpable al negarse a mirarme a la cara. Sonreí con amargura.
- Más cerca.
Se desató una infantil batalla de nervios. Lapis se acercaba cada vez que le decía que se acercara, pero volvía a postrarse a los pocos pasos. Esto se repitió una y otra vez hasta que finalmente llegó frente a mí.
- Más cerca.
Lapis finalmente estaba de pie justo al lado de mi cama. No podía ver su expresión porque estaba bajando la cabeza, pero no importaba. Podía decir fácilmente lo que estaba pensando. Claramente pensaba que todo esto era su responsabilidad. “¿Por qué no detuvo a Laura antes? ¿Por qué no salvó a Daisy? Si se hubiera ocupado del asunto un poco antes, entonces su señor no habría tenido que resultar herido.” Sin embargo, no podía disculparse. No podía decir que lo sentía. Todo porque ella entendió la resolución que tomé para cargar con ese castigo.
‘No indagues más sobre este incidente. Esta es mi responsabilidad. Asigné el castigo con esta intención en mente.’
Si Lapis se disculpa aquí, entonces me estaría quitando esa responsabilidad. Estaría negando mi determinación y mis heridas. Por eso ella sabía que no debía hacerlo. Aunque se sintiera atormentada por la culpa, no podría disculparse para respetar mi voluntad. Por eso la cogí de la mano en silencio. Podía sentir el dorso huesudo de su mano.
‘Ella había estado absteniéndose de alimentos y agua durante los últimos días, ¿verdad?’
- Lo siento, Lapis.
- ...
- Lo siento.
No me disculpo con la gente. Eso es porque las disculpas vienen de relaciones bidireccionales. “Es mi culpa. Perdóname. Perdóname. Dame otra oportunidad. No volveré a hacerlo.”. En otras palabras, estas palabras encierran la expectativa de “seguir” juntos...
La dinámica de la disculpa y el perdón no puede establecerse si la otra parte está muerta. Esto se debe, obviamente, a que no puedes pasar tu futuro junto a alguien que ya está muerto. No puedes disculparte ni ser perdonado. Disculparse en esta situación sólo sería una expresión verbal. Nadie puede vivir mi vida en mi lugar. Del mismo modo, nadie puede morir en lugar de otra persona y disculparse. Esto era extremadamente obvio... La única excepción a esta regla es Lapis. Ella me dio la oportunidad de triunfar, me ayudó, tramó conmigo una forma de hacer que el continente cayera en la desesperación, y continuó a mi lado después.
Se hizo un largo silencio. Lapis levantó la cabeza. Parecía más demacrada que de costumbre, pero seguía siendo Lapis la que estaba frente a mí. Sus ojos azules que siempre miraban a la gente con claridad, aunque sin expresión. Eran unos ojos que me gustaban de verdad.
- Me aseguraré de que algo así no vuelva a suceder.
- Sí. Yo tampoco volveré a recurrir a este tipo de método.
- Eso es una promesa, Su Alteza.
Con mucho gusto acepté esa promesa.
* * *
Me recuperé de mis heridas comparativamente más rápido que de costumbre y me levanté de la cama. La Santa sospechará si no aparezco por mucho tiempo. No sólo ella. Tengo la atención del continente puesta en mí. Puede que aún no los hayan encontrado, pero hay numerosos espías plantados por todo mi territorio.
Rumores extraños se formularían si me quedo confinado en casa por mucho tiempo. Era especialmente malo desde que me fui durante el festival. En otras palabras, todo el mundo me vigilaba en ese momento. Existía el riesgo de que se crearan rumores infundados.
No podía quedarme postrado en cama aunque estuviera herido. Este era el destino de los humanos. Jeremi se aferró a mí con bastante insistencia.
- ¿De verdad estás bien? ¿De verdad?
- Ah, ya estoy mejor. ¿Te mentiría?
- Sí.
- ...
Una respuesta inmediata. Un señor en el que apenas confiaban sus vasallos estaba aquí mismo.
- Te lo diré inmediatamente si pasa algo raro, así que déjame ir por ahora. ¿De acuerdo?
Finalmente logré persuadir a Jeremi.
‘...Para ser honesto, todavía no podía sentir mi espalda.’
Sentía como si todos los nervios de mi espalda hubieran muerto, ya que era el único lugar que apenas podía sentir. Experimenté clavándome una aguja afilada en la espalda, pero sólo sentí como una uña desafilada. Mi cuerpo se había recuperado, así que probablemente se trataba de un problema psicológico. Las discapacidades mentales son todo un problema.
No estoy seguro de si se trata de una secuela, pero a veces me despierto sintiendo el mismo dolor intenso que sentí mientras me azotaban. Ese dolor a veces se fundía con mis pesadillas. Esos momentos eran terribles. Las 3 horas de sueño habituales se habían reducido aún más, ya que ahora dormía entre 4 y 5 horas cada 2 días. Pero seguía siendo suficiente. Puede que nunca antes me hubiera dado las gracias a mí mismo, pero he estado dando las gracias a mi cuerpo docenas de veces cada día.
Después de ir al ayuntamiento del pueblo para presumir ante mi gente de que seguía vivito y coleando, fui a visitar a Daisy. Naturalmente, ella estaba descansando en su habitación y no en esa maldita prisión subterránea. Daisy se giró para mirarme cuando abrí la puerta y entré en su habitación. Luego volvió a leer su libro. No se levantó a pesar de que su Señor la había visitado. Una esclava descarada, como siempre.
- ¿Todavía estás descansando? Qué niña tan perezosa.
Daisy respondió sin apartar la vista de su libro.
- A diferencia de ti, Padre, no soy más que una humana normal. Aún me duele todo el cuerpo, así que no puedo reunir fuerzas para recibirte como es debido. Espero tu comprensión.
- Es imposible que una niña normal lea un libro así.
Sonreí satisfecho mientras cogía el libro de las manos de Daisy. “Reglas para la dirección de la mente” estaba escrito en la portada en la lengua del Imperio Antiguo. Ella entrecerró los ojos y me fulminó con la mirada después de que le quitaran el libro de repente.
- Por favor, devuélveme el libro. Estaba en una parte interesante.
- No me malinterpretes. No he cargado con el castigo por tu bien. Si perdono las acciones de la Ministra de Asuntos Militares, entonces te convertirías simplemente en una lamentable víctima. Las víctimas son los que tienen razón. Yo simplemente no quería dejarte tomar la posición correcta.
Mis palabras fueron completamente espontáneas, pero aun así fue suficiente para que Daisy cerrara la boca.
- ...Lo sé. Ahhh. ¿Cómo no iba a conocer tus intenciones, padre?
- Entonces, ¿por qué estabas leyendo? No intentes engañar a mis ojos. Leer cuando estás solo es simplemente leer, pero leer cuando alguien te ha visitado es escapismo. Te resulta difícil enfrentarte a mí como es debido. Por eso has intentado evitarme. Debes sentirte en deuda conmigo. Dime si me equivoco.
Daisy frunció el ceño.
- Los humanos no sólo tienen cabeza. También tienen corazón. Aunque supiera lo que piensas, padre, ¿cómo podría borrar también mi corazón humano?
- Tu lógica es tan insignificante que da risa. En otras palabras, sigues careciendo de ella. No te estoy diciendo que elimines tu corazón humano. Te estoy diciendo que no lo reveles a los demás. Hay 2 razones por las que la gente revela su corazón a los demás. Una es para presumir de su fuerza y la otra es para pedir simpatía. La gente que muestra su fuerza sin pensar crea enemigos innecesarios, y la gente que pide simpatía acaba compadeciéndose de sí misma. En cualquier caso, ¡ambas opciones sólo las hacen los payasos! ¿Es eso en lo que pretendes convertirte?
Tiré el libro al suelo mientras hablaba.
- ...
Daisy apretó los dientes. No refutó mis palabras, así que probablemente tenía razón. Levanté las comisuras de los labios.
- He oído que has cortado los lazos con tu familia. Lo siento un poco por ti. Al menos alabaré el hecho de que hayas sido capaz de ocultármelo durante 2 años.
- ...
Era el segundo elogio que le hacía, pero no pareció complacerle en absoluto. Como siempre, qué niña tan poco agraciada. Golpeé burlonamente la frente de Daisy antes de darme la vuelta.
- La ministra de Asuntos Militares vendrá a pedirte disculpas. No la perdones.
Pude sentir la confusión de Daisy desde detrás de mí.
- ¿Y eso por qué? ¿No es una de tus preciadas concubinas?
- No tengo ninguna concubina. Laura se debilitó temporalmente por mi culpa; sin embargo, eso no cambia el hecho de que sigue siendo un gran individuo que no tiene que disculparse ante los demás para que le dejen vivir. Laura es fuerte.
Empecé a alejarme después de decir estas palabras.
- Y tiene que hacerse más fuerte.
Con un ruido sordo, cerré la puerta tras de mí. Mi siguiente destino era el cuarto de Laura.
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