Volumen 2 Capítulo 59
Obligatoriamente Ominoso
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
Edición: Radak, Sho Hazama
La criatura surgió de un agujero en la pared, chillando de alegría y de hambre enloquecida. Sus manos de carne blanca y sus ojos ciegos se retorcieron grotescamente, mientras sus largas garras buscaban con avidez la carne de lo que fuera que había sido lo suficientemente tonto como para aventurarse cerca de su agujero.
El crujido de un ala lo estrelló contra la pared. Bi De se detuvo y examinó la bifurcación del túnel, que se dividía en dos direcciones diferentes.
‘¿Te sientes bien?’ Preguntó Yin mientras el fuego del sol asaba a otra de las bestias sin mente. No escucharon ninguna súplica, e incluso encender Qi para tratar de alejar a las cosas voraces solo sirvió para atraerlas más cerca.
‘No’ dijo Bi De simplemente, controlando su respiración y frunciendo el ceño al ver las miles de toneladas de roca que había sobre su cabeza. ‘Este lugar no me sienta bien. Cuanto antes volvamos al cielo, mejor.’
Yin inclinó la cabeza hacia un lado, curiosa. ‘Lo encuentro bastante reconfortante, la verdad.’ Ella dijo.
Tanto ella como Miantiao se habían visto relativamente poco afectados por su descenso, ambos estaban acostumbrados a túneles y espacios reducidos.
Era la segunda vez que Bi De había estado bajo tierra. La primera fue cuando se aventuró en la Caverna de Hielo de su Gran Maestro para recuperar un bloque de hielo. Era un lugar húmedo y oscuro que se encontraba en un estado de cambio constante. Pequeñas variaciones de temperatura pulsaban desde el Núcleo del General que Ordena al Invierno, el gólem de su Gran Maestro, creando una sensación claramente desagradable.
A pesar de lo desagradable que había sido eso, Bi De preferiría estar encerrado en la sala de almacenamiento congelada durante un mes que estar en este sistema de cuevas durante otro minuto.
El primer día, llenos de ánimo y vigor, habían iniciado el descenso, abriéndose paso por estrechos túneles y vadeando pequeños ríos. Una o dos veces sintieron incluso la fresca brisa del verano, que entraba por agujeros que conseguían penetrar en la colina desde la superficie.
Bi De y Yin podían sentir la posición de la luna y el sol respectivamente, así que esa noche, en el precipicio de una caverna más grande, descansaron, preparándose para lo que pudiera venir.
El segundo día, el poder de Bi De había comenzado a disminuir. Era una sensación de cosquilleo leve, pero su luz se apagó.
Al principio no lo podía entender. Lo podía sentir justo cuando llegaron a un enorme complejo de cuevas, donde la oscuridad se hizo más profunda. Allí, la Sagrada Luz de la Luna era tan necesaria como la armadura solar de Yin.
¿Por qué se escondería la luna en esta oscuridad total?
No tenía respuesta. El único consuelo era que mientras Yin iluminara el camino, él también recuperaría una pequeña parte de su poder. Su sol alimentaba su luna y, sin él, la luz se desvanecía y consumía sus pensamientos. No podía disfrutar de las majestuosas cascadas, los extraños hongos brillantes o incluso los pilares que crecían desde el techo. Todo lo que podía hacer era no correr de regreso a la superficie.
Pero él perseveró y continuaron. El aire se estancó. Algunos de los túneles se hicieron tan pequeños que Bi De tuvo que pasar apretujándose, llenándose las plumas de tierra.
La creciente sensación de inquietud perturbó su sueño durante la segunda noche y lo atormentó con pesadillas.
Al tercer día se encontraron con estas cosas.
Cuando la primera atacó, la atrapó instintivamente y se disculpó por haber invadido su propiedad.
Solo gruñidos furiosos y una boca que chasqueaba lo habían recibido, así que había que lidiar con eso.
No hace falta decir que esto no ayudó a mejorar su estado de ánimo.
Se concentró, sintiendo las perturbaciones, por diminutas que fueran, en el aire y la fuerza que ejercía aún muy por debajo. Apenas estaban a medio camino, según sus cálculos.
¡Qué lamentable!
‘Creo que, el camino de la derecha es el correcto’, afirmó mientras terminaba de contemplar ambas rutas y giraba hacia sus compañeros. Miantiao asintió, mientras Yin olfateaba a una de las bestias muertas.
Encogiéndose de hombros, se agachó como para darle un mordisco, solo para que Miantiao le diera un golpe en la parte superior de la cabeza.
‘No estosss, Yin, murmuró.
‘¿Eh? Pero siempre me dijiste que consiguiera todo el Qi que pudiera, y estos tipos tienen mucho’, cuestionó Yin.
‘Y no debería haberlo hecho’, dijo Miantiao. ‘Déjalosss.’
Yin dejó caer amablemente a la criatura.
‘Oh, ¿esta es una de esas cosas por las que te arrepientes? Los dolores de estómago y las cacas no fueron tan graves después de que aprendí a refinarlas, ¡así que no te sientas tan mal, Shifu!'
La serpiente cerró el ojo y puso una mueca de arrepentimiento. Su cola acarició la cabeza de Yin.
‘Continuemosss. Pero no essspero que esssto sssea lo peor’ murmuró Miantiao.
❄️❄️❄️
Bi De se despertó sobresaltado, jadeante, de un sueño que no recordaba. Miró a su alrededor, pero fue un esfuerzo inútil. La oscuridad era absoluta.
Intentó meditar, pero tampoco sirvió de nada. Estaba demasiado perturbado. La sensación constante de tirón en su Qi empeoraba. La tierra lo tiraba hacia abajo, arañando su Qi con avaricia.
Lo soportó. Pero si empeoraba mucho... Sacudió la cabeza. Ahora estaban cerca. Lentamente, comenzó a aparecer un resplandor dorado.
El pelaje sucio y enmarañado de Yin lo saludó, aunque era de un gris opaco en lugar de un blanco puro.
‘Creo que odio este lugar’, afirmó sin rodeos. ‘Es un montón de mierda.’
Miantiao soltó una carcajada, pero no se molestó en reprenderla por su lenguaje.
‘En efecto. Pero estamosss cerca. Hasta yo puedo sssentir que hay algo cerca.’
En efecto, era, como había dicho la conejita, “una mierda”. Aun así, tenían que ir más profundo aún, y el aire comenzaba a volverse absolutamente desagradable.
Era el séptimo día, hasta donde Bi De podía decir.
Hubo pocas palabras mientras el grupo se levantaba y continuaba.
Las plumas de Bi De se le pegaban, e incluso Miantiao y Yin se habían vuelto más tranquilos, sus ojos más concentrados. El brillo dorado opaco que provenía de Yin era su único consuelo. Al menos los ataques de las bestias se habían detenido, las criaturas demacradas finalmente renunciaron a sus ataques previamente incesantes. No eran particularmente peligrosos, pero sí añadían tensión.
El viaje de ese día fue aburrido, hasta que llegaron a un arco de piedra.
Delante del arco había un esqueleto, acurrucado, como si se hubiera quedado dormido. Era una bestia gigante que parecía mitad gato, mitad perro, como las que Bi De había visto en las ciudades. Tenía unos dientes incisivos enormes, dispuestos a desgarrar y destrozar.
‘¿Un perro de templo?’ Preguntó Miantiao, refiriéndose a los guardianes normalmente de piedra tallados en el exterior de algunos de los santuarios que habían visto.
‘Creo que sí’ dijo Bi De después de un momento, mirando hacia el arco.
El carácter que representaba al "rey" se encontraba en la entrada. La inquietud de Bi De aumentó al ver el cadáver.
Continuaron adelante, pasaron los huesos silenciosos y entraron en el salón. Esta parte obviamente había sido hecha por humanos, con vetas de piedra brillante que iluminaban el camino, chispeando y parpadeando de manera incierta, pero era suficiente luz para ver.
El brillo dorado se desvaneció cuando Yin dejó caer su técnica.
Bi De jadeó y luego tropezó con un trozo de piedra ligeramente elevado. Su cuerpo se estaba debilitando aún más por el tiempo que había pasado en las profundidades de la tierra.
Yin lo atrapó. Parecía preocupada y confundida.
‘Shifu, él es tan fuerte, ¿por qué está...?’ Preguntó ella.
‘Esss una criatura del viento y del cielo, de la luna. Estar ahogado en este lugar opresssivo debe ssser insssoportable. Apóyalo como puedasss, Yin. No hay nada de malo en ello.’
Yin asintió y la luz dorada comenzó a brillar nuevamente.
‘Bueno, tú simplemente apóyate aquí, ¿sí?’ Le dijo, permitiéndole que se presionara contra su costado. ‘Estoy bien para seguir adelante, y una vez que volvamos a salir, Bi De estará bien, ¿verdad?’
‘Es un resultado probable’ confirmó Bi De con voz tensa, pero el cálido resplandor ahuyentó parte de la fatiga. ‘Gracias, Yin.’
La coneja sonrió y acarició su costado.
Esta etapa de la caminata fue mucho más fácil y le permitió a Bi De observar su entorno.
Las paredes, junto con las vetas de cristal, estaban llenas de murales. Murales de cosechas y chozas, de montañas y de hombres luchando contra grandes bestias.
A medida que el trío continuó su camino, más profundamente en el túnel, los murales cambiaron.
En los murales, la gente se encontraba con un hombre y detrás de él se encontraba una mujer que parecía flotar en el aire. Adonde iba, las imágenes cambiaban.
Las cosechas fueron aumentando. Las chozas se transformaron en palacios. Los hombres y las bestias trabajaban juntos en los campos, y sus espadas se convertían en rejas de azada.
Danzaron. Danzaron juntos, para el hombre y la mujer, quienes extendieron sus manos y dieron bendiciones.
Hasta que su grupo llegó a la última habitación. La última caverna.
Las paredes de la habitación brillaban con vetas azules de cristal. Algunas sobresalían hacia afuera, formando púas en la pared, y una veta particularmente grande rodeaba un cristal más reconocible, colocado sobre un altar.
Un cristal de grabación.
La atracción parecía irradiarse desde allí.
Se acercaron lentamente, temerosos de algún tipo de trampa, pero no había ninguna.
Sólo había silencio.
Él sabía más o menos cómo funcionaba el cristal, y allí no había nada más. Este era el lugar donde debían estar.
Y era sólo un cristal de grabación, ¿no?
Bi De se inclinó hacia delante y colocó una de sus garras sobre la superficie del cristal.
Pero a diferencia del de su Maestro, este cristal no se proyectaba, sino que él se sentía atraído hacia su interior.
❄️❄️❄️
Hubo una tormenta de emociones.
Bi De cayó de rodillas mientras el último demonio moría, jadeando de cansancio.
Se quedó mirando la devastación que los demonios habían causado, la ira como una estrella brillando en su pecho hacia la tierra retorcida y corrupta.
Se subió la manga y miró fijamente la piel ennegrecida. Hizo una mueca. ¿Cómo podría soportar esto? ¿Cómo podría sonreír y no darle importancia?
Se bajó la manga y se levantó. Tendría que pedirle ayuda a Shu Xiong para solucionar esto. Y tal vez enviar algunos regalos a los cachorros del oso verde gigante. Ella era una madre muy cariñosa...
Algo se retorció y saltó. Visiones destellaron. Eran sus recuerdos y, sin embargo, no lo eran. No se parecían en nada al cristal grabador de su Maestro. Eran demasiado intensos... Eran como si él estuviera realmente allí, en forma humana.
“Oye, enano, ¿qué demonios?” Gritó una mujer agotada mientras irrumpía en la habitación de Bi De. Parecía que la hubieran sacado de la cama de un sobresalto, con el pelo alborotado y la ropa suelta. Él resopló ante el apodo, ya que ahora era más alto que ella, pero supuso que siempre sería bajo para ella.
“Lo has sentido, ¿no?” Le preguntó Bi De con una sonrisa cómplice, mientras giraba el mapa que estaba mirando hacia ella. Ella entrecerró los ojos al ver las espirales y remolinos que lo cubrían. Era el trabajo de casi una década.
“¡Vaya! ¡Ahora sé por qué querías saber eso!” Resopló la mujer, mientras se sonrojaba.
La sonrisa de Bi De se hizo un poco más amplia. “Es solo mi manera de devolver algo. De crecer juntos. Con el tiempo, daremos paso a un nuevo amanecer.”
La mujer suspiró, pero luego lo abrazó. “No tenías por qué hacerlo, ¿sabes?”
Tenía que. Realmente tenía que hacerlo.
Los recuerdos comenzaron a cambiar rápidamente. Una mujer comiendo un pastel de arroz.
Festivales, empoderando la Tierra.
Él y su querida compañera enseñaban las danzas a la gente. Fue feliz, muy feliz por un rato.
Y entonces todo empezó a ir mal.
La felicidad se convirtió en dolor. En violencia. Tuvo que defender su hogar y a sus amigos de quienes querían hacerle daño. Vio a su pueblo inclinándose ante él, porque él era su Amo y Señor.
‘Te está utilizando’ siseó la bestia. ‘Aunque tu vida sea larga, más larga que la de la mayoría... Nunca serás inmortal. Tus huesos descansarán aquí para siempre. Atados a esta tierra vil, y más comida para tu “amiga”.’
Bi De lo destruyó por completo.
Pero algo hizo tictac en la parte posterior de su cráneo. Recuerdos de inquietud.
Los años pasaron entre destellos de emoción. De alegría y esperanza, de pérdida, de dolor. De guerras. De luchas durante cien años. Del dolor de su amiga, que ella simplemente se rio como si no fuera gran cosa.
Y ojos en blanco mirando fijamente, mientras el mundo empezaba a romperse.
"Lo siento, Tianlan", dijo mientras el cuerpo de su querida amiga se quebraba.
Tianlan gritó.
Como lo hizo otra persona.
‘¡Bi De!’ Gritó Yin.
Unas patas lo agarraron por los hombros y lo tiraron hacia atrás. Se tambaleó y se alejó del cristal, cayendo de rodillas.
‘Qu—’ Jadeó, finalmente notando las luces parpadeantes mientras el cristal se atenuaba y se iluminaba con incertidumbre.
‘Toda la formación en las paredess está cambiando’ murmuró Miantiao. ‘Creo que tenemos que irnosss.’
Yin asintió, a punto de alejarlo.
‘Espera. ¡Necesitamos el cristal!’ Exigió. La visión aún no estaba terminada.
‘¿Cómo? ¡Está pegado a la pared!’ explicó Yin, mirando nerviosamente el cristal.
Bi De se levantó con pies vacilantes. Examinó el cristal mientras latía de nuevo, donde los cristales habían crecido desde la pared y se habían conectado a ello, envolviéndolo.
La sala retumbó.
Bi De atacó con una patada, dolorosamente débil en comparación con sus golpes normales, pero aún suficiente para cortar la conexión cerca de la pared.
El cristal se atenuó.
La cola de Miantiao, aunque estaba lisiada, enroscó a Bi De, el gallo, y el cristal a Yin, mientras la coneja salía disparada.
Se prepararon para algún tipo de colapso mientras salían corriendo frenéticamente del túnel... Y sin embargo...
El ruido se detuvo, pero el paso de Yin no.
‘Nos vamos de aquí’, ella gruñó.
Bi De asintió mientras caminaban por el pasillo. Estaba muy cansado.
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