Capítulo 156
La Era de los Tiranos (VI)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
- ¡Imposible!
Exclamó el comandante de la fortaleza. Había todo tipo de mejoras mágicas que se habían aplicado a la puerta principal. Entre ellas, había incluso un hechizo de un mago del Octavo Círculo que había persistido durante los últimos 200 años. “No importa qué ataque se haga, lo bloqueará al menos una vez”. Sin importar la fuerza del atacante, siempre y cuando lo que se haga sea un ataque, la puerta lo bloqueara una vez. Este tipo de hechizos de alta gama se apilaban unos sobre otro, y este se apilo un total de 7 veces. En pocas palabras, aunque lanzaras un hechizo de meteorito contra la puerta, tendrías que hacerlo 7 veces. Después de todo, cada golpe de meteoro se considera un ataque. Sin embargo, lo que el comandante de la fortaleza vio fue la puerta que había sido destruida impotentemente y un Señor Demonio sosteniendo un hacha.
- Me pareció que había un montón de cosas en esa puerta. Lo siento.
Beleth entró por la entrada que ahora estaba cubierta por una nube de polvo. Los guardianes que habían estado de guardia detrás de la puerta habían estallado en pedazos de carne junto con la puerta. Había soldados que lamentablemente habían sido atravesados en la cabeza por fragmentos de hierro y madera, soldados que habían sido cortados limpiamente por la mitad y tenían las tripas esparcidas por todas partes, e incluso había un hombre que lamentablemente había sobrevivido a la explosión y ahora gemía de dolor.
Beleth sincronizó el golpe de su hacha con sus pasos. Carne humana y gemidos de dolor, un matadero humano creado por estas 2 cosas era un espectáculo que al Señor Demonio Beleth más le gustaba ver. Sólo en momentos así Beleth se sentía vivo.
Los Señores Demonio suelen ser seres inestables. Esto se debe a que pueden sentir claramente las emociones de los demonios que los rodean. Les resulta difícil distinguir dónde acaban sus emociones y dónde empiezan las de los demás. Esta frontera es imprecisa para los Señores Demonio. Aunque cada uno tiene su propia forma de mantener sus mentes. El método que Beleth había elegido era la masacre. No dejar nada a su alrededor excepto a sí mismo. Este era un momento al que siempre llegaba cuando estaba en un campo de batalla. El momento de la victoria. Un momento que sólo los fuertes podían disfrutar. Este momento absoluto de soledad dio a Beleth la certeza de que, sí, esto era “él”. Todo esto era él. Los gemidos procedentes de los cadáveres medio muertos sonaban como una dulce melodía para Beleth. Por eso, en lugar de cruzar la puerta a toda prisa como debía, caminó deliberadamente de forma pausada para poder alargar este momento un poco más.
- Bastardo, ¿qué truco has utilizado?
Un ruido disonante interrumpió la melodía. Beleth chasqueó la lengua. Era el maestro de espadas que había pedido a gritos un duelo antes en las llanuras. Debía de pertenecer a una familia noble, ya que denunció al Señor Demonio en un tono refinado.
- Hmm. Eh, señorita. No debes tener clase. ¿No ves que intento disfrutar de la música?
La maestra de espadas entrecerró los ojos.
- ... ¿Música? ¿Qué tonterías estás diciendo? Aquí lo único que hay es muerte.
- Oh, tienes facilidad de palabra. Nada más que la muerte. Debería usar eso como título para la canción de hoy. Mmm. Es poético. Muy poético.
Beleth asintió para sí mismo, satisfecho. La maestra de espadas sintió como si su oponente se estuviera burlando de ella, así que se enfadó. Determinó que no tenía sentido mantener el decoro de guerra ahora, así que no encontró ningún problema en desenvainar su espada.
‘Tiene un gran cuerpo, así que también debe ser así de cabezón.’
La maestra de espadas bajó la postura y cargó contra el Señor Demonio. Tener un cuerpo grande significaba que tenía un mayor alcance. La diferencia de alcance podía ser un factor decisivo en los duelos 1:1. Atacar cuando el rival aún no estaba en posición de combate era la mejor y única oportunidad. No había forma de que la otra parte permitiera que alguien entrara en su alcance.
‘Sólo tengo que esquivar el primer ataque.’
Un ataque para alejarla definitivamente iba a suceder. Sería su fin si quedaba atrapada en ese ataque. La otra parte aplicaría presión lentamente mientras intentaba mantener su ventaja. Similar a como una manada de leones acorrala lentamente a un animal herido. Al final, ella se marchitaría y moriría si dejaba que esto sucediera.
- ¿Eh?
Sin embargo, Beleth le permitió entrar en su rango. Pero eso no fue todo. Tampoco levantó su hacha. Simplemente sonreía como si estuviera viendo algo entretenido.
‘¿Es una trampa?’
Esta sospecha pasó por su cabeza por un momento. No, eso concluyó rápidamente el maestro de espadas. Ya estaba pensando 2 pasos por delante. El gran ogro tenía la guardia baja. Probablemente estaba tramando algo. La maestra de espadas no subestimaba al Señor Demonio que tenía delante; sin embargo, había algunos hechos que eran ciertos. El hecho de que podía apuñalarle con su espada y el hecho de que la otra parte aún no había bajado la guardia del todo. No había razón para dudar.
- ¡Aaaah!
La mujer lanzó un grito mientras empuñaba su espada larga. Beleth aún tenía una sonrisa despreocupada en el rostro.
* * *
- Alteza, perdone que le pregunte, pero tengo una pregunta.
El Señor Demonio de Rango 16, Zepar, tomó la palabra. Barbatos se volvió hacia él mientras emitía un “¿hm?”.
- ¿De qué se trata? Habla.
- ¿Por qué le dejaste la vanguardia a Beleth y no a mí?
En ese momento, la 6ª legión de la Alianza Creciente se había unido con seguridad a la 2ª legión y avanzaban juntos. Cientos de estandartes ondeaban al viento mientras cruzaban las llanuras. Barbatos no iba montada en un caballo de guerra ni en un lobo negro, sino en un oso blanco. El oso blanco puro hacía juego con el pelo blanco de Barbatos. Barbatos se echó a reír.
- ¿Qué? ¿Estás celoso? ¿Qué clase de hombre eres?
Zepar sólo pudo toser en respuesta. Había jurado no mentir nunca en presencia de Barbatos. Sería increíblemente embarazoso admitir que estaba celoso, y negarlo sería ir en contra de su voto. Barbatos sabía cómo se sentía Zepar, así que no podía evitar mimar a aquel anciano. Barbatos era 3 veces mayor que Zepar, así que le parecía un Señor Demonio bastante joven. Era como un niño. Ver a un niño tratando de ocultar su vergüenza de esta manera sólo parecía adorable para ella.
- Jejeje. Realmente estás celoso, ¿eh? Vamos, dilo. ¿Está nuestro Zepar celoso?
- ...Alteza, también tengo que mantener mi honor como general de división.
Murmuró Zepar en tono preocupado. Incluso la forma en que hablaba le sonaba simpática a Barbatos. Ella sonrió.
- Bueno, es cierto que te estoy haciendo competir con Beleth intencionadamente. Al fin y al cabo, todos los grupos requieren una interacción de factores. Si un grupo sólo tiene un único punto de vista, entonces la organización en su conjunto perdería su credibilidad. Los otros chicos de la Facción de las Llanuras pueden aprender un par de cosas haciéndolos competir a ustedes. Mira, si no trabajas duro, entonces no puedes mantener estos 2 factores.
Zepar inclinó la cabeza cortésmente.
- Sí, lo entiendo. Me siento muy orgulloso de ser utilizado por Su Excelencia.
Barbatos puso cara de asco.
- ¿A qué viene esa actitud servil? Como alguien que nació como hombre y Señor Demonio, ¿no puedes tener un poco más de agallas? No digas que te gusta que te utilicen. Di que conquistarás el mundo o algo así.
- Su Excelencia es quien carga con los sueños de la raza demoniaca. En otras palabras, eres la encarnación de sus deseos. Servir a Su Excelencia sería, por asociación, trabajar por el bien de la raza demoniaca. Creo que trabajar por el bien de la raza demoniaca es nuestro deber como Señores Demonio.
- Eres demasiado sincero.
Barbatos negó con la cabeza. Era agradable saber que le era tan leal, pero ¿cómo decirlo? Quería verlo actuar un poco más como Señor Demonio. En ese sentido, Dantalian era especial. Él la obedecía y, al mismo tiempo, se obstinaba en seguir su propio camino.
‘Incluso ahora, está tramando algo.’
¿Por qué el tipo que dijo que iba a descansar en su Castillo del Señor Demonio deambulaba por el continente demoniaco?
‘Definitivamente estaba tramando algo. En serio, era alguien que ideaba serios complots sin fin.’
Barbatos prefería a Dantalian antes que a los demás. No podía confiar plenamente en él como lo hacía con Beleth y Zepar, pero mientras Beleth y Zepar permanecerían siempre como sus subordinados, Dantalian iba más allá de una relación amo-sirviente y se erigía como su amigo. Ambos tenían sus propios objetivos y eran amigos que se utilizaban mutuamente con gusto.
Dantalian era el único amigo que Barbatos tenía con la que podía hacer esto. Tuvo otro... en el pasado, pero no ahora. Aunque sus objetivos fueran diferentes, podían seguir siendo amigos mientras sus objetivos pudieran coexistir. Sin embargo, era más que posible que las personas tuvieran objetivos que no pudieran existir juntos. Un amigo insustancial podía convertirse de repente en tu enemigo.
‘¿Sucedería lo mismo con Dantalian?’
Pasado algún tiempo, ¿la traicionaría Dantalian como hizo aquella mujer en el pasado? Si eso ocurriera, ¿sería capaz de soportarlo? Pasaron 1.500 años desde que se separó de aquella mujer hasta que Dantalian se convirtió en su nuevo amigo íntimo. ¿Cuántos miles de años necesitaría la próxima vez...?
- Si eso ocurre, entonces le daré una paliza y le convertiré en mi sirviente.
- ¿Disculpe? Le pido disculpas, Su Alteza, pero no lo entiendo.
Zepar parecía totalmente confuso, pero Barbatos le ignoró.
- No es nada. Simplemente pensé que el castigo es la medicina perfecta para los mocosos que no escuchan. Hmm. Comprende mi posición, en la que tengo que hacerlos competir a Beleth y a ti. Zepar, conseguiste un montón de putos méritos al atravesar las Montañas Negras. También lograste sellar el repetido ataque del enemigo en Austerlitz.
- Todo eso se debió a la gracia de Su Excelencia.
- Sí, sí. También soy la razón por la que el cielo es azul y nacen las islas. En cualquier caso, has hecho mucho durante esta expedición de la Alianza Creciente. Has ganado la mayoría de los méritos. Además, la persona que más contribuyó fue Dantalian, y también formaba parte de tu unidad en la superficie. Sería un problema si hicieras más que esto. Ganarías demasiado poder dentro de la Facción de las Llanuras. Si eso ocurriera, tendría que acabar contigo con un método irracional. No quiero hacer eso. Sería mucho mejor dejar que Beleth alcance su propia cuota de méritos.
- Entiendo.
Zepar asintió dócilmente con la cabeza. De todos modos, el favor de Barbatos era más importante para él. Él simplemente se preocupó por un momento de que Barbatos favoreciera más a Beleth que a él, de ahí que fuera enviado como vanguardia. Zepar parecía ahora un poco más relajado. No le importaba si Beleth tomaba la vanguardia o no, ya que sus preocupaciones habían desaparecido. Sinceramente, mientras Barbatos gozara de buena salud, a Zepar no le importaba la política interna de la Facción de las Llanuras.
- Bueno, Beleth también es más adecuado para ser vanguardia que tú.
- ¿Perdón?
- Zepar, eres espléndido cuando se trata de comandar soldados, pero ¿cómo decirlo? Ese tipo, es bastante malvado a pesar de su aspecto.
* * *
- ...
La maestra de espadas se detuvo. No pudo dar un paso más. Su espada larga se detuvo justo en frente de la nariz de Beleth.
‘Sólo un pasó más.’
Si daba un paso más, su espada revestida de aura podría destruir la cabeza del Señor Demonio. Sin embargo, la maestra de la espada no podía dar ese solo paso.
La sangre fluía por su boca. Su sangre escarlata no fluía sólo de su boca. Su tobillo, pantorrilla, muslo, cintura, pecho y hombro, 6 espadas estaban atravesando su cuerpo. Las espadas salían del suelo, o para ser más exactos, de su sombra. 6 espadas habían surgido y diezmado su cuerpo en el instante en que la maestra de espadas estaba a punto de asestar un golpe a Beleth, como si la hubieran estado esperando. Caballeros de la muerte.
La maestra de espadas utilizó su resistencia sobrehumana para soportar el dolor al recordar que los caballeros de la muerte eran seres que normalmente residían en las sombras. Sin embargo, lo único que pudo hacer fue soportarlo. Las espadas habían atravesado su cuerpo tan hábilmente que no podía moverse ni un centímetro.
- Cobarde... ¿Tienes algún orgullo... como guerrero...?
Beleth levantó despreocupadamente su hacha en el aire. Sonrió mientras la sostenía sobre su cabeza.
- Ah. No. No lo tengo. ¿No te lo dije antes? Los hombres bastardos son populares últimamente.
Luego bajó el hacha como si estuviera cortando leña.