Capítulo 153
La Era de los Tiranos (III)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
El silencio cayó sobre los generales. Todos eran nobles competentes. En otras palabras, eran personas que sobrevivían pisando a la competencia. No sería difícil encontrar entre ellos a alguien que también hubiera matado en secreto a su hermano para heredar con seguridad su nobleza. Sin embargo, el título que estaba en juego para Elizabeth era el de Emperatriz. Era obvio lo que ella haría si se comparaba la estabilidad del imperio con la vida de su hermano pequeño. Es un crimen matar al hermano de uno; sin embargo, los nobles no temen el acto de cometer crímenes. Sólo temen tener que excusarse por ellos. “No pongas excusas y simplemente corre hacia la autoridad.” Esta era la ideología de los nobles. Si eres incapaz de cargar con la culpa después de haber cometido numerosos crímenes durante tu proceso para adquirir autoridad, entonces ese sería tu límite. Si no puedes evitarlo, entonces acéptalo. Lo mismo le ocurrió a Elizabeth von Habsburg.
Ella miró al frente con una mirada oscura y serena.
- “¿Por qué estoy admitiendo haber asesinado a mis parientes?” Todos deben estar pensando esto. Declaro aquí y ahora que seguiré cometiendo actos inmorales. Nuestro ejército imperial arrasará nuestra capital. Sin embargo, no seré yo quien dé esta orden. Será Su Majestad el Emperador.
- ¿El Emperador...? ¿Acaso Su Alteza ha sugerido este plan a Su Majestad el Emperador?
El Barón Wittenmyer frunció las cejas. Pero la Princesa Imperial negó con la cabeza.
- Por supuesto que no. Actúo por mi cuenta. Esta noche, dirigiré a mis guardias reales para atacar el palacio imperial. Mi padre ya ha sido confinado, así que nos limitaremos a buscarlo. Entonces falsificaremos una orden real.
- ¿“Falsificar”?
El Barón jadeó. Los generales a su alrededor reaccionaron de la misma manera.
- También aseguraremos al 2º Príncipe Imperial, mi hermano Ferdinand. El Emperador dará la orden de quemar la capital mientras que el 2º Príncipe Imperial será quien la lleve a cabo. Esto afectará a su opinión pública. En ese momento, seré la única que argumente que debemos proteger la capital... Por supuesto, soy una hija devota que no puede ir en contra de su padre. Diré que debemos proteger el orgullo del imperio y a nuestro pueblo, pero será inútil. Elizabeth von Habsburg derramará lágrimas de sangre cuando al final siga las órdenes de su padre. Sin embargo, como protesta final, me confinaré en mi habitación.
- ¿Su Alteza pretende dirigir toda la ira del pueblo hacia la familia real?
Wittenmyer preguntó. No podía ocultar el temblor en su voz; sin embargo, nadie lo señaló. Todos los demás generales pensaban lo mismo, incluido Kurz Schleiermacher. La Princesa Imperial dijo.
- Saquear a los plebeyos ricos, a los grupos de mercaderes, y desenterrar las tumbas de los emperadores anteriores... Sin embargo, ustedes los generales, distribuirán en secreto los recursos reunido de esa forma entre el pueblo.
- Así... que mientras los nobles y comandantes despistados están saqueando al pueblo... nosotros, los subordinados de Su Alteza, estaremos mejorando nuestra opinión pública...
- Así es.
Un silencio cayó sobre la tienda, era aún más pesado que el de antes, sin embargo, a diferencia de antes, este se extendía por toda la tienda. Era como si estuvieran en el ojo del huracán.
Finalmente Wittenmyer habló, aunque con precaución.
- Pero, Alteza, estaríamos usando a Su Majestad el Emperador y a Su Alteza el Príncipe Imperial como cartas desechables. Esto dañaría la dignidad de la familia real.
- ¿No les había dicho que seguiré cometiendo actos inmorales?
Kurz Schleiermacher pensó en que era lo peor de lo que se había propuesto en la conversación. Falsificar una orden real y además echar toda la culpa al Príncipe Imperial ya eran actos inmorales bastante espléndidos. Sin embargo, la Princesa Imperial declaró que continuaría cometiendo más actos inmorales. ¿Qué podría ser eso?
- Inmediatamente después de que hayamos abandonado la capital y nos hayamos retirado, mataré al Príncipe Imperial. A fin de cuentas “La opinión del pueblo es la voluntad del Cielo.” El castigo debe caer naturalmente sobre alguien que va en contra de la voluntad del Cielo. Yo, Elizabeth von Habsburg, castigaré a mi segundo hermano, no, al criminal Ferdinand von Habsburg.
Kurz Schleiermacher sintió que le sudaban las palmas de las manos. Quería gritar y preguntarle si acaso se había vuelto loca. Ya estaba sufriendo por la culpa de haber matado a su hermano pequeño en el pasado. Como espía y ayudante cercano de la Princesa Imperial, Kurz sabía que la Princesa Imperial tenía pesadillas todas las noches. De vez en cuando oía sus gemidos desde fuera de su tienda. “Robert. Lo siento, Robert...” A menudo decía estas palabras en sueños.
‘Y aun así, ¿quiere matar a su familia otra vez?’
- Se desmoronará, mi señora.
Hay una alta probabilidad de que las emociones de la Princesa Imperial mueran. Su cuerpo también será incapaz de soportarlo. Si no fuera una maestra de espada de tercer rango que puede usar aura, ya habría muerto por exceso de trabajo hace mucho tiempo. Puede que se haya resuelto a convertirse en el monstruo de esta era, pero también tiene emociones. Parecerá que está bien por fuera, pero su interior se desmoronará poco a poco hasta que, finalmente, se derrumbe como un templo que no pudo resistir la prueba del tiempo y se hizo polvo. La Princesa Imperial no había terminado de hablar.
- Después, amenazaré al Emperador y recibiré el trono.
- Abdicar el trono por la fuerza...
Un acto inmoral tras otro.
- Inmediatamente después, reuniré a los refugiados de la capital en un solo lugar y haré una declaración en voz alta. Aunque nuestro Imperio Habsburgo con 500 años de historia ha caído en este día, una nueva República de Habsburgo tomará su lugar.
Los rostros de los generales se contorsionaron al saber cuánta fuerza destructiva tenían estas palabras. Justo ahora, la comandante suprema del imperio declaró que ella misma acabaría con el imperio. Ella iba a acabar con su glorioso linaje.
‘Pero, ¿por qué una “república”? ¿Hay algo que ganar con eso?’
Kurz gritó en su mente. Incluso si había algo que ganar, desde el punto de vista político de llevar a cabo una política de tierra quemada, abandonando la capital, matar al Príncipe Imperial y recibir el trono, ¿era eso suficiente para abolir también el Trono Imperial?
- ¡Su Alteza, eso es imprudente! Eso crearía una carga excesiva.
- ¿Una república? ¡No hay razón para que demos la espalda al imperio y establezcamos una república!
- ¡Por favor, reconsidérenlo!
La tienda se volvió caótica rápidamente. “Por favor, reconsidérenlo. No lo entiendo. Sería mejor mantener el orgullo del imperio y caer valientemente en la batalla.” Todos los generales gritaron sus sinceros pensamientos. Kurz se estrujaba desesperadamente el cerebro entre tanto ruido.
‘Este era un plan dado por Su Alteza la Princesa Imperial. Aunque pareciera imprudente a primera vista, lo más probable es que fuera astuto en su interior.’
Quería conocer sus verdaderas intenciones. A fin de cuentas el poder administrativo y económico disminuirá momentáneamente una vez que la capital desaparezca. Incluso mantener el sentimiento público, será inútil si la propia nación cae.
‘Además, Su Señoría estaría asumiendo personalmente una cicatriz que nunca podría quitarse... ¿Qué podría ganar quemando la capital imperial...? Una razón para asumir esta increíble carga con el fin de establecer una república... Esto sólo empeoraría sus relaciones con otras naciones... Espera, ¿otras naciones?’
En ese momento, una corriente eléctrica atravesó el cerebro de Kurz.
- ¡Hay...! Hay cosas que ganar abandonando la capital y declarando una república... ¡Hay muchas cosas que ganar...!
Kurz Schleiermacher no pudo controlar su boca. Dejó escapar sus palabras debido a la conmoción. Los demás generales se giraron para mirarlo. El cual no estaba en estado mental de fijarse en sus miradas y continuó.
- En primer lugar, podríamos satisfacer tanto el sentimiento de nuestro pueblo como el de nuestros militares... La ansiedad del pueblo proviene de la política de tierra quemada y se incrementará con la evacuación de la capital, mientras que la ansiedad de nuestros soldados proviene de la ideología que fue difundida por ese maldito Señor Demonio. Castigando al Príncipe Imperial y estableciendo una república... esto haría que tanto el pueblo como los militares apoyaran plenamente a Su Alteza.
El Barón Wittenmyer le contestó, aunque también estaba nervioso.
- General Schleiermacher, nuestro sentimiento público no es la cuestión. Nuestra administración y la economía de nuestra nación son las cuestiones inmediatas, ya que serán destruidas.
- La administración... Sí, la administración puede ser un problema... Sin embargo, la desafortunada situación de nuestra administración y la economía puede resultar ser una bendición disfrazada.
- ¿Una bendición disfrazada? ¿Qué quiere decir...?
- Piénselo, barón Wittenmyer. La razón por la que el ejército del Señor Demonio nos está destruyendo actualmente se debe a que tienen una justificación mayor que nosotros. Han destruido nuestra justificación de defender a la “humanidad” y pretenden ser los verdaderos libertadores de la “humanidad”. Sin embargo, ¿qué pasaría si Habsburgo anuncia que se han convertido en una nación republicana? El ejército del Señor Demonio ya no podrá invadirlos. Si lo hacen, entonces estarían declarando al mundo que su justificación era una mentira.
- ...Es difícil pensar que los Señores Demonio se aferrarían a algo como una justificación. Aun así estaremos en desventaja.
Una sonrisa se dibujó lentamente en los labios de Kurz. Dado que la desesperada política de tierra quemada que se había llevado a cabo durante los últimos meses por fin iba a resultar útil.
- El ejército de los Señores Demonio también se está quedando sin provisiones como nosotros. El cual dividió su ejército en legiones porque no pueden mantenerse como un solo grupo. A pesar de ello, se están acercando a nuestra capital... ¿Por qué se precipitan hacia nosotros cuando carecen de provisiones? Sólo hay una razón. Pretenden reabastecerse capturando la capital. Sin embargo, si abandonamos la capital... ya no podrían reabastecerse... ¡y eso les obligaría a dejar de perseguirnos! El ejército de los Señores Demonio no tendrá más remedio que retirarse. Si decidimos luchar con valentía y caer en la batalla, entonces simplemente les estaríamos beneficiando al ofrecerles nuestros cuerpos. Debemos abandonar la capital.
- General Schleiermacher, aún no ha respondido a mi pregunta. ¿Qué piensa hacer con la administración y la economía del imperio?
Kurz sonrió. Había un matiz de locura en sus labios.
- ¿Todavía no lo entendéis, barón? Al convertirse en una república, Habsburgo podrá detener al ejército de los Señores Demonio. Por lo tanto, nuestra nueva República de Habsburgo volverá a ser un muro que defienda la humanidad contra los demonios.
- ¡...!
- Actualmente, los otros reinos tiemblan de miedo porque son incapaces de detener a la Alianza Creciente. Si entramos y le quitamos la justificación al ejército de los Señores Demonio convirtiéndonos en una república... entonces serán incapaces de atacar... Las otras naciones no tendrán otra opción que reconocer la necesidad de nuestra República de Habsburgo.
El Barón Wittenmyer empujó su asiento hacia atrás mientras se levantaba. Tenía los ojos muy abiertos.
- ¡Ya veo! Podemos recibir la ayuda de otras naciones.
- Así es. Habsburgo se encuentra en el centro del continente. Si caemos, entonces las otras naciones caerán también. Si no desean enfrentarse al ejército de los Señores Demonio y quieren preservar su dinastía, entonces deben reconocer a nuestra nación y enviarnos apoyo continuo.
- Una amenaza legal... Nos estaríamos aprovechando de nuestra desafortunada situación...
El barón Wittenmyer dejó escapar un gruñido. Fue en ese momento cuando los demás generales empezaron a comprender el plan. Pronto se unieron al entusiasmo. Era como la Princesa Imperial había dicho. El Barón Wittenmyer señaló 3 puntos negativos. El deterioro de la confianza del público, la destrucción de nuestra administración y economía, y finalmente, la pérdida de la causa de la humanidad. Sin embargo, si seguían adelante con el plan de la Princesa Imperial Elizabeth, podrían superar estos 3 problemas. No sólo recuperarían la confianza del pueblo, sino también la del ejército. Su administración y economía se recuperarían gracias al apoyo de las demás naciones. Y finalmente, la República de Habsburgo protegería la causa de la humanidad y se convertiría en su escudo. Se convertirían literalmente en la causa misma.
Normalmente, las otras naciones no aceptarían que un imperio se convirtiera en república, pero ahora era posible. No, en todo caso, era algo que las otras naciones querían. Deseaban fervientemente que la familia real de otra nación se sacrificara para detener el avance de la Alianza Creciente.
Sin contar al pueblo, los nobles y las familias reales. Literalmente, toda la humanidad alabaría el nacimiento de la nueva República de Habsburgo. Kurz Schleiermacher giró la cabeza y los demás generales también dirigieron sus temblorosas miradas a la Princesa Imperial.
‘¿Desde cuándo? ¿Cuándo empezó a planear esto? ¿Fue cuando el Príncipe Heredero Rudolf fue capturado en Austerlitz? ¿O cuando fue derrotada durante los discursos ceremoniales en las Llanuras de Bruno? ¿O fue quizás cuando la Reina de Bretaña le visitó? ¿Desde cuándo... comenzaste a planear abandonar la capital y establecer una nueva nación?’
Los ojos de zafiro de la Princesa Imperial Elizabeth brillaron y dado la intensidad de su respuesta los generales se estremecieron.
- ¡Qué tontería! ¿Crees que es eso? A partir de ahora, todos ustedes ya no son simples generales de Habsburgo. Son los guerreros que protegerán a la humanidad en la primera línea. Si caemos, caerán todas las demás naciones. Nuestra derrota significa la derrota de la humanidad. ¿Son todos conscientes del peso de esa responsabilidad? Ya no se permitirá que nos dividan. Desde los plebeyos hasta la familia imperial, y desde el ejército hasta los comerciantes y agricultores, todos los humanos deben unirse para crear una sola nación. Eso es lo que será esta nueva República de Habsburgo. Ese es el verdadero color de la nación en la que pronto nos convertiremos.
Elizabeth desenvainó su espada, mostrando una hoja que brillaba tan radiante como su cabello plateado.
- También castigaremos a los vasallos que han estado arruinando nuestro imperio durante los últimos cientos de años, iniciando por el Príncipe Imperial Ferdinand. No habrá excepciones. Debemos tomar medidas disciplinarias contra la corrupción. Demostrarle al pueblo que merece la pena dedicar su vida a nuestra nación. Si la Facción del Príncipe Heredero y la Facción de los demás Príncipes Imperiales son eliminadas, entonces todos ustedes ocuparán esos puestos vacantes. A partir de este momento, todos ustedes se convertirán en miembros esenciales y líderes de la nación. Tienen la capacidad de hacerlo, por lo que el pueblo los apoyará según sus habilidades. Por esta razón, sólo observaremos mientras la capital es saqueada. Más tarde devolveremos los suministros saqueados al pueblo.
‘Manipula todo desde atrás mientras actúas más noble que nadie frente a los demás. Salvar a la humanidad a través de una mentira. Los demonios que causaban estos estragos iban a convertirse, por el contrario, en los defensores del cielo.’
Kurz Schleiermacher se estremeció al pensar en esta paradoja. La Princesa Imperial hizo una declaración.
- Hoy, a partir de este momento, vamos a engañar a toda la humanidad y a la propia historia.