Capítulo 346
En las Profundidades del Imperio (VI)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
- ¿Cuándo va a volver Dantalian?
Gamigin irrumpió en el palacio y gritó. El extremo de su toga de estilo imperio antiguo se arrastró por el suelo. Las doncellas que habían estado a la espera se alarmaron por la repentina visita de la Señor Demonio. Los guardias elfos siguieron desesperadamente a Gamigin.
- ¡Su Alteza la Duquesa! Irrumpir así sólo causará problemas a los sirvientes.
- El Conde Palatino se encuentra ausente en estos momentos ya que tenían asuntos urgentes que atender en la frontera...
La cabeza de Gamigin se giró rápidamente.
- Refiéranse a mí como Su Alteza Señor Demonio, niños.
- ¡...!
Un total de 10 demonios, incluidos los guardias, se pusieron de rodillas. No lo hicieron por voluntad propia. Un grado de control que hizo que incluso sus cerebros se estremecieran estaba siendo usado con ellos. Los demonios temblaban como si estuvieran siendo aplastados bajo la presión de una gravedad varias veces superior a la normal.
- Dantalian también es un Señor Demonio y no el Conde Palatino. ¿Acaso los niños de hoy en día han olvidado este simple hecho?
- Mis disculpas, oh Gran Ser.
Gamigin se echó el pelo hacia atrás.
- Sé que Dantalian regresó ayer. Llámalo aquí ahora mismo.
A la doncella hombre bestia le temblaban los dientes. Como Gamigin había dicho, el Conde Palatino había regresado a palacio el día anterior. Sin embargo, se dio la estricta orden de mantenerlo en secreto por el momento. De una persona con un rango superior al del Conde Palatino. Si ella se somete a Gamigin aquí, entonces sería asesinada.
- Su Alteza... con el debido respeto...
El poder mágico emanaba de los ojos dorados de Gamigin.
- Desde cuándo, ¿Se le ha permitido a un simple sirviente responderle a un Señor Demonio?
- Ah, ah, ahhh...
- Discúlpate.
La criada se agarró el cuello con las manos. Ella dejó escapar una tos mientras luchaba y jadeaba por aire. La sirvienta hizo todo lo que pudo para apartar sus propias manos, pero éstas se negaron a escucharla. Su esbelto cuello fue estrangulado con la fuerza de un hombre bestia. Poco después, su respiración se detuvo y cayó sobre el frío suelo de mármol.
Una sonrisa de satisfacción apareció en los labios de Gamigin. Su expresión era tan suave que uno no creería que había empujado a alguien a suicidarse hacía un segundo. Giró la cabeza para encontrar a su próximo objetivo.
Fue en ese momento cuando la presión que reprimía a los demonios desapareció en un instante. Los demonios jadeaban como si acabaran de salir de un charco de agua.
- Increíble. ¿Cómo puedes ser tan bárbara...?
Un Señor Demonio salió a la sala.
- ¡Gamigin!
Era la pelirroja Paimon.
¿Por casualidad estaba descansando en una de las habitaciones de invitados? Debió salir corriendo porque su ropa estaba hecha un desastre. No, iba más allá de ser un desastre, ya que sólo tenía una fina manta envuelta alrededor de su cuerpo desnudo.
- ¿Oh? ¿Te he despertado de tu sueño reparador?
Gamigin era todo sonrisas.
- ¿Entiendes lo que acabas de hacer?
- ¿He hecho algo? Simplemente le he enseñado su sitio a una niña maleducada.
El rostro de Paimon se contorsionó de ira.
- ¡Has asesinado a una criada completamente inocente!
- El crimen de atreverse a referirse a un Señor Demonio por una posición humana y el crimen de ir en contra de la orden de un Señor Demonio a pesar de ser un demonio. Eso ya son 2 crímenes.
- ¡Este asesino infantil...!
‘Es un buen momento.’
Ese pensamiento pasó por la mente de Gamigin. Nunca le gustó la zorra que tenía delante. No fue otra que Paimon la primera en difundir la extraña ideología de que los Señores Demonio no son más que servidores públicos del pueblo. Una innumerable cantidad de demonios apoyaron a Paimon debido a ese servicio de boquilla.
Era lo que se esperaba de una zorra de la vulgar raza de los súcubos. Se abría de piernas sin reservas en aras de la popularidad. Gamigin había alcanzado el rango 4 únicamente gracias a sus propios esfuerzos y planes, así que, para ella, Paimon no era más que una ramera con suerte. Sin embargo, lo que más le molestaba era el hecho de que esta ramera fuera también una de las amantes de Dantalian.
‘A pesar de que trató de matarlo al principio. Ella debió haber ofrecido rápidamente su cuerpo una vez que estuvo en desventaja. Era evidente.’
El corazón de Gamigin ardía de rabia. El hombre que se había apoderado de su afecto no se conformaba sólo con ella y tendía la mano a otras mujeres. Desde la perspectiva de Gamigin, esto era algo que rebajaba mucho su valor.
‘Probablemente no estaría mal darle una lección una vez.’
Gamigin sonrió alegremente.
- ¿Entonces? ¿Vas a castigarme?
- ¡Seguiré las leyes del Imperio y te denunciaré!
- Vaya, qué miedo. ¿Las leyes del Imperio? Un débil Señor Demonio como yo no puede controlarse adecuadamente bajo semejante terror.
Gamigin levantó el brazo derecho. Un círculo mágico dorado apareció en el aire.
- ¿Pero sabes qué, señorita Paimon la Justa?
Chasqueó los dedos. La cabeza de un guardia explotó. Era el hombre que antes se había referido a Gamigin como duquesa.
- ¡Aahhhh!
Las criadas gritaron. La sangre se esparció por todas partes. El cadáver sin cabeza se tambaleó un momento antes de desplomarse. Algunos de los demonios cayeron al suelo aterrorizados. Los demás intentaron huir rápidamente. Probablemente se debía a su excelente instinto de supervivencia, pero, en este caso, no tuvieron suerte. Sus cabezas también explotaron en el momento en que estaban a punto de salir de la sala.
- ...
Paimon se quedó boquiabierta. Ese shock no tardó en convertirse en ira.
- ¡¿Qué has hecho...?!
- ¿Hm? Simplemente actuaba de acuerdo con las leyes del Imperio.
Gamigin apretó el dedo contra su mejilla.
- Para acusar a alguien por encima del rango de conde, necesitas 3 testigos que sean al menos seminobles. Puede que tú seas capaz de llenar un puesto, pero ¿y los otros dos?
El rostro de Paimon palideció. Debido a la repentina muerte de 3 personas, ahora sólo quedaban 6 en el pasillo. Las criadas y los guardias podían ser tratados como semi-nobles ya que trabajaban en el palacio, pero la razón por la que Gamigin estaba sacando esta ley...
- Estaría bien que pudieras proteger a los 6.
Le decía a Paimon para intentar detenerla. Con un movimiento de muñeca, una de las criadas que estaba en el suelo fue decapitada. Gamigin ladeó la cabeza.
- ¿O fueron 5? Jeje.
- ...
Paimon rechinó los dientes. Ella no trajo ninguna medicina mágica con ella porque tenía prisa. Eso fue un error. Nunca pensó que la otra parte respondería tan drásticamente. Dio un paso adelante y se interpuso entre los demonios y Gamigin. Después de todo, no podía hacer otra cosa.
- Ya has perdido todos tus increíbles poderes mágicos. ¿Con qué descaro pretendes darme una lección? ¿Hm, Paimon? Tengo verdadera curiosidad.
- ...
- Pensar que la única forma que tienes de castigarme es por medios legales. ¿No te da vergüenza?
Gamigin chasqueó los dedos. Una afilada hoja de viento fue enviada volando hacia una criada. Justo antes de que la cabeza de la sirvienta se partiera en 8 pedazos, Paimon levantó la mano derecha. El viento fue directo a su antebrazo.
- ¿Eh?
Gamigin dejó escapar inconscientemente un sonido de desconcierto. La sangre se esparció por el aire. El brazo fortalecido por la magia no estaba cortado, pero la herida era profunda como si hubiera sido cortada por una cuchilla. Paimon cerró la boca con fuerza mientras su cuerpo era atormentado por el dolor.
- No me digas... ¿sólo vas a soportarlo con tu cuerpo?
- ...
Paimon miró a Gamigin en silencio. Detrás de sus ojos rojos persistía un nivel de resolución. Gamigin no pudo contenerse al ver esto.
- ¡Jajá, jajaja! ¡Increíble! ¡Esto es una obra maestra!
- ...
- ¡La gran Paimon! ¡La Señor Demonio que una vez fue titiritero del Ejército del Señor Demonio! ¡Ha caído tan bajo que tiene que bloquear la magia con su propio cuerpo para proteger a unas cuantas doncellas! Jajaja.
Gamigin se sujetó el estómago mientras reía. La rabia que le atenazaba el corazón desapareció. Le invadió una refrescante sensación de satisfacción. Gamigin se esforzó por recordar la última vez que se sintió así de satisfecha. La tensión que había acumulado sin darse cuenta durante todo este tiempo había desaparecido en un instante.
Debió de reírse demasiado alto, ya que Gamigin había conseguido de algún modo su objetivo original.
- Dios mío, ¿ha pasado algo entretenido?
Dantalian se había acercado desde el otro lado del pasillo tras oír su voz. Él se detuvo a medio camino mientras echaba un vistazo a la sala. Había cinco cadáveres sin cabeza esparcidos por el suelo y el brazo derecho de Paimon estaba hecho un desastre. Dantalian asintió.
- Este no es un lugar apropiado para que las damas se peleen.
- Ajá, jaja... Todo esto es porque has salido tarde, Dantalian.
Gamigin levantó la espalda mientras miraba a Dantalian.
- Hubiera sido mucho mejor si hubieras salido antes.
- Parece que no puedo estar solo ni un momento. Apenas he regresado del frente de la Mancomunidad Polaco-Lituana con nuestros ejércitos, y desde anoche viene gente a visitarme. Ay de mí.
Dantalian se encogió de hombros. El ceño de Gamigin se frunció al oír esas palabras.
- ¿Desde anoche?
- Sí. Barbatos y Paimon llegaron una tras otra. Es muy preocupante.
El corazón de Gamigin se enfrió al instante. Giró la cabeza para mirar fijamente a Paimon. Ella no estaba bien vestida. Gamigin pensó que simplemente había corrido hasta aquí con urgencia tras despertarse de su letargo. ¿Y si Paimon estuvo anoche con Dantalian? ¿Y si ésa era la razón por la que había venido sólo con una manta alrededor?
- ...
La ira que se había asentado se arrastraba lentamente de nuevo. Barbatos, ella podía entender. Dantalian creció en la Facción de las Llanuras y pudo triunfar gracias a ellos. Lo más probable es que estuviera obligado a ser leal a Barbatos. Sin embargo, ella no podía perdonar a Paimon. No podía dejar que esa puta se le adelantara. Lo que hizo que Gamigin murmurara.
- Aunque nunca me dijiste que habías vuelto.
Dantalian percibió la seriedad en su voz y frunció las cejas.
- ...Mm.
- Ayer no me dijiste que habías vuelto y, sin embargo, ¿Barbatos y esta zorra lo sabían? ¿Cómo? ¿Por qué?
- Gamigin, cálmate. Simplemente había cosas de las que tenía que ocuparme primero.
- Acostarte con esta puta debía de estar en esa lista de cosas de las que ocuparse, ¿eh?
Gamigin se rio fríamente. Dantalian dejó escapar un suspiro.
- Gamigin, mira. No seamos infantiles. Tienes tendencia a explotar con demasiada facilidad. Simplemente estaba un poco ocupado. No te ignoré deliberadamente.
Gamigin gritó mientras señalaba a Paimon.
- ¡Pero lo hiciste! ¡Esa zorra lo sabía, pero yo no! ¡Habría seguido esperando como un idiota si no hubiera puesto ojos en el palacio! ¿Cómo puedes intentar fingir ignorancia cuando es tan descaradamente...?
Paimon interrumpió la conversación. Tenía una sonrisa desagradable en su rostro.
- Sí. Me lo dijo de antemano Dantalian.
- Espera, Paimon. ¿Qué estás diciendo ahora?
Dantalian entró en pánico mientras intentaba detenerla. Sin embargo, Paimon se acercó a Dantalian y apoyó su cuerpo contra su brazo. Ella levantó deliberadamente una comisura de los labios como si se estuviera burlando de Gamigin.
- También mantuvimos una profunda conversación durante toda la noche. ¿Te imaginas dónde me desperté por la mañana?
- ¡Tú...!
- Yo soy diferente a ti, Gamigin. No tengo por qué aferrarme a él.
Ahora estaba a kilómetros de tener cualquier pensamiento racional. Gamigin disparó una serie de aspas de viento. Hacia la cabeza de Paimon.
Si encuentras errores déjanos las correcciones en un comentario abajo, servirán para mejorar la calidad de la serie.