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viernes, 23 de agosto de 2024

DD - Capítulo 361

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Capítulo 361
La Segunda Guerra del Crisantemo (II)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Calendario continental: Año 1512, Mes 5, Día 15. El ejército imperial comenzó a cruzar la cordillera más escarpada del mundo. Aún no se habían reunido las 30.000 tropas. Los capitanes mercenarios sugirieron que emprendiéramos la marcha tras esperar un mes. Sin embargo, Laura, nombrada comandante suprema, negó con la cabeza. - ¿Dónde está tu lugar de nacimiento? - Por supuesto, sería Helvética, general. - Sí, y en estos momentos nos dirigimos a Helvética. ¿Necesita un guía para volver a su lugar de nacimiento? Laura recogió y se puso el casco. Llevaba una armadura vieja y desgastada como la de un soldado raso. El castigo que recibió para servir en la guerra como plebeya por torturar arbitrariamente a Daisy seguía vigente. - ¡Díselo a los soldados que aún no se han reunido! Nos encontraremos en Lugano. La ciudad de Lugano estaba situada al final de la cordillera de los Alpes. También era la puerta de entrada a Cerdeña desde la Helvética. Laura sonrió con satisfacción a los capitanes mercenarios que parecían nerviosos y sin habla. - Soy del reino de Cerdeña, del que se burlan por ser débil. Lo más probable es que les resulte vergonzoso proclamarse ciudadanos de Helvética si atraviesan las montañas más tarde que yo. Tras pronunciar esas palabras, Laura abandonó la tienda. Parecía que realmente tenía la intención de iniciar su avance. Los capitanes mercenarios se quedaron tan estupefactos que se giraron para mirarse unos a otros. Los enanos y los elfos, que normalmente estaban peleándose, tenían ahora la misma expresión de preocupación en sus rostros. - No iremos de picnic, ¿verdad? - No estoy seguro de que esté bien movilizar así a nuestras tropas... Los capitanes se giraron cuidadosamente para mirarme. Yo participaba en esta expedición como embajador plenipotenciario del Imperio de Habsburgo. Laura dirigiría las tropas y acabaría con el enemigo mientras yo iba detrás de ella. Así se dividían nuestros papeles. Por supuesto, ella era más alta que yo en términos de rango en la corte, pero los capitanes mercenarios consistían en enanos y elfos, por lo que involuntariamente me obedecían más a mí, un Señor Demonio, que a Laura, una humana. Ella era la comandante suprema, pero era como si yo gobernara desde atrás. Los capitanes me suplicaban con la mirada que la detuviera. - ¿Esto está bien, Alteza? - La duquesa Laura de Farnese es la comandante suprema de este ejército. Yo no soy más que un conde palatino que ha sido enviado por el Imperio. No soy más que un extraño. Simplemente haz lo que se te dice. ¿O acaso temes llegar más tarde que la Duquesa? No sabía que la gente de Helvética tuviera tan poca confianza en su capacidad excursionista. Los capitanes fruncieron el ceño. Reírse del regionalismo de alguien podía ser algo inmaduro, pero siempre resultaba efectivo. En realidad, era tan efectivo como inmaduro. Los capitanes mercenarios pusieron cara de disgusto ante mí mientras gritaban unánimemente. - ¡La Comandante Supremo llegará una semana más tarde que nosotros! El contenido de esta reunión fue compartido con todos los demás grupos de mercenarios. Los capitanes mercenarios se calentaron rápidamente por la burla. Los cuales estaban repartidos por todo el continente aceleraron el paso, no queriendo llegar más tarde que la Comandante Supremo. Desde la perspectiva de los mercenarios de Helvética, que se jactaban de la fuerza que desarrollaban en lo alto de las montañas, ser más lento que una simple “paleta de Cerdeña” sería una enorme afrenta para ellos. Día 30 del 5º mes. Un total de 26.910 de los 27.542 mercenarios helvéticos lograron reunirse en Lugano. Había pasado exactamente medio mes desde que Laura pisó los Alpes. En sólo una semana, los mercenarios se habían reunido con éxito en el escarpado terreno de la cordillera. Se trataba de una velocidad sin precedentes. Cierto grupo de mercenarios consiguió llegar hasta aquí desde la República de Batavia. Al parecer, utilizaron magia de teletransporte para transportar primero su equipo pesado antes de pedir prestados unos burros a un pueblo y correr hasta aquí. Probablemente les costó unas cuantas miles de monedas de oro comprar los pergaminos mágicos y los burros, pero fue una clara muestra de su indomable voluntad. Laura elogió a los mercenarios. - Como era de esperar, los mercenarios helvécios están en otra liga. Intendente, tome esto. Laura entregó un papel al oficial de suministros. El cual recibió el trozo de papel que tenía escrito el idioma imperial y ladeó la cabeza confundido. - ¿Qué es esto, comandante? Laura sonrió ampliamente. Era una sonrisa capaz de enamorar a cualquiera. - Es un permiso por escrito para utilizar los suministros de nuestro ejército tanto como desee. Intendente, llévese a su regimiento y recorra Lugano comprando la cerveza y el vino de mejor calidad que pueda encontrar. Informen a los soldados que yo, su comandante, he caído por el valor de los helvécios. Este es un regalo de mi corazón, por lo que les permito emborracharse hasta saciarse. - ¡Como ordenes! Los capitanes mercenarios respondieron enérgicamente. La comida y el alcohol fueron entregados en carros a los soldados que habían llegado aquí tras una agotadora marcha. Los soldados estaban confundidos al principio, pero una vez que se les dijo la razón, todos celebraron. - ¡Salud a la duquesa de Farnese! Los mercenarios podían recibir grandes salarios, pero más de la mitad de su paga iba directamente a gastos de alimentación. También tenían que comprar y administrar su equipo con su propio dinero, así que en realidad no recibían mucho teniendo en cuenta que el trabajo que hacían ponía sus vidas en peligro. El alcohol que bebían normalmente estaba al nivel del vino que sabía a agua con vinagre y de la cerveza que podía compararse al pis de caballo. Además, normalmente esto sólo era posible después de ganar una batalla y de que su jefe decidiera elogiarlos al día siguiente. Sin embargo, antes de que empezara la batalla ya se estaba sirviendo un buen barril de alcohol. Era de suponer que empezarían a celebrar. Naturalmente, la conversación de los soldados sobre la bebida giraba en torno a su bella comandante suprema. Laura había cruzado los Alpes al frente de miles de soldados. Mientras lo hacía, vestía la misma ropa que los soldados, comía la misma comida que los soldados y dormía en el mismo lugar que los soldados. Los soldados que habían viajado con Laura durante las últimas semanas se emocionaban al relatar su viaje. Miles de soldados hablaban de su viaje al mismo tiempo. Las noticias sobre las acciones de Laura se extendieron por todo el ejército en un instante. Los mercenarios ya le tenían a Laura simpatía gracias al alcohol, pero en cuanto se enteraron de sus logros, la colmaron de elogios sin vacilar. Tras una sola noche, Laura se había ganado el corazón de los obstinados y rebeldes mercenarios. Sin embargo, la verdadera obra maestra tuvo lugar al día siguiente, cuando los 500 mercenarios reclutados, que no habían llegado en la fecha prometida, se dirigieron por fin a Lugano. Los demás mercenarios les abuchearon. - Si nos rigiéramos por la ley militar, podríamos condenarlos a muerte por no llegar a tiempo. Con los 30.000 soldados restantes observando, Laura llamó al responsable. Un general enano, con un parche en el ojo derecho, dio un paso al frente. - Las leyes militares son estrictas. ¿Entiendes lo que has hecho mal? - Sí, Alteza. Aceptaré cualquier castigo. El enano se inclinó respetuosamente. Parecía como si ya se hubiera resuelto. - Te daré una oportunidad para defenderte a ti y a tu regimiento. ¿Por qué han llegado tarde? - Nos retrasamos porque teníamos heridos que requerían apoyo. Laura asintió con la cabeza. - Quítate los zapatos. Fue una orden brusca, pero el enano no la cuestionó en absoluto. Se quitó las capas de sus zapatos de cuero, revelando sus antiestéticos pies enanos. El número de ampollas en sus pies era espantoso. En ese momento, los mercenarios entraron en pánico al ver lo que Laura hizo a continuación. - ¡No! - ¡Su Alteza! Laura no dudó en arrodillarse y besar la parte superior de los pies del enano. Esta era Laura de la que estábamos hablando, alguien a la que podía referirte con confianza como la persona más bella del continente. No sólo era un enano, una raza conocida por su aspecto poco agraciado, sino que el lugar que besaba era el pie, considerado por muchos como la parte más sucia del cuerpo. Los capitanes y soldados que observaban desde un lado estaban obviamente sorprendidos, pero eso no podía compararse con el desconcierto que sintió la persona en cuestión que recibió el beso en el pie. Todo su cuerpo se quedó helado, incapaz de detenerla. Laura se levantó y miró a los demás soldados. - A pesar de haber perdido la fecha de reclutamiento, este hombre vino aquí en lugar de convertirse en desertor. Fue leal a mi mando a pesar de saber que sería castigado por la ley militar. Los soldados que sólo luchan esperando una recompensa son comparables a una turba, mientras que los soldados que aceptan de buen grado el castigo son élites. Este hombre podría haber evitado el castigo tratando a sus heridos como desertores y precipitándose aquí sin ellos. Sin embargo, no sólo no abandonó a sus subordinados y camaradas, sino que tampoco huyó de la ley militar. ¡Soldados de Helvética! Nunca he visto guerreros con este nivel de lealtad y devoción a los camaradas y a la ley militar como ustedes. Alguien lanzó una ovación. Esa ovación se extendió como una plaga y pronto hubo 30.000 soldados celebrando al unísono. El general del regimiento enano estaba tan conmovido que se puso de rodillas y se inclinó ante Laura. En ese momento, ella se convirtió en uno con sus soldados en el sentido más verdadero. Normalmente, una desventaja de los mercenarios es el hecho de que cada regimiento tiene un estilo diferente. Pueden ser soldados de infantería similares, pero un grupo puede preferir usar lanzas mientras que otro prefiere usar una combinación de espadas y escudos. Son poderosos individualmente, pero es difícil utilizarlos en armonía debido a lo mucho que difieren sus personalidades. Laura resolvió este problema mediante la confianza. Se ganó el corazón de los capitanes y los soldados. Desde el más básico deseo de alcohol hasta la comprensión y el reconocimiento de su orgullo, consiguió sus corazones a través de estos métodos. Ahora, se lanzarían de buena gana a campos de batalla desconocidos si Laura se lo ordenara. Permanecerán leales a un superior que comprenda su camaradería y su orgullo como mercenarios. Siempre y cuando Laura no los traicione, claro está. 2 días más tarde, Laura dio una orden después de que todos descansaran más que suficiente. - ¡Muestren las habilidades de los montañeses a esa gente de las llanuras! Aunque la propia Laura era una de esas gentes de las llanuras, ninguno de los capitanes la cuestionó. La fuerza expedicionaria avanzó rápidamente. Al llegar a un río, vimos a algunos soldados de caballería de Cerdeña acampando al otro lado, como si hubieran previsto el avance. - No son muchos, Alteza. Son exploradores. - Atáquenlos inmediatamente. - ¿Perdón? Los capitanes se sorprendieron por la repentina orden de Laura de atacar. Mientras su expresión permanecía tranquila mientras desenvainaba su espada curva y le explicaba a los capitanes mercenarios.. - Si supieran que avanzaríamos por aquí, habrían establecido su base principal al otro lado del río, no un pequeño campamento para exploradores. El hecho de que su campamento principal no esté aquí significa que sólo tienen una idea aproximada de por dónde llegaremos. Los enemigos aún no saben que hemos llegado aquí. ¡Acabaremos con sus exploradores y avanzaremos lejos en territorio enemigo! ¡A la carga! Laura cargó sola hacia delante sobre su caballo antes de que los capitanes pudieran dar la orden a todos los regimientos. A los capitanes mercenarios les pilló completamente desprevenidos y la persiguieron desesperadamente. - ¡Boca los cuernos! ¡A la carga! - ¡Sigan a la Duquesa! ¡Maldita sea, no dejen que Su Alteza se quede sola! - ¡A la carga! ¡Todas las tropas, avancen! Las cornetas hicieron sonar sus cuernos a toda prisa. - ¡Vaya! ¡Su Alteza va primero! - ¡No se queden atrás, enanos! Gritaron los soldados mientras cruzaban el río. El cual era estrecho, pero las zonas profundas llegaban hasta la cintura de los enanos. Las 2.000 unidades de vanguardia cargaron resueltamente a través del río. No había formación. Laura y los capitanes mercenarios iban en cabeza mientras el ejército cargaba hacia delante en forma de triángulo invertido. Su carga fue absurdamente temeraria. Esto marcó la primera página de la segunda Guerra del Crisantemo.

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