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martes, 22 de julio de 2025

BC - Volumen 3 Capítulo 13


Capítulo 13
Aumentando Las Apuestas
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
Tigu bostezó cuando comenzaron los últimos combates. La persona que vio su piedra en blanco fue empujada casi distraídamente fuera del escenario por el Guapo, quien parecía sumido en sus pensamientos, con su rostro todavía un poco rojo, aunque constantemente miraba furtivamente a Tigu. Ri Zu no explicó por qué no debía llamarlo “Guapo”, sólo que era inapropiado. Tigu se encogió de hombros y miró a su alrededor. Todos los Pétalos habían superado el primer encuentro y se veían muy satisfechos de sí mismos junto a la Hoja de Hierba. Se escuchó un grito de la multitud cuando el ruidoso, Zang Wei, se movió de repente y el hombre que lo había estado golpeando salió volando del escenario. Jadeaba con fuerza, pero logró levantar los brazos en señal de victoria. El gong sonó, y se ordenó a los combatientes que se alinearan de nuevo, aunque los perdedores fueron separados. Algunos tenían lágrimas en los ojos. Otros estaban encorvados y con aspecto cansado. Estaban heridos y golpeados. Pero algunos de los combatientes derrotados aún conservaban la fortaleza de espíritu. Tigu no sabía exactamente qué sentir por ellos. Una gran parte de ella se burlaba de su debilidad. Otra parte, una que había ido creciendo constantemente durante su tiempo en forma humana, sentía una extraña compasión. Sabía lo que era ser derrotada una y otra vez. Los participantes se situaron detrás de uno de los hombres de velo, que los condujo fuera de la arena entre vítores y abucheos. “¡Denle las gracias a los vencidos!” Tronó la voz, y la multitud empezó a zapatear. “¡Y todos los que estén en las gradas, siéntense y prepárense!” El gong empezó a sonar. Cada golpe estruendoso hacía vibrar todo el estadio. Entonces se oyó un extraño chirrido y todo el estadio se estremeció. Algunos competidores se tambalearon. El suelo retumbó. La montaña gimió... Y la Arena Terrenal comenzó a elevarse. “¡Tiren!” Gritó la multitud. Sonó el gong y volvieron a subir poco a poco. “¡Tiren!” Otro estremecimiento. La multitud dio pisotones. “¡Tiren!” Todo el estadio gimió… Y ni un solo crujido o sonido de roca cayendo resonó mientras la Arena Terrenal se elevaba. “¡Tiren!” Rugieron por última vez. Se oyó un sonido estremecedor y chirriante. La arena dejó de moverse, algo se atascó bajo sus pies. “¡Denle gracias a los Maestros! ¡Denle gracias a los vencidos!” Tronó la voz. “¡Porque con su fuerza se alza la gran arena!” Tigu, esta vez, aplaudió junto con el resto de la multitud. ¡Fue realmente emocionante! El hombre se aclaró la garganta cuando los derrotados entraron. Estaban sudados y con aspecto exhausto, la mayoría de ellos se habían quitado sus camisas, mientras se alineaban una vez más. Algunos parecían confundidos cuando les dieron agua y varios de los ayudantes les secaron el sudor con toallas. Claramente no esperaban nada más que burlas por ser derrotados. “Y ahora, honorables combatientes e invitados, con la Primera Ascensión de la Arena Terrenal, ¡revelaremos las alineaciones!” Retumbó la voz una vez más. El aire sobre la arena cobró vida y se volvió borroso. Tigu se frotó los ojos mientras, lenta y vacilante, se formaba una imagen gigante. Desapareció por unos breves segundos antes de volver a formarse. Luego, giró en espiral formando un orbe gigante, mostrando nombres y líneas que se dirigían hacia el centro. Tigu hizo pucheros. ¡Estaba en el lado opuesto de la Hoja de Hierba! ¿De verdad tendría que esperar tanto para divertirse? Su siguiente oponente era alguien de ese lugar del Gran Barranco. Ella sacudió la cabeza mientras la multitud continuaba aplaudiendo. “Ahora, ¡mañana es la Colina del Tormento, y también habrá una subasta en los salones de la Compañía Comercial Jade Azur! ¡Los combates se reanudarán en dos días, a la misma hora que comenzaron hoy! ¡Llegar tarde es motivo de descalificación!” Con esto, los despidieron. Había otra habitación en la ladera de la montaña, una con una escalera de caracol, por la que la guiaron hasta que regresó a la calle. Ella salió junto con el resto de competidores a través de las puertas; una vez que pasó, bostezó nuevamente, estirándose, mientras el resto de ellos le daban un amplio margen de salida. ‘¿Y? Ganaste tu primer combate. ¿Era lo que esperabas?’ Preguntó Ri Zu. "No realmente", respondió Tigu. Pateó el suelo y luego se dirigió a la otra entrada. Supuso que era agradable tener gente diferente con quien luchar. Pero no era nada especial. "Ojalá la Colina del Tormento mañana sea divertida.” Suspiró, mirando al cielo. Sus condiscípulos le habían dicho que la encontrarían allí después del encuentro. Apenas esperó un par de minutos cuando oyó un pequeño alboroto en un callejón cercano. Dos personas se gritaban, y sonaba bastante agresivo. “¿Debería ver qué es eso?” Preguntó. ‘Supongo’ chilló Ri Zu, sacando su pequeña nariz y levantándole una ceja hacia Tigu. “¡Esta vez no voy a correr! ¡Vuelvo enseguida!” Dijo Tigu, más para sí misma que para Ri Zu, quien le rodó los ojos. Tigu avanzó hacia los gritos. Un hombre de aspecto harapiento y su grupo rodeaban a Zang Wei, quien les devolvía la mirada. Tigu recordaba al hombre peleando, pero todos sus amigos estaban en las gradas, y Tigu no creía que ninguno fuera cultivador. “Creo que podrías tener un pequeño accidente si no te retiras, muchacho. ¡Es por tu bien!” Dijo el líder con una mirada lasciva. Los ojos de Zang Wei se entrecerraron. “¡Bueno, quizá sufras un accidente!” Tronó, adoptando una postura marcial. ¿Por qué peleaban? ¿Acaso no—? Tigu recordó que Zang Wei pasó la página hasta el final y firmó la hoja, sin leerla en absoluto. ¡Qué tontería! Tigu frunció el ceño ante la escena y debatió dejarlos continuar, pero finalmente suspiró y decidió hablar. “Eso los descalificará, tontos”, dijo ella, irritada. Todos hicieron una pausa. El hombre harapiento se giró bruscamente, con una mueca en el rostro, antes de alejarse un poco mientras Tigu salía de entre las sombras. Agitó la mano rápidamente, y su grupo dejó de rodear al ruidoso Zang Wei. “Siempre hay que actuar con rectitud. Pelear fuera de los límites establecidos conllevará la descalificación inmediata. ¿Ninguno de ustedes leyó los formularios que nos hicieron firmar?” Preguntó. Ambos palidecieron, luego se miraron y luego volvieron a mirarla. "Yo, eh, no sé leer", murmuró el hombre de aspecto rudo. “Los caracteres de la corte son difíciles” coincidió Zang Wei. “Pero... Todos los demás lo firmaban, así que probablemente ¿todo estaba bien?” Es cierto que los caracteres de la corte eran difíciles, ¡pero eso no era excusa! Tigu se encogió de hombros. “Los competidores también reciben comida gratis de Chao Baozi”, dijo con suavidad. Ambos se animaron ante eso. “Un encuentro fortuito”, murmuró Zang Wei para sí mismo, antes de hacer una reverencia. “¡Gracias por ilustrarme, Hermana Hada! ¿Me harías el honor de cenar conmigo?” Preguntó alegremente. “¡Oye! ¡No, come con nosotros, hermana mayor!” Intentó el hombre harapiento. “La Pandilla de la Camada te debe, ¿sí?” “No. Sigan con lo suyo, Ruidoso, Trapos” respondió ella, decidiendo los nombres de ambos. Satisfecha su curiosidad, empezó a alejarse. El hombre de aspecto rudo balbuceó, mientras los hombres detrás de él parecían un poco ofendidos. “¡Mira eso, horrible Trapos, asustaste a esa belleza helada!” “¡Ja, maldito ruidoso! ¡Te voy a meter los dientes en la garganta en el escenario!” Gruñó el otro. “¡Agradece que interfirió y que estas reglas son una tontería!” Tigu miró hacia atrás. Estaban discutiendo entre sí mientras viajaban en la misma dirección, el grupo de personas seguía detrás de ellos. Encogiéndose de hombros, regresó al lugar de encuentro, justo a tiempo para que sus condiscípulos doblaran la esquina. “¿Dónde está la Hoja de Hierba?” Preguntó. "Le dijeron que llevara al resto de los estudiantes directamente a la mansión", dijo Yun Ren. "Así que todos irán allí, aunque tenemos algo de tiempo libre, si quieres.” Tigu asintió. “En Chao Baozi me dan comida gratis”, les dijo. Ambos hermanos comenzaron a acariciarse sabiamente sus barbas imaginarias. “Nunca rechaces la comida gratis”, dijeron al unísono, y se pusieron en marcha. “¿Y qué le dijiste al tipo del martillo?” Preguntó el discípulo Gou Ren mientras caminaban por las calles hacia el restaurante. “¿Oh? Dije que vería al Guapo más tarde”, dijo, ignorando el repentino ataque de tos de Gou Ren y el regreso de la risa estridente de Ri Zu. "¡Tiene músculos y pecas muy bonitas, y me gustaría tallarlo!" Yun Ren la miró fijamente y luego se echó a reír, alborotándole el cabello. Tigu todavía no entendía qué era lo divertido en eso. Ellos siguieron molestándola por un largo tiempo, incluso durante la cena. Era molestoso, pero al menos los bollos de carne eran buenos. Se sintió bastante bien luego de comerlos. ¡Tendría que venir mañana! Como habían dicho sus condiscípulos, ¡la comida gratis era irreprochable! Regresaron al complejo de la Espada Verdeante, y Tigu se quedó dormida. Se preguntó qué pensaría su Maestro. Y qué estaría haciendo ahora mismo. ¡Seguramente se lo estaban pasando muy bien!
❄️❄️❄️
Bi De se encontraba en el frente del gran gallinero-fortaleza itinerante mientras este avanzaba lentamente por el camino hacia la Ciudad del Lago de la Luna Pálida. El viento acariciaba sus plumas mientras una canción flotaba en la brisa. Tonos firmes y vibrantes emanaban del "Ban Jo" de su Gran Maestro mientras estaba sentado sobre el arroz. Tarareaba una melodía que solo él conocía, con un sombrero de paja calado hasta los ojos y una espiga de grano en la boca. Miantiao estaba a su lado, tomando el sol sobre las bolsas de arroz cubiertas con lona. Su Gran Maestro había estado de un humor extraño desde que partieron. Mitad nerviosismo, mitad emoción. Parecía convencido de que algo extraño o malo ocurriría en el camino, con la mirada buscando algún peligro oculto. Fue tal que Bi De había redoblado su vigilancia, volando alto y dando vueltas por la noche, buscando cualquier cosa que pudiera causarle tanta angustia a su Gran Maestro. Pero a medida que transcurrían los días, su Gran Maestro logró relajarse. Respiraba para calmarse por la mañana y dedicaba más tiempo de lo habitual a sus estiramientos matutinos, pero su ánimo mejoró. Su Gran Maestro levantó la mano en señal de saludo al ver que otra carreta venía en dirección contraria. Sus ocupantes, con los ojos abiertos de par en par, observaban la suya con incredulidad. Uno de los hombres mayores miró su botella con preocupación antes de negar con la cabeza e ignorarlos cuidadosamente. El Gran Maestro de Bi De carcajeó mientras seguía tocando su instrumento. "¿Estás bien ahí abajo?" Preguntó, incorporándose y mirando hacia el frente de la carreta. '¡Claro que sí!' Jadeó Yin mientras tiraba de las cuerdas, tirando de ellas hacia adelante. '¡Es un buen entrenamiento de fuerza para la revancha contra la Hermana Mayor!' Exclamó la coneja entusiasmada. Su Gran Maestro asintió. "Bueno, cuando quieras parar, avísame. No quiero que te hagas daño", dijo, antes de recostarse de nuevo. Parecía bastante sorprendido cuando Yin le pidió tirar de la carreta esa mañana. El Gran Maestro de Bi De obviamente tenía la intención de llevarlos en brazos todo el camino. Y aunque Yin era obviamente mucho más lenta que su Maestro, lo permitió. Su Gran Maestro finalmente retomó el control, tras regañar a una Yin jadeante por esforzarse demasiado. No era tanto el peso como la torpeza con la que arrastraba la carga. Su mano alborotó el pelaje de la coneja, y ella se reclinó alegremente ante el tacto, riendo levemente. El Maestro de Bi De sacudió la cabeza y luego emprendió el camino a un ritmo más rápido. Yin lo miró fijamente mientras se acomodaba junto a Miantiao. Se giró hacia Bi De con una mirada cálida. ‘¡Gracias por traernos, Bi De!’ Exclamó. Bi De le sonrió mientras seguían adelante. Poco después se detuvieron para pasar la noche. Su Gran Maestro se estiró y bostezó. "Se está haciendo un poco más pesado", murmuró, levantando la carreta a modo de prueba. Sin embargo, no parecía demasiado preocupado. Les preparó la comida antes de quedarse dormido encima de los sacos de arroz. Bi De se disponía a unirse a él cuando notó un movimiento en el bosque. Entrecerró los ojos y fue a investigar, con Yin a su lado. "Entra y sale rápido, ¿sí?", Afirmó una voz con seguridad. “¿Estás seguro? ¿Cómo lo trajo aquí? ¡No tiene bueyes!” “¡No importa, llamaremos al resto de los chicos!” "Pero y si él es... Ya sabes.” Murmuró el hombre nervioso. "¿Qué? ¿Un cultivador? ¡No viajan por estos caminos!" Se burló el otro. Bi De ya había oído suficiente. Tosió cortésmente mientras Yin sonreía radiante. Ambos hombres se dieron vuelta. Luego se detuvieron, mirándose incrédulos. Hubo un momento de silencio. "¿Eh? ¿Un pollo?" Preguntó el más asertivo. “¿Y un conejito?” Murmuró el otro. Hubo un breve momento de violencia. El menos asertivo se apresuró a conducirlos hasta sus camaradas. A la mañana siguiente, el Gran Maestro se quedó mirando fijamente la pila de hombres que gemían. Tomó aire y lo dejó escapar. “Buen trabajo” dijo y rascó detrás de las orejas de Yin. Al día siguiente llegaron a las puertas de la ciudad.

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