Capítulo 397
Una Noche Lluviosa (VI)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Camine tan rápido como pude. Cogí una silla cercana y la golpeé contra el suelo varias veces. No tenía ningún objetivo al realizar tal acción, sólo realizaba el movimiento repetitivo de balancear algo. La silla era robusta, ya que estaba hecha de madera de alta calidad. Debió ser capaz de soportar cientos de golpes sin romperse. Pero, la silla no aguantó ni 20 golpes antes de romperse.
‘Todas las cosas pueden romperse con facilidad.’
Alargué la mano hacia la espada ornamental de la pared. No tardé en desenvainarla y empezar a blandirla salvajemente.
‘Los seres vivos pueden morir con facilidad y las cosas sin vida pueden romperse con facilidad.’
Las plumas se esparcieron por el aire cuando me abalancé sobre la cama. Plumas, muchas plumas descendieron desde arriba. Algo cayó con estrépito. Antes de darme cuenta, la empuñadura de la espada se me había escapado de la mano. En el mismo momento, la fuerza de mis piernas cedió y caí de rodillas como una marioneta a la que le hubieran cortado los hilos. Las plumas me rozaron el pecho, las mejillas y las palmas de las manos.
- ...
Pude distinguir la débil silueta de un individuo más allá de las plumas que cegaba mi visión. De pie, a lo lejos, estaba Daisy, con su atuendo negro, su pelo negro y sus ojos tan oscuros como un par de pozos.
- No digas ni una sola palabra.
Daisy se acercó lentamente a mí. Agarré la espada que había caído al suelo. Planeaba apuñalarla en el corazón si se atrevía a decir algo ridículo. Era un pensamiento irracional, pero me encontraba en un estado mental inestable. Daisy era básicamente comparable a un héroe ahora, pero no podía tomar represalias contra mí.
‘Adelante. Trata de decir algo sarcástico. Te apuñalaré en un...’
Pop, un sonido claro sonó. Ella había sacado el corcho de una botella de vino que sostenía en sus brazos. Sostuvo la botella boca abajo por encima de mi cabeza y, naturalmente, el vino se derramó sobre mi cabeza. El vino fluyó por mi pelo y mi mandíbula. El líquido rojo me empapó la cara, la ropa, el suelo y las plumas que estaban esparcidas a mí alrededor. Durante todo esto, Daisy siguió mirándome con indiferencia.
La botella no tardó en vaciarse. Una vez lo estuvo, Daisy fue a coger otra botella del almacén de vinos de la habitación. Pop, el sonido de un corcho siendo sacado resonó de nuevo, seguido por el contenido de la botella vertiéndose sobre mi cabeza otra vez.
1, 2, 3, 4 veces. No fue hasta la décima botella que Daisy se detuvo. El suelo estaba empapado de rojo.
- ¿Se ha calmado, padre?
- ...
- Esta es aproximadamente la cantidad de sangre que perdí durante la operación de grabado del corazón.
Me burlé. O tal vez, era más como si estuviera dejando salir el aire de mis pulmones.
- Fue sólo un tercio de esto.
- Ya que tienes la costumbre de exagerar 1 cosa como 10, no sería exactamente mentira que yo inflara algo por sólo el triple.
Saqué un pañuelo del bolsillo, pero también estaba completamente empapado de vino. Al ver esto, Daisy me tendió un pañuelo blanco. Murmuré en tono pasajero mientras usaba el pañuelo para limpiarme la cara.
- Hay que matar a más. Tendré que matar mucho más que esto.
Me serené. Veía claramente lo que había que hacer y cómo había que hacerlo. Estaba tan claro que parecía dibujado ante mí. Normalmente, consultaría con Lapis para ver si un plan tiene algún agujero, pero esta vez estaba tan claro que no necesité ninguna consulta. Este será enteramente mi juicio.
- Daisy, llama a Paimon aquí.
- Entendido.
Daisy no parecía ni remotamente confundida mientras seguía mi orden. Me senté en mi cama en ruinas mientras esperaba a Paimon. La cual entró en mi habitación al cabo de unos 20 minutos. Debía de estar durmiendo, ya que iba en ropa de dormir.
- Por dios. ¿Dantalian?
Paimon se sorprendió nada más entrar en la habitación. Todos los muebles estaban destrozados y el suelo cubierto de fragmentos, plumas y vino. No era de extrañar que estuviera conmocionada.
- ¿Qué es todo esto? ¿Qué ha pasado aquí...?
- Barbatos me traicionó.
Sonreí débilmente.
- Barbatos, me traicionó.
- ...
Me pregunto cómo se vería mi expresión a los ojos de Paimon. Ella cerró la boca y se acercó a mí. Tomó asiento al borde de la cama y me estrechó cuidadosamente entre sus brazos.
- No pasa nada, Dantalian. Barbatos simplemente tiene una creencia diferente. De todas las cosas, tenía que ser una creencia completamente opuesta a la nuestra... Una creencia que el niño nunca puede abandonar. Sí, Barbatos es esa clase de Señor Demonio.
- Paimon...
- Juju, puede que tengamos que dar un paso atrás aquí.
Paimon dijo en un tono brillante. Probablemente estaba haciendo todo lo posible para sonar brillante. No era otra que ella quien debería haberse sentido peor porque la abolición de la esclavitud no se llevara a cabo. Sinceramente, no me importaba mucho si el sistema esclavista se abolía o no. Procedía en consecuencia porque había decidido soportar en silencio las creencias de Paimon en su nombre.
- Está bien si retrasamos un poco la libertad de los esclavos humanos. Si alteramos ligeramente las condiciones para liberar sólo a los esclavos demoníacos, estoy seguro de que la noción pasará sin problemas durante la próxima Noche de Walpurgis.
- Pero, Paimon, ¿de verdad estás de acuerdo con eso? Si eso ocurre, los archiduques empezarán a comprar esclavos humanos en masa. Los demonios serán liberados, pero los humanos sufrirán proporcionalmente a esa libertad. ¿Estás de acuerdo con eso?
Paimon respondió en un tono que sonaba como si estuviera reprimiendo algo.
- No. Es imposible que a esta señora le parezca bien. Pero esto es mucho mejor que la esclavitud permanezca intacta en su totalidad.
- ...
- Esta señora sabe que el mundo no cambiará de golpe. Aunque lo parezca, encontrará innumerables reformas y sacrificios detrás de las cortinas.
Paimon besó suavemente mi frente. Nuestros ojos se entrelazaron. Ella lloraba, pero aún tenía una sonrisa en los labios. Era una sonrisa triste.
- Dantalian, no somos eruditos que contemplan despreocupadamente la historia. Somos nosotros los que tenemos que cargar con su peso. Aunque sólo sea un paso, es un paso que no tenemos más remedio que dar. Ya que todos los demás se niegan a moverse...
- Aún podemos persuadir a los archiduques.
Miré directamente a los ojos de Paimon.
- Los esclavos humanos pueden estar permitidos oficialmente, pero podemos prohibirlo extraoficialmente.
- ¿Cómo haríamos eso?
- Paimon, tengo la intención de arreglar las cosas con los archiduques. Si prohibimos los esclavos demonios, las fuerzas de los archiduques se reducirán inevitablemente en un instante. En ese caso, simplemente tendremos que compensarles por ello.
Paimon ladeó la cabeza.
- ¿Qué tipo de compensación?
- Podemos distribuir entre los archiduques los territorios de los 6 Señores Demonio que purgamos anteriormente.
- ¡...!
Los ojos de Paimon se abrieron de par en par. Durante la purga anterior, habíamos eliminado a 6 Señores Demonio y 11 archiduques. Los 6 Señores Demonio poseían naturalmente tierras en el continente humano. En este momento, sus tierras han sido devueltas al Imperio de Habsburgo.
- Pero, Dantalian, los archiduques sufrirían menos pérdidas si les damos eso. En primer lugar, planteamos la abolición de la esclavitud para debilitar a los archiduques. Esto sería como poner el carro delante de los bueyes.
- De todas formas no era más que una justificación. Nuestro verdadero objetivo es abolir la esclavitud. Debilitar a los archiduques no era más que una justificación que utilizamos para convencer a las Facciones Neutral y de las Llanuras.
- Sí, por eso digo que los demás Señores Demonio se opondrán mucho a nosotros si intentamos repartir tierras a los archiduques.
- Lo mantendremos en secreto.
- ...
Paimon cerró la boca.
- No hay necesidad de decírselo a los otros Señores Demonio. Se trata de un intercambio no oficial. Si los archiduques aceptan nuestra propuesta y renuncian a tener esclavos humanos, les dejaremos la gestión de estos territorios. No tenemos que nombrarlos señores. Simplemente tenemos que asignarlos como señores apoderados.
Los ojos de Paimon se entrecerraron. Había un aire de seriedad tras ellos.
- En otras palabras... estás diciendo que debemos engañar a los otros Señores Demonio. Es un negocio peligroso, Dantalian. Si los otros Señores Demonio se enteran, nos criticarán mucho.
- Conozco una manera. Por favor, confía en mí.
Los 2 nos miramos en silencio. Poco después, Paimon asintió.
- Entiendo. ¿Qué tiene que hacer esta dama?
- Tendré que pedirte prestada tu “confianza” por un momento, Paimon.
Intercambiamos susurros mientras comenzaba la larga noche.
* * *
La noticia de la caída de la propuesta de abolición de la esclavitud se extendió en un instante. Los archiduques estaban perplejos. Ya habían sido firmemente amenazados por mí, así que creyeron que el asunto saldría adelante de forma natural. Lo más probable es que quieran saber cómo se desarrollan los acontecimientos.
Durante este momento, empezaron a circular rumores de que Barbatos y yo nos enfrentábamos intensamente.
“Recientemente, el Señor Demonio Dantalian prácticamente ha monopolizado la autoridad sobre el Ejército del Señor Demonio. Barbatos, disgustada por ello, expresó su queja a Dantalian y ambos acabaron en el cuello del otro...” Así era el rumor.
El rumor era erróneo en su mayor parte, pero tenía razón en lo esencial. Hubo una guerra fría entre Barbatos y yo. No la he visto bien desde que luchamos aquella noche. Hemos hablado a través de orbes de comunicación, pero eso fue todo. Incluso si nos encontrábamos en palacio, actuábamos como si no nos hubiéramos visto al pasar. Por lo tanto, el rumor parecía bastante creíble. Era cierto que Barbatos votó abiertamente en mi contra durante la Noche de Walpurgis, y también era cierto que actuábamos con más frialdad entre nosotros que antes.
Sin embargo, probablemente era difícil para los archiduques simplemente confiar en los rumores de inmediato. Ellos desconfían mucho de mí. Sería demasiado arriesgado para ellos confiar en un rumor que oyeron por casualidad. Sólo ha pasado medio año desde que más de 10 archiduques fueron purgados.
- Envía una carta de reconciliación a los archiduques.
Invité a los archiduques al palacio imperial. La razón era simple. Era para disculparme con ellos por haberlos amenazado personalmente la última vez. Los 15 archiduques que aún vivían enviaron sus respuestas. Si se eliminan todos los modificadores y sólo se mira el contenido de sus respuestas, resulta lo siguiente: “Acepto tus disculpas, pero no estoy dispuesto a ir al palacio imperial”.
Los archiduques dudaban, pues sospechaban que yo estaba tramando algo otra vez. Probablemente pensaron que estaba tramando eliminarlos a todos a la vez, como en la última fiesta de Año Nuevo. Probablemente era un sentimiento generalizado entre los archiduques: que podían confiar en los otros Señores Demonio, pero no en Dantalian.
En ese momento, el archiduque del Infierno de la Serpiente hizo una sugerencia. “Si la reunión se celebra en mi palacio en lugar del Palacio Imperial de Habsburgo, accederé encantado.”
Los demás archiduques aceptaron la propuesta. En otras palabras, me estaban diciendo que viniera a su campo de juego en lugar de hacerles venir al continente humano. Había una implicación aquí que decía: “Si quieres disculparte sinceramente con nosotros, entonces muestra tu sinceridad”.
Lo más probable es que algunos de los archiduques esperaran que me negara. Sin embargo, envié con gusto una respuesta aceptando su propuesta. Lo hice diciendo que, como persona que se disculpa, naturalmente debo esforzarme por mostrar mi sinceridad, y como Señor Demonio, no hay razón para que sea reacio a bajar al continente demoniaco.
Excepto que puse una condición. Les informé que iría con Paimon.
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