Capítulo 128
Un Largo Viaje (I)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Temprano por la mañana, antes incluso de que saliera el sol, el cielo ya era extremadamente brillante. Extrañas luces se entrecruzaban en el cielo, y de vez en cuando, grumos de niebla transparente flotaban hacia arriba, liberando rayos de luz multicolor, aportando una capa de resplandor puro y cristalino a los árboles y edificios del Valle del Palacio de Auburn. La mansión, normalmente tranquila, ya estaba rebosante de actividad a esa hora del día. Los vehículos se dirigían hacia la mansión en una corriente interminable, llegando desde todas las direcciones. Entraban uno tras otro por las grandes puertas de la mansión con lentitud, hasta el punto de que a veces se detenían temporalmente debido a su gran número. Los vehículos que esperaban para entrar eran de todas las formas y diseños. Había coches clásicos, limusinas alargadas que imitaban la época antigua, ¡e incluso un carruaje tirado por 4 caballos negros!
El camino que conducía a la mansión no era tan ancho, sólo lo suficiente para que 2 vehículos avanzaran uno al lado del otro. A ambos lados del camino se alineaban altos árboles centenarios, que en esta época del año ya no tenían muchas hojas. Sobre el camino liso descansaban algunas hojas amarillas, proporcionando a esta mansión escondida entre las montañas una sensación de tranquilidad. Este camino, a la sombra de los árboles, así como el jardín amurallado que se extendía a ambos lados, mostraban la poderosa fuerza y la historia de la familia Arthur. En los tiempos que corrían, poseer tantos árboles, flores y plantas ancestrales que habían sobrevivido por mera decoración era, naturalmente, algo escandaloso, y la protección diaria y el retraso de la mutación de estas plantas ilustraban la tecnología punta de la familia.
A las 8 en punto, todos los vehículos ya estaban estacionados en el espacio libre al lado de la residencia principal. En el comedor de la residencia principal, el desayuno ya había comenzado. Al final de la larga mesa del comedor, O’Brien, vestido con traje de etiqueta, estaba sentado solo en el asiento del anfitrión, concentrado en la comida de su plato de plata. Su cuerpo estaba perfectamente derecho, y no se apreciaba ni un solo defecto en sus movimientos, etiqueta o expresión. Aunque su rostro delicado y bonito no se correspondía con su respetada posición, su cuerpo ya empezaba a desprender un aura imponente. Al menos, cuando se sentaba en esta posición, nadie tenía la impresión de que O’Brien fuera demasiado joven. Sentados a ambos lados del comedor había una docena de hombres, cuyas edades oscilaban entre los 30 y más de 60 años. Comían igualmente en silencio y, de vez en cuando, intercambiaban algunas miradas. En el otro extremo, frente a la posición de O’Brien, había un anciano de aspecto imponente, de más de 50 años. Llevaba el pelo semiblanco meticulosamente peinado. Este anciano era el padre de Perséfone y O’Brien, Borriello Arthur.
3 sirvientas que no eran especialmente bellas, pero poseían sonrisas encantadoras y enternecedoras, se movían afanosamente de un lado a otro, repartiendo platos fragantes y de aspecto delicioso delante de las caras de todos. Al mismo tiempo, cambiaban ágilmente los platos que se habían utilizado anteriormente. El desayuno terminó puntualmente a las 8:20. Todos entraron en la sala de conferencias y se sentaron en el lugar que les correspondía. En el centro de la sala había una larga mesa ovalada, y como actual cabeza de familia, O’Brien se sentó naturalmente en el asiento principal, mientras que Borriello Arthur y los otros 17 se sentaron juntos. Lo que llamaba la atención era que había un asiento libre en la mesa de conferencias, que originalmente iba a ser el de Perséfone.
Era la reunión de ancianos de la familia Arthur. Normalmente, se reunían una vez cada 2 meses, y los que participaban solían ser los líderes de las ramas laterales de la familia Arthur u otras figuras importantes. Antes de que O’Brien asumiera el cargo de líder de la familia, ni siquiera reunía los requisitos para participar en esta reunión de ancianos. Por aquel entonces, el líder de la familia Arthur era Borriello, y la mayoría de los asuntos políticos y económicos los gestionaba Perséfone. Durante los 2 años que Perséfone estuvo a cargo de los asuntos políticos y económicos de la familia, el poder y la influencia de la familia Arthur se desarrollaron constantemente. Aunque no era tan rápido como el de la familia Morgan o William, la distancia no era tan grande. Para una mujer tan joven, esto ya era un logro muy notable. Durante estos 2 años de avance metódicamente organizado, los ancianos vieron calma, paciencia, valentía, gran eficiencia, rapidez en la toma de decisiones y otras cualidades sobresalientes. Ponía sus ojos en los objetivos a largo plazo, pero también prestaba atención a los detalles, además de tener la pericia necesaria para manejar una crisis peligrosa. Lo más digno de elogio fue el “Tridente de Poseidón” que reorganizó por completo durante estos 2 años, un grupo con fuerza militar que se separó por completo de otras familias de la rama. Era un grupo de super élites que con el tiempo llegó a ser comparable a cualquiera de las tropas de las familias William o Morgan. La debilidad de la familia Arthur de carecer un poco de poder militar, había sido completamente compensada.
Incluso antes de hacerse cargo de los asuntos de la familia, la general más joven de los Jinetes de Dragón Negro ya había demostrado sus habilidades. Sin embargo, a lo largo de estos 2 años, los ancianos volvieron a sentir profundamente que Perséfone tenía perspectivas ilimitadas. Originalmente, después de unos años, cuando O’Brien cumpliera 24, reemplazaría el puesto de Perséfone, y ella se centraría únicamente en su desarrollo como Jinete de Dragón Negro mientras lideraba la fuerza militar de la familia. Si todo salía según lo previsto, en pocos años se habrían producido en la familia Arthur 2 jóvenes genios con amplia formación, uno tras otro, mientras Borriello seguía lleno de vigor. En ese momento, en términos de genios de la familia, suprimirían por completo a las familias William y Morgan.
Sin embargo, los imprevistos que se sucedieron durante estos últimos meses pillaron a los ancianos algo desprevenidos. O’Brien se hizo con el puesto por la fuerza, y no sólo expulsó a Perséfone de la familia, sino que incorporó toda la fuerza militar que ella poseía, quedándose únicamente con las diversas instalaciones que Perséfone estableció en los Jinetes de Dragón Negro. Esto dejó a casi todos los ancianos con la sensación de que esto era un poco ridículo, pero cuando sus ojos miraron a Borriello y vieron que mantenía su silencio, después de pensarlo profundamente, aprobaron esta sustitución. Después de todo, los asuntos de la familia no podían entregarse a largo plazo a una mujer, aunque esa mujer fuera Perséfone.
En pocos meses, O’Brien cambió rápidamente. De su naturaleza inexperta y algo tímida original, parecía haberse convertido en alguien tan valiente y enérgico como Perséfone. Los ancianos a menudo tenían la sensación de estar viendo algún tipo de ilusión, como si estuvieran viendo a una oruga salir de su capullo para convertirse en mariposa. A fin de cuentas abandonó por completo su interés por las artes y, aparte de ocuparse de los asuntos de la familia, dedicó todo el tiempo que le quedaba al entrenamiento de habilidades. En este corto periodo de tiempo, estas maduraron a gran velocidad. Como mínimo, en el Dominio Mágico, O’Brien parecía poseer un nivel de talento que no parecía inferior a sus dotes artísticas. Las numerosas pruebas de potencial ya mostraban que actualmente poseía habilidades de quinto nivel de habilidad del Dominio Mágico, tenía potencial para alcanzar el octavo nivel.
Aparte de las habilidades, su talento en la gestión de los asuntos de la familia también comenzó a mostrarse. Su incorporación del Tridente de Poseidón a la fuerza militar de la familia fue extremadamente estable, y después de estudiar cuidadosamente la estructura y el orden de esta tropa, O’Brien la mantuvo en su totalidad e incluso añadió adecuadamente fondos para ellos. En cuanto a otros asuntos, cada día estaba más curtido y decidido. Puede que al principio contara con la ayuda secreta de Borriello, pero ahora estaba bastante claro que O’Brien ya empezaba a tomar sus propias decisiones.
Los ancianos sintieron como si volvieran a ver a la Perséfone de hace 2 años. Por desgracia, ella no estaba presente en esta conferencia, y tampoco lo estaría en el futuro. Todos estos ancianos eran inteligentes, y también estaban cansados. La mayoría de ellos estaban bastante dispuestos a ver al hermano y a la hermana sentados juntos, porque eso significaría que sus años venideros los pasarían bastante tranquilos, sólo necesitando asignar fondos a su designación de destino o región recién establecida y esperar sus dividendos. Borriello, su mujer y su hijo eran de naturaleza justa. No utilizaban métodos turbios a la hora de repartir dividendos, ni debilitaban a propósito a las ramas familiares.
La familia principal había producido monstruos como Perséfone y O’Brien uno tras otro, así que no había ninguna necesidad de intentar debilitar a sus rivales. Centrarse en fortalecerse a sí mismos reduciría la distancia entre ellos y sus competidores. Al tratarse de una reunión rutinaria, todos los temas de discusión eran relativamente iguales. El núcleo de la discusión giraba en torno a nuevos proyectos de inversión, el progreso expansivo de nuevas regiones, así como la asignación de fondos para la fuerza militar y las instalaciones correspondientes. Respecto a estos proyectos, los ancianos ya estaban preparados en cuanto a cómo tratarlos, por lo que en menos de una hora ya estaba todo decidido. Si hubieran seguido el orden del día normal, la reunión habría terminado aquí. Después de comer, se quedarían un rato en pequeños grupos o se irían cada uno por su lado. Borriello tampoco vivía en la antigua residencia. Construyó una casa de madera junto al río del sur y trajo consigo 2 perros. Todos los días salía a pescar o a cazar.
Sin embargo, no parecía que la reunión de hoy fuera a terminar tan fácilmente. Un hombre de mediana edad que acababa de cumplir los 40 dio un golpecito en la mesa, llamando la atención de todos. Su cuerpo se inclinó hacia delante y, mirando a O’Brien, dijo.
- Tengo una propuesta temporal. Deberíamos admitir a Perséfone de nuevo en la familia, o al menos concederle apoyo financiero o tecnológico para ayudarla a superar su crisis actual.
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