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viernes, 13 de septiembre de 2024

DD - Capítulo 373

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Capítulo 373
El Encuentro de 2 Heroínas (I)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Un enviado fue mandando urgentemente desde la familia real de Cerdeña. Probablemente se habían dado cuenta de la gravedad de su situación. Habían sido completamente derrotados a pesar de que el Duque de Milán y el Gran Duque de Florencia habían unido sus fuerzas. Era obvio que sus traseros estaban ardiendo, pero el fuego estaba al nivel del fuego del infierno. Esto no era una hipérbole. 3.000 en la batalla de Ticinus, 5.000 en el asedio de Novara y 20.000 en la batalla de Trebbia habían huido o habían muerto. Eso alcanzaba un total de unos 30.000. Además, todos eran soldados de élite... Cruzamos los Alpes el día 30 del 5º mes y terminamos la batalla de Ticinus el día 28 del 6º mes. Tomó exactamente un mes. Un solo mes. Las principales fuerzas de los ejércitos del norte y del centro de Cerdeña fueron aniquiladas en un mes. Según los rumores, el rey de Cerdeña se desmayó cuando recibió el informe de la batalla. - ¡30,000! ¡Devuélveme mis 30.000 hombres! Algo en esa línea aparentemente se gritó. Esto fue probablemente como una pesadilla para su rey. El cual no era el único que estaba estupefacto. Los ciudadanos que residían en la capital real también temblaban de miedo al pensar en el ejército imperial que se acercaba. “El Espíritu Maligno de Farnese”, “la bruja que vendió su alma a un Señor Demonio para vengarse”... Decenas de nuevos apodos se le agregaron a Laura en un lapso de sólo unos días. La pesadilla no terminó ahí. 2 regiones se rindieron inmediatamente al día siguiente de la Batalla de Ticinus. Fueron Piacenza y Parma. Extrañamente, la gente de estas regiones en realidad celebraron de alegría cuando se enteraron de que el ejército imperial había ganado. La razón era simple. Estas 2 regiones solían ser gobernadas por la familia Farnese. Como era de esperar de regiones que habían sido señaladas como traidoras, los habitantes de Piacenza y Parma habían sido extremadamente discriminados desde la guerra civil. Su ducado había sido dividido en 2 baronías y los nacidos aquí nunca podían ser nombrados para el castillo real. Esto me parecía una idiotez. Si yo fuera un político sardo, no habría oprimido así a Piacenza y Parma. Habría rebajado Piacenza a condado y Parma a baronía. Después de eso, sólo aplicaría políticas opresoras a Parma. Haciendo esto, el pueblo de Parma dirigiría tontamente su ira contra el pueblo de Piacenza. Se formaría una división debido a este trato injusto, creando una grieta emocional entre estos territorios. Dividir a un grupo en 2 es clave cuando se trata de opresión. Si no haces esto, simplemente estarías avivando las llamas de rebeldes latentes. Bueno, dudo que su rey me escuche en este momento. No se puede evitar. Sólo tiene que tener cuidado la próxima vez. En cualquier caso, la familia real envió a su embajador plenipotenciario en este periodo de tiempo en el que el miedo y los signos de rebelión estaban en su punto álgido. El enviado era de nuevo el Marqués Rody. - Ha pasado tiempo, Conde Palatino. - ¿Ha estado bien, Marqués? Este hombre calvo, de mediana edad y bigote poblado, sorprendentemente podía decir desde el principio que no tenían ninguna posibilidad de ganar las recientes batallas. En otras palabras, era uno de los pocos nobles en el mundo cuya cabeza no era sólo para mostrar. ‘Me gusta la gente que conoce su lugar, como este marqués. Mirarlo siempre me da una sensación refrescante. Su cabeza calva no era la fuente de esa sensación refrescante. Lo digo en serio.’ - Su Majestad el Rey está preparado para dar una sincera disculpa a Su Excelencia el Emperador y a la estimada hija de la familia Farnese. Tras un breve ir y venir, pasamos directamente al tema principal que nos ocupa. - Si su nación acepta la disculpa de Su Majestad, entonces podríamos poner fin a esta guerra para mañana. - Marqués. Deseo expresar lo desafortunado que es que se siga refiriendo a la duquesa Farnese sólo como la estimada hija de Farnese. Hablé pausadamente ya que no estaba en el bando que se sentía presionado. - ¿Estimada hija? Laura de Farnese es la única y legítima dueña del ducado que rige sobre Parma y Piacenza. Parece que aún hay una considerable brecha de reconocimiento entre nosotros. Mi tono era manso, pero el contenido de mis palabras era en parte una amenaza. El marqués Rody habló con cuidado. - Digamos que reconociéramos a la estimada hija de Farnese como la duquesa Farnese. El territorio de Farnese será rodeado por todos lados por nuestro país. Al final, se convertirá en una isla aislada en tierra. Los comerciantes se alejarán y quedará aislada de los recursos. ¿Qué clase de valor podría tener ese tipo de tierra? - Hm. Eso sí que sería un problema. Golpeé mi vaso de cristal con la punta del dedo. ¿Parecía que me había sumido en profundos pensamientos? La tez del marqués Rody se iluminó ligeramente. - Le agradezco su comprensión. Ahora podemos intentar llegar a un compromiso más realista... - En ese caso, también puedes entregarnos el Ducado de Milán. El rostro del marqués se puso rígido. - ¿Milán...? - Piénsalo. Si Milán también se añade al territorio de Farnese, entonces estará conectado a la Federación Helvética. Se podrá acceder a nuestro imperio a través de la federación, por lo que el territorio de Farnese dejará de ser una “isla en tierra”. Solté un tadah como si hubiera desplegado un impresionante truco de magia y sonreí alegremente. - Qué solución tan perfecta. ¿No lo crees tú también? El marqués golpeó la mesa con la mano. - ¿Te estás burlando de mí ahora mismo? ¡Milán es el segundo ducado más extenso de nuestra nación! ¡No es un pedazo de tierra que simplemente se le pueda dar a otra nación! - El Ducado de Parma es igual de grande, y sin embargo fue separado sin ningún problema. No es extraño que algo que sucedió una vez vuelva a suceder. ¿No estás de acuerdo? - ¡Qué tontería...! El rostro del marqués Rody enrojeció. El tema lo había sacado para que no tuvieran que entregar Parma, pero seguramente estaba perplejo ya que ahora pedía un terreno que era el doble, no, el triple de grande. - Nuestra petición es simple y clara, por eso es inflexible, Marqués. ¿Pero lo sabías? Actualmente somos nosotros los que estamos ganando la guerra. Ustedes no están en posición de hacer peticiones. - Solicitamos que su noble rey se disculpe con Su Excelencia el Emperador y la Duquesa Farnese. Además, como compensación por la anterior guerra civil y la reciente batalla, pedimos que entregue el Ducado de Milán y las tierras que antes se conocían como Ducado de Parma a la Casa Farnese. - ¿Sería una demanda tan impertinente...? - No he terminado. También debes dejar inmediatamente de ofrecer tu apoyo a la República de Habsburgo. Mi tono era inquebrantable. - No se alcanzará un compromiso si no se cumplen las condiciones mencionadas. - ... Los hombros del Marqués Rody temblaron. - Así que... la guerra ha sido tu objetivo desde el principio... - Vaya por Dios. Semejante calumnia es preocupante, Marqués. Ofrecí una resolución pacífica hace 2 meses y otra hace 1 mes. Su rey fue quien las descartó descaradamente. Si no recuerdo mal, se refirieron a Laura de Farnese como una puta que se vendía a los demonios, y acusaron al Imperio de ser un grupo de idiotas dirigidos por una bruja... Fueron provocaciones bastante espléndidas. El cuello del marqués Rody se puso rojo, pero no pudo refutar mis palabras. Por eso era importante obtener una justificación adecuada antes de iniciar una guerra. No era por la atención de la opinión pública. Era porque nos permitía salirnos con la nuestra y hacer todas las peticiones que quisiéramos una vez que tuviéramos una posición ventajosa durante la guerra como la que tenemos ahora. Este era el poder de la justificación. - ¿Por qué crees que murió el conde de Pavia? Fue porque ese insensato avivó las llamas de la guerra. Ciertamente tuvo la audacia de calificar de puta a una distinguida general del Imperio. Hice sonar una campanilla. Un ayudante trajo 3 cajas. Las cajas estaban envueltas en lujosas piezas de tela. - Estos son nuestros regalos para su rey. ¿Le gustaría ver lo que hay dentro? - ... Probablemente sabía lo que había dentro. El marqués abrió una caja con manos temblorosas. Al abrir la tapa apareció la cabeza del Conde de Pavia. - Oh Diosa Perséfone. El marqués Rody cerró los ojos con fuerza. El rostro del conde de Pavia estaba contorsionado por la rabia, pues había sido congelado en el momento exacto de su muerte. Esto se debía a que lo habíamos preservado usando magia. - Le añadí un aroma a fresa, ya que supuse que su aspecto sería espantoso. Contemplé qué aroma preferiría tu rey entre fresas y uvas y al final me decidí por las fresas. Si abres la boca así... Metí la mano en la caja y abrí la boca del conde. Una fresa fresca estaba colocada encima de una lengua azulada. Cogí la fresa. - ¿Qué te parece? ¿No es elegante? Experimenté para ver cuántas fresas cabían en la cabeza de una persona. Le juro, marqués, que la respuesta es exactamente ¡49! Sólo falta una fresa para que el número sea redondo. - ... - Las otras 2 cajas contienen las cabezas del capitán y el vicecapitán de la Orden del Águila Negra. Espero que sean regalos satisfactorios. Le di un mordisco a la fresa. El marqués Rody volvió a cerrar los ojos al ver aquello. - Esto es un insulto a muerte... - Y el Conde insultó a los vivos. Por favor, entregue mis palabras exactas a su rey. ‘¿Podría decir que no había lugar para el compromiso?’ El Marqués Rody abandonó la habitación con aspecto derrotado. El propio marqués probablemente deseaba poner fin al conflicto, incluso si eso significaba entregar el ducado de Milán. Sin embargo, su opinión personal no importaba ya que su rey y el duque de Milán se negarían. La guerra no terminará. Hice un gesto a un ayudante. - Llama a los comandantes de los regimientos. Reúnanse en 30 minutos. - Sí, Excelencia. Los comandantes de regimiento se reunieron rápidamente como si hubieran estado esperando una convocatoria. - Comandantes, a partir de este momento, el Reino de Cerdeña tratará de tentarlos con sobornos. - ¿Sobornos? - Quieren evitar la guerra, pero no confían en su capacidad para derrotarnos. El único movimiento que pueden hacer unos cerdos cobardes como ellos es el soborno. Los comandantes del regimiento rieron entre dientes. - No se preocupe, Excelencia. Juramos por el honor de Helvética que no nos dejaremos influenciar por sobornos. Puede confiar en nosotros. Sonreí. - No es por eso por lo que he sacado el tema. Acepten todos los sobornos que quiera. - ¿Cómo dices? - Te ofrecerán regalos. No hay razón para rechazar algo que es gratis. Los comandantes se volvieron y se miraron preocupados. Probablemente les preocupaba que estuviera poniendo a prueba su lealtad. Pero no hay nada de qué preocuparse. No mentiré cuando se trate de dinero. Hay una señora absolutamente aterradora a mi lado que me regaña si miento sobre el dinero. - Aunque te hagan regalos, no hay razón para que hagas realmente lo que te piden. Así de simple. - Su Excelencia, está insinuando que deberíamos... - En efecto. Acepten los regalos y miren hacia otro lado. Los comandantes se quedaron estupefactos ante la brusquedad de mi respuesta. - ¿De verdad está bien? Todavía tenemos nuestro sentido del deber. - ¿Por qué tendríais sentido del deber hacia el enemigo estando en un campo de batalla? Llenen sus carteras tanto como deseen. Su riqueza también otorgará a sus hombres otro plato de filete. También puedes pensar que esto es por el bien de tus subordinados. - ... Probablemente también era la primera vez que un superior les decía que aceptaran sobornos. Los comandantes del regimiento no sabían cómo reaccionar. - Esta es también una orden de la Comandante Suprema. - Su Alteza había... - La Duquesa también añadió que la cantidad total de sobornos que todos ustedes acepten individualmente se utilizará para calcular sus contribuciones totales. Di un golpe con la mano en la mesa, sobresaltando a los comandantes de regimiento. - ¡Esto no es un juego! ¡Esto forma parte de la guerra! ¡Cuanto menos dinero tenga el Reino de Cerdeña, menos soldados tendremos que enfrentar en la batalla! No bajen la guardia y hagan todo lo posible por aceptar el mayor número de sobornos. ¿Entendido? - ¡Como ordene! Los comandantes saludaron. - Si lo entienden, ¿por qué siguen aquí de pie? Si no son capaces de recibir ni un céntimo como soborno, ¡los condenaré personalmente con mis manos! - ¡S-Sí! Los comandantes del regimiento salieron corriendo de la tienda. Una sonrisa complacida apareció en mis labios. No puedo evitar sentirme mal por el Marqués Rody. Como no ha conseguido convencerme, lo más probable es que intente convencer a los comandantes de regimiento que están por debajo de mí. Aunque sus esfuerzos son encomiables, hay cosas en el mundo que no pueden lograrse sólo con esfuerzo. Será mejor para ti si te rindes ahora.

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