Volumen 1 Capítulo 23
La Joven Dama
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
Edición: Radak, Sho Hazama
Ella era el poder encarnado.
Ella era la gracia que se hizo forma. Ella era la muerte manifestada.
Sus piernas la impulsaban a través del bosque tras la presa que huía. Saltaba de rama en rama sin hacer ningún ruido. Su presa apestaba a pánico y desesperación mientras arrastraba su pierna mutilada.
La tonta criatura había pensado que había logrado escapar cuando ella la dejó correr.
Después de todo, una dama necesitaba su entretenimiento.
Y este era maravillosamente entretenido. Estaba tan lleno de arrogancia cuando lo encontró. Tan lleno de confianza en sus habilidades.
Lo había despojado de su falsa fuerza y le había mostrado lo que era realmente el verdadero poder. De un solo golpe, había destrozado su orgullo y su expresión de triunfo se había transformado en horror.
Pero ahora... Se cansó de la persecución. Era una pequeña distracción, y seguirla en este nuevo mundo cubierto de blanco ponía a prueba sus habilidades.
Los sonidos estaban amortiguados y la nieve ocultaba las cosas a la vista: un desafío menor, pero un desafío, al fin y al cabo.
Su presa se desplomó cuando finalmente la pata le falló. La presa quedó allí, dolorida, pero disfrutando de su escape.
Ella descendió ante él, respirando pausadamente. La mirada de puro terror en los rostros de los malvados era un bálsamo para su alma.
La rata se encogió.
La rata rogó.
La rata suplicó.
Si los cielos hubieran querido que vivieras, entonces no me habrías conocido.
La rata murió.
Ella se alejó a grandes zancadas, con la cabeza en alto. Otra de las malvadas bestias que se atrevió a entrar en su territorio fue derrotada.
Y era su territorio. El pollo no estaba a la altura de la tarea.
Era cobarde y débil. Los demás decían que era un gran guerrero, pero ella no podía creerles. Sus patadas lentas e inseguras eran lamentables.
Él no se dejó llevar por sus provocaciones, y por eso ella le permitió vivir en su presencia. Los cerdos eran grandes, pero en última instancia, tontos. Cuanto menos se diga de la rata-presa... Mejor.
Sólo ella era capaz de proteger este lugar. Sólo ella era capaz de defender la Fa Ram y todas las posesiones de su Maestro. Ellos llegarían a comprender esto y la alabarían a su debido tiempo. Ella se pavoneaba. ¡Los demás le responderían como a su Maestro! La ayudarían y la alabarían.
Aunque... El Maestro también podría proteger este lugar. Ella supuso. Aunque sería mejor que... No le molestaran.
Se estremeció al recordar uno de sus primeros recuerdos.
La Tierra ni siquiera la notó. Ella no era nada ante el poder ilimitado dirigido a otro. El peso del mundo le quitaba el aliento de los pulmones mientras él estaba allí, como una montaña que se elevaba hacia los cielos.
La ira del Maestro era algo que no debía despertarse, así que ella se ocupó de las molestias por él. Él tenía cosas más importantes que hacer, como ocuparse de su casa y rascarle la espalda. ¡Sí! Todas esas son cosas dignas de que el Maestro las haga.
Incluso podría dedicar su tiempo a asegurarse de que las otras miserables criaturas tuvieran la más mínima habilidad, para que no fueran una carga total.
Tal como lo estaba haciendo ahora.
“¡Chunky, Chunky, Chuuuuun-Keeee!” Gritó alegremente el Maestro, agachado en la nieve con los brazos separados en una postura, listo para recibir el golpe de su discípulo. Ella sabía que él no necesitaba ninguna postura para resistir el golpe de Chun Ke, pero estaba siendo amable con el tonto.
Chun Ke chilló de alegría y de inmediato salió corriendo tras el Maestro, abriéndose paso a través de la nieve. Su embestida sacudió la tierra, y la cubierta del suelo apenas lo detuvo. Si hubiera sido golpeada por esta poderosa embestida, no habría salido ilesa.
No podría golpearla—era demasiado rápida.
Probablemente.
Quizás necesite aumentar su propio entrenamiento.
Sin embargo, cuando Chun Ke golpeó al Maestro, este ni siquiera se movió. El Maestro lo agarró por los colmillos. Comenzaron a balancearse de un lado a otro y el Maestro fácilmente lo derribó sobre su costado riéndose del entusiasmo de su discípulo.
Chun Ke se detuvo y luego se enderezó con entusiasmo, listo una vez más para recibir la instrucción personal del Maestro.
Estaba débil, así que era lo correcto. Su reciente recuperación de sus lesiones significaba que necesitaba más atención.
De todos modos, esa noche monopolizaría la cama del Maestro. Ninguno de los otros obtuvo ese honor, así que, en realidad, ella era la que pasaba la mayor parte del tiempo cerca del Maestro.
Ella mordió la rata muerta. ¡Uy! ¡Esta sí que está rica!
Una vez más, Chun Ke atacó y una vez más el Maestro recibió su poderoso golpe sin cuidado, haciéndolo rodar de costado y rascándole el vientre, mostrándole cómo un enemigo lo destriparía. Luego, desató una serie de bofetadas en el estómago del cerdo, imitando una devastadora combinación de golpes que seguramente habrían matado al patán si el golpe hubiera tenido una fracción de la fuerza del Maestro.
Chun Ke se quedó sin fuerzas, como debía, hasta que el Maestro lo dejó levantarse y comenzó a rascarle la melena cariñosamente.
Ella frunció el ceño ante la exhibición y se fue con un movimiento de cola mientras el Maestro continuaba luchando con Chun Ke y haciéndolo rodar por la nieve. Ella acechaba su dominio, en dirección a los Grandes Pilares.
El débil y cobarde Bi De estaba sobre ellos como siempre, silencioso y pensando en lo que le aquejaba. La pequeña presa estaba sobre su espalda como siempre. Ella podía apreciar que la rata tenía cierta medida de inteligencia, manteniendo siempre a los otros discípulos cerca para que ellas dos no pudieran... jugar.
Bi De la saludó, pero ella lo ignoró y continuó mirando a la rata, que estaba observando la sesión de entrenamiento del Maestro.
Ella es una discípula, ¿no? Ella comía la comida del Maestro y vivía en la tierra del Maestro. ¿No era hora de que aprendiera a contribuir?
Terminó de comer mientras la pequeña criatura se encogía ante su atención y acusación. La rata era débil y necesitaba ser fuerte para sobrevivir en el mundo. De lo contrario, solo era comida. Ella era del Maestro, lo que significaba que no podía ser débil. No se le permitía serlo. Ri Zu parecía estar tratando de reunir su coraje para enfrentarla cuando fueron interrumpidas.
Bi De sacudió la cabeza y se puso de pie. La miró y declaró: “Si necesitaras un compañero de entrenamiento con el que ponerte a prueba, con gusto te complacería.”
A ella le pareció divertido. A él casi lo había vencido una presa, entre todas las cosas. Que él creyera que podía igualarla era ridículo.
Muy bien, esta Joven Dama le enseñaría cómo funcionaba el mundo. Y luego, después de eso, intercambiaría consejos con la pequeña Ri Zu.
Ambos pisaron el suelo, una sección libre de nieve.
Se lavó después de comer, sin preocuparse, y Bi De aterrizó frente a ella. El gallo inclinó la cabeza en señal de respeto.
Tonto. Tigu se abalanzó. Su forma era impecable, su ataque repentino seguro que derrotaría al gallo al instante...
Ella falló.
No, Bi De dio un paso al lado. Giró con una gracia sin medida y atacó de nuevo, pero solo golpeó el aire.
Ella entrecerró los ojos al ver a Bi De. Él inclinó la cabeza hacia un lado, observándola y luego asintió con la cabeza.
“Lento”, él comentó. “Basi Bu Shi era mucho más rápido.”
La furia se apoderó de ella. ¡¿Este gallo presumido se atrevió?! ¡Lo destriparé por el insulto!
La intención de sus garras llenó el aire. Sus poderosas armas se desenvainaron.
Bi De permaneció allí despreocupado. Tenía los ojos cerrados.
Su cuerpo se movía con una velocidad que superaba sus movimientos anteriores. Sus golpes podían matar a cien ratas cada uno, sus garras se extendían más allá de su propio cuerpo y desgarraban la nieve y el suelo sin piedad.
Pero no se incrustaron en Bi De. Él se movió con ella, sin que se le erizara ni una sola pluma a su paso. El cobarde corrió, saltando de nuevo a los Grandes Pilares, y ella lo siguió, incapaz de dejar que su presa lo eludiera.
Sobre los Grandes Pilares y a través de su poderosa construcción, viajaron como borrones de color. Sus garras mordieron profundamente, incluso en la estructura reforzada del Maestro, lo que demostró su poder. ¡Pero no podía golpear a esa maldita cosa!
Su Qi de Garra se agudizó. Que la hubiera obligado a usar su técnica... Era increíble. Pero su orgullo no le permitiría seguir siendo una tonta.
Ella era la espada del Maestro. Ella era la discípula más valiosa. ¡Esta criatura sin valor estaba cortejando a la muerte!
Su Qi de Garra estalló hacia la figura de Bi De, seguramente para finalmente asestarle un golpe.
Ella lo hizo. Sus cuchillas se encontraron con la piel de Bi De y se detuvieron. Sus garras fueron derrotadas por completo por el poder del gallo. El gallo que se estremecía con cada patada. El gallo que estaba sentado sobre sus columnas. ¿Era tan fuerte, incluso cuando estaba herido?
Ella lo miró sin comprender.
“Aceptable”, le informó Bi De.
Él agitó sus alas y ella salió volando de los pilares hacia un montón de nieve. Se quedó allí, aturdida.
Cómo... ¿Cómo era tan fuerte? ¡Él estaba jugando con ella!
Ella salió de repente del ventisquero, gruñéndole a Bi De, con el pelaje erizado y los ojos desorbitados.
Pero él ya estaba sentado de nuevo, con los ojos cerrados.
Como dijo una vez el Gran Maestro: el orgullo precede a la caída, le instruyó.
La ira recorrió su cuerpo, pero ella reprimió esa sensación.
Tú lo sabrías, ¿no? Se burló ella.
Los ojos de Bi De se abrieron. Había dolor y pérdida en esas profundidades.
Vergüenza, humillación…Y paz.
Sí, yo lo sé. Mi arrogancia casi llevó a la ruina a la Gran Fa Ram, incluso con todas mis fuerzas. Tigu volvió a burlarse de sus palabras. Ella lo superaría. ¡Nunca sería tan tonta!
Si esta historia te evita cometer los mismos errores que yo, estaré contento.
Su ira estaba aumentando de nuevo. ¿Cómo se atrevía a actuar tan despreocupadamente?—“¡Oigan! Bi De, Tigu'er, ¿ustedes dos están peleando?” Preguntó el Maestro con severidad, levantándola del ventisquero.
Ah, las cálidas manos del Maestro, ella ronroneó.
Bi De meneó la cabeza, distraído. Le dolía el orgullo de que el gallo la estuviera salvando del deshonor.
El Maestro suspiró. “Bien, bien. No peleen en serio, ninguno de los dos.” Fue metida en la camisa de su Maestro y presionada contra su cálido cuerpo, con solo su cabeza asomando.
Dicha.
“¡Ahora, vámonos! ¡El General que Comanda el Invierno no se va a construir solo!” Bi De intentó protestar, pero el Maestro los levantó a él y a la rata, colocándolos sobre sus hombros. El gallo parecía mortificado.
Luego comenzó a caminar, llamando a Chun Ke y Pi Pa, mientras recogía la nieve en sus manos formando una bola.
“¿Ves? Como en los viejos tiempos”, dijo, sonriéndole al… Discípulo Superior. Esto no había terminado, pero ella aún no podía vencerlo. Sin embargo, con el tiempo ella sería su superior, su entrenamiento y habilidad superaban con creces las de él—¡lo único que necesitaba era un poco más de experiencia!
Ella empezaría... Mañana. Esto era demasiado bueno.
Bi De parecía relajarse cada vez más a medida que el Maestro trabajaba, con Chun Ke y Pi Pa ayudándolo a acumular una gran cantidad de nieve.
Todo se reunió en una bola gigante mientras el Maestro trabajaba con energía y entusiasmo.
Poco a poco, el gallo comenzó a saltar de un hombro a otro, mirando atentamente la bola mientras el montón de nieve crecía y crecía.
Finalmente, Bi De no pudo contenerse más y cantó con fuerza, su voz resonó por toda la Fa Ram.
Hizo que le dolieran los oídos, bestia desgraciada.
Sin embargo, el Maestro sonrió.
“Díselos, Bi De” dijo alegremente en su lengua arcana y profunda, la que Bi De aún no podía entender, mientras rascaba las barbas del gallo.
(Acá Jin le dice a Big D “You tell’em, Big D.”, pero ellos solo escuchan la fonética aparte de que Jin les habla en inglés)
❄️❄️❄️
Al día siguiente, Tigu permitió que el Discípulo Superior llamara su atención mientras pateaba sobre los Grandes Pilares.
Él notó su atención y la invitó a subir.
Ven, le dijo, no hay atajos para alcanzar el poder.
Ella se burló, pero prestó atención a su sabiduría.
Ella lo bendijo con su presencia; ¡seguramente sólo haría falta una noche para ver sus secretos y descifrarlos!
Ella no pudo.
Ella estaba muy dolorida esa noche.