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viernes, 4 de octubre de 2024

DD - Capítulo 387

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Capítulo 387
La Nación de un Noble Muerto (II)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
- ¿Caminó hacia las fauces de la muerte? - No puede ver el bosque por los árboles. Las llanuras amplias y abiertas sin obstáculos son el lugar perfecto para utilizar la caballería. Sólo en infantería, el ejército sardo nos doblaba en número. Sin embargo, en lo que respecta a la caballería, nuestro ejército tenía casi el doble de soldados que el ejército del reino. El duque de Milán eligió una zona abierta como campo de batalla para compensar su debilidad, pero en realidad, sólo aumento su debilidad. - El duque de Milán debe ser consciente de que su caballería es débil. Por lo tanto, el objetivo principal de su estrategia será resistir a nuestra caballería tanto como sea posible. Y situará infantería de élite en la retaguardia por si nuestra caballería cargara contra ellos... Por otro lado, nuestro objetivo será aguantar lo máximo posible a la infantería enemiga. ¿Se derrumbará primero el ejército del Reino bajo el asalto de la caballería del Imperio? ¿O será el Imperio el primero en ser arrollado por la infantería del Reino? El destino de esta batalla dependía de este resultado. La Reina Henrietta sonrió ligeramente. - En ese caso. El resultado de esta batalla depende de mi caballería. - Eso es correcto. Reina. - Sé que es extraño para mí preguntar esto, pero ¿estás seguro de que quieres dejar el destino de esta batalla a mí? Al final, no soy más que una parte extranjera. Serías impotente si te traicionara. Las palabras de la Reina provocaron el pánico entre los comandantes. Algunos incluso alzaron la voz para detenerla. Laura, sin embargo, ni se inmutó. Una voz llena de la mayor confianza fluyó de los labios de Laura. - No nos traicionarás. - ¿Oh? ¿Por qué dices eso? - Porque el Conde Palatino Dantalian no me informó de que nos traicionarías. - ¿Aah? La expectación de Henrietta por escuchar esa respuesta se convirtió rápidamente en confusión. Sin embargo, Laura continuó con lo que tenía que decir. - Puede que yo no sea muy versada en política, pero el Conde Palatino es diferente. Sin duda habría detectado cualquier atisbo de traición por su parte. Dado que no me ha mencionado nada parecido, confío plenamente en ti. - ¿Qué...? - Mientras esté claro que no hay lugar para la traición, la caballería de Bretaña no es más que una fuerza altamente fiable para mí. Confiar el destino de la batalla a la fuerza más formidable es lo natural. Laura miró a su alrededor. Era como si preguntara si alguien tenía más preguntas. Todos en la sala se habían quedado mudos por la declaración de la Comandante Suprema. Ella explicó algunas cosas más antes de levantar la sesión y marcharse con paso ligero. - Dantalian. Henrietta me llamó en voz baja. Como nota al margen, a ella no le gustaba llamarme Conde Palatino. Fue porque ella perdió contra el Señor Demonio y no contra el Conde Palatino. - ¿Qué pasa? - Usted es... ¿Cómo decirlo? Eres un hombre profundamente pecador. Incliné la cabeza. - ¿Es eso un cumplido, Alteza? - Te estoy diciendo que te vayas al infierno. ‘Laura. Esto es malo. Esa declaración de hace un momento ha aumentado la posibilidad de que la Reina nos traicione en un 1%.’
* * *
A la mañana siguiente, el sonido de los cuernos resonó en todo el campamento del reino durante toda la mañana. Normalmente, cuanto más seguro estabas de tu victoria, antes comenzabas la batalla. No se trataba de apresurarse a terminar la lucha para volver rápidamente a casa, sino simplemente de facilitar la persecución del enemigo tras la victoria. Si la batalla se prolongaba hasta bien entrada la tarde, la persecución continuaría también por la noche. La noche no era el mejor momento para la persecución, y además el enemigo tendría la ventaja de escapar al amparo de la oscuridad. El duque de Milán hizo sonar sus cuernos ante nosotros. Declaraba su confianza en la victoria. A las 8 de la mañana, con el aire fresco del otoño, ambos ejércitos alinearon sus tropas. Yo montaba mi caballo en el lugar más peligroso de esta guerra, justo en la vanguardia de la primera línea del ejército imperial. Dado que nuestro objetivo era detener a la infantería enemiga, esta sección donde se encontraría primero esa infantería se convertiría sin duda en el principal campo de batalla. - Esta carga es demasiado pesada para mí, Laura. Sonreí irónicamente mientras miraba por mi telescopio hacia el otro lado de la llanura. Humanos, humanos y más humanos. Mirara donde mirara, estaba repleto de humanos por todas partes. Era la primera vez que me enfrentaba a tantas tropas enemigas desde la guerra de la Alianza Creciente. Incluso entonces, mi corazón estaba inquieto igual que ahora. Siempre me sentía ansioso antes de una batalla. La guerra es diferente de la política. Tiene demasiadas variables. Bueno, Laura podría decir exactamente lo contrario... - ¡Cerdeña! ¡Levántate contra la tiranía extranjera! Probablemente fue debido a la escala de la batalla, pero hubo un intercambio de discursos previos a la batalla. Se estaba proyectando a un digno anciano que parecía haber envejecido con gracia. Dirigir un discurso previo a la batalla con magia de proyección y de traducción era un lujo que requería cierto nivel de apoyo mágico. El duque de Milán tenía una voz profunda y resonante con una base sólida. Daba la impresión de ser un político hábil. En otras palabras, aunque dijera una mentira, tenía el tipo de presencia que haría que la gente asintiera y pensara: “Oh, debe haber tenido una buena razón para mentir.” El Duque sabía florecer sus palabras para elaborar un discurso espléndido. Tenía la cadencia adecuada, una resonancia apropiada, y era capaz de despertar con arte el patriotismo y el amor por la patria. - Ohhh. Hacía tiempo que no escuchaba un discurso decente. Fue tan espléndido que di un aplauso una vez terminado. Los soldados que me rodeaban me miraron con ojos que parecían decir: “¿Excelencia...? ¿En serio...? ¿De verdad estáis aplaudiendo ahora mismo?”. Estaba claro que ninguno de ellos quería llamar idiota a su comandante. Realmente, no hay aliados ni enemigos cuando se trata de arte. - Soldados. La oradora de nuestro lado no era yo, sino la Reina Henrietta. La razón era simple. Ya que Laura había tomado la posición de Comandante Suprema, teníamos que al menos ofrecer algo a la Reina para que pudiera salvar la cara. Sería justo que Henrietta también tuviera algo de lo que pudiera jactarse una vez que regresara a Bretaña. La voz de Henrietta también es bastante refinada. Puede que sea un poco tosca comparada con la de Elizabeth, pero estoy seguro de que será capaz de pronunciar un discurso impresionante. Esperé pacientemente el discurso de la Reina Henrietta. - Actualmente, no hay nadie más asqueroso que el paciente sifilítico de allí, nacido de una prostituta en un callejón poco iluminado; cada uno de sus huesos se ha marchitado, pareciendo hojas de espinaca marchitas. - ¡Pffft! Escupí espléndidamente en cuanto oí sus primeras palabras. Me quedé tan estupefacto que sin querer me di la vuelta. Henrietta, que se proyectaba en gran parte hacia arriba, tenía una expresión solemne y seria en el rostro. ‘¿He oído mal?’ - Ese viejo demente no tiene ni idea de dónde está y defeca alegremente por todas partes. ‘No la he oído mal. ¡En realidad está hablando de defecar con esa expresión seria en su cara!’ - Lo más probable es que tengamos que informarle amablemente de que este lugar no es un baño construido para ancianos, sino un campo de batalla. Por desgracia, una vez que lo hagamos, es probable que siga temblando de miedo y haga sus necesidades en el acto por puro terror. Por lo tanto, este anciano está destinado a convertir esta Llanura Maledictus en su baño privado. ¡Oh, diosas! ¡El hedor de los excrementos ya llega hasta mis fosas nasales! Los soldados cacareaban. La risa del ejército de Bretaña fue la más fuerte. Parece que estaban acostumbrados a esta forma de hablar de su reina. La risa pronto se extendió a los demás soldados. La mayoría de ellos llevaban una vida tosca, por lo que el discurso de la reina encajaba más con sus personalidades. Soltaron una enérgica ovación. - El enemigo ha enviado como representante a un anciano que, sin duda, es incapaz incluso de conseguir leña mañanera. En otras palabras, esto significa que son una reunión de retrasados con disfunción eréctil. Hombres, he visto numerosos machos en mi vida, pero debo confesar que nunca había conocido perros como ellos con las pelotas tan arrugadas. Las risas de los soldados aumentaron aún más. Algunos soldados silbaban abiertamente, mientras que otros se unían a la reina para lanzar todo tipo de insultos y blasfemias hacia el enemigo. En resumen, era todo un espectáculo. - Estoy segura de que huyeron hasta aquí para evitar que sus esposas les pegaran debido a sus escasas habilidades en la cama. ¡Hombres! Al menos, ¡no somos tan débiles como para perder contra retrasados que son golpeados por sus esposas! - ¡Sí! Los soldados gritaron mientras levantaban sus lanzas. Henrietta sacó su espada de la cadera y apuntó hacia delante. - ¡Sin duda nos superan en número! ¡Pero lo que es aún más seguro es que cada uno de ellos vale menos que un solo testículo de nuestros soldados! En cambio, nuestros hombres son verdaderos guerreros, ¡cada uno de ellos tiene no 1, sino 2 espléndidos testículos! ¡Vayan y muéstrenles cómo son los hombres de verdad! ¡Todas las tropas, a la carga! Los gritos alcanzaron su punto máximo. Los cuernos que se entregaban a cada unidad como tradición sonaban caóticamente. Los tambores sonaban con un ritmo irregular, y los soldados sin instrumentos usaban sus pies para crear un conjunto improvisado. - ¿Y se supone que es la reina de una nación? Dejé escapar una risita medio divertida. La atmósfera que el duque de Milán había creado cuidadosamente con elegancia y romanticismo se había evaporado por completo. Aunque estaba en una categoría completamente diferente comparado con el discurso que Elizabeth dio en las Llanuras de Bruno, no se podía negar la efectividad del discurso de Henrietta. Una reina pelirroja cuya personalidad es tan incontrolable como las brasas, ¿verdad? Sentí que entendía por qué era tan popular entre los soldados. Pero no era mi tipo... Con la confrontación inicial ganada por nuestro lado, los 2 ejércitos se acercaron gradualmente el uno al otro. Primero, nuestra caballería chocó con la suya en el flanco izquierdo. Recordé la explicación que Laura dio ayer.

- Es probable que el enemigo coloque su caballería de élite en el flanco izquierdo.

- El flanco izquierdo está junto a un río, por lo que el campo de batalla allí será limitado y el suelo será blando.

- El objetivo del Duque de Milán no es ganar la batalla de caballería. Es evitar la derrota. Lo más probable es que crea que todo saldrá bien si cualquiera de sus flancos puede resistir lo suficiente.
Por eso el ejército del reino colocará a sus soldados de élite en el terreno donde los soldados de caballería estarán en desventaja. Esta fue la predicción de Laura.

- Por lo tanto, también colocaremos a nuestros soldados de caballería más elitistas en el flanco izquierdo.

- No hay razón para dudar. Acaben con ellos de un solo empujón.
Una luz brillante envolvió a nuestra caballería en el flanco izquierdo. La Santa Longwy los había bendecido. Así es. La caballería a cargo de nuestro flanco izquierdo no eran otros que los soldados de Bretaña, los 5.000 soldados de caballería dirigidos personalmente por la Reina Henrietta. A juzgar por su equipamiento, las tropas que salieron a interceptar Bretaña parecían estar formadas por un pequeño número de caballeros y en su mayoría mercenarios extranjeros. Para el ejército del reino, cuya fuerza principal era su milicia civil, éstas eran sin duda sus tropas más formidables. El ejército de Bretaña y el ejército del reino se enfrentaron en la orilla del río. Contemplé la batalla de caballería que se desarrollaba con mi telescopio. Las lanzas se mezclaban al clavarse en el pecho de los soldados. Los cuales eran cortados por las hojas curvas caían impotentes de sus caballos. - Hmm. Ni siquiera son un oponente. Bajé mi telescopio. No había necesidad de seguir observando. Bretaña estaba ganando unilateralmente. El ejército del reino estaba siendo destrozado implacablemente después de un solo enfrentamiento.

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