Capítulo 47
Hora Desesperada
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
Edición: Radak, Sho Hazama
Las calles se llenaron de fuego.
Las puntas del cabello de Xiulan se encendieron mientras corría delante del muro de llamas que se dirigía hacia ella, hasta que finalmente no pudo más. Saltó. La onda expansiva la arrojó fuera del pueblo y la hizo rodar sobre la hierba.
Aterrizó de espaldas, jadeando al impactar contra el suelo. Su mirada buscó de inmediato a sus enemigos. Zang Li estaba de rodillas, negando con la cabeza. Tres de sus perseguidores se detuvieron para evaluar los daños.
El último, aquel al que solo había logrado asestarle unos pocos cortes, corría hacia ella con la mirada asesina. Levantó la espada, antes de doblarse de repente, agarrándose el estómago.
Sus ojos se abrieron de par en par y un gemido quejumbroso escapó de sus labios.
La miró con lágrimas en los ojos. "¿Qué me hiciste?" Sus gritos interrumpieron sus palabras.
¿Qué me dio Ri Zu?
Se oyó un ruido desagradable y un olor igualmente desagradable. El rostro del hombre enrojeció de absoluta mortificación.
Oh. El favorito de la hermana mayor. ¿Pero cuándo lo hicieron inyectable?
Xiulan se puso de pie de un salto y le dio una patada en la mandíbula. Un par de cortes más en las piernas lo dejaron inconsciente.
Zang Li se levantó de nuevo. Sus ojos estaban fijos en ella. Iba a seguirla de nuevo, pero se detuvo y miró hacia el pueblo.
La comprensión brilló en sus ojos. "¡Nos está provocando! Los demás, regresen a la mansión", ordenó.
Xiulan hizo una mueca. Dejó caer los otros dos frascos sobre sus espadas antes de frotarlas entre sí.
Luego recogió a su oponente caído. El resto de los discípulos se estremecieron y la miraron fijamente.
Zang Li entrecerró los ojos. Respiró hondo y sus ojos brillaron.
[Pasos Estruendosos]
Zang Li desapareció en un rayo de luz dorada. Xiulan saltó hacia atrás, esquivando el ataque mientras su espada atravesaba seis de las espadas de Xiulan y un torrente de fuego brotaba de la suya.
Para su sorpresa, Zang Li agarró la pierna de su cautivo. Xiulan dejó que lo soltara. Lanzó a su oponente derrotado hacia atrás, y otro discípulo lo atrapó.
Zang Li tosió y negó con la cabeza. Se irguió, aunque su rostro se contrajo. Por un instante, sus ojos grises brillaron con un rojo sangre.
"Vuelvan al pueblo. Incluso envenenado, soy más que suficiente aquí.” Sus hombres asintieron.
Xiulan tragó saliva y sus ojos se dirigieron a los hombres que corrían de regreso a la ciudad.
Las espadas de Xiulan intentaron perseguirlos, pero un muro de fuego las interceptó.
“Ahora. Sin testigos”, gruñó Zang Li.
Otro chorro de fuego, esta vez de aspecto resbaladizo y aceitoso, surgió de la herida punzante que Xiulan había hecho.
Ella respiró hondo y adoptó su postura.
Una cálida brisa de verano fluía a través de las praderas.
❄️❄️❄️
Estaba oscuro.
El Chico Ruidoso gritó. Un lamento agudo que le rechinó los dientes a Tigu.
Esto no se suponía que pasara.
Los hombres se habían acercado a ellos. Le habían ordenado a Tigu que los acompañara.
Tigu se había negado y los había desafiado. Al principio, todo había ido bien. Eran oponentes poderosos. Casi tan poderosos como Bi De. Se daba cuenta de que se estaban conteniendo, pero aun así fue una pelea divertida. Eran como Wa Shi, aunque hombres electrificados, en lugar de peces electrificados. Se preguntó si también serían glotones.
Había sido divertido, aunque estaba agotada. Había sido divertido, hasta que Trapos hizo ese horrible sonido de ahogo. Había sido divertido, hasta que Chico Ruidoso gritó.
Tigu dejó de juguetear después de eso. Sus garras se dirigieron a los ojos.
Sus cuchillas intentaron arrancar las arterias.
Una lucha brutal y cruel hasta la muerte.
Una parte de Tigu también lo disfrutó. Había sentido la alegría. Su sed de sangre había aflorado y sus dientes se habían afilado.
Y entonces uno de los hombres levantó a Trapos, con la espada en la garganta de su amigo. Una parte de ella le exigía que lo ignorara, que no valía la pena. Que ella era lo único que importaba. Que solo su victoria importaba. Una vieja y fría parte de sí misma a la que no le importaba que Trapos muriera.
Le disgustaba sentir eso.
Tigu se quedó congelada.
Un puño le golpeó la mandíbula. Se tambaleó. Un segundo golpe le hizo ladear la cabeza.
Luego un tercer golpe.
Trapos sonriendo y alborotándole el pelo. Trapos, cayendo, con la mirada apagada.
Un cuarto golpe.
La sonrisa pícara de Chico Ruidoso. Sus gritos y lágrimas.
Un quinto golpe la hizo girar por completo y comenzó a sangrar por su boca.
“Los odiaba”, susurró su Maestro. “Los odiaba a todos”.
Ella no sabía a qué se refería en aquel entonces. Luchar era glorioso. Divertido.
Pero nunca había perdido realmente, ¿verdad? Nunca había sido el ratón.
Al sexto golpe, solo había oscuridad. Oscuridad y el olor a sangre de Trapos. El grito de Chico Ruidoso fue lo último que oyó.
Al sexto golpe, lo entendió.
“¡Tigu!” Gritó Chico Ruidoso, llamándola. “¡Tigu!”
Los gritos invadían la oscuridad. Incluso ahora, podía oírlos.
'¡Tigu!’
'¡Tigu!'
‘¡Tigu! ¡Tigu, despierta-levántate!’ Exigió una vocecita. Algo asqueroso se coló por la nariz ensangrentada de Tigu. Tenía la cara dolorida y húmeda por la sangre que le corría por la mejilla.
Ella se atragantó y escupió. Un diente roto cayó al fondo de la jaula.
"¿Ri Zu?", Preguntó, mirando a su alrededor con ojos lagrimosos. Estaba en una pequeña habitación de piedra, con barrotes justo delante de su visión borrosa. Intentó mover los brazos, pero estaban atascados, apretujados tras ella.
‘Alabado sean los cielos’. Oyó que decía la voz de la rata, visiblemente aliviada.
"¿Dónde estoy?" Gimió Tigu, poniendo las rodillas bajo el cuerpo e intentando moverse. La habitación estaba a oscuras. Le dolía todo el cuerpo y no podía mover los brazos.
‘Te capturaron y te llevaron. Ri Zu no tiene tiempo para una explicación completa...’
Se oyó un trueno estruendoso y desgarrador. Tigu no pudo evitar estremecerse.
‘Tenemos que salir de aquí, y Ri Zu necesita tu ayuda.’ La rata hizo una pausa. ‘Tigu, Ri Zu necesita que te transformes. Ri Zu te quitó las ataduras de Qi, pero no puede quitarte los grilletes de los brazos. Y la puerta de la jaula no se abre.’
Su voz era tan tranquila como podía serlo, pero Tigu podía oír la corriente subyacente de tensión.
Una punzada de miedo atravesó las entrañas de Tigu. ‘No puedo. Sabes que no puedo...’
‘Sí puedes. Ri Zu lo sabe y cree que Tigu puede hacerlo’ dijo Ri Zu alentándola. Tigu tragó saliva con dificultad.
Ella reunió su Qi, tal como había dicho Wa Shi.
Tigu lo intentó. De verdad que lo intentó. Se imaginó la forma en su mente. La gatita. El pequeño fracaso. La bestia que simplemente era tolerada en lugar de amada. La forma de la que tanto se había jactado, pero que incluso ahora detestaba. Las cosas eran mucho mejores para ella como humana. Amaba los sentimientos, las sensaciones, la camaradería y, sobre todo, la ausencia de ganas de comerse a su amiguita sentada en su lomo. Había sido una batalla constante no abalanzarse sobre ella. Tigu, la gata, era una criatura amargada y arrogante.
Tigu la humana era amada.
Su Qi se apagó.
“¡No puedo!” Gruñó Tigu, presa del pánico.
Ri Zu saltó de su lomo, donde había estado trabajando en los grilletes de Tigu. Sus pequeñas patas tocaron la cara de Tigu.
‘Ri Zu sabe que te asusta. Sabe que no quieres volver atrás. Pero debes hacerlo. El Maestro Jin aún te ama, sea cual sea tu forma; la Dama Meiling también… Y Ri Zu ama a Tigu. Seas lo que seas, eres Tigu. Siempre Tigu.’
Tigu apretó los dientes mientras las lágrimas calientes caían sobre el frío metal.
‘Por Xiulan. Por los hermanos... Por Chico Ruidoso y Trapos. Tú debes.'
“No... No pude... Les hicieron daño. Murieron”, susurró.
‘Trapos y Chico Ruidoso aún respiran. Y esta Ri Zu no los dejará morir’ insistió Ri Zu. ‘Al igual que Ri Zu no se rendirá contigo. Saldremos de aquí.’
Tigu se mordió el labio. Saber que seguían vivos la conmovió profundamente. Se preocupaba por ellos. No eran de la Fa Ram... Pero eran sus amigos. Necesitaba salir y ayudarlos. Ayudar a todos...
Su Qi se concentró y volvió a chisporrotear. Más lágrimas ardientes brotaron de sus ojos. Su corazón latía con fuerza en su pecho.
Se oían voces afuera. Los hombres gritaban, y el fragor de la batalla llegó hasta la prisión.
Ri Zu se tensó.
“Deberías irte. No saben que estás aquí” susurró Tigu.
Ri Zu se estremeció. Sus ojos se abrieron de par en par y luego rodaron, pues el miedo hizo que la pequeña rata se estremeciera. Pero en lugar de correr, Ri Zu negó con la cabeza. ‘Ri Zu se quedará aquí hasta que Tigu esté lista. No se irá sin ti. ¿Qué haría la Fa Ram sin su Joven Dama?’
Las sinceras palabras de Ri Zu fueron dolorosas y aliviadoras a partes iguales. Quien más odiaba ese cuerpo estaba bien con él. Tigu gimió. Su cuerpo se estremeció por la tensión.
Ella trató de visualizar a la gata.
Todavía era parte de ella. Todavía era ella. Todavía era algo que podía ser. Algo que, ahora mismo, tenía que ser.
Se mordió el labio. Su mente se llenó de recuerdos.
La cálida mano del Maestro sobre su cabeza.
Chico Ruidoso, Trapos, Guapo, Hombre Azul con sus geniales dibujos en su cuerpo.
¿De verdad importaba qué era? ¿Gata o humana? Xiulan y todos los demás luchaban por ella. Incluso la pequeña Ri Zu, con los ojos abiertos y aterrorizada, luchaba por ella.
Lo mínimo que podía hacer era devolverle el favor.
Algo en su pecho se quebró.
Un relámpago destelló alrededor de su cuerpo y su corazón se encogió en su pecho.
Su Qi se quebró y siseó. Tigu gritó.
❄️❄️❄️
La huida de Yun Ren lo llevó a los callejones. El extraño hombre de la Montaña Envuelta se había distraído por un momento cuando algunas personas le arrojaron bebidas. Los Pétalos y Chen Yang habían intentado intervenir, pero Yun Ren solo vio las consecuencias. Hubo un relámpago y varios gritos mientras el imbécil simplemente se abría paso entre otros cinco cultivadores, luego atravesó la pared del bar.
"¿Dónde estás, bastardo?" Rugió el hombre, Fenxian.
Yun Ren no le respondió. Simplemente se presionó el cuerpo con las manos, arrastrándolas por su rostro y su ropa, cambiando los colores. Su piel se aclaró al desatar su coleta, y su cabello pasó de negro a castaño claro. La técnica consistía en una fina capa sobre su cuerpo, originalmente desarrollada para hacer reír a la gente.
Es demasiado rápido. No puedo correr. ¿Qué debería...?
La espada de Yun Ren vibró.
Callejón izquierdo. Mala visibilidad desde arriba.
Yun Ren se sobresaltó al oír la voz silenciosa, pero obedeció y corrió hacia el callejón. Recogió una botella tirada y se desplomó contra una pared cercana como si estuviera desmayado.
Su corazón retumbaba en su pecho mientras se oía un crujido en el aire. El hombre pasó por encima.
“¡No puedes haber ido muy lejos, maldita sea, inútil zorro bastardo!”
Se escuchó otro trueno, seguido de varios gritos.
'¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer?' Sus pensamientos daban vueltas. Su Qi se agitaba.
Algo en su bolsa comenzó a vibrar, seguido de una cierta calidez familiar cuando su bolsa se expandió de repente...
Y una pequeña cabeza de zorro blanco asomó.
"Parece que estás en problemas, sobrino", declaró el rostro familiar.
Yun Ren lo miró fijamente; era fantasmal, como si apenas estuviera allí. Podía ver a través de él la gema agrietada que había obtenido de...
“¿¡Nezan?!”
“En carne y hueso, o supongo que en espíritu” dijo el zorro, riendo para sí mismo. “Bueno, una parte de mí. No podía dejarlos solos, sobre todo cuando sentí este relámpago asqueroso” afirmó la pequeña bestia con recato.
La espada de Yun Ren volvió a vibrar.
“Claro, querido, tú también estás aquí” dijo el zorro con indulgencia. Levantó la vista cuando Fenxian volvió a pasar volando por encima. “Ese hombre no se detendrá hasta encontrarte.”
Hubo una explosión de Qi cuando el hombre iluminó un callejón entero con un relámpago.
"¿Qué carajo puedo hacer contra eso?" Siseó Yun Ren.
La pequeña bestia sonrió. Su rostro se estiró en una sonrisa cruel, dentada y vulpina.
“¡Pues, luchar contra él, claro! La espada de mi querida amiga te eligió. ¡Nosotros contra los Ladrones de Guarida, como en los viejos tiempos!” Un traqueteo salió del cinturón de Yun Ren.
‘Desenváiname’, ordenó la voz.
La mano de Yun Ren se movió sola. Se oyó un chirrido al sacar la espada que Yao Che le había hecho. El acero simple se fundió en una hermosa hoja blanca mientras la ilusión que la cubría se desvanecía. La oscuridad de la noche pareció desvanecerse, como si el amanecer estuviera a punto de llegar.
Cielo de Verano, decía la inscripción en la hoja.
“Yo me encargo de la defensa. ¿Te parece, querido?” Preguntó el zorro.
'Cielo de Verano saluda al Octavo Maestro', susurró una voz en su cabeza.
‘Solicitud. Después de la batalla, té y espectáculo de imágenes.’
Yun Ren observó la espada con la mirada perdida; estaba completamente abrumado. Tenía una espada mágica, antigua y parlante, y un espíritu zorro se había subido a su hombro. Por un instante histérico, Yun Ren recordó aquella vez que Jin despotricó sobre chicas mágicas y muñecas parlantes.
Irracionalmente, Yun Ren tuvo la repentina imagen de sí mismo con un vestido con volantes.
Luego se oyeron más gritos. Se oyeron truenos al Oeste, y un fuego abrasador tiñó el cielo de naranja.
“Espera, si me cambiaste la espada y puedes hablar, ¿por qué no dijiste nada antes? ¡Te usé para cortar leña y como brocheta de carne!”
‘Experiencia interesante. Aprobación.’
Sintió que Fenxian se acercaba nuevamente mientras dejaba caer su disfraz.
Yun Ren se levantó y tragó saliva con dificultad. Le temblaban las piernas.
Bueno, es la primera vez que uso una espada para pelear contra alguien.
Los ojos de Nezan brillaron.
“¡Ahí estás!” Rugió Fenxian mientras se estrellaba contra el callejón.
Mirando en la dirección completamente equivocada.
Yun Ren le dio un golpe en el culo por reflejo.
El hombre gritó y giró bruscamente, con su espada apuntando a la cabeza de Yun Ren mientras giraba a ciegas.
‘Artes de Espada de la Cuchilla de Trueno. Eficaz, especialmente contra otros espadachines. Ineficaz contra Cielo de Verano. Guardia del Fénix alta, desvío.
"¿Qué demonios es una Guardia del Fénix?" Gritó Yun Ren histéricamente mientras se lanzaba a un lado. Los ojos de Fenxian estaban nublados mientras seguía atacando al vacío. Nezan gruñó y la espada resonó.
‘Ah. Las habilidades del Octavo Portador son bajas. Desafiante. Interesante. Aprobación.’
Yun Ren maldijo una vez más.
❄️❄️❄️
‘Contra la pared. Contra la pared. ¡Rápido-apura!’ Le ordenó Ri Zu a su compañera. Sus ojos estaban llenos de preocupación mientras terminaban de salir del recinto.
Tigu estaba hiperventilando. Tenía los ojos desorbitados y girados; se tambaleaba sobre sus cuatro patas. Ya no estaba acostumbrada a moverse así.
La gata vomitó. Ri Zu apenas reconoció a Tigu en esa forma. Era diferente. Su pelaje era de un naranja más brillante. Sus rayas eran de un negro más intenso. Como un pequeño tigre, incluso más de lo que había sido antes.
Ri Zu oyó a los hombres de la Secta de la Montaña Envuelta entrar al edificio. Inmediatamente comenzaron a insultar la jaula vacía. La jaula vacía y sin abrir.
‘Tigu. Quédate con Ri Zu, Tigu’ Suplicó la rata. Tigu hizo una mueca. Respiró hondo. Algunos de sus temblores se calmaron.
“¡Salgan! Registren la ciudad y, si pueden, ¡ayuden a nuestros hermanos en sus peleas!” Gritó uno.
Ri Zu mantuvo sus manos sobre la gata temblorosa, murmurando palabras de aliento mientras trataba de mantenerla en movimiento.
La gata se desplomó contra su costado. Se escuchó un estallido y una jovencita tomó su lugar. El olor a comida a medio comer llenó el callejón mientras vomitaba.
Ri Zu suspiró aliviada.
Tigu miró frenéticamente sus manos antes de dejar escapar un suspiro tembloroso.
Ella los apretó en puños.
‘¿Estás bien para pelear?’ Preguntó Ri Zu.
Tigu asintió.
"Van por Gou Ren, Yun Ren y la Hoja de Hierba", dijo, con la voz un poco más grave de lo habitual. Un poco más grave. Más gutural. Llena con furia. “Tengo más alcance así. Más poder.”
Volvió a tener arcadas y escupió un bocado de bilis a un lado.
Ella le tendió una mano a Ri Zu.
La rata trepó mientras Tigu la acercaba a su cara. Sus frentes se tocaron.
Tigu trasladó a Ri Zu a su hombro. A su lugar habitual, debajo de su camisa.
Las cuchillas de Qi de Tigu se formaron. Sus dientes se afilaron. Las marcas en sus mejillas se intensificaron, tornándose más bestiales y salvajes.
❄️❄️❄️
Tie Delun, de la Secta de Hierro Hermético, estaba aburrido. Había tenido que guardar la mayor parte del equipo de forja de su secta, así que perdió la oportunidad de pedirle a la Señorita Rou que lo acompañara a dar un paseo. Chico Ruidoso y Trapos se le adelantaron.
Qué lástima. Se iba por la mañana y le habría gustado verla una última vez. O al menos oírla llamarlo "Guapo" otra vez.
Así que, en cambio, caminaba solo, lejos del ruido de la lucha. No tenía ganas de involucrarse en lo que estuviera sucediendo. Después de que todos se liberaron de las restricciones del torneo, las cosas se descontrolaron un poco, y parecía que este año sería especialmente malo.
Lo cual fue una pena. Las cosas habían parecido tan buenas por un tiempo.
Se oyó un grito y un trueno cerca. Abrió los ojos de par en par al ver un misil naranja que se dirigía hacia él. Lo atrapó en el aire.
"¿Tigu?", Preguntó. Ella echaba humo y estaba herida, pero mientras la miraba, algunos cortes sanaron. Sus ojos se abrieron de par en par al sentir su energía.
Tigu lo miraba con dolor en sus ojos.
“Señorita Rou, qué...”
Tres perseguidores se estrellaron frente a él.
Todos ellos eran de la Secta de la Montaña Envuelta.
Todos presentaban cortes. Uno olía bastante mal, su rostro era un rictus carmesí de rabia y humillación mientras luchaba por mantenerse en pie.
“Entrégala, en nombre de la Secta de la Montaña Envuelta."
Tie Delun bajó la mirada mientras Tigu se ponía de pie tambaleándose. Le dedicó una sonrisa temblorosa.
“Deberías irte”, susurró.
Tie Delun vio el dolor en sus ojos.
Él siempre había tenido mal carácter. Eso lo sabía. A menudo le costaba controlarlo.
Pero ahora mismo, mientras Tigu se enfrentaba a la Secta de la Montaña Envuelta... Lo dejó fluir.
[Cuerpo de Hierro Hermético]
Tomó su martillo.
"Qué buena broma."
❄️❄️❄️
El rostro de Yingwen se tensó en una mueca. Con su motor, Liu Xianghua era casi igual a él. No habría habido competencia si no estuvieran en las Colinas Azures; sin embargo, allí, las propiedades drenantes de este lugar estaban alterando su control.
Sus Pasos Estruendosos no estaban disponibles para él.
Y si se hubiera enfrentado sólo a ella, habría podido prevalecer, incluso sin su técnica.
Pero el chico, Gou Ren, resultaba sumamente irritante. Era salvaje y desenfrenado, asestando golpes enormes, amplios y contundentes, fáciles de explotar, que lo habrían matado si su carne no hubiera sido más dura que el acero, y si las órdenes de Yingwen no hubieran sido capturarlo vivo.
Las veces que la espada de Yingwen impactó contra él tuvieron poco efecto. Fue como chocar contra una pared inquebrantable. El chico ni siquiera se movió con los pies plantados en el suelo, y siempre respondía con su bastón improvisado.
Cada golpe tenía un gran impacto, destrozando las piedras a su alrededor y sacudiendo los cimientos de la calle.
Pero Yingwen podía ver que se estaba cansando. Lentamente. La ira en sus ojos aún ardía, pero su fuerza se estaba debilitando.
Sin embargo, Yingwen todavía estaba siendo obligado a retroceder.
Afortunadamente, no todo estaba a favor de sus oponentes. Liu Xianghua tenía una enorme cantidad de quemaduras eléctricas que le subían por los brazos, y su horno empezaba a toser y chisporrotear.
Yingwen saltó hacia atrás. Una retirada mesurada para cansarlos sería suficiente. Podía sentir las descargas de sus condiscípulos cerca.
Su espada volvió a arremeter mientras Liu Xianghua acortaba la distancia, asestándole un corte superficial que la hizo estremecerse mientras la electricidad le recorría el cuerpo. Continuó con un golpe al estómago, pero Gou Ren estaba allí para intentar un placaje de cuerpo entero.
Chasqueó la lengua y saltó hacia atrás a otra plaza…
… Que estaba casi lleno de miembros de las Sectas de las Colinas Azures. Transeúntes que habían acudido a esta pelea.
Yingwen suspiró al ver a sus compañeros de secta luchando contra una Rou Tigu fugitiva. Ella y otro hombre se tambaleaban bajo el ataque, apenas capaces de mantener los brazos en alto.
Sus hermanos discípulos asintieron ante su presencia y formaron un círculo defensivo.
Xianghua aterrizó justo detrás de él y se detuvo. Su mirada se dirigió rápidamente al número de discípulos de la Secta de la Montaña Envuelta.
Todos sus hermanos estaban heridos, pero incluso ahora, la victoria podía ser reclamada. Rou Tigu estaba de rodillas, y el otro hombre se desplomó hacia adelante, exhausto, con su armadura destrozada y humeante.
Yingwen hizo una pausa, considerando el aprieto en el que los había metido el Joven Maestro. Echó un vistazo a la multitud de testigos. Quizás podría salvar la situación.
“¡Basta!” Le gritó Yingwen a todos. “No empeoren esta rebelión. Dejen de atacarnos y seremos generosos y les permitiremos vivir.”
La multitud murmuraba. Murmuraba. "¿Atacaron a la Montaña Envuelta?", era el estribillo, mirando a sus enemigos como los tontos que eran por desafiarlo.
Tanto Gou Ren como Xianghua dudaban. “Bien. Bien, esto está funcionando”, pensó Yingwen, aliviado.
Entonces se oyó un grito desde lo alto de un edificio. Era una voz áspera y potente.
“¡La Secta de la Montaña Envuelta se llevó a Rou Tigu sin motivo alguno! ¡Cuando Xiulan fue a negociar por su seguridad, también la atacaron! Todas las miradas se volvieron hacia él. ¡Rompieron mi cultivación y casi matan a Trapos! ¡Esos bastardos sin honor no son más que escoria!”
Por un breve momento, hubo silencio.
Guo Daxian, el Joven Maestro de la Secta del Gran Barranco, avanzó. Desenfundó su arma, la vil cuchilla atada a una cuerda. Varios cultivadores más avanzaron, incluyendo a un par de miembros de la Secta de la Espada Verdeante con aspecto quemado.
"¿Van a atacar a estos miembros de la Secta de la Montaña Envuelta?", Preguntó Yingwen.
Guo Daxian escupió hacia un lado y les sonrió.
“Es solo una pequeña pelea entre discípulos, ¿no?” Preguntó con indiferencia. “¿U ocurrió algo peor?”
Yingwen maldijo, una fracción de segundo antes de que un dardo de cuerda se dirigiera hacia él.
❄️❄️❄️
Había un caos en las calles. Los muros se derrumbaban y resonaban truenos.
Vapor y Qi gritaron.
Sin embargo, los Dignatarios de las Colinas Azures vieron poco de esto, atrapados dentro de los vastos salones de los Picos de Duelo.
Mecanismos antiguos cobraron vida con un zumbido. El oro destelló en cada cristal, una red entrelazada que conectaba toda la montaña.
Las barreras zumbaban y brillaban, mientras cada runa en la Arena Terrenal se volvía oro quemado.
"¿Qué diablos está pasando?" Preguntó Guo Daxian El Mayor.
❄️❄️❄️
“Eres realmente malo en esto”, dijo Nezan mientras Yun Ren se agachaba nuevamente.
Su oponente estaba engañado por ilusiones, atacando al azar... Y Yun Ren todavía no podía terminarlo.
"¡Soy un artista, no un luchador!", Gritó antes de esquivar otro golpe salvaje del cultivador enojado.
Era... Bueno, era un poco vergonzoso. Chen Yang, que los había alcanzado, intentó ayudarlos de nuevo, pero una explosión omnidireccional lo electrocutó.
Yun Ren apenas participó en la lucha. Solo el hecho de que cualquier relámpago que se dirigía hacia él fuera absorbido por Cielo de Verano y devuelto lo había mantenido en pie.
Y por alguna razón... Se sentía bastante bien. Su pánico hacía tiempo que se había calmado, y se sentía... Cálido. Como si estuviera a salvo, a pesar de enfrentarse a un bruto enorme que se encogía de hombros ante múltiples puñaladas.
Finalmente, Fenxian se detuvo. Se llevó una mano a la cabeza.
Hubo un crepitar de relámpago que inundó su mano, y luego se tocó la sien.
Se había electrocutado. Yun Ren tragó saliva. La visión de su oponente se aclaró.
"Zorro", retumbó su voz; estaba completamente concentrado en Yun Ren.
[Pasos Estruendosos]
Se movió demasiado rápido como para verlo. Demasiado rápido para bloquearlo. Yun Ren lo miró fijamente a la cara.
❄️❄️❄️
El fuego rugió. Las hojas de hierba ardieron, solo para que otras nuevas ocuparan su lugar.
La mujer era irritantemente persistente. La cantidad de Qi que despertaba era realmente envidiable. No tenía ni idea de cómo aún no se había desplomado de agotamiento.
Apenas estaba en la Primera Etapa del Reino Profundo y, aun así, se las arreglaba para enfrentarse a alguien tres Etapas más arriba. En cada duelo, ella se mantenía un paso por delante de la muerte.
Cada golpe de su espada incendiaba diez o más de sus espadas. Los tesoros de su propia Secta se agrietaban y fragmentos de jade verde se desprendían. Su ropa se había quemado casi por completo, sin apenas salvar su pudor. Su cuerpo estaba sembrado de heridas cauterizadas.
Cada respiración enviaba una nueva ola de espadas hacia él, intentando con todas sus fuerzas derribarlo, pero había llegado a su límite.
Y Lu Ban había superado el suyo.
Aceite, Fuego y Sangre purgaron cualquier veneno con el que lo había afligido. Su cuerpo se adaptaba, reconocía el Qi sutil e insidioso del veneno que lo mantenía presente, dañando su cuerpo y su espíritu.
En unos momentos más, estaría libre de ello.
Pero ahora... Ahora era el momento de terminar con todo. Su oponente había sido astuta con su trampa inicial. Pero no era la única capaz de realizar tales maniobras. No se había dado cuenta de las llamas que formaban una formación en el suelo a su alrededor.
[Infierno del Fénix]
Ya no podía huir. Llamas ardientes estallaron en una jaula a su alrededor, impidiéndole toda retirada. El único camino abierto era a través del propio Lu Ban.
Había un miedo delicioso reflejado en sus ojos azules, pero no se acobardó. No se inmutó ni dudó.
Lu Ban la odiaba. Odiaba la mirada de asco en sus ojos, pues esta cultivadora más débil lo menospreciaba, como lo habían menospreciado toda su vida.
Se elevó en el aire. Un orbe de llamas se formó en su mano, del tamaño de un guisante, tan caliente que ardía blanco.
“Me hubiera gustado mantenerte con vida, pero eso no va a suceder.” Su voz era conversacional. Sus ojos rojo sangre, intensos.
No quedaría nada de esta mujer. Ni siquiera cenizas quedarían de sus crímenes.
La bola de calor en su mano pulsó.
[Descenso de la Estrella del Sur]
El orbe cayó.
Cai Xiulan miró a la muerte a los ojos.
[Égida de la Luna Llena]
Un escudo plateado surgió entre su objetivo y el orbe descendente. Era un círculo completo y perfecto de luz celestial cuyo brillo lo cegó por un instante.
Su alma se estremeció al ver cómo sus llamas se cernían sobre la cara de la luna. El calor infernal fue suficiente para quemar su superficie, quemar la luz cegadora y oscurecerla por un instante. Pero no se quebró. Las llamas se disiparon bajo la fría y solitaria luz de la luna.
El humo se disipó.
Frente a Cai Xiulan había... Un pollo. Sus plumas brillaban con un rojo intenso. Su cola, de un verde jade perfecto. Su chaleco de piel de zorro era absurdo.
Lu Ban miró fijamente a la criatura, sin estar seguro de si los cielos le estaban haciendo una broma.
"Parece que te has divertido jugando con mi Menor", dijo la bestia con voz profunda y suave. "Pero ya ha tenido suficiente por hoy. ¿Te importaría intercambiar consejos conmigo?"
Lu Ban se quedó boquiabierto al ver a la Bestia Espiritual.
“Estás ante Fa Bi De, primer discípulo de la Fa Ram”, continuó el gallo, antes de acariciarse las barbas con un ala. “Estudiante de Rou Jin.”
La mano, que habían roto, de Lu Ban sufrió un espasmo.
Un cálido viento de verano le acarició el rostro y le provocó escalofríos. Miró al suelo. A un campo de cenizas.
Pequeños brotes de hierba habían empezado a aparecer entre la devastación.