Capítulo 451
Dantalian (IV)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Los Señores Demonio se quedaron en silencio. Probablemente porque mi propuesta les parecía absurda. Solo una de ellos mantuvo su expresión impasible, Gamigin. Ella era la única que me miraba fijamente. Era lógico, ya que era la única allí presente que había escrito un “guion” conmigo.
Marbas, Vassago, Sitri. Los 3 siempre habían sido actores secundarios en mis guiones. Ni una sola vez se habían sentado conmigo para redactar un guion juntos. Simplemente interpretaban sus papeles en los guiones que yo había preparado de antemano...
- Dantalian. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Estás sugiriendo que nos quedemos de brazos cruzados y dejemos que la República descubra la verdadera naturaleza del Emperador?
En otras palabras. Estrictamente hablando, esta es la primera vez. Hasta ahora, siempre había actuado desde las sombras, medio oculto bajo el ala de Barbatos, pero esta vez estoy ante los Señores Demonios explicando mi plan con mi propia boca, mi rostro y mis gestos.
- Camaradas. A partir de ahora, les pido que escuchen atentamente el plan que voy a explicarles, paso a paso.
Dicho de otro modo, los actores que hasta ahora habían actuado brillantemente en el escenario estaban descubriendo por primera vez qué tipo de complot se había tramado entre bastidores. No se les había entregado simplemente un guion terminado, sino que estaban presenciando el proceso de escritura del propio guion.
- Debemos ponernos en la piel de la Cónsul de la República.
- ¿En el lugar de la Cónsul?
- Sí. La Cónsul no puede confiar tan fácilmente en mi hija. Puede que sea una traidora, pero sigue siendo la hija adoptiva de un Señor Demonio. “¿No podría ser una agente doble? ¿Podría ser su traición falsa, una estratagema para utilizarme?” Sería natural que la Cónsul sospechara...
Elizabeth me trataba como a un demonio entre los humanos. Había más de 20 espías confirmados de la República infiltrados en mi dominio, y esos eran solo los cuya identidad había sido descubierta. Si incluyera a los agentes encubiertos que trabajaban en las sombras, el número fácilmente se duplicaría. Se habían desplegado docenas de espías en una sola ciudad.
Elizabeth siempre había desconfiado de mí, siempre vigilándome, siempre en guardia. Y ahora, de repente, ¿la hija adoptiva de Dantalian buscaba asilo? Por supuesto que no confiaría en eso. No, podía afirmar con absoluta certeza, Elizabeth nunca confiaría en Daisy.
Porque Elizabeth reconocía mis habilidades. No había forma de que creyera que alguien como yo, un hombre de mi calibre, fuera tan descuidado como para permitir algo tan trivial como una “rebelión de una hija adoptiva”. Cuanto más convincentemente intentara Daisy demostrar su lealtad, más crecería su sospecha. Yo no era diferente. Imaginen si uno de los sirvientes más leales de Elizabeth de repente la traicionara y viniera a mí para jurarme lealtad. ¿Confiaría en él? Por supuesto que no. La idea de que un monstruo como Elizabeth permitiera simplemente que un colaborador cercano desertara era un escenario absurdo e imposible. En cierto modo, Elizabeth y yo confiábamos el uno en el otro más de lo que nadie podría hacerlo jamás.
- Mi hija adoptiva hará todo lo posible por ganarse la confianza de la Cónsul. La revelación de que el emperador Rudolf no es más que una marioneta cadáver es demasiado importante como para presentarla de inmediato. Empezará poco a poco, filtrando información menor paso a paso para ganarse primero su credibilidad.
Y una de esas informaciones “menores” era el pasadizo secreto dentro de mi propio castillo de Señor Demonio. Recorrí lentamente con la mirada los rostros de los Señores Demonios Electores sentados ante mí.
Ninguno de ellos parecía particularmente complacido. Era natural. Por la forma en que hablaba, parecía como si ya hubiera desentrañado todo sobre Elizabeth y Daisy, como si conociera sus mentes y cada uno de sus movimientos futuros con certeza inquebrantable. “¿Cómo podía estar tan seguro? ¿Qué garantía tenía de que las cosas se desarrollarían exactamente como yo decía?” Nadie lo dijo en voz alta, pero podía sentir que cada uno de ellos albergaba en silencio esa pregunta.
Aun así, no tenía más remedio que hablar así. Durante casi 10 años, había observado a esas 2 con una concentración inquebrantable. Bueno, nadie me creería si intentara explicarles lo peligrosa que es Elizabeth. Para los Señores Demonio, ella no era más que la última heredera de una nación caída. Alguien a quien valía la pena vigilar, tal vez, pero ciertamente no alguien a quien temer. Ninguno de ellos parecía comprender lo extraordinario que era que Elizabeth hubiera logrado mantener unida a la República todo este tiempo, esencialmente enfrentándose sola a todo el Ejército de los Señores Demonio. Bueno, supongo que parte de eso era culpa mía. Cada vez que Elizabeth intentaba hacer algo contra las fuerzas de los Señores Demonio, yo siempre estaba allí para bloquear sus planes antes de que pudieran llegar a nada...
Sinceramente, era un poco frustrante. ¿Por qué era yo la única persona que tenía que preocuparse por Elizabeth? Siempre era yo la que asumía el trabajo duro, el que trabajaba constantemente entre bastidores y, sin embargo, muy pocos lo reconocían. Al final, lo único que obtenía eran desventajas tras desventajas. Aun así, si lo veía desde otra perspectiva, significaba que en este elaborado “juego de ajedrez”, solo Elizabeth y yo estábamos jugando de verdad. No había necesidad de amargarme por ello.
Una sonrisa se dibujó en mis labios.
- En 2 días como máximo. No más tarde de eso, los espías de la República se infiltrarán en el pasadizo secreto de mi mazmorra. Y cuando eso suceda, lo sabremos todo de inmediato... Dónde han llevado a Barbatos y cuál será el próximo movimiento de la Cónsul.
* * *
Habían pasado 5 minutos desde que el equipo de asalto irrumpió en la Mazmorra de Dantalian. La Cónsul Elizabeth observaba su progreso en tiempo real a través de un orbe de cristal.
- Este pasadizo... debe de haber sido construido hace al menos 5 años.
- Así que no fue construido apresuradamente. Pensar que algo así estaba escondido aquí... En verdad, el lugar más oscuro está justo debajo de la lámpara.
Las silenciosas conversaciones de los infiltrados resonaban en la esfera. El pasadizo secreto estaba envuelto en la oscuridad, e incluso la proyección que parpadeaba dentro del cristal era tenue y turbia. Elizabeth lo miraba fijamente, con expresión indescifrable. Kurtz Schleiermacher, sentado a su lado, habló.
- Así que la chica tenía razón. Realmente había un pasadizo secreto.
- Hmm.
Elizabeth bebió un sorbo de una copa con forma de cuerno llena de vino. La bebida era poco más que vinagre, un vino barato y agrio de la peor calidad. En su juventud, le encantaban los vinos finos, pero desde que se convirtió en Cónsul, había sustituido todos sus caprichos privados por productos de la peor calidad, más propios de campesinos empobrecidos que de una gobernante.
- La pregunta es cuánto control tiene realmente Dantalian sobre esta situación. Sin duda, ya habrá previsto que intentaríamos infiltrarnos a través de su pasadizo secreto.
- ¿Perdón?
Kurtz se llevó la copa a los labios, desconcertado. Mientras su soberana, la líder de toda una nación, bebía a sorbos ese miserable sucedáneo de vino, él mismo saboreaba con indiferencia una bebida de la mejor calidad.
- Ayer mismo la sometimos a un hechizo de verdad, lo que confirmó que su traición no fue orquestada por Dantalian. Entonces, ¿cómo podría haber previsto nuestra línea de acción?
- No confío mucho en la magia de la verdad.
Dijo Elizabeth con frialdad. Al fin y al cabo, se basa en el ritmo cardíaco y la fisonomía. En el mejor de los casos, su precisión es del 50 por ciento.
‘No me sorprendería en absoluto que esa chica, Daisy, pudiera regular conscientemente su propio ritmo cardíaco con precisión.’
Kurtz soltó una risita ahogada.
- Cónsul, solo anoche le hicimos más de 780 preguntas diferentes. Claro, esquivar 1 o 2 preguntas es un juego de niños para un agente entrenado. ¿Pero esquivar 50 preguntas? ¿100? ¿500? Eso es casi imposible.
Anoche, la agencia de inteligencia de la República había hecho todo lo posible para dar la bienvenida a su “invitada”. Veteranos con décadas de experiencia en espionaje se habían reunido para interrogar a una chica de 16 años, Daisy von Custos. No se habían levantado los puños, pero el interrogatorio implacable, que se había prolongado durante horas sin un momento de respiro, había cruzado hacía tiempo la línea de la brutalidad, mucho más allá de la mera violencia física. Esas 780 preguntas no eran una simple lista de preguntas. Cada una de ellas había sido meticulosamente tejida, como una red de malla apretada diseñada para atrapar la más mínima inconsistencia.
Incluso si, como afirmaba la Cónsul Elizabeth, la magia de la verdad no era infalible, 780 preguntas de ese tipo eran más que suficientes para compensar sus deficiencias. La voz de Kurtz Schleiermacher tenía un tono juguetón mientras hablaba.
- Seguramente no estará sugiriendo que una chica de 16 años logró engañarnos en cada una de esas preguntas, ¿verdad, Excelentísima Cónsul? Jaja.
Elizabeth permaneció en silencio. Cuando la otra parte se quedó repentinamente callada, Kurtz se encontró incómodamente sin saber qué decir. Estaba a punto de pensar en una forma de reanudar la conversación cuando una voz salió de la esfera de cristal.
- ¡Goblins! ¡Debe haber al menos 20!
- Mantengan la calma y mantengan la formación. Mientras no rompamos filas, los goblins no son una amenaza.
Kurtz entrecerró ligeramente los ojos. Afortunadamente, ya no necesitaba buscar un nuevo tema de conversación.
- Así que, después de todo, había guardias. Tiene sentido. Incluso un pasadizo secreto debería tener al menos unas defensas mínimas. ¿Pero goblins? Eso parece un poco... decepcionante.
- Se acabó.
- ¿Qué?
La voz de Elizabeth era monótona y su mirada seguía siendo indiferente.
- Dantalian nunca pondría a simples goblins para vigilar ese pasadizo. Si lo atravesaran, la novena planta de su castillo caería al instante. Si fuera a colocar guardias allí, sin duda serían demonios formidables. Esto es una artimaña.
Los labios de Elizabeth se curvaron muy levemente. En ese mismo instante, un grito de pánico brotó del orbe de cristal.
- ¡Gyaaaahhh!
- ¿Qué está pasando?
- ¡Arañas Infernales! ¡Maldita sea, hay arañas infernales acechando en el techo! ¡Todas las unidades, pasen a formación de falange y prepárense para el ataque!
El escuadrón intentó desesperadamente mantener la compostura, pero los gritos solo se hicieron más fuertes y frenéticos. No solo habían descendido enormes arañas desde arriba, sino que también surgieron del suelo gólems disfrazados de rocas para aplastarlos. El pasadizo secreto proyectado dentro de la esfera de cristal se sumió en el caos en un instante.
Elizabeth murmuró con una voz totalmente desprovista de emoción.
- Primero, les deja ver a los goblins y luego les tiende una emboscada con fuerzas ocultas. Una táctica eficaz, pero imposible de ejecutar sin conocer de antemano la llegada del enemigo.
- ¿Quieres decir que... anticipó que enviaríamos una unidad de infiltración...?
- Mm.
Los gritos que llegaban a través del cristal disminuyeron abruptamente. De los 15 miembros del escuadrón, solo quedaba 1. Docenas de monstruos lo rodeaban, cortándole todas las vías de escape. El hombre dejó caer su hacha al suelo de la caverna.
- ¡P-por favor! ¡Perdónenme! ¡No quiero morir! Por favor, yo...
Un sonido húmedo y repugnante rasgó la esfera cuando su cuerpo fue destrozado. Después de eso, solo los espeluznantes ruidos de los monstruos alimentándose de los cadáveres llenaron la oficina de la Cónsul, el sonido de la carne desgarrándose, los huesos rompiéndose en astillas. La expresión de Elizabeth no varió lo más mínimo mientras extendía la mano y apagaba la imagen en el orbe de cristal.
- Impresionante, ¿no?
- No estoy seguro de lo que quieres decir...
- Me refiero a Dantalian. ¿No te has dado cuenta? Acaba de matar a todos los intrusos.
Lanzó una mirada de reojo a Kurtz.
- Eso significa que ni siquiera se planteó tomar prisioneros. Lo normal sería que los interrogara para averiguar quién había descubierto su pasadizo secreto y enviado al equipo de asalto... pero se saltó ese paso sin dudarlo. Ya sabe que la República está detrás de todo esto.
Elizabeth se enrolló perezosamente un mechón de pelo en el dedo.
- Esta vez envié un escuadrón con una capacidad de combate deliberadamente baja para asegurarme de que los capturaran con vida. Y, sin embargo... parece que él ya lo sabía. Incluso seleccioné a soldados que hablaban sardo, pero no sirvió de nada. Aun así, hemos ganado algo, la confirmación de que Dantalian nos tiene en el punto de mira. Solo por eso ya ha valido la pena... Para ser una simple invitación a bailar, su enfoque es bastante... extremo, ¿no crees? A estas alturas, aunque quisiera rechazarla, mi orgullo no me lo permitiría. Kurtz, prepara un enviado. Es hora de abrir el segundo baile.
- Sí, Excelentísima Cónsul.
Si encuentras errores déjanos las correcciones en un comentario abajo, servirán para mejorar la calidad de la serie.



No hay comentarios.:
Publicar un comentario