Capítulo 1
Una Era Completamente Nueva (I)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Los lugares que tenían 4 estaciones seguían teniéndolas en la nueva era. Sólo que no eran exactamente iguales.
La primavera representaba un despertar. Un gran número de Osos Violentos, Lagartos de Roca, Moscas Chupasangre y Pulgas Fluorescentes salían de su sueño. Aunque las pequeñas Moscas Chupasangre, no eran realmente menos peligrosas que los Osos Violentos. Sólo el cielo sabía cuántas enfermedades había en esta época que podían acabar rápidamente con la vida de una persona y, además, parecía como si las cepas bacterianas de estas enfermedades se transmitieran todas por la sangre, lo que convertía a la Mosca Chupasangre en el portador más adecuado. Además, los tipos de enfermedades parecían aumentar rápidamente. La profesión médica nunca había sido tan importante, pero al mismo tiempo los médicos nunca se habían sentido tan desamparados. Sin embargo, seguía siendo la mejor estación.
El verano estaba lleno de calor abrazador. La dura luz ultravioleta del sol era mortal para la mayoría de las criaturas, incluso las criaturas mutadas no eran una excepción, por no hablar de los humanos. El otoño ya no era la estación de la cosecha. Los frutos y alimentos de antaño hacía tiempo que se habían extinguido debido a los cambios desfavorables que el entorno había experimentado a lo largo de los años. Al fin y al cabo, la comida era algo que preocupaba a todas las criaturas. La mayoría de las plantas que podían seguir creciendo en entornos tan viles eran incluso más peligrosas que los Lagartos de Roca. En cuanto al invierno, el único problema que había que considerar era si uno se moriría de hambre antes de que llegara la primavera.
Las finas nubes del cielo se movían continuamente, dejando al descubierto un cielo azul de gran belleza. La luz del sol se proyectaba hacia abajo como llamas, derramándose sobre la abrasadora y seca tierra.
En cuanto descendió la luz del sol, Turner se bajó las gafas protectoras del casco. Eran gafas militares de los viejos tiempos, y podían filtrar la luz brillante y los rayos ultravioleta para proteger sus ojos. Aunque los rayos ultravioleta eran ahora mucho más fuertes que en el pasado, los humanos que sobrevivían también se adaptaban a ellos. Los más débiles hacía tiempo que se habían convertido en huesos secos en el desierto.
La mano derecha de Turner sostenía un rifle automático M3A. Tras observar los alrededores, su mano izquierda hizo un gesto. Su grupo siguió adelante. Él, de 43 años, y llevaba casi 20 de esos en el ejército, y debido a esa experiencia era un oficial al mando confiable. En ese momento, estaba guiando a su tropa a través de una árida cresta montañosa, lo que les permitía obtener una línea de visión clara. Todo dentro de un área de más de 10 kilómetros estaba dentro del alcance de su visión. En cuanto a los árboles que podían bloquear la luz del sol, Turner no parecía preocuparse mucho por ellos. Las grandes extensiones de vegetación a menudo significaban peligros impredecibles.
Los aullidos de los Lobos Putrefactos resonaron desde el interior de las montañas. Turner miró inmediatamente en la dirección del aullido, y sus pupilas se dilataron y contrajeron rápidamente, y la forma de sus globos oculares también pareció cambiar un poco. Sin usar binoculares, sus ojos se fijaron en varias pequeñas manchas negras a varios kilómetros de distancia. En ese momento, Turner levantó los binoculares y, desde el interior de la lente, pudo ver varios Lobos Putrefactos de color gris y negro. En esos momentos vagaban inquietos por los acantilados de color marrón rojizo y, de vez en cuando, aullaban hacia el cielo.
El alcance de la vista de Turner era sólo 1,5 veces mayor que el de un humano normal, y había agotado un punto de evolución, o lo que es lo mismo, una oportunidad de modificación genética. Una persona normal sólo tenía oportunidad de someterse a una mejora genética 1 o 2 veces en su vida, por lo que la mayoría de la gente optaba por mejorar su fuerza física o la resistencia de su cuerpo. Sin embargo, Turner decidió sin el menor remordimiento utilizar su punto de evolución en su capacidad visual. Mientras intentaba sobrevivir en la naturaleza, si uno podía darse cuenta del peligro un momento antes, equivaldría a obtener otra oportunidad de supervivencia.
- ¡Maldición! Parece que esos tipos han vuelto a crecer.
Turner maldijo unas cuantas veces y se puso en marcha con sus hombres hacia un valle en otra dirección. Estos Lobos Putrefactos eran capaces de moverse bajo la potente luz del sol por alguna razón. Eran criaturas de naturaleza normalmente nocturna. Sin embargo, Turner no necesitaba saber estas cosas. A través de sus experiencias, dedujo que había una guarida de Lobos entre las montañas y los valles, y eso era todo lo que necesitaba saber. El verano era su temporada de apareamiento, por lo que debería haber algunos lobeznos recién destetados dentro de la guarida. Su misión consistía en averiguar información sobre estos Lobos Putrefactos y sus variaciones, así como informar si habían surgido nuevas criaturas desconocidas. Por último, tenía que traer algunos cadáveres para investigarlos en la base. Normalmente, esta misión requería que Turner y sus hombres recorrieran el páramo durante medio mes, pero la dificultad no era tan alta. Turner conocía como la palma de su mano esta región baldía. Podía recitar con los ojos cerrados los lugares adecuados para las distintas especies. En cuanto a su grupo de 9 hombres, incluso si se encontraban con una gran manada con más de 100 Lobos Putrefactos, serían capaces de hacerles frente.
Sin embargo, el mayor problema radicaba en lo rápido que cambiaba todo en este mundo. Turner había presenciado personalmente el aumento gradual de los Lobos Putrefactos. Al principio, una sola bala bastaba para acabar con un adulto, pero ahora, con frecuencia, había que dispararles 2 o 3 veces seguidas antes de que murieran. Sus movimientos eran cada vez más rápidos y sus cuerpos cada vez más fuertes. Según el director de investigación de la base, sólo en el último año, los Lobos Putrefactos adultos eran un 12% más pesados en promedio, sus músculos eran un 23% más potentes y su agilidad había aumentado un 18%. Además, sus capacidades defensivas mejoraron un 35% y su resistencia a la radiación aumentó un 50%.
Naturalmente, Turner no podía recordar todo esto, ni tenía ningún interés en memorizar estadísticas tan precisas. Su pensamiento era mucho más simple: los Lobos Putrefactos están creciendo y volviéndose cada vez más peligrosos. Su pequeña tropa, que en el pasado podía derrotar a 150 de estos seres, ahora sólo podía enfrentarse a una manada de 100; eso era todo. Aunque la situación parecía seguir bajo el control de la base, cada vez que Turner partía para su misión, el mal presentimiento se hacía más fuerte en su mente.
‘¿Y si los lobos se volvían tan grandes como tigres y tenían la sabiduría del hombre?’
Este pensamiento había cruzado su mente más de una vez. Para Turner y su pequeña tropa bien entrenada, varios kilómetros de caminos de montaña no eran más que media hora de viaje. Cuando los Lobos Putrefactos machos maduros que se encontraban sobre el acantilado de la montaña vieron al grupo de Turner, todos se ocultaron. Goteaban saliva mientras enseñaban los colmillos, y un rugido grave sonaba continuamente en sus gargantas. Ese era el típico comportamiento que mostraban cuando protegían su territorio, lo que indicaba que la guarida estaba justo delante del grupo de Turner. En el interior, todavía había bastantes Lobos jóvenes que no se habían destetado. Todavía no podían seguir el ritmo de los más grandes.
El territorio de los Lobos Putrefactos era bastante grande. El valle lleno de cuevas probablemente sólo tenía manadas de Lobos en su interior. Turner no tenía ganas de buscar en todas las cuevas. Hizo una señal con la mano, y un veterano detrás de él levantó su rifle automático. El primer disparo lanzó por los aires a un Lobo Putrefacto, al que siguió otro disparo mas, no fue hasta que el tercer lo atravesó que finalmente murió.
Los Lobos Putrefactos restantes gimieron y lloraron a su camarada. Huyeron hacia las profundidades del valle con el rabo entre las piernas. El M3A de Turner se puso en posición mientras hablaba con uno de sus subordinados.
- ¡Lucas, tu turno!
- ¡Entendido!
Un joven que parecía tener apenas 20 años con una nariz que era el doble de grande que la de una persona normal salió caminando. Olfateó continuamente esta región del valle mientras caminaba hacia las profundidades de la montaña. Aunque el fuerte olor de los Lobos Putrefactos estaba por todas partes dentro de las montañas y valles, la nariz de Lucas no era inferior a la de los estos animales. Para él, cada uno de los olores de los Lobos Putrefactos era distinto, y puesto que acababan de entrar en contacto, era imposible que se equivocara.
La tropa de 9 caminaba sin prisas, pero su paso no era lento mientras llegaban poco a poco al centro del valle. Su objetivo estaba muy claro: se trataba de la cueva situada a varios cientos de metros de su ubicación actual. En la entrada de la cueva podían verse algunos huesos secos. Era como en el pasado. Turner dejó a 2 hombres para que vigilaran la entrada de la cueva mientras dirigía a los demás hacia el interior para registrar la cueva. No temía una emboscada, porque el poderoso M3A era invencible dentro de una cueva tan estrecha. Además, de los 8 subordinados que había traído esta vez, 5 eran veteranos que habían participado en más de 10 misiones. Sus genes se habían fortalecido al menos una vez y podían adaptarse a cualquier situación.
La cueva no era profunda. Pudieron llegar al final después de caminar sólo 30 metros más o menos. Sin embargo, aparte de una pila de huesos secos, sólo había un montón de heno. No había ni rastro de Lobos jóvenes.