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lunes, 26 de febrero de 2024

DH - Capítulo 60

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Capítulo 60
Sin Saber qué Hacer (IV)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
El sonido de los pasos se detuvo de repente. Esta vez, finalmente pudo discernir que venían del lado izquierdo. Entonces, una mochila de lona marrón claro, meticulosamente elaborada, fue arrojada a su lado. Entonces, un par de piernas atractivas aparecieron en la línea de visión de Su. Era un par de piernas extremadamente rectas que dejaban la garganta seca al verlas. Las medias oscuras mostraban completamente su figura, pero hacían sentir a los demás como si fueran un poco innecesarias. El estilo de los tacones era más bien sencillo y sin adornos, pero el elegante arco que dibujaban y la experta artesanía demostraban que definitivamente no eran un artículo barato. Su levantó la cabeza. Su mirada subió con naturalidad por el par de piernas, pasando primero por las rodillas y luego por los deliciosos muslos hasta el borde de la falda. Una parte de su mirada se adentró unos centímetros en las profundidades de la falda, mientras que la mayor parte continuó hacia arriba. Lo que seguía era una camisa blanca metida por dentro de la falda, que apenas lograba cubrirle el pecho. Encima tenía un cuello largo y delgado, un rostro perfecto, unas gafas que aumentaban su atractivo y el pelo gris recogido en un moño sobre la cabeza. Se llevó una mano a la cintura y la otra sostenía un lápiz. La punta del lápiz descansaba sobre sus labios mientras preguntaba. - ¿Soy hermosa? - Sí. - ¿Quieres ver más? Su no contestó y se levantó. Mirando a lo lejos, levantó la Magnum que tenía en la mano y disparó continuamente 5 disparos. Los cuales fueron bastante fuertes, creando un tremendo eco. Como en respuesta a los disparos, de repente se levantó un viento que hizo volar su cabello rubio claro. Giró la Magnum, colocó el abrasador cañón contra su barbilla y cerró los ojos. La naturaleza salvaje, las ruinas, las nubes con radiación, las criaturas mutadas, las tierras habitadas, todos estos elementos formaban su ciclo vital. En ese momento, le producían un dolor abrasador, un calor que era igual al de la boca de la Magnum. Le gustaban, y no quería dejarlos marchar, pero el amor y el anhelo que sentía por la vida no podían contrarrestar la resolución que tenía en su corazón. Él no quería convertirse en un espécimen de laboratorio. Si realmente no tenía elección, entonces debería ocurrir después de su muerte. El cerebro de Perséfone, capaz de lidiar fácilmente con un mar de datos, se quedó de repente en blanco. No entendía cómo la pregunta “¿quieres ver más?”, que contenía un doble significado, podía hacer que la otra parte levantara de repente su arma para suicidarse. ‘¿Qué significaba esto? ¿Podría ser que mi propia apariencia fuera tan mala que tuviera que suicidarse?’ El breve periodo de confusión en su mente fue rápidamente sofocado. Su mano derecha se estiró, cogiendo ligera y hábilmente la Magnum de la mano de Su. Su dedo índice, que sostenía el lápiz negro, era igual que sus piernas, suficiente para hacer saltar el corazón de uno. Su sólo sintió que su mano se entumecía ligeramente antes de que la pistola acabara ya en las manos de ella. Perséfone parecía casi un poco torpe mientras jugueteaba con la Magnum. Era un arma de exquisita factura, pero el enorme cuerpo, el gran peso, la poderosa fuerza y el ensordecedor disparo hacían que bonito ya no fuera un buen adjetivo con el que describirla. Hizo girar la Magnum alrededor de su dedo como un vaquero de los viejos tiempos, y luego, sus manos se juntaron. Entonces, como si hubiera disparado accidentalmente, sonó una enorme explosión. Se desprendió un chorro de calor, y la bala que Su había dejado para sí desapareció en las nubes infinitas. Perséfone estaba tan sobresaltada que todo su cuerpo temblaba, y estuvo a punto de tirar la Magnum al suelo. Tenía la cara pálida y los ojos llenos de pánico. Sus gafas negras parecían haberse deslizado un poco, y parte del pelo recogido incluso se le deslizo hacia abajo. En resumen, parecía como si se hubiera asustado por el ensordecedor disparo y el potente retroceso, dejándola sumida en un tremendo pánico. Se arregló las gafas y, mientras sujetaba la Magnum con los dedos pulgar y corazón, la acercó a la cara de Su. Como si aún sintiera un miedo persistente, dijo. - ¡Te devuelvo esto! Esta vez, eran el lápiz negro y la Magnum gris plata los que componían un contraste. Su cogió la Magnum y sacó 6 balas del estuche de cuero que llevaba en la cintura. Sus manos se movieron y las balas ya estaban recargadas. Mirando a Perséfone, dijo con calma. - Todavía quedan muchas balas, y hay muchas formas de suicidarse sin usarlas. Si quieres capturarme con vida, me temo que no será tan fácil. Parecía bastante enfadada. Mordió el lápiz que tenía en la mano e interrogó. - Sólo te he preguntado si querías ver más, ¿y enseguida quieres suicidarte? ¿Tanto miedo doy? La voz de Su siguió manteniendo la calma. - Tu broma no tiene la menor gracia, jovencita de los Jinetes de Dragón Negro. Inmediatamente puso cara de asombro. - De acuerdo, admito que soy de los Jinetes de Dragón Negro. Sin embargo, ¿cómo lo supiste? Su sintió un pequeño dolor de cabeza. La actuación de esta mujer era realmente brillante, sin embargo, el problema radicaba en que su mentira no aguantaba ni un solo golpe. Sin embargo, aún así respondió. - Tu lápiz tiene una insignia. Perséfone miró el lápiz que tenía en las manos. El lápiz negro tenía un diseño de flores doradas, y en el extremo del lápiz había un dragón con un escudo en la boca. Se llevó el lápiz a la mano izquierda y extendió la derecha hacia Su. Con cierta desconfianza, dijo. - Perséfone. Encantada de conocerte, Su. Su dudó un momento, pero extendió la mano derecha y dijo. - Preferiría no haberte conocido nunca. Perséfone retiró su mano ligeramente, sin permitir que Su la tocara. - ¡Eh! ¡Eres un hombre, así que no deberías ser tan mezquino! Además, ¿no te han dicho nunca que es de mala educación estrechar la mano de otro con el guante puesto? Especialmente con una belleza como yo. Su se quedó un momento con la mirada perdida. Las acciones y el porte de la misteriosa mujer que tenía delante eran completamente inesperados, hasta el punto de que ni él mismo podía descifrar su verdadera intención. Su se quitó las tiras de tela que rodeaban su mano derecha y reveló una mano que podía competir completamente con la de Perséfone antes de cogerla de la mano. Por la piel y la forma, no se podía determinar cuál de las dos manos era mejor. Por supuesto, todavía había diferencias. La mano de Su desprendía una sensación de fuerza oculta, mientras que la de Perséfone estaba llena de belleza y elegancia. - Ya que nos dimos la mano, entonces ya no somos enemigos y en su lugar somos amigos. Vuelve conmigo a los Jinetes de Dragón Negro. Dijo Perséfone con entusiasmo. Sujetó con fuerza la mano de Su sin moverse, y sus dedos se movían continuamente. Estaba acariciando la piel de Su. En este momento, su apariencia sólo podía ser llamada una pervertida con una apariencia exterior digna. Su estaba realmente un poco indefenso. - Puedes llevar mi cadáver de regreso. - Tacaño, no estés tan ansioso de morir sin razón. ¡Hablas como si yo fuera algún tipo de demonio! No soy más que una mujer extremadamente gentil y amable, y nunca obligaría a nadie a hacer nada. Como ya somos amigos, poco a poco te haré cambiar de opinión. Tienes que entender que soy una persona extremadamente paciente. ¿Por qué no vivimos juntos por ahora? Mira, ¡hasta me he traído el equipaje! Perséfone seguía agarrando con fuerza la mano de Su mientras hablaba. Su miró el bolso de lona en el que parecía no caber ni un par de zapatos. Se quedó realmente sin palabras.

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