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viernes, 14 de junio de 2024

DD - Capítulo 321

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Capítulo 321
El Rey del Invierno (IX)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Individuos de los que podría decirse que son la flor y nata de sus respectivos países llegaron a la ciudad. Durante los últimos 4 años, ha habido un levantamiento a gran escala del republicanismo con las ciudades ricas en el centro. Como resultado, habían surgido casi 20 ciudades libres. Ciudades libres a las que recientemente se les había garantizado su autonomía, ciudades que habían estado apoyando en secreto el republicanismo y zonas en las que los señores tenían un interés personal en el republicanismo: se enviaron embajadores desde un total de 70 lugares. No hubo ningún caso en que un embajador llegara solo. Cada facción se aseguraba de formar un grupo de embajadores de aspecto elegante para exagerar su poder. Probablemente sólo había una pequeña minoría de personas que podían sonreír amargamente ante esto. - Ivar, míralos. Estaba sentado en una terraza anexa a una finca que nos habían prestado temporalmente. La finca estaba situada en el centro de la ciudad, así que teníamos una vista despejada de la carretera. En ese momento, los embajadores de la “Alianza de Ciudades Libres del Norte del Imperio Franco” marchaban por la calle mientras tocaban música a todo volumen. - Esos son los individuos que se han levantado para garantizar los derechos del pueblo. Parece que “el pueblo” del que hablan sólo consiste en individuos ricos. Ivar estaba a mi lado vestida de criada. - Mis disculpas, Alteza, pero los que no tienen poder militar no pueden obtener la autonomía. El poder militar de una ciudad viene determinado por su capacidad para contratar y mantener mercenarios. Sería ilógico decir que una ciudad sin dinero puede ser autónoma. Es natural que los ricos ocupen puestos clave en las ciudades. - ¿Es así...? Al final, sólo las ciudades ricas pudieron alzarse. Pero, Ivar, ¿no crees que en realidad son los pobres los que realmente necesitan libertad? - Esta humilde piensa diferente. La chica vampiro que me había jurado lealtad, pero que seguía expresando su opinión sin dudarlo, continuó. - Los pobres no tienen un interés eterno o estático en su nación. No sería razonable dar a estos individuos el derecho a votar sobre cómo se gobierna una nación. - Un punto de vista que realmente te conviene. Me reí entre dientes. La afirmación de Ivar era probablemente la opinión más común entre los republicanos en estos momentos. La gente debería tener derecho a votar a quien quiera en el parlamento de su nación. Sin embargo, dar a todo el mundo el derecho a votar sería ilógico. Esto se debe a que la cantidad que los individuos aportan a su ciudad es diferente de una persona a otra. Los ricos pagan muchos más impuestos que los pobres. Los mercenarios se contratan con ese dinero de los impuestos. Las ciudades pueden proteger a su población gracias a sus ejércitos. Era natural que los ricos tuvieran más derecho al voto, ya que contribuían más a la protección de sus ciudades. Ese era su razonamiento. El derecho al voto no debía concederse a unos campesinos pobres. Además, los esclavos que no pagaban ni una moneda de impuestos a la ciudad estaban aún más fuera de cuestión. - Ivar, hay un olor a podrido que viene de alguna parte. Es el olor de la contradicción. ¿Soy el único que puede oler este olor rancio procedente de ese desfile? Las personas que más necesitan una comida no son otras que las hambrientas. La gente que está llena no necesita más comida. Del mismo modo, los que más necesitan la libertad no son otros que los esclavos. Pero, ¿qué es esto? La supuesta gente que clama por la libertad del pueblo está diciendo que a los esclavos no se les debe dar libertad y que, de hecho, se les debe prohibir que la reciban. Ivar bajó la cabeza por un momento mientras pensaba para sí misma. - Pero, Alteza, ¿no sería injusto dar igualmente la libertad a quienes no contribuyen o contribuyen muy poco a la sociedad? - Mucha gente parece incurrir en este malentendido. La afirmación de que no hacen contribuciones es incorrecta. Que no tienen nada que aportar sería la afirmación más exacta. Digamos que una persona rica tiene 1000 de riqueza mientras que una persona pobre sólo tiene 10 de riqueza. Si una ciudad se viera amenazada, la persona rica pagaría gustosamente 10 más en impuestos. Sin embargo, aunque el mundo se acabara, la persona pobre no podría ofrecer 10. Sólo podría ofrecer 1. - ...Pero los ricos trabajaron duro para aumentar su riqueza a miles. Refutó Ivar tras escuchar mi comparación. - En cambio, los pobres siguieron siendo perezosos y perdieron el tiempo aunque hubieran podido trabajar duro. Por supuesto, hay personas que nacen sin miembros y otras que no pueden trabajar duro aunque quisieran. Naturalmente, esas personas deben recibir ayuda en un puesto de socorro médico. Perdió a toda su familia cuando era pequeña y construyó con sus propias manos la mayor empresa mercantil del mundo demoníaco. Por eso Ivar Lodbrok podía decir estas palabras con la mayor certeza. - Excluyendo esos casos, la pobreza de los pobres procede casi totalmente de la pereza. Ya veo. Esto es todo. Esta es la parte decisiva que hace a Ivar diferente de Laura. Por lo tanto, no se puede evitar que la razón por la que Laura me ama sea diferente de la razón por la que Ivar me ama. Un sentimiento de desamparo me invadió mientras inconscientemente bajaba la voz. - Ivar, si tu vida estuviera destinada a terminar después de sólo 50 años, entonces no habrías sido capaz de crear Keuncuska. ¿Me equivoco? - Así es. - Fuiste capaz de triunfar así porque naciste vampiro. Pero déjame preguntarte esto. ¿Naciste vampiro porque querías serlo? Ivar negó con la cabeza. - Por supuesto que no. - Déjame preguntarte otra cosa. ¿Los ricos nacieron ricos porque querían serlo? ¿Y los pobres nacieron pobres porque querían serlo? - ...Tampoco es el caso. Solté una bocanada de humo de mi pipa. El humo flotó débilmente a través del cielo invernal blanco como el celofán. - Ivar, ¿no significa eso que todo es igual? ¿Crees que nací como Dantalian porque quise? ¿Crees que la gente se volvió perezosa porque quiso y que la gente tuvo personalidades serias porque quiso? Caí en este mundo y me convertí en un Señor Demonio contra mi voluntad. Es por eso que puedo decir estas palabras con la mayor certeza. - Fuimos expulsados desde el momento en que nacimos. Todos somos iguales en el hecho de que si naces sin extremidades o como un vago, todo esto está determinado desde el momento en que naces. - ...Esta humilde tiene que estar en desacuerdo. Todo el mundo tiene libre albedrío. Simplemente sonreí. ‘Ivar, la razón por la que te enamoraste de mí no fue tu libre albedrío. Yo te manipulé. Te engañé. No hay nada en tus sentimientos hacia mí que sea ‘libre’. Simplemente lo crees así.’ No tenía intención de revelar esto, y probablemente nunca lo haré. - Bueno, somos políticos, no filósofos. Hablemos de una cuestión más práctica. Dijiste que sería injusto dar a los pobres y a los esclavos el derecho al voto, pero en realidad hay una forma de dar a todos el derecho al voto de forma justa. Ivar ladeó la cabeza. - ¿Y cuál es? Me encogí de hombros bromeando. - Es sencillo: la guerra. La gente de clase baja puede actuar como milicia cuando estallen las guerras. Entonces arriesgarían sus vidas para proteger sus ciudades. El valor de la vida de una persona supera fácilmente las 1.000 monedas de Oro. Por lo tanto, la gente se volverá más igualitaria a medida que ocurran más y más guerras. - A medida que ocurran más y más guerras... Ivar debe haber estado atónita. - Lo más probable es que sea necesaria una gran guerra para que el republicanismo se afiance de verdad en el continente. La guerra de la Alianza Creciente es demasiado pequeña. Una guerra en la que sólo mueren miles de personas no es suficiente. Se requiere una guerra donde decenas de miles, cientos de miles mueran con facilidad. - Eso... sería una calamidad. Nadie quiere una calamidad así. Asentí. Nunca podría decirle esto a Paimon. A fin de cuentas ella se hizo republicana porque odiaba las guerras de la Alianza Creciente. ¿Empezar una guerra masiva por el bien de una sociedad igualitaria? Probablemente se enfadaría y me llamaría hipócrita. Ivar me miró sorprendida. - No me lo diga, Alteza. Entonces, ¿fue esa la razón por la que empezaste la Alianza Creciente y la Guerra de las Marionetas...? - Jaja. Simplemente estaba lanzando esa idea. Si alguien clama por la igualdad, es porque quiere a todos por igual. Es imposible que alguien que ama a la gente inicie una guerra. Eso sería contradecirse. - ... - Nadie haría algo así. No dije nada más mientras bajaba la mirada hacia la plaza. El tiempo no era tan frío hoy a pesar de la estación invernal, así que muchos civiles habían salido a ver a los grupos de embajadores. - Pero siguen siendo tontos. Montar semejante espectáculo sólo conseguirá el efecto contrario al deseado. Podrán presumir de su poder, pero serán incapaces de impresionar de verdad a las masas. Si, entre las personas que participan en la reunión, hay alguien realmente impresionante, entonces, por el contrario, mostrarán una procesión pulcra y ordenada. Con esto, nuestra conversación llegó a su fin. Los representantes de cada facción llegaron a la ciudad durante 15 días. Un día antes de la reunión, hubo un grupo que mostró una procesión que parecía mucho más pobre que todas las procesiones anteriores. Normalmente, los grupos tenían como mínimo 50 y como máximo 200 miembros. Sin embargo, este grupo sólo contaba con unas 10 personas. Su aspecto tampoco tenía nada de lujoso. Estaban al nivel de un campesino algo acomodado que vestía bien. La bandera que llevaban era roja con un águila blanca en el centro. Era la bandera de la República de Habsburgo. Una mujer de pelo plateado que vestía uniforme militar iba en cabeza. Al principio, la gente reunida en la plaza se burlaba de ellos por tener tan mal aspecto. Hubo incluso quien los ridiculizó en voz alta. Sin embargo, en cuanto se enteraron de que la persona que iba en cabeza era el Cónsul de la República de Habsburgo, un extraño silencio se apoderó de la calle. - ¡Gloria a la República! Gritó alguien. Eso abrió las compuertas. Los civiles recibieron con gritos de celebración al grupo de embajadores de la República de Habsburgo. Los aplausos no cesaron hasta que Elizabeth entró en la Casa de Gobierno. Incluso después de que ella se hubiera ido, grupos de personas se reunieron para hablar de la procesión que acababan de presenciar. - ... Yo los observaba desde la terraza mientras bebía vino. “Gloria a la República”, era la frase más apropiada. No sólo se refería a la República de Habsburgo, sino también a la República de Batavia. Esto probablemente facilitó la participación de los presentes. Por lo tanto, había una probabilidad muy alta de que Elizabeth hubiera plantado a alguien entre la multitud. - Verdaderamente, qué mujer tan absurda. Sólo pude sonreír irónicamente.
* * *
El primer día de la reunión de representantes transcurrió con calma. Podría decirse que fue un día de presentaciones. Los peces gordos del continente estaban reunidos en la sala de banquetes y charlaban alegremente. Asistí a la reunión con la santa Longwy como compañera. La cual no estaba muy contenta con este acuerdo. - Pensar que iría a un banquete contigo... - Esto también es por el bien de Bretaña. Por favor, sopórtalo. Longwy rechinó los dientes. - ¡Soy consciente! No hace falta que me lo recuerdes cada vez. Aah oh Palas Atenea. Por favor, no perdones a esta humilde sierva tuya... Rezó a su diosa en un tono desesperado durante todo el viaje en carruaje. Lo descubrí después de estar unos días en la misma finca que ella, pero esta humana tampoco está muy bien de la cabeza. Recibimos una reacción bastante grande nada más llegar. Un Señor Demonio y una Santa se habían presentado como compañeros. Era natural que empezaran a dudar de sus ojos tras ver a una pareja que debería haber sido imposible. Cuando la gente se nos acercó y nos preguntó de forma indirecta por qué estábamos juntos, la Santa Longwy mostró su habitual sonrisa perfecta y les respondió. - He oído que esta reunión no discriminará entre humanos y demonios. En aras de la paz entre razas, pedí al Conde Palatino Dantalian que me acompañara. El cual aceptó de buen grado mi petición, así que así es como estamos hoy aquí. Naturalmente, la gente se deshizo en elogios hacia la bendita piedad de la Santa. Modestamente, miré a mí alrededor mientras respondía a la gente reunida a nuestro alrededor. Era evidente que buscaba a Elizabeth. Fue cuando desvié la mirada hacia el otro lado de la sala de banquetes. Sentí una mirada que prácticamente me atraía. Había una chica de pelo plateado de pie con un vaso de cristal en una mano.

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