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viernes, 20 de septiembre de 2024

DD - Capítulo 379

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Capítulo 379
El Encuentro de 2 Heroínas (VII)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
El ejército imperial tardó 6 días en llegar a la región cercana. Hasta ahora, siempre había marchado con rapidez, pero esta vez, su ritmo era notablemente lento. Según la unidad de reconocimiento, el enemigo estaba desplegando un número considerable de exploradores, lo que dificultaba significativamente la velocidad de su avance. - Se mueven con bastante cautela. - ¿No será porque temen ser emboscados? El camino aquí consiste en valles estrechos rodeados de montañas escarpadas. - Hm. ¿Es eso? Tras escuchar la conjetura del capitán mercenario, el Gran Duque creyó que era una respuesta razonable. - Además, parece que han estado saqueando todas y cada una de las aldeas con las que se han cruzado en su camino hacia aquí. Están confiscando todo el grano almacenado y descuartizando las vacas necesarias para la agricultura. - Tsk tsk. Los capitanes chasquearon la lengua en señal de desaprobación. El ejército imperial se había vuelto implacable en sus saqueos, precisamente tras el fracaso de las negociaciones, o más exactamente, desde que la República de Habsburgo decidió unirse a la guerra. - Alteza, aún no es demasiado tarde. Deberíamos desplegar una fuerza de emboscada considerable en una cordillera para interceptar al ejército imperial. Piense en la devastación que infligirían a vidas inocentes si simplemente les dejamos pasar. El Gran Duque frunció las cejas como si tuviera un mal sabor de boca. - No lo permitiré. ¿No has oído el informe de hace un momento? El enemigo se acerca tomando todas las precauciones posibles. Tenemos 10.000 soldados y ellos el doble. Es imposible que ganemos en una batalla frontal. Seremos completamente derrotados... No podemos enfrentarnos a ellos todavía. - Pero Su Alteza, la gente... - ¡Te dije que esperaras! El Gran Duque de Florencia suprimió la mayor parte de su ira mientras emitía su orden. Entre todos los presentes, el propio Gran Duque era el más ansioso por aventurarse. Los capitanes mercenarios no discutieron más. En realidad, aparte de los nativos de Cerdeña, la mayoría de los capitanes preferían la seguridad de las murallas de la ciudad. Por si acaso, unos 200 hombres se situaron en el punto de emboscada más ventajoso que pudieron encontrar. Sin embargo, estos mercenarios demostraron lo insensato que era intentar emboscar a mercenarios helvéticos nacidos y criados en los Alpes. Terminaron siendo emboscados en su lugar y fueron completamente aniquilados. - ¿Lo entienden ahora? Intentar enfrentarse al ejército imperial imprudentemente está prohibido. Tengan paciencia. Surgirá una oportunidad si somos pacientes. Las 13.000 tropas bajo el mando del Gran Duque esperaron. Aparte de aumentar el número de exploradores, apenas realizaron actividades militares. Se centraron en mantener las murallas, inspeccionar el equipo de asedio y persuadir a los mercaderes genoveses para que suministraran más provisiones... El Gran Duque de Florencia se ocupó de tareas administrativas mientras vigilaba con cautela los movimientos del ejército imperial. ‘¿Se dirigían a Génova? ¿O se dirigían a Spezia, antiguo territorio del marqués Rody?’ Finalmente, un mensajero trajo la información que el Gran Duque había estado esperando. - Su Alteza, hemos recibido un informe de los exploradores. El ejército imperial ha alterado su curso en Berceto. - ¿Van al oeste o al este? - Este, Su Alteza. El ejército imperial va hacia el sureste. ‘¡Así que era al este!’ El Gran Duque de Florencia se llevó la mano a la frente. El ejército imperial se dirigía a Spezia, no a Génova. Esto significaba, como le habían advertido antes, que había una alta probabilidad de que la gente de Spezia se hubiera estado comunicando en secreto con el Imperio... - Alteza. Los capitanes mercenarios lanzaron miradas incómodas al Gran Duque. Aunque no pronunciaron palabras, su intención tácita pesaba en el aire de la sala. El Gran Duque tragó saliva. ‘¿Tenemos que arrasar La Spezia?’ El Gran Duque sintió el leve palpitar de las venas de su frente contra la palma de su mano. - ¿Me estás diciendo que tengo que quemarlos con mis propias manos antes de que el Imperio pueda poner sus manos sobre ellos? Spezia era una región próspera gracias al buen gobierno del marqués. Durante la peste negra que asoló todo el continente, Spezia fue uno de los casos ejemplares gracias a la rápida respuesta de su señor que consiguió minimizar los daños. Si el ejército imperial ocupara este lugar sin derramar una gota de sangre... Sería espantoso. Sin duda, el ejército imperial estará bien abastecido, lo que le permitirá sostener su guerra con abundantes provisiones y armamento. Las consecuencias de esto se extenderán mucho más allá de las cercanías de Spezia. Como una epidemia imparable, engullirá no sólo Génova, Florencia y Teberina, sino que se extenderá por todo el reino. - Su Alteza. Uno de los capitanes mercenarios llamó al Gran Duque con cuidado, pero fue en vano. En ese momento, las palabras que la cónsul Elizabeth había dicho hacía unos días en tono divertido le rondaban por la cabeza.

- ¿Protegerás al pueblo de Spezia, o protegerás a tu pueblo en Florencia? Indudablemente tendrás que elegir entre los 2. Lo más probable es que sea en ese momento cuando revele qué clase de persona es...
El silencio del Gran Duque se hizo más largo, la inquietud de los capitanes mercenarios creció con el. El silencio prolongado indicaba que la orden que se iba a dar habría sido contemplada a fondo y no podría ser revertida fácilmente. - Spezia será...dejada en paz... - ¡Alteza! El Gran Duque de Florencia mantenía un rostro inexpresivo, pero su voz parecía incapaz de ocultar por completo la angustia que sentía. - ¡Toda la nación caerá en una grave confusión si permitimos que el enemigo tenga Spezia! ¡Su Alteza, debemos hacer algo! - Su Alteza puede quedarse aquí y observar. ¡Sólo denos permiso para actuar libremente! ¡Manejaremos esto nosotros mismos! Los capitanes mercenarios instaron a una decisión con una voz unificada. Estaban decididos a no dejar que su comandante se manchara las manos de sangre. El Gran Duque levantó la voz como si intentara quitarse de encima a los capitanes. - Repito mi orden. ¡No tocaremos Spezia! Esta decisión es definitiva. - Pero, Alteza, por favor, permítanos al menos requisar la armería de la ciudad. Podemos citar la amenaza de una rebelión para justificar nuestras acciones. - ¿Hay alguna prueba de que Spezia haya traicionado al reino? Los capitanes cerraron la boca. No había ninguna prueba. Se trataba simplemente de un fuerte sentimiento intuitivo que tenían debido a la situación. - No hay pruebas de traición, ni indicios de que vayan a traicionarnos. ¿Bajo qué argumentos reclamamos el derecho a requisar su arsenal cuando aún no han hecho nada malo? Si exigimos sus armas por la fuerza, puede que sólo alimentemos el resentimiento. Repito mi orden una vez más. No tocaremos Spezia... El rostro del Gran Duque se contorsionó de dolor. Creía, sin un ápice de duda, que el marqués Rody no era un traidor. Convertir al marqués en cordero de sacrificio era ya un error irreparable que nunca podrían lavar. ¿Cómo podía ahora acusar también de traición a la gente del marqués? No se atrevía a hacerlo. Eso no era algo que pudiera hacer como humano... El ejército del Gran Duque permaneció en Génova. Pocos días después, llegaron noticias de que el ejército imperial, que contaba con 30.000 soldados, había lanzado un asalto implacable contra Spezia. La información llegó acompañada de informes de la débil guarnición de la ciudad, de apenas 1.000 soldados, librando una inútil batalla de asedio. - ¡Los daños son graves! ¡No podemos resistir a la unidad de magos del enemigo! - Parte de la muralla oriental se ha derrumbado. ¿Cuándo llegarán los refuerzos? Cada hora, Spezia pedía urgentemente refuerzos. Las voces que fluían por la esfera de cristal estaban empapadas de desesperación. Los civiles normales se vieron obligados a participar también en la defensa, pero la situación seguía siendo calamitosa. Pasó un día. Seguido de un segundo. Y luego un tercero. Los comandantes se reunieron en la sala de reuniones. El rostro del Gran Duque se había vuelto notablemente pálido. - ¿Sigue resistiendo Spezia? - Sí. Según el informe que recibimos antes del amanecer, el ejército imperial inició un ataque sorpresa en mitad de la noche y logró romper sus defensas. Sin embargo, los habitantes de Spezia pudieron repelerlos gracias a las tropas de reserva que habían posicionado de antemano. El Gran Duque y los capitanes mercenarios parecían frustrados. - ¿De verdad Spezia se confabuló con el Imperio? - No debemos tomar decisiones precipitadas. Esto podría ser una estrategia para atraernos. - No podemos permitirnos dudar ahora. Sus defensas exteriores están a punto de caer. Necesitamos enviar refuerzos inmediatamente. Los comandantes estaban muy divididos en sus opiniones opuestas. Un bando argumentaba que Spezia no estaba en connivencia con el enemigo, mientras que el otro creía que se trataba de una mera táctica de señuelo. Ambos bandos presentaron argumentos sólidos, dejando que el debate continuara sin una resolución clara a la vista. - ... Como era de esperar, el Gran Duque no podía entenderlo. Si el ejército imperial estaba realmente llevando a cabo un asedio en Spezia, entonces ¿por qué no bloquearon la magia de comunicación? Gracias a ello, las peticiones urgentes de refuerzos seguían llegando sin cesar. ¿Podría ser que estuvieran tratando de atraerlos fuera de la seguridad de Génova? Sin embargo, el Gran Duque era consciente de la astucia de las fuerzas del Imperio. Podrían haber dejado intencionadamente abiertos los canales de comunicación porque sabían cómo reaccionaría el reino. ‘¿Cuántos pasos les llevaba de ventaja el ejército imperial...?’ El Gran Duque tenía la sensación de estar dándole vueltas a una pregunta sin respuesta. Un capitán mercenario sardo se enfadó y gritó. - ¡No lo entiendo! Permitir que Spezia caiga en manos enemigas... ¿¡En qué nos diferenciamos del Duque de Milán cuando abandonó Pavia!? ¿Cuál es el propósito de un ejército que no protege a sus aliados? El Gran Duque de Florencia volvió rápidamente en sí. ‘¿Qué he estado pensando todo este tiempo?’ Aquel capitán mercenario tenía razón. ¿Qué pasaría si abandonaran a Spezia aquí? ¿En qué se diferenciaría del duque de Milán que no hizo nada mientras Pavia era destruida y asolada? Estaría cometiendo el mismo error. El Gran Duque sintió que le invadía una oleada de vergüenza. Había sido el más indignado por la decisión del duque de Milán, pero ahora se encontraba allí sentado, aparentemente a punto de repetir las mismas acciones que había condenado... El Gran Duque volvió a cuestionarse. ‘¿En qué estaba pensando?’ - ¡Alteza! ¡Hemos recibido un informe urgente! En ese momento, un mensajero entró urgentemente en la sala. El mensajero rápidamente saludó. - ¡La muralla exterior de Spezia se ha derrumbado! ¡Sus caballeros han sido aniquilados! - ¡...! - Actualmente, el señor en funciones se ha retirado al castillo interior y está haciendo una última resistencia. Están preguntando si llegan refuerzos y, en caso afirmativo, ¡hasta dónde han avanzado! Los capitanes se volvieron para mirar al Gran Duque. En los próximos 4 días se decidirá el destino de Spezia. Esta decisión descansaba sobre los hombros del Gran Duque. El Gran Duque de Florencia y cabeza de la familia Medici, Cosimo de Medici, abrió la boca. - Salvaremos Spezia. Una mezcla de alegría y tristeza surgió de los comandantes una vez que el Gran Duque finalmente tomó su decisión. - ¡Alteza! El Gran Duque dio una orden en tono firme, dejando claro que no iba a aceptar objeciones. - Sin embargo, nos acercaremos a Spezia por agua, no por tierra. El Imperio no tiene armada de ningún tipo. No podrán detener nuestro avance. Informa al alcalde de Génova de mi orden. Vamos a requisar todas las naves de Génova. Este plan se lleva a cabo en nombre de Su Alteza el Rey. ¡Todos aquellos que muestren la más mínima duda en ayudar serán inmediatamente castigados por amotinamiento! - ¡Sí, Alteza! El ayudante del Gran Duque saludó antes de abandonar rápidamente la sala. - Enviaremos primero la unidad de magos a Spezia. - Alteza, mis disculpas, pero... el enemigo ha establecido una barrera antimagia contra la magia de teletransporte. - ¿Así que sólo dejan pasar la red de comunicaciones? El Gran Duque apretó el puño. No estaba seguro, pero podía decir que el ejército imperial probablemente estaba atacando realmente Spezia. La prueba era que habían bloqueado la magia de teletransporte. Sin embargo, no tenía forma de calibrar con cuánta antelación planeaba el enemigo... - Les será difícil resistir mucho tiempo ya que sus caballeros han sido aniquilados. Prepárense para partir inmediatamente. Iremos a Spezia tan pronto como sea posible. - ¡Como ordene, Su Alteza! La suerte estaba echada. Sin embargo, el Gran Duque no tenía forma de saber dónde caería el dado. Sólo podía esperar que no fuera una vergüenza para sí mismo...

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