Capítulo 401
Una Noche Lluviosa (X)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Una vez que el vino desapareció de nuestras copas, arrojamos los recipientes vacíos al suelo. Era una antigua tradición de la Alianza Creciente que simbolizaba una “elección irreversible”. Una vez roto, el vaso no se podía volver a armar, un cruce metafórico del río Rubicón que garantizaba que no había vuelta atrás.
Así es. Me encontraba en un punto sin retorno. Mis pasos eran inquebrantables. Tanto si avanzaba como si retrocedía, nada impediría mis objetivos.
- Archiduques, presten atención a mis órdenes.
- Haremos lo que nos pide, Su Alteza.
Al pisar los fragmentos esparcidos por el suelo, pude sentir la fricción entre las piezas rotas a través de las suelas de mis zapatos.
- Todavía hay traidores al acecho en el palacio. Persíganlos a todos y ejecútenlos.
El banquete celebrado hoy reunía exclusivamente a Señores Demonio y archiduques. Sin embargo, nuestro plan inicial era reunirnos mañana con las familias y nobles al servicio de los archiduques. Todos ellos residían actualmente en el palacio. Ninguno de ellos sabe lo que acaba de suceder.
- No muestren piedad. Mátenlos a todos indiscriminadamente, sin importar su raza, sexo o edad. Empezando por los ancianos que parece que morirán pronto de viejos hasta los infantes que aún no han visto la luz del día, masacren a todos aquellos que sean siquiera parientes de estos traidores.
Se trataba de una guerra disfrazada de purga. Aunque hay varias razones por las que estos archiduques eligieron seguirme, si tuviera que elegir una, probablemente sería por lo mucho que se beneficiarían. A partir de hoy, la tierra que ahora es propiedad de los muertos se distribuirá íntegramente entre los 7 archiduques.
El continente demoniaco ya no será gobernado por 26 archiduques. Ahora será gobernado únicamente por 7 archiduques.
- Como ordene.
Los archiduques se pusieron el puño derecho sobre el pecho en señal de saludo antes de tomar a sus asesinos y abandonar la sala del banquete. Debían de haberse preparado de antemano, pues pronto se oyeron a lo lejos gritos que helaban la sangre.
- Ivar, lleva a cabo la misión escrita aquí.
- Sí, Maestro.
Me saqué una nota de la manga y se la entregué. Sus ojos se abrieron de par en par en cuanto vio el contenido de la nota. Se giró para mirarme con ojos que parecían preguntar “¿De verdad?”.
- En estos momentos se está lanzando un gran hechizo antimagia sobre todo el palacio. Tendrás que volar considerablemente alto para cumplir tu misión.
- Como usted ordene.
Ivar inclinó la cabeza antes de romper una de las altas ventanas del salón de banquetes y volar hacia el cielo nocturno. Las únicas personas que quedábamos en la sala éramos Paimon, Daisy y yo. Si se excluían las docenas de cadáveres, claro. La sala del banquete había quedado en silencio.
Paimon puso suavemente su mano sobre la mía.
- Aún no tengo palabras, Dantalian. ¿Qué acaba de pasar...?
- Han pasado cosas, y aquí estamos.
Sonreí irónicamente y miré a Daisy. Le hice un gesto para que se marchara, ya que quería hablar a solas con Paimon. Sin embargo, se hizo la tonta.
- Soy tu guardaespaldas, padre. Ahora que la señorita Ivar se ha ido, no puedo dejar mi puesto también.
- En ese caso, puedes vigilar la puerta.
- Esto es inesperado. ¿No dijiste que tu lado es al que pertenezco constantemente?
“Tú eres quien me hizo tu testigo, así que permíteme quedarme.” Esto era lo que ella estaba diciendo implícitamente.
- ...
Dudé un momento, pero finalmente asentí. Daisy tiene derecho a observar. Puede que fuera egoísta por mi parte querer pasar tiempo a solas con Paimon.
- Sabía que Barbatos se acercaría a los archiduques.
- ¿Cómo?
- Dejé correr descaradamente el hecho de que iba a reunirme con ellos y que tú ibas conmigo. Desde la perspectiva de Barbatos, ella lo habría visto como una traición. Era inevitable que entrara en contacto con los archiduques.
Paimon me escuchó con seriedad.
- Así que tú actuaste primero.
- En efecto. Poseo 7 archiduques que son especialmente dignos de confianza. Me contacté con ellos primero antes de que Barbatos pudiera actuar.
Barbatos presentará pronto un plan a los archiduques. Este plan es un truco. Nuestro verdadero objetivo es erradicar a los 8 archiduques no confiables de los 15. Después, el control de las zonas restantes del continente demoníaco pasará a manos de los restantes.
- Efectivamente, Barbatos intentó ponerse en contacto con los archiduques sólo 2 días después de que yo me pusiera en contacto con ellos primero. Los 7 archiduques tuvieron que confiar en mí en ese momento.
Incluido el Archiduque Serpiente, los 7 archiduques que fueron elegidos por mí. En el pasado, habían sido testigos de mis relaciones con Barbatos. Ellos sabían mejor que nadie que mi relación con ella era fuera de lo común. Por lo tanto, para los archiduques, en lugar de “Barbatos está tramando algo por su cuenta sin el Señor Demonio Dantalian”, creían que “Barbatos y Dantalian están tramando algo juntos de nuevo”.
- Incluso ahora, los archiduques creen firmemente que lo de esta noche es una purga que Barbatos y yo hemos tramado juntos.
- Eso es impresionante... Dantalian.
Paimon sonrió radiante. Se introdujo profundamente en mis brazos, abrazándome con su cálido cuerpo. Acabamos en una posición en la que nuestras barbillas estaban apoyadas en el hombro del otro.
‘Es cómodo.’
Hasta ahora, me habían abrazado muchas mujeres. Barbatos, Laura, Sitri, Ivar, etc. Sin embargo, el abrazo de Paimon era el más cálido. Ella es como un rayo de sol. Disfruté de su tacto.
- Pero los archiduques se darán cuenta de la verdad eventualmente. Esa es mi única preocupación.
Paimon susurró directamente en mi oído. Su voz parecía una melodía tranquila. Como un violonchelo sin acompañamiento siguiendo un ritmo específico.
- Esta señora no confía en que los archiduques te elijan a ti en vez de a Barbatos en ese momento... No digo que no confíe en ti, Dantalian. Estoy seguro de que lo manejarás todo bien, juju.
Saqué una daga de mi cintura.
- No hay necesidad de preocuparse, Paimon. Todo es verdad, después de todo.
- ¿Perdón?
Paimon inclinó la cabeza, y... Agarré el mango y clavé la daga en el cuello de Paimon. La sangre roja salpicó el aire.
Por un momento, Paimon dejó escapar un grito. Al mismo tiempo, la fuerza de sus manos que me sujetaban se hizo más fuerte. Podía sentir claramente cada uno de sus dedos presionando mi espalda. Con una voz incontrolablemente temblorosa, Paimon gimió débilmente.
- ¿D-Dantalian...?
Giré mi daga y la clavé en la espalda de Paimon. La hoja se clavó profundamente en su cuerpo. Soltó otro grito de dolor. La sangre que salía de su cuerpo cubrió mis guantes.
No era una daga normal, estaba recubierta de un veneno mortal. Volví a clavar la daga en la nuca de Paimon. Una vez que lo hice, la fuerza que la sostenía finalmente cedió y cayó sin fuerzas. Sostuve su cuerpo desplomado con el brazo izquierdo. Paimon cayó al suelo muy lentamente, mirándome con ojos atónitos mientras la sostenía con mi brazo izquierdo.
Los labios de Paimon se movieron como si intentara decir algo. Sin embargo, sus palabras no tomaban forma, ahogadas por el incesante flujo de sangre de su garganta. Lo único que conseguía era toser sangre continuamente.
- El sistema de esclavitud será completamente abolido. Ya sea para demonios o humanos, no se harán excepciones. Tu vida era la única petición que Barbatos tenía para aceptar la abolición de la esclavitud.
- Hgh, hfff...kgh...
- Desde el momento en que me diste prioridad sólo a mí sobre la libertad de todos, Paimon, ya estabas muerta. No deberías haber dicho esas palabras antes. Era tu última oportunidad. Tu última oportunidad. No podemos volver atrás ahora.
- Dan, talian...hghh...Dan, talian...
- Así que voy a seguir en su lugar. Tal y como te prometí aquella noche. Para siempre.
Paimon levantó lentamente su brazo derecho. Colocando su palma contra mi mejilla, su mano empapada en sangre se sentía mucho más caliente que de costumbre. Su mano temblaba sin fin.
- Yo, te amo...
- ...
- Yo te amo... así que no llores... Dantalian...
Y entonces, la mano de Paimon cayó. Mientras dibujaba un largo arco rojo por mi mejilla, cayó impotente.
Todo había cesado. El peso, el latido y la sensación que sentía en mis brazos, todo cambió. Lo que quedaba ya no era Paimon, sino una vibración que parecía una réplica. Intenté murmurar “Estado”, pero no hubo reacción.
- ...
Besé a Paimon. El olor a sangre asaltó mi nariz, pero no le presté atención mientras continuaba. Estaba roja y caliente.
Después de un tiempo incierto.
- Su Alteza.
Oí la voz de Ivar. Me giré para ver que ya había regresado por la ventana y ahora se acercaba a mí. Ivar se estremeció en el momento en que nuestras miradas se encontraron, y ella se detuvo en su sitio. Hablé sin rodeos.
- Informe.
- He avisado al Señor Demonio Barbatos. El caso ha sido resuelto. Ha respondido diciendo que reunirá inmediatamente a su ejército y asolará los territorios de los archiduques traidores.
La nota que le di a Ivar le indicaba que se pusiera en contacto con Barbatos. Por eso Ivar se sorprendió cuando la recibió. Ella no sabía lo que estaba pasando entre bastidores y que yo estaba maquinando con Barbatos. Tampoco sabía que Barbatos había dado a los archiduques una orden falsa de “capturar a Dantalian y Paimon”. Y que yo había dado una orden secreta a 7 de los archiduques. Todo esto formaba parte del plan que Barbatos y yo habíamos ideado.
- Buen trabajo. Daisy.
- ...Sí, padre.
- Sal y captura a uno de los asesinos.
Tras abandonar la sala de banquetes, Daisy tardó menos de 3 minutos en regresar con un asesino vestido de criada. Hice un gesto rápido con la barbilla al que Daisy respondió cortando al asesino en 2 sin dudarlo. El asesino fue incapaz de emitir sonido alguno al morir.
Puse la daga que sostenía en la mano del asesino. Luego me quité los guantes que llevaba puestos y les prendí fuego.
- Daisy, te habías ido de mi lado porque te ordené que comprobaras los alrededores para ver si había más asesinos. Durante tu ausencia, un asesino consiguió colarse y atacarme. Paimon intentó protegerme en ese momento y acabó teniendo un final desafortunado. ¿Entiendes?
- ...Sí.
- El que mató a Paimon fue un asesino, y el asesino fue contratado en última instancia por los archiduques restantes.
Esta era la información que iba a ser revelada al público. Los Señores Demonio de la Facción de la Montaña estaban furiosos. La traición de los archiduques sin duda incitaría su ira. Algunos Señores Demonio podrían incluso sospechar que yo había orquestado esto, pero la cuestión crítica era quién influiría en las opiniones de la Facción de la Montaña.
Sin Paimon, la única persona capaz de liderar la Facción de la Montaña era Sitri. Ella confiaba en mí más que nadie, lo que significaba que no albergaría ni la más mínima sospecha. Incluso si surgía un rastro de duda, sólo necesitaba engañarla. Dado que los archiduques traidores serán asesinados junto con todos sus allegados esta noche, todo tercero que conozca la verdad será enterrado en la tierra. Mi autoridad se mantendrá.
Con el apoyo de Barbatos, Sitri y Marbas, todo continuará como antes. Si excluyes la muerte de Paimon, el equilibrio entre facciones se mantendrá. Nada cambiará.
Levanté a Paimon en mis brazos.
- Vámonos. Al palacio imperial.
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