Capítulo 404
La Araña y la Víbora (I)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Los acantilados se alzaban como biombos a lo largo de la costa. Un templo desgastado por los vientos marinos se había derrumbado sobre los acantilados hacía ya mucho tiempo. El mar enterró los colosales escombros bajo sus olas.
El Castillo de Señor Demonio, “Jardín del Cielo”. La isla que una vez flotó en el cielo había perdido a su dueño. Tras perder su poder mágico, empezó a descender gradualmente. El hecho de que el funeral de Paimon se celebrara el mismo día en el que el Jardín del Cielo creó una enorme ola en el océano cercano al hundirse fue una completa coincidencia...
Ahora, el antaño hermoso jardín, que florecía durante todas las estaciones, ya no existía. Los frondosos matorrales que hacían caso omiso de los cambios de estación habían desaparecido. Todo estaba sumergido en el agua del mar, hundiéndose lentamente en algún abismo desconocido. Parecía improbable que volvieran a salir a la superficie.
- Mis queridos camaradas. La líder de nuestra Alianza de Liberación, la Señor Demonio Paimon, ha fallecido.
Me di la vuelta. Frente a mí había una docena de personas vestidas con túnicas negras. No podía ver sus caras debido a sus capuchas. Sin embargo, ya nos conocíamos hasta cierto punto. Eran los ejecutivos de la Alianza para la Liberación que Paimon había tardado siglos en crear.
- Lo hizo en mis propios brazos.
- ¿Cuáles fueron sus últimas palabras?
Me preguntó una mujer. Reconocí su voz. Directora General Anna de Bis. Ella manejaba el lado de la República de Batavia. No sólo era tratada básicamente como segunda al mando directamente bajo Paimon en la alianza, sino que también era una figura de autoridad prominente en Batavia. Además, había trasladado su ejército conmigo durante la Guerra de los Lirios.
Hablé sin ninguna emoción en el rostro.
- Sus últimas palabras reflejaron el honor y la nobleza que la definían. Incluso en sus últimos momentos, Paimon anhelaba la paz y la igualdad de todos los seres. Exhaló su último aliento, confiándome la tarea de asegurar la continuación de sus ideales.
- ...
- ¿Es eso lo que crees que diría?
Los ejecutivos se quedaron inmóviles. Anna de Bis habló con cuidado, como si tratara de descifrar mi intención.
- ¿Qué quiere decir con eso?
Hablé mientras fulminaba con la mirada a los ejecutivos de la túnica.
- No fue una muerte noble ni honorable. Paimon encontró su fin de la manera más espantosa: mediante un asesinato. Ni siquiera tuvo tiempo de pronunciar sus últimas palabras. Ella pasó la mayor parte de sus últimos momentos protegiéndome. A pesar de que el asesino la apuñaló repetidamente en el cuello, le desgarró la espalda y la atacó salvajemente como un lobo, Paimon no emitió ni un solo gemido o grito mientras se esforzaba por protegerme.
- ...
- Una vez que finalmente cayó, me susurró una cosa. “No llores”, me dijo. Supongo que se podría decir que fueron sus últimas palabras.
Los ejecutivos se quedaron en silencio.
‘Maldíceme todo lo que quieras, Paimon. Si es necesario, incluso utilizaré políticamente tus últimas palabras. No lo dudaré ni por un momento.’
- Hasta su último aliento, Paimon sólo se preocupó por la persona que tenía delante. Ese era el tipo de persona que era, y ese era mi amante y tu líder.
- ...
- ¿Por qué clamamos por el republicanismo? ¿Es porque existe un ideal increíblemente elevado? ¿O es porque, como intelectuales excepcionalmente nobles, debemos rendir cuentas ante la historia?
Podía sentir el aire nocturno fluir a mí alrededor. El aire no estaba estancado. Cada vez que hablaba con precisión y habilidad, sentía como si me fundiera con el entorno. Era así incluso ahora.
- No. Siempre empezamos por lo trivial. No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando las tragedias y el sufrimiento se despliegan ante nuestros ojos. Cuando un mendigo en la calle lucha por respirar, nosotros también nos sentimos asfixiados. Cuando un esclavo es azotado en el mercado, nosotros también sentimos rabia. Es en ese momento cuando empezamos...
- ...
- Fui testigo de cómo la más noble de las damas moría de la forma más miserable ante mis ojos. En ese momento, sentí una tristeza y una ira insoportables. Y nunca olvidaré ese sentimiento.
Saqué un trozo de tela de mi bolsillo. Era un pañuelo hecho con un trozo de ropa con la sangre de Paimon. Le habían hecho un hechizo de conservación para que la sangre no se decolorara pronto. No les expliqué nada, pero los ejecutivos de la Alianza para la Liberación pudieron saber de qué se trataba debido a la atmósfera.
- Camaradas, yo, Dantalian, me comprometo con ustedes. Lloraré y conmemoraré la muerte de Paimon hasta mi último aliento. La forma de mi luto será la revolución. Restauraré la justicia a lo que es correcto, otorgaré simpatía universal a los afligidos y blandiré el látigo cuando la ira sea merecida. ¿Se unirán a mí en esto hasta la muerte?
Los ejecutivos me miraron en silencio desde debajo de sus capuchas. Así transcurrió un momento de silencio. Al cabo de un rato, un individuo de complexión pequeña se quitó la túnica. Era un enano. Jack Bonhomme, el ejecutivo al que me refería cómodamente como Jacquerie, era el capitán mercenario que me apoyó durante la Guerra de los Lirios.
- Estoy de acuerdo en nombrar a Su Alteza Dantalian como nuestro nuevo líder.
Los demás ejecutivos se agitaron. Jacquerie era el miembro más activo de la Alianza para la Liberación, sirviendo esencialmente como vanguardia. Adoraba ardientemente a Paimon y abrazaba el republicanismo como una religión. Se produjo un efecto dominó cuando una figura tan entusiasta me declaró su apoyo.
- Creo que entre todos los presentes, soy el que más tiempo ha pasado con Su Alteza Dantalian. Si confían en mi juicio, les pido que extiendan esa confianza también a mis palabras. Su Alteza Dantalian es alguien que extenderá el republicanismo por todo el continente.
Anna de Bis replicó.
- El tiempo que ha pasado con nosotros es demasiado corto. No pongo en duda la sinceridad de Su Alteza, pero me preocupa su falta de experiencia para liderar nuestra alianza.
Jacquerie miró a su alrededor.
- Sin embargo, en ese breve tiempo, ha conseguido mucho. ¿Quién derrocó al Imperio Franco y sentó a los republicanos en el gobierno? Su Alteza Dantalian. ¿Quién desbarató a la familia real de Cerdeña y liberó a las ciudades libres? Su Alteza Dantalian. Y no hace mucho, declaró la abolición de todos los sistemas esclavistas, independientemente de la raza. Su Alteza ha logrado hazañas que sería un reto para miles o incluso millones lograr, él solo, y eso también en menos de 5 años. No admitiré el argumento de que carece de experiencia. Me atrevo a decir con confianza que nadie más puede liderar nuestra causa y hacer realidad nuestros principios mejor que Su Alteza Dantalian.
Los demás ejecutivos parecían preocupados, pero a veces asentían con la cabeza. En general, valoraban más los logros que la autoridad. En ese sentido, pocos individuos podían igualarme. De hecho, el solo hecho de haber impulsado con éxito la abolición total de la esclavitud durante la Noche de Walpurgis me colocaba en una posición única.
- En la Rama de Teutón estamos a favor de esta decisión.
- La Rama de Moscow también está a favor.
- La Rama de Cerdeña también apoya esta decisión.
Los gerentes de las sucursales comenzaron a expresar su apoyo para que me convirtiera en el líder de la Alianza para la Liberación. Excluyéndome a mí, entre los 12 jefes de rama, hubo 9 votos a favor y 2 abstenciones. Aunque los que estaban a favor ya superaban ampliamente la mayoría, el punto crucial era si todos estaban de acuerdo o no. Si aparecía 1 solo voto en contra, la alianza podría enfrentarse a un riesgo potencial de división.
- ...
Ahora era el momento de que la Directora General Anna de Bis diera el voto final.
- Cuando aún vivía, Su Alteza Paimon siempre hablaba alegremente de Su Alteza Dantalian. Ya fuera sobre lo que a Su Alteza le gustaba comer o las cosas notables que hacía... A pesar de mi aburrimiento, ella continuaba y continuaba como si fuera una chica hablando de su primer amor.
Anna de Bis se quitó la capucha. La elfa rubia tenía una puñalada en la mejilla, una cicatriz de la Guerra de los Lirios, donde estuvo a punto de morir derrotada a manos de Henrietta durante la Batalla de Saint-Denis.
- Ya sean los míos o los de Jacquerie, no confío en ninguno de nuestros ojos perspicaces. Sin embargo, pongo mi absoluta confianza en la habilidad de Su Alteza Paimon para evaluar a la gente... Ya que Su Alteza confió en Su Alteza Dantalian, también depositaré mi confianza en él.
El voto final a favor. Nadie había rechazado rotundamente la propuesta. Aunque hubo 2 votos de abstención, fue más como si se hubieran abstenido intencionalmente porque les preocupaba que se me diera demasiada autoridad si todos estaban de acuerdo. En realidad, no era diferente de que todos estuvieran a favor.
Hice una respetuosa inclinación de cabeza a los ejecutivos.
- Somos muchos, pero también somos uno.
- Por la revolución.
Los ejecutivos recitaron en voz baja el lema de la Alianza para la Liberación. No hubo una ceremonia elaborada en la que se intercambiaran copas de vino. La sucesión de un nuevo líder tras Paimon era un acontecimiento que, para los ejecutivos, no era motivo de alegría ni de celebración.
‘La influencia que había liderado Paimon era ahora toda heredada por mí. Sitri, la líder de la Facción de la Montaña, era, aunque no militarmente, totalmente dependiente de mí políticamente. Mis opiniones tenían un impacto decisivo en las acciones de la Facción de la Montaña. Y ahora, yo también dirigía la Alianza para la Liberación...’
Pensé en eso mientras dejaba atrás el templo en ruinas.
‘Ejerzo una influencia casi absoluta tanto sobre la Facción de las Llanuras como sobre la Facción de la Montaña, tenía a todo el continente demoníaco como aliado de confianza, utilizaba la riqueza de la empresa mercantil más exitosa como si fuera mi propio dinero privado y tenía una organización secreta extendida como una tela de araña por todo el continente bajo mi control. Me he convertido en el arquetipo del Señor Demonio. También Ivar suele murmurar de vez en cuando “Angol Mois” cuando me miraba. Era una leyenda transmitida entre los demonios. Algún día, Angol Mois, un gran Señor Demonio, aparecerá y abrirá todos los continentes a los demonios. Era una leyenda que se podía encontrar en cualquier parte, pero como una vaca que atrapa una rata mientras retrocede, me pareció que Ivar había dado en el blanco. Qué absurda situación en la que me he encontrado...’
* * *
Me reuní en secreto con los funcionarios del gobierno franco. Naturalmente, el individuo que dirige los asuntos del gobierno es el Conde Bercy. Ya que yo soy el Fiscal General del Imperio de Habsburgo y el Conde Bercy es el Fiscal General del Imperio Franco, nuestras posiciones son coincidentemente las mismas. También somos similares en el hecho de que somos responsables de nuestras naciones ya que, a pesar de ser imperios, nuestros emperadores lo son soló de nombre.
- Ha pasado tiempo, Conde Palatino. ¿Le ha ido bien? Parece que ha perdido una cantidad ridícula de peso.
El Conde Bercy estaba evidentemente cansado. Incluso corría el rumor de que sacrificaba el sueño con tal de mantener unida su desordenada patria.
- Nunca me imaginé que dirigir un país pudiera ser tan difícil. En ese sentido, tú tampoco pareces particularmente a gusto.
- Al fin y al cabo, yo también dirijo un país como usted.
El conde Bercy sonrió amargamente. Aunque inicialmente conocí al Conde Bercy mientras fingía ser el Sacerdote Jean Bolle hace aproximadamente 1 año, le revelé mi identidad como Señor Demonio Dantalian a través de Ivar mientras también le informaba que prestaría una cantidad sustancial de dinero al Imperio Franco.
El conde se sorprendió considerablemente, pero no mostró ningún signo de vacilación. El conde Bercy era republicano. Desde que supo el tipo de discurso que pronuncié en las Llanuras de Bruno, pareció verme más como un aliado ideológico definitivo que como otra cosa.
- Pero, ¿cuál es el motivo de reunirnos tan secretamente? Espero que no esté relacionado con un asunto que pueda aumentar mis arrugas.
Sonreí.
- Le pido disculpas, pero creo que así será. Ya es hora de que empiece a saldar su deuda, conde.
- ...
- Se trata del préstamo que te di con un interés del 7%. Te agradecería que al menos me devolvieras los intereses.
La cara de Earl Bercy se congeló como la de alguien que acaba de encontrarse con un demonio.
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