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martes, 19 de agosto de 2025

BC - Volumen 3 Capítulo 25


Capítulo 25
El Regreso Del Hermano Mayor
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
La tierra se extendía bajo Lu Ri como una mancha verde. Cada salto lo llevaba sobre enormes colinas boscosas y pequeñas aldeas. Se había esforzado al máximo, moviéndose tan rápido como le era posible. El aire hacía tiempo que había dejado de protestar. Simplemente no era eficiente viajar tan rápido en esta provincia. La respiración circular de los Pasos Nubosos era inútil cuando no había Qi que reponer. En cambio, con el férreo control de su poder, desatado para apresurarse, el mismo aire que entraba en sus pulmones absorbía su energía con cada respiración. Lejos del tranquilo paseo que había dado hacia el Norte, esta vez se apresuró a su destino. El Qi desértico le ralentizó el paso, pero seguía siendo una velocidad aceptable. Una molestia que debía soportar. Su único arrepentimiento era que aún le faltaba para luchar así. No tenía espada voladora, pues se mantenía sereno e imperturbable como un cultivador. En cambio, su cabello y su ropa estaban enredados y arrugados, y el sudor le corría por el cuerpo. Sin embargo, su prisa tuvo recompensa. Apenas un día y medio después de recibir el mensaje, Lu Ri pudo ver la Ciudad del Lago de la Luna Pálida en la cúspide de sus saltos. Su piedra de transmisión zumbó. Reunió su Qi hacia adentro tras un último salto. No serviría de nada volver a destrozar todas las piedras detectoras y despertar a los guardias de la ciudad. “Informa”, Ordenó, mientras aminoraba la marcha y se colocaba el sombrero remendado. Uniéndose a la multitud que entraba en la ciudad, dejó que su paso lo llevara, pasando junto a las carretas y la multitud, hacia la base de la Flor del Ciruelo. Un baño era necesario, y necesitaba leer los informes finales de sus hombres. Si bien hacer esperar a Jin Rou era de mala educación, lo era aún más llegar con tanto apuro y la suciedad del camino sobre su cuerpo. ¡Tenía que mantener una imagen como miembro de la Secta Espada Nubosa! “Maestro Escriba, Jin Rou estará en el Pabellón de la Luna Pálida”, informó el hombre al otro lado de la piedra de transmisión a Lu Ri. “Tenemos un informe preparado y listo para que lo revise con calma.” Hubo una pausa mientras el agente parecía armarse de valor y dijo, vacilante: “Hay una... Complicación." Lu Ri frunció el ceño. "¿Complicación?" “Sí, Maestro Escriba. Sabíamos que Rou Jin era importante para la Compañía Comercial Jade Azur. Subestimamos su importancia. Les ha molestado que le impidamos seguir su camino. Hay conversaciones entre nosotros en este momento. Ha sido... Polémica.” “Ya veo.” Lu Ri reflexionó. Los Honorables Fundadores tenían conflictos sobre la naturaleza de los comerciantes. Condenaban a la mayoría por ser avaros, pero también afirmaban su necesidad. Los escritos sobre cómo tratar con ellos eran claros. Cortesía, si no había otro recurso disponible. El rencor de los comerciantes no era algo que se pudiera subestimar. Si se les insultaba, pero no se les aniquilaba por completo, los enemigos podían encontrarse repentina y sospechosamente bien equipados. Sin embargo, si la Compañía Comercial Jade Azur sirviera a Jin Rou como la Flor de Ciruelo a Lu Ri, él les haría justicia. No les correspondía cuestionar a Jin Rou ni sus motivos, pero hacerlo por preocupación por su maestro era admirable. “Transmíteles nuestras disculpas por las molestias y gestiona las reparaciones. La información es invaluable para los comerciantes, ¿no es así?” “Como usted diga, Maestro Escriba”, respondió el hombre. Lu Ri asintió. En cualquier caso, su misión se cumpliría pronto. Sin embargo, abandonar a un hombre después de haberle dado un propósito debía evitarse a toda costa, pues despertaba un deseo de venganza verdaderamente legendario. Lu Ri probablemente nunca regresaría a las Colinas Azures, así que los hombres de la organización que había creado debían encontrar un nuevo propósito. Y si su hermano menor tenía vínculos estrechos con estos comerciantes, en el sentido de que estaban dispuestos a investigar las amenazas a su persona... Bueno, él sabía cómo manejarlos. Su camino lo llevó al centro de la ciudad, a una pintoresca villa amurallada cerca del diminuto Palacio Imperial. Era increíblemente pequeño para ser una capital de provincia. Entró por una de las puertas laterales, donde fue recibido de inmediato. Chan, su ayudante más habitual en esta ciudad, lo saludó diciendo: “Maestro Escriba, se le ha preparado un baño”. Le mostró a Lu Ri los hallazgos actuales sobre Jin Rou. Lu Ri tomó el informe y lo hojeó. "¿Su temperamento?" Preguntó Lu Ri. Chan pareció divertido por un momento antes de responder: “Maestro Escriba, esta mañana está de buen humor. Estaba cantando para sí mismo y fue a la cocina a prepararse la comida. El personal se quedó atónito. Por lo demás, se quedó en su habitación.” Lu Ri arqueó una ceja, asintió y luego atravesó la casa. Los hombres se hicieron a un lado de inmediato e hicieron una reverencia mientras Chan lo guiaba por la casa rústica, casi espartana. "¿Los hombres que participaron?" Preguntó, y de inmediato apareció otra página, detallando las acciones que había realizado cada miembro. Lu Ri aprendió los nombres de memoria. El mérito se asignaría más tarde. Chan hizo una reverencia y luego señaló hacia la puerta que conducía a un baño. El baño ya estaba preparado, pero había poco tiempo para disfrutarlo. Lu Ri se limpió rápidamente. La suciedad y el sudor acumulados al esforzarse se desprendieron enseguida, y una vez hecho esto, se arregló el cabello, deshaciéndose de los pocos enredos. El hecho de que estuviera enredado era prueba de su rapidez. Sacó un conjunto nuevo de ropa de su anillo de almacenamiento, y una píldora reponedora alivió lo peor del dolor sordo causado por las reservas de Qi ligeramente agotadas. Por último, examinó los informes en detalle. Llegó con una carreta enorme, imposible de tirar para un hombre. Se confirmó tentativamente que el contenido era arroz, pero la cantidad de guardias y la reserva de la compañía sugieren algo más. Adenda. Informe de la Subasta de los Picos de Duelo. La Compañía Comercial Jade Azur informa que arroz de calidad dorada está a la venta. Posible correlación, pero desconocida. Lu Ri arqueó una ceja al oír eso. ¿Arroz de calidad dorada? Jin Rou había expresado su intención de convertirse en agricultor al partir. Al parecer, había aprovechado con éxito las habilidades adquiridas en el cuidado de las Hierbas Espirituales. Lu Ri se preguntaba distraídamente a qué sabría el arroz de calidad dorada. Consumirlo se consideraba decadente y un desperdicio de dinero cuando se podían comprar recursos de cultivación. Él negó con la cabeza y continuó leyendo. Pasó la noche con Guan Chyou de la compañía mercantil en un entorno privado. El hecho de que estuviera con él después de sólo una noche indica un favor extremo por parte de la Compañía Comercial Jade Azur. Con Guan Bo, visitó o realizó compras en las siguientes tiendas... Lu Ri examinó la lista. Cobre, vidrio, arena: todos materiales comunes, siempre que estuvieran en gran cantidad y con alta pureza. Su temperamento parece ser apacible. Se me le vio chocar con alguien en la calle y le hizo señas al culpable para que se fuera. Fue cortés con todos los agentes. Sorprendido del contacto al inicio, pero lo aceptó con facilidad. Buenas noticias, y confirmando lo que habían dicho los hombres de Lu Ri. Sin embargo, hubo una última nota que lo hizo reflexionar. Actualmente en compañía de dos o más animales constantemente. Gallo, conejo, serpiente. Les habla y parecen responder. Cuentos del Norte indican algún tipo de gallo que lucha contra los malvados. Rumores generalizados, de los caravaneros. Es muy probable que sean Bestias Espirituales... Lu Ri se tocó la barbilla. ¿Bestias Espirituales? Eso era sorprendente. Pero tomaría las cosas como vinieran. Lu Ri se concentró. Finalmente, estaba casi al final de esta tarea.
❄️❄️❄️
“Maestro Escriba, él está aquí”, susurró el hombre que estaba a su lado. Lu Ri salió de sus cavilaciones. Repasar los escenarios en su cabeza no le serviría de nada. Jin Rou podía estar furioso, ser dócil y cobarde, o cien cosas más, pero hasta que viera al chico, no lo sabría. Cualquiera de ellas era aceptable, siempre y cuando Lu Ri completara su tarea. Así que centró su atención en el Pabellón de la Luna Pálida. Lo había reservado por completo; los demás espacios pequeños estaban vacíos en el vasto jardín. Era un lugar tranquilo y silencioso. La hiedra trepaba por los postes de madera, y las últimas flores del verano desprendían sus embriagadores aromas en el aire. Un pequeño río fluía, y el suave hilillo de agua enmascaraba las conversaciones de cualquiera que intentara escuchar desde afuera. Si bien alquilar todo el lugar era una demostración de poder, esperaba que el entorno transmitiera adecuadamente sus intenciones pacíficas. Después de todo, era de mala educación dañar la morada de un mortal, a menos que no hubiera otro recurso. Así hablaron los Honorables Fundadores— Lu Ri hizo una pausa. ¿Jin Rou había leído siquiera sus enseñanzas? No llevaba mucho tiempo en la Secta y su tiempo se había consumido con el mantenimiento. Frunció el ceño, considerando que el Joven Maestro que había golpeado a Jin Rou lo había privado de leer esos textos iluminados. Pero no había tiempo para más introspección. Un poder se acercaba. Se sentía un poco extraño. Era confuso, y tardó un momento en verlo con claridad. ¿Segunda Etapa del Reino Profundo, desde la Quinta Etapa del Reino del Iniciado? Un aumento más que aceptable, considerando que había estado allí todo este tiempo. Lu Ri no podía imaginarse subir de etapa, y mucho menos ascender de reino, en esta provincia desértica. El hecho de que no hubiera descuidado su cultivación era un buen augurio. El Dignatario Ge sin duda estaría complacido. Sin embargo, algo no cuadraba. Había otros dos con él. Dos iniciados, ambos de la Tercera Etapa, y uno de ellos acercándose a la Cuarta. Lu Ri se levantó y se ordenó la ropa para asegurarse de que estuviera impecable. Se quitó el sombrero, lo apoyó en el respaldo de la silla y levantó el brazo, despidiendo a sus hombres. Jin Rou entró en el pabellón. Llevaba, como habían dicho los hombres de Lu Ri, un gallo en un hombro, un conejo en el otro y una serpiente enroscada en el brazo. También llevaba una pequeña caja en la mano. Habían pasado casi dos años desde la última vez que Lu Ri vio a su hermano menor. Un abrir y cerrar de ojos, para un cultivador. Sin embargo, Lu Ri se preguntó si el hombre que tenía delante ahora era el mismo chico que recordaba. Jin Rou siempre había sido el raro. Pobre. De clase baja. Sus compañeros a veces decían que apenas era un cultivador. Su piel bronceada y sus pecas delataban una vida de trabajo duro, sin la protección de los reinos superiores. Sin embargo, siempre tenía energía. Siempre hacía algo. Lleno de pasión y empuje, aceptaba todas las tareas posibles y cumplía las que le imponían sin quejarse. El hombre frente a Lu Ri estaba tranquilo. Firme. Su mirada se cruzó con la de Lu Ri sin miedo mientras caminaba hacia la mesa. Jin Rou siempre había sido alto, pero, en su ausencia, había crecido aún más. Su complexión siempre había sido desafortunada para un cultivador. Demasiada corpulencia, en lugar de una gracia ágil y letal. Ese rasgo solo había aumentado, su figura se había formado con gruesas placas de músculo activo. Sus pecas se habían multiplicado, y un bronceado oscuro intensificaba el tono de su piel. Lu Ri entrecerró los ojos y miró al gallo. Era una bestia magnífica, a decir verdad. Su color era sublime. Vestía un chaleco de piel de zorro y lo observaba fijamente. Sin embargo, era el poder. El gallo era el cultivador del Reino Profundo que había sentido. La serpiente y el conejo eran los Iniciados. La serpiente era vieja y había sido dañada por algo: le faltaba un ojo y tenía extrañas marcas de quemaduras. El conejo era de un plateado brillante y lo miraba con el ceño fruncido. De Jin Rou no sintió... Nada. Lu Ri hizo una pausa mientras observaba a las bestias. Estas criaturas no eran particularmente comunes, pero aparecían ocasionalmente. Como presagios de calamidades. Si no se les trataba adecuadamente, a menudo eran una maldición involuntaria para su dueño. Los animales despertados atraían a otras Bestias Espirituales más poderosas para alimentarse de ellos y, a menudo, provocaban la destrucción total de cualquier aldea en la que vivieran, siempre que las bestias no se apropiaran de sus propios planes de destrucción y asesinaran primero a su dueño. Si aparecía una, era habitual llamar a una secta o al gobierno para que se la llevaran o se la vendieran a un noble. En esos casos, eran consumidas de inmediato. ¿Pero un simple gallo, en el Reino Profundo? ¡Pensar que un gallo es más fuerte que la mayoría de los Dignatarios de esta provincia! Lu Ri no sabía las intenciones de Jin Rou y no le correspondía preguntar. Pero el hecho de que Lu Ri no pudiera sentir a Jin Rou le preocupaba. Era claramente un cultivador. Desplegó sus sentidos. Era un arte evaluar con precisión la cultivación de otro sin ser intrusivo. Había un presentimiento de... Algo. Pero insistir más sería intrusivo hasta el punto de ofender, así que se retractó. Estaba allí para hacer las paces, no para saciar su curiosidad. ¿Jin Rou practicaba alguna técnica extraña? Todo para incluirlo en su informe a los Dignatarios. Sin embargo, Lu Ri supuso que ese era el poder incluso del discípulo más bajo de la Secta Espada Nubosa. Podría sorprender a su Hermano Mayor desapareciendo en este lugar remoto y llegando con Bestias Espirituales y alguna extraña técnica de cultivación. Una vez más, Lu Ri sintió irritación por el joven maestro que había derrotado a Jin Rou. Por haber rechazado semejante talento. Dejó a un lado sus pensamientos sobre el asunto. Jin Rou se dispuso a saludar a Lu Ri primero, como exigían sus posiciones. La situación, sin embargo, era diferente. Lu Ri debía ofrecerle respeto a Jin Rou, ya que fue la Espada Nubosa quien se había equivocado. Lu Ri se movió con una prisa casi indecorosa. “Lu Ri, discípulo de la Secta Espada Nubosa, saluda a Jin Rou”, entonó, dándole al hombre el debido respeto. Jin Rou se quedó paralizado, con la confusión reflejada en su rostro, mientras las Bestias Espirituales que lo acompañaban descendían de un salto. Era evidente que estaba confundido por la reunión y se mantenía en guardia. Pero él también hizo una reverencia, ante la divertida imagen de tres Bestias Espirituales ofreciéndole reverencias a Lu Ri. “Rou Jin saluda al hermano mayor Lu Ri”, dijo, y luego Lu Ri se sorprendió cuando las Bestias Espirituales también hablaron. 'Fa Bi De, primer discípulo de la Fa Ram, saluda a Lu Ri', entonó una voz profunda y suave mientras el gallo bajaba la cabeza. ‘Liang Yin saluda a Lu Ri’, dijo la coneja, con su voz tan suave y perfecta como la de la hermana mayor Yeo Na. 'Miantiao saluda a Lu Ri'. El último sonaba viejo y cansado. El único ojo bueno de la serpiente examinó a Lu Ri de cerca. “Mis discípulos” dijo Jin Rou con una leve sonrisa en su rostro. La idea habría sido ridícula si Lu Ri no los hubiera tenido ante sus ojos. ¿Entrenados a propósito? Interesante. El gallo por sí solo era lo suficientemente poderoso como para luchar en un torneo en la Garganta de la Cascada Furiosa. Era suficiente para que Lu Ri quisiera examinar a estas criaturas con más detalle. ¿Acaso esta habilidad para criar Bestias Espirituales había llamado la atención de su patrón? Que Jin Rou las hubiera traído era una declaración extraña. Lu Ri les dedicó a todos breves asentimientos de reconocimiento, como era de esperar de los discípulos menores, y luego señaló la mesa, ofreciendo asientos a los grupos que quedaban. Los humanos se sentaron, y los discípulos ocuparon sus lugares sobre la mesa. Jin Rou también colocó la caja que llevaba encima. Lu Ri se dispuso a servirles té a ambos. Otra falta técnica a la etiqueta, ya que se suponía que el menor debía servir al mayor, pero esto se dejaría para esta reunión. El té era una mezcla aromática procedente directamente de los aposentos bajos de la Ciudad Crisol Carmesí, donde Jin Rou había vivido. Lu Ri notó que los ojos de Jin Rou se abrieron de par en par, sorprendido por el aroma, y su mano se estremeció brevemente contra la mesa. “Me alegra verte de nuevo, Jin Rou, o Rou Jin, como se dice. Me costó un poco encontrarte, debo confesar” comenzó Lu Ri. El hombre se estremeció al mencionar el engaño y rio nerviosamente. “Sí. Quería cortar por lo sano, ¿sabes? Por si acaso ese tipo no hubiera terminado” dijo Rou Jin. Lu Ri hizo una mueca. Honestamente, quizás fue una buena decisión. Cambiar los caracteres con los que se escribía el nombre, así como el orden, había sido sorprendentemente efectivo. “En efecto. Veo que te ha ido bien. Eso es bueno.” Jin Rou entrecerró los ojos, confundido y desconfiado. Asintió tímidamente y tomó un sorbo de té. Respiró con dificultad un instante antes de tragar saliva con dificultad. Enderezó los hombros. “Hermano mayor. Espero no ser muy grosero... Pero, ¿por qué estás aquí?” Preguntó. “Seguro que no es para una visita social.” Lu Ri asintió. Directo al grano. Se aclaró la garganta y sacó su anillo de almacenamiento. Jin Rou se tensó. “Este Lu Ri está aquí en una misión oficial de la Secta Espada Nubosa, como se estipula en las normas de los Honorables Fundadores”, entonó. El hombre frente a él cruzó los brazos mientras Lu Ri apretaba la mano contra el anillo. Jin Rou entrecerró los ojos. Lu Ri sacó la carta, la tomó con ambas manos y se la ofreció cortésmente. “Con respecto a las leyes de la Secta Espada Nubosa y las estipulaciones sobre la Salida Honorable—Jin Rou, tu correo.” El sobre estaba impecable. El sello intacto. Distribuido por el ejército imperial, el nombre en el anverso era simplemente “Abuelo”. Jin Rou lo miró con la mirada perdida. Volvió a mirar a Lu Ri con una expresión de total estupor. "¿Qué?"

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