Capítulo 382
El Encuentro de 2 Heroínas (X)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Nuestras fuerzas, la alianza Spezia-Habsburgo pronto se dirigió a Génova. Nadie sabía aún que Spezia había traicionado al reino. Cuando llegó una flota con las banderas de Cerdeña y de la familia Medici, el pueblo de Génova ni siquiera consideró la flota como una amenaza. Entramos rápidamente en el puerto con un sinfín de preguntas bombardeándonos a través del orbe de comunicación.
- ¿Qué ocurre? ¿Por qué han regresado ya? ¿Ha pasado algo con nuestros aliados?
- Dense prisa y abran las compuertas. Es una orden de Su Alteza el Gran Duque. Nuestras fuerzas quedaron atrapadas en la Ira de Poseidón. ¡Infórmale al alcalde de Génova que el plan para ayudar a Spezia ha fracasado!
- Imposible... No, entiendo. Pero necesito una orden directa de Su Alteza el Gran Duque para abrir las compuertas. Le pido disculpas, pero...
- ¿Me llamaste?
Di un paso adelante. Utilizamos los magos de antemano para lanzar un hechizo de ilusión sobre mí. Como también era necesario imitar su voz, abrimos la garganta del Gran Duque para comprobar sus cuerdas vocales. Esto estaba bien. Probablemente no habría diferencia si manipulábamos su garganta después de haberlo decapitado.
- Es como el oficial informó, portero. Date prisa y abre las puertas para que pueda dejar descansar a mis agotados hombres.
- Entendido, Su Alteza. Gracias por seguir el procedimiento. ¡Por la gloria eterna de Medici!
“Gloria eterna”. Ese era el lema de la familia Medici que se había transmitido por generaciones. Levanté las comisuras de los labios.
- En efecto. Por la gloria eterna de los Medici.
Se abrieron las compuertas que protegían el puerto de Génova. En esta época, los puertos se gestionaban de forma estricta, ya que estaban rodeados de murallas. En el caso de Génova, había un total de 5 entradas y salidas. Con los remos, se formaron 5 líneas. La flota de 30 navíos entró por las compuertas sin ningún problema.
- Le damos nuestra más sincera bienvenida a Génova, Alteza. ¡El pueblo de Génova promete servirle en todo momento! El alcalde se dirige en estos momentos a saludar a Su Alteza.
- Parece que sería mejor que me tomara mi tiempo para bajar del barco.
- Estamos realmente agradecidos. El alcalde no olvidará la amabilidad y consideración de Su Alteza.
El portero habló con cara de asombro. Era un perro bastante bien adiestrado. Esto probablemente indicaba que el alcalde también era bastante capaz. En contraste con los ineptos nobles del Imperio, el personal de Cerdeña parecía bastante impresionante.
- Los nobles de Cerdeña parecen ser competentes.
Laura susurró a mi lado.
‘Y tenía razón. Sus nobles son competentes, los plebeyos están entrando poco a poco en las filas de los burócratas y, en general, es una nación favorable al republicanismo...’
Una sonrisa se formó sola en mis labios. ¿No tienen literalmente un país ideal? Cerdeña. Si has cometido un error crucial, fue sacrificar a cierta chica. Ofreciste como cordero al tipo de humano que nunca debería haber sido sacrificado. Probablemente quieras justificarlo diciendo que no lo sabías y que fue un mero descuido. En ese caso, debes aceptar en qué se ha convertido ese error.
- Disculpe la espera, Alteza. El alcalde ha llegado al muelle.
- Ya lo veo. Por curiosidad, ¿desde dónde gestionan los barcos?
- Estoy en lo alto de la torre a la derecha del barco de Su Alteza.
‘¿Creía que el Gran Duque estaba mostrando interés por él? Su voz desbordaba alegría.’
Me reí suavemente.
- Gracias por su duro trabajo. Me ha conmovido profundamente tu amabilidad. Te haré un pequeño regalo.
- ¡Oh, gloria eterna! ¡Su Alteza, su excelencia no tiene límites!
- Ruego que sea de su agrado.
Levanté mi mano derecha. En ese momento, un oficial gritó en voz alta.
- ¡Fuego!
Nuestros magos desataron simultáneamente sus hechizos. Algunos apuntaron hacia el muelle donde el alcalde había salido con sus vasallos, mientras que otros apuntaron a los barcos atracados uno al lado del otro en el puerto. Otra parte de los hechizos se dirigió velozmente hacia la torre donde residía el guardián de la puerta. Ni siquiera tuvieron la oportunidad de gritar. El alcalde y sus vasallos estaban completamente envueltos en llamas. El puerto se convirtió rápidamente en un infierno mientras las llamas envolvían los barcos. Con el derrumbe de la torre, desapareció el último mando central para controlar esta situación. Laura dio una orden adicional.
- Erradíquenlos.
El destino de los 70.000 civiles que residían en Génova se decidió por esa única línea. Nuestros mercenarios estaban curtidos en matanzas y saqueos. No se apresuraron a atacar la zona residencial imprudentemente. Primero tomaron estratégicamente las torres del castillo de Génova y las bóvedas de armas. Se aseguraron de masacrar a los pocos guardias que les quedaban.
Ante el terror, los seres humanos tienen 2 opciones. Una es sumirse en la desesperación y rezar a los dioses, mientras que la otra es llenarse de determinación desesperada y resistir hasta el final. Por ello, entre las cosas que infunden una determinación notable en los humanos se encuentran las formaciones defensivas bien organizadas, las murallas y torres que pueden protegerse temporalmente, y las armas empuñadas con firmeza.
Si los mercenarios se distraen intentando asaltar las casas que pertenecen a los ricos, las fuerzas rebeldes se verán enardecidas por 1 de los 3 elementos mencionados para contraatacar. Esto no es en absoluto una buena noticia para los mercenarios. Los mercenarios verdaderamente bien entrenados saben posponer el “festín” por un tiempo. Los mercenarios de Helvética bajo el mando de Laura claramente sabían hacer esto último.
40 minutos después. Todas las torres y bóvedas de armas de la ciudad de Génova fueron tomadas. La muerte del alcalde y sus vasallos al principio fue lo que asestó el mayor golpe a la ciudad. La mayoría de los capitanes de la guardia se rindieron una vez que perdieron a su líder.
- ¡Cierren y aseguren las puertas!
Con esto, los ciudadanos no tenían forma de escapar. Actualmente teníamos alrededor de 3.200 soldados. Esto no era suficiente para manejar toda la gente de Génova. Por lo tanto, Laura y yo decidimos usar nuestra carta fuerte. Ordenamos a los magos bombardear la ciudad indiscriminadamente. La magia es algo que la gente normal tanto teme como se maravilla. Es un método de violencia contra el que no pueden hacer nada. Los edificios se derrumbaron y las zonas residenciales ardieron. Los civiles gritaban mientras intentaban huir a algún lugar al que las llamas no pudieran llegar. Era como si les diéramos caza. Nuestro ejército empujó gradualmente a los civiles desde el este hacia el oeste.
Aunque había muchos ciudadanos armados con espadas y escudos personales, les resultaba imposible hacer retroceder a nuestros mercenarios, que iban armados con lanzas largas. Nuestros mercenarios prácticamente no sufrieron bajas. Hubo un soldado que sufrió una quemadura en el brazo derecho debido a un leve fallo de magia, pero ese fue el alcance de los daños que recibimos. Finalmente, los ciudadanos se vieron obligados a reunirse en la puerta occidental de Génova.
- ¡Muévanse! ¡Quítense del medio!
- ¡Maldición, abran la puerta! ¿Por qué no se abre la puerta?
Unas 70.000 personas se habían reunido en un solo lugar. Los de fuera empujaban a los de delante para acercarse a las puertas de la ciudad, y los ciudadanos que eran empujados al suelo morían pisoteados por cientos de pies. Se estaba recreando una escena de pandemonio. ¿Notaron algunos de ellos que algo no iba bien? Algunos de los ciudadanos intentaron darse la vuelta y huir, pero una hilera de lanzas les apuntaba desde atrás como un muro. Los civiles no tenían a dónde ir.
- ¿Qué le parece, Duquesa? ¿Deberíamos decirles que se rindan ahora?
Laura negó con la cabeza.
- Se puede decir fácilmente que su número supera los 50.000. Eso es demasiado. Sería demasiado difícil para nuestras tropas manejar ese número ahora mismo.
- Hmm. Se convertirá en un problema diplomático si masacramos a civiles desarmados. Nos criticarán por ir demasiado lejos. Pavia fue una excepción.
Teníamos nuestros caballos uno al lado del otro mientras intercambiábamos una conversación informal. Si nos miraras de reojo, probablemente no pensaras que estábamos discutiendo el destino de 70.000 vidas.
- ¿Qué te parece esto? Sólo capturaremos a los ciudadanos que nos juren lealtad completa.
- Incluso si juran lealtad con sus lenguas, ¿cómo podemos saber que no albergan puñales en sus corazones?
Laura sonrió.
- Aunque sus corazones estén llenos de veneno, si sus cuerpos están desarmados, no podrán hacer nada. Haz que todos los ciudadanos se desnuden.
La orden se cumplió de inmediato. A los que deseaban rendirse se les ordenó desnudarse. Al principio, los civiles se quejaron con vehemencia. Por supuesto, fue una lucha inútil. Se callaron solos en cuanto les obsequiamos con un par de bolas de fuego. Un individuo se quitó la ropa con vacilación. Una vez que lo hizo, otros pronto siguieron su ejemplo.
- No desnuden a los nobles.
- ¿Es necesario que seamos tan considerados?
- No estamos siendo considerados. Cuando se acorrala a un grupo, siempre hay que dividirlo en 2 bandos. Lo mejor sería alborotarlos haciéndoles creer que sólo los nobles reciben un trato especial.
Así, todos fueron despojados excluyendo al pequeño número de nobles y sacerdotes. La visión de decenas de miles de hombres y mujeres caminando en fila india en ropa interior era realmente espectacular. Era algo que había que presenciar con alcohol. Laura y yo nos maravillamos ante esta obra maestra de la historia mientras intercambiamos copas de vino.
- ¿Cómo piensa manejar Génova ahora, Conde Palatino?
- Bueno, creo que ya es hora.
Me relamí los labios empapados de vino.
- ¿Oh? ¿No es el momento un poco prematuro? La República de Habsburgo se ha unido a la refriega. Ellos fueron los primeros en romper la etiqueta internacional, así que nosotros no tenemos ninguna obligación de mantener la etiqueta. Estoy deseando ver qué expresión pondrá Elizabeth. Ah, sólo imaginarlo es bastante agradable.
- ...
Laura no respondió. Me volví hacia ella por curiosidad y la vi mirándome sin comprender.
- ¿Duquesa?
- ¿Eh? Ah, ya veo. A mí también me hace ilusión.
Laura volvió rápidamente en sí y sonrió.
- Por cierto, Conde Palatino... siento como si... no hubiera estado tan activo últimamente...
Incliné la cabeza. Después de verla dudar y mirar a su alrededor, comprendí lo que intentaba decir. Se refería a la disminución de nuestras relaciones sexuales.
- ¿No lo hicimos el otro día?
- Sí, pero lo que estoy diciendo es... no lo hicimos ayer.
Probablemente mi mirada parecía la de un pervertido.
- Antes te quejabas de que siempre me comportaba como un perro en celo, pero ¿ahora te quejas de que no pudimos hacerlo en un día? Había oído que el deseo carnal de las mujeres aumenta a medida que envejecen, pero no sabía que usted ya había llegado a esa edad, duquesa.
- Uuug, eso no es... ¡Como quieras! ¡No importa, entonces!
Laura giró la cabeza molesta. Yo sonreí con picardía. Y, con un gesto fingido, derramé “accidentalmente” vino sobre el atuendo militar de Laura.
- ¡¿Q-Qué estás haciendo?!
Hablé en voz alta para que los capitanes mercenarios que nos rodeaban pudieran oírme.
- Oh, vaya. Mis disculpas, Duquesa. Parece que accidentalmente le he hecho algo grosero a su uniforme. Lo siento mucho. ¿Cómo hemos podido dejar que la comandante suprema de nuestras fuerzas se quede así? Venga, vamos a cambiarte. Te escoltaré personalmente ya que este fue mi error. No, no, por favor, no te niegues. Si se niega, no podré dormir esta noche debido a mi culpa. Baronesa de Blanc.
- ¡Ah, sí! Excelencia.
La baronesa de Blanc, que había estado escuchando casualmente nuestra conversación, se tensó de repente y saludó. Como nota al margen, la Baronesa de Blanc se había convertido en la más leal sirvienta de Laura y mía.
- Me marcho un momento con la Comandante Suprema. Asegúrate de vigilar estrictamente a los prisioneros. ¿Entendido?
- ¡Entendido!
- Bien.
Asentí satisfecho. Laura parecía desconcertada, pero la arrastré a la fuerza. La ciudad parecía un pueblo fantasma por lo silenciosa que estaba desde que habíamos obligado a los civiles a marcharse. Ordené a nuestros guardias imperiales que estuvieran alerta mientras me dirigía a la plaza con Laura. No había nadie en la ella. Lo único que se movía en esta plaza desolada era la fuente que seguía escupiendo agua.
- ¿Señor? ¿Por qué estamos aquí...?
- ¿Lo sabías, Laura? Esto es algo que he querido hacer desde hace tiempo.
Despreocupadamente acerqué a Laura a la fuente.
- He querido violarte en medio de una ciudad.
- ¿Qué estás diciendo...?
- Y parece que se nos ha presentado el momento y el lugar perfectos.
Laura pareció darse cuenta de la gravedad de la situación y empezó a luchar. Sin embargo, sujeté con fuerza los hombros de Laura y no la solté. Entonces le susurré al oído.
- Duquesa, los soldados podrían vernos si no somos rápidos.
- ¡Realmente eres un pervertido, Señor! ¿¡Cómo se te ocurre hacer algo así el mismo día que mataste a decenas de miles de personas!? ¡Y en el centro de la ciudad que capturó, además...!
Antes le disgustaba porque lo hacíamos demasiado, antes le disgustaba porque no lo hacíamos lo suficiente, y ahora que me ofrezco a hacerlo, no quiere volver a hacerlo. Puede que sea un hombre amable y generoso, pero hasta yo puedo enfadarme un poco.
Estaba molesto, así que no acepté ninguna pregunta y le robé los labios. Fue simple después de eso. Los 2 aniquilamos al ejército de 13.000 soldados del Reino de Cerdeña, masacramos civiles y arrasamos una ciudad. Luego, después de todo eso, nos sentamos en una plaza vacía. Incluso yo debo admitir que somos una pareja ridículamente bien emparejada. ¿No estás de acuerdo?
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