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viernes, 14 de marzo de 2025

DD - Capítulo 435

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Capítulo 435
El Orgullo de Existir (VII)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Es raro que el silencio siga a la risa. Barbatos sonrió con tanta seguridad después de revelar su crimen que, por un momento, la gente probablemente ni siquiera pudo comprender lo que había dicho. Sonrió con picardía, como una niña juguetona. - En otro orden de cosas, debo admitir que me siento un poco decepcionada. Claro, puede que haya matado a Paimon, pero ¿no es demasiado? Ustedes, los demonios, siguen sin tener sentido de la lealtad. Casi hace que mi dedicación y mis esfuerzos parezcan completamente insignificantes. Ahhh. Sé que trabajar por el bien del pueblo siempre es un trabajo inútil, pero esta decepción está en un nivel completamente nuevo. Son unos cerdos metiendo las narices en el fango, saboreándolo como si fuera una fragancia. ¿Cuándo adquirieron un sentido del olfato adecuado? Una vez más, la multitud arrojó basura. La mayoría falló terriblemente, cayendo a sus pies o volando en la dirección equivocada. Barbatos ni siquiera se inmutó y siguió mirando al frente sin preocuparse. - Yo asesiné a Paimon. Sí, ésa es la verdad. Pero parece que todos están malinterpretando algo... Incluso si debo ser castigada, no dejaré que unos pedazos de basura como ustedes sean los que lo hagan. ¿Por qué? Porque no tienen derecho a juzgarme. Ninguno en absoluto. Barbatos levantó la barbilla y giró lentamente la mirada de derecha a izquierda. - Más bien, estoy aquí para acusaros a ustedes, demonios, escoria podrida que apesta con el hedor de las entrañas en descomposición. En primer lugar, son perezosos. Empujas las cosas que deberías estar haciendo a los demás y lo llaman sabiduría. Ocultar la cobardía y el engaño tras una supuesta inteligencia es el hábito de la gente nacida para ser esclava, y en ese sentido, lo único que merecen es vivir eternamente como esclavos, resentidos por su asqueroso linaje. Barbatos sonrió satisfecha. - ¡Lástima que se aboliera la esclavitud! Ahora ni siquiera podemos llamar esclavos a los que parecen personas, pero por los que corre sangre de perro. Tendré que inventarles rápidamente un nuevo nombre. ¿Qué tal desperdicios de comida? Encaja bien, ¿no creéis? Sus patéticas vidas tienen mucho en común con eso: medio masticadas y tiradas a la basura. Incluso dan ganas de vomitar con sólo mirarlos. Los gritos en la plaza se hicieron más fuertes e intensos. Pero Barbatos canturreaba alegremente como si estuviera más animada. - Sólo he mencionado la primera ofensa. Hay muchas más. Después de observar a los de su especie durante miles de años, ¿crees que me detendría aquí? En segundo lugar, son tontos. Casi me asombra la facilidad con la que se conforman con conocimientos a medias. Nunca se molestan en reflexionar de verdad o en perseguir la verdad hasta el final. Son el tipo de idiotas que reconstruirían la misma choza de mala calidad después de que la derribara un tifón, el tipo de lerdos que se pasan la vida en agua tibia, exhibiendo con orgullo su pereza intelectual como si fuera una virtud. A estas alturas, la multitud aullaba con fuerza. Parecían más una manada de animales salvajes que personas. Les salían venas del cuello y agitaban los brazos sin control. - Y por último, tercero ¡son unos cobardes! Demasiado perezosos para actuar, demasiado ignorantes para comprender, huyen de todo y ni siquiera se dan cuenta de que están huyendo. Por eso sus vidas no son más que cobardía. ¡Criaturas que nunca han vivido de verdad ni una sola vez! Se enorgullecen de tener un corazón puro, pero en el fondo no son más que demonios perversos. ¡Córtenme la cabeza y cuélguenla en esta plaza de Niflheim! ¡Y recuerden la sentencia que hoy pronuncio aquí por toda la eternidad! Cerdos inmundos. Yo, Barbatos, desprecio su pereza, estupidez y cobardía, ¡y los sentencio a colgaros en desgracia! Luego estalló en sonoras carcajadas. Los Señores Demonio de la Facción Neutral se apresuraron a arrebatarle el artefacto de amplificación. Pero la risa no se detuvo; resonaba sin cesar en el aire. Reía como las campanas de la ciudad. El interrogatorio había terminado. Los 6 Señores Demonio de la Facción de las Llanuras admitieron los crímenes. Los Señores Demonio de la Facción de las Llanuras confesaron sus crímenes para salvar a Barbatos, y ella aceptó la culpa para salvar a sus subordinados. Este sacrificio mutuo estaba destinado a terminar en tragedia desde el principio. La victoria era nuestra. No había razón para dudar o retrasarlo. Erguido en el estrado, comencé mi discurso. Hablé deliberadamente, dirigiendo mis palabras sobre todo a Marbas, mientras levantaba un dedo. - Estimados camaradas, ya no puedo tolerar ver a viles asesinos jactándose descaradamente de sus crímenes. Las siguientes verdades han quedado claras. En primer lugar, la Facción de las Llanuras pretendía aniquilar políticamente por completo a la Facción de las Montañas. Para conseguirlo, Barbatos indujo la traición del Señor Demonio Marax, mientras que Zepar orquestó la deserción del Señor Demonio Belial. Está claro que los líderes de la Facción de las Llanuras actuaron con intención deliberada. Levanté un segundo dedo. - En segundo lugar, la Facción de las Llanuras coaccionó a los archiduques del continente demoníaco para llevar a cabo el asesinato de Paimon. Aunque puede haber debate sobre quién de ellos fue exactamente el responsable de las amenazas, es innegable que todos los Señores Demonio de la Facción de las Llanuras conocían el plan de asesinato de antemano. Además, todos ellos han confesado ser los que lo llevaron a cabo. A partir de esto, es fácil deducir que el reciente asesinato no fue el acto de un solo individuo, sino una operación organizada por toda la Facción de las Llanuras. Fueron ellos en conjunto los que mataron al Señor Demonio Paimon. Apreté el puño y observé la plaza. Decenas de miles de ojos y emociones se concentraban en mí. Enfrentándome a sus miradas, declaré en voz baja: - Dados estos crímenes, propongo la decapitación de todos los miembros de la Facción de las Llanuras. Los ciudadanos estallaron en gritos de celebración. No había necesidad de agitadores. El pueblo clamó por la ejecución con una sola voz. Aunque un pequeño número de ciudadanos aún sentía afecto por Barbatos, sus voces eran demasiado débiles para oponerse al abrumador rugido de las masas. Por encima de todo, el hecho de que ni un solo Señor Demonio de la Facción de las Llanuras se hubiera defendido sirvió como prueba irrefutable para el público de que, en efecto, habían planeado el asesinato de Paimon. No había lugar para la defensa. Marbas llamó a los Señores Demonio que actuaban como jueces. - Sitri. - Estoy de acuerdo con la sentencia. - Gamigin. - Por supuesto, estoy de acuerdo. Es casi decepcionante que sea una decapitación y no una quema. - Vassago. - Estoy de acuerdo. Marbas asintió. - Yo también acepto la sentencia. Con el consentimiento unánime de los jueces, declaramos culpables a todos los miembros de la Facción de las Llanuras y los condenamos a la decapitación. Aunque es costumbre permitir un indulto antes de la ejecución de una sentencia... Este crimen es profundamente atroz, habiendo infligido un inmenso daño no sólo al Ejército de los Señores Demonio, sino también a toda la sociedad del continente demoníaco. Es justo que el castigo se lleve a cabo de inmediato sin dudarlo ni un momento. La Facción de las Llanuras se enfrentará ahora a la ira divina de la justicia. Marbas levantó el bastón ceremonial y lo blandió como un martillo. Un sonoro golpe resonó cuando el veredicto se hizo definitivo. Poco después, los Señores Demonio de la Facción Neutral arrastraron a Zepar hasta la plataforma. Daisy me entregó la espada de Baal. Era ligeramente pesada, pero manejable. La hoja se ajustaba al tamaño de quien la empuñaba, haciéndola soportable. Agarrando la espada en reversa, desactivé la magia de amplificación. Los Señores Demonio de la Facción Neutral obligaron bruscamente a Zepar a arrodillarse. Este miró lentamente a su alrededor una vez se quitó el casco. Su mirada se cruzó con la mía. Comprendiendo plenamente la situación, Zepar murmuró con calma, como si se resignara a la verdad. - Así que, así es como termina... Dantalian, tengo una última pregunta. ¿Responderás con la verdad? - Juro decir la verdad, no importa la pregunta. - ¿Qué ha sido de Su Excelencia Barbatos? Miré inexpresivamente a los ojos de Zepar, observando el profundo tono gris ceniza antes de hablar. - Será confinada en la prisión de Permafrost durante 400 años. A cambio, tú, junto con Beleth y los otros 2 Señores Demonio de la Facción de las Llanuras, serán ejecutados. Como deseabas, Barbatos ha sobrevivido. - ... - ¿Te arrepientes de algo? Zepar negó con la cabeza. - Mi vida no ha sido más que arrepentimientos. No hace falta que te expliques más. Me miró fijamente. - Cuida de Barbatos, Dantalian. Es la mujer más amable que he conocido. - ¿A qué diosa te gustaría confiar tu guía final? - Disculpa... Soy ateo. Cerré los ojos brevemente y volví a abrirlos. Agarrando con fuerza la empuñadura de la espada, hice descender la hoja con precisión sobre el cuello de Zepar. La sensación del hueso partiéndose resonó vívidamente a través de mi palma. Con un ruido sordo, la cabeza de Zepar se separó del cuerpo y rodó sobre la plataforma de madera. Los ciudadanos estallaron en vítores, coreando mi nombre “Dantalian”. En medio del aluvión de voces, un destello de luz azul parpadeó momentáneamente, pero preferí ignorarlo. Los Señores Demonio de la Facción Neutral tomaron el cuerpo de Zepar y desaparecieron. El siguiente fue Beleth. Guiado por los Señores Demonio, se arrodilló exactamente donde Zepar lo había hecho momentos antes. También le quitaron el casco. Beleth frunció el ceño y me miró fijamente. - ¿Qué tonto murió antes que yo? - Zepar. Beleth soltó un bufido grave. - Al final, nacidos después de mí y caídos antes que yo... es mi victoria, entonces. ¿Y Su Excelencia Barbatos? - Será encarcelada en Permafrost durante 400 años. - Je. Por suerte para mí. No tendré que sufrir la desgracia de sobrevivir a mi señora. Y así, Beleth inclinó el cuello hacia delante, indicando en silencio que no tenía palabras finales que dejar atrás. Que yo sepa, Beleth nunca había pronunciado el nombre de ninguna diosa. Al igual que Zepar, probablemente no quería recitar plegarias para marcar su final. Sin más intercambios, simplemente levanté la espada y la bajé. Un sonido pesado y contundente resonó al caer la cabeza de Beleth. La sangre brotó en abundancia, empapando el dobladillo de mi túnica. No me molesté en limpiarla, y me quedé quieto esperando al siguiente. Y al siguiente. Cada uno de los Señores Demonio de la Facción de las Llanuras se hizo eco de la misma pregunta sobre el destino de Barbatos antes de inclinar la cabeza con resignación. Les respondí que Barbatos había sido condenada a reclusión. Les dije que su plan había tenido éxito, que sus falsas confesiones habían reducido el castigo de Barbatos. Al oír esto, los Señores Demonio llegaron a su fin con aparente satisfacción, como si hubieran cumplido la promesa que le habían hecho. Al final, desaparecieron portando sólo mentiras. No podía haber mayor insulto a sus muertes que este engaño. - ... Controlé mis emociones y dejé que me invadiera la calma. Finalmente, los Señores Demonio de la Facción Neutral trajeron a una joven. Como era de esperar, el nombre de esa chica era Barbatos.

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