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jueves, 19 de diciembre de 2024

DH - Capítulo 229

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Capítulo 229
Gris (I)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Dentro del cuartel general de Jinetes de Dragón Negro, el actual O’Brien atrajo bastantes miradas. La mayoría de ellos ni siquiera podía reconocer a este maestro de la Familia Arthur, pero no debido a la apariencia de su ropa, sino debido a su temperamento. En el pasado, O’Brien estaba lleno de luz, limpieza, rigor y también un poco de romanticismo e idealismo. En realidad, esto tampoco se le podía reprochar, ya que como heredero de una de las 3 grandes familias, O’Brien recibió los cuidados más perfectos desde su nacimiento. Además, sólo tenía 19 años. En el desierto era una edad avanzada, pero en Ciudad Dragón, ésta era una edad en la que uno sólo empezaba a asumir responsabilidades. El actual O’Brien que se encontraba en la sala principal del cuartel general parecía poseer un aura austera y reservada. Era algo que sólo podía obtenerse de la sangre y las llamas del campo de batalla, un aura obtenida sobre los cadáveres apilados de los enemigos. No se dirigió directamente a la sexta planta como en el pasado y en su lugar se dirigió a la parte derecha de la primera planta. Esta era la división del cuartel general de Jinetes de Dragón Negro que se ocupaba de las misiones. Varios minutos después, O’Brien completó los trámites correspondientes y reponía sus provisiones, siendo la pieza más importante el sistema táctico portátil, por supuesto. Tras completar estas tareas, el Teniente Comandante que se encontraba tras la mesa del despacho se levantó y estrechó la mano de O’Brien. Con un tono respetuoso y formal, dijo. - Me honra tener el privilegio de informarle de que su distinguido servidor ya es Teniente. Enhorabuena. Su distinguido O’Brien, su ritmo de ascenso es algo que pocas veces he visto. El Teniente Coronel tenía ya más de 40 años y empezaba a engordar. Al igual que Julio, ya se había apartado del campo de batalla para pasar a formar parte del sistema burocrático del cuartel general. La cantidad de respeto que mostraba a O’Brien era apropiada, porque como cabeza de la Familia Arthur, el poder y la influencia de O’Brien eran sin duda extraordinarios. Aparte de esto, si las habilidades de Dominio Mágico de sexto nivel de O’Brien se emparejaban con sus antecedentes, entonces eso lo haría extremadamente aterrador. El joven frente a él ya poseía un poder mucho mayor que la mayoría de la gente en Ciudad Dragón, sin embargo, él personalmente se sumergió en el campo de batalla e incluso mostró un servicio militar excepcional una y otra vez. Este tipo de decisión de ponerse a sí mismo en peligro podría ser considerado como una tontería, pero también podría ser considerado sabio. Sin embargo, el Teniente Coronel sabía bien que si O’Brien no moría este año, aparecería otra persona formidable. Independientemente de cuál fuera el destino después de hoy, el Teniente Coronel no estaba dispuesto a ofenderle en este momento. Si podía desarrollar relaciones amistosas, entonces eso sería más que algo bueno. En la era de la agitación, la autoridad y la fuerza eran igual de importantes. En el desierto, los débiles no tenían el privilegio de la vida, y en Ciudad Dragón, los personajes menores no tenían la palabra dignidad en sus diccionarios. O’Brien agradeció las felicitaciones del Teniente Coronel, manteniendo la humildad, la etiqueta y una distancia adecuada. Tenía el aire que debe poseer el heredero de una familia poderosa. Mientras el Teniente Coronel lo despedía personalmente a través de la entrada principal del cuartel general, continuó elogiando su ascenso de rango a lo largo del camino, Sin embargo, esta vez, O’Brien no mostró ningún agradecimiento y en su lugar dijo fríamente. - No, creo que mi ascenso en el rango militar no puede considerarse rápido. Al menos, soy consciente de que el Capitán Su ha avanzado más rápido que yo. - Esto... El Teniente Coronel realmente quería decir que no eran las mismas cosas. Su era un bárbaro de las tierras salvajes y confió en su cara bonita para obtener el favor de Perséfone, convirtiéndose así en un Jinete de Dragón Negro. Los logros que Su obtuvo en el campo de batalla eran de esperar, mientras que O’Brien heredó la Familia Arthur, y él mismo fue mostrando poco a poco un talento comparable al de Perséfone. Era normal que alguien de su identidad no entrara en el campo de batalla, porque arriesgar la vida en el campo de batalla era una decisión cuestionable por sí misma. Después de todo, al fin y al cabo, había una diferencia de estatus. Sin embargo, cuando el Teniente Coronel que conocía los caminos del mundo vio la cara de O’Brien y luego asoció esto con la relación de O’Brien con Perséfone, su yo inteligente decidió no volver a sacar este tema. Fuera de la entrada principal, O’Brien se despidió respetuosamente del Teniente Coronel. El cual no vio ningún vehículo aparcado en la entrada y se sintió interiormente sorprendido, preguntándose cómo se preparaba O’Brien para volver a casa. Cada vez que venía, siempre había un vehículo especial para recogerle y llevarlo. Tras separarse del Teniente Coronel, el nuevo sistema táctico de O’Brien vibró continuamente y en su interior apareció una fila de mensajes. Echó un vistazo y vio una gran cantidad de información sobre las recompensas de las misiones y los valores de los especímenes biológicos. Aparte de sus éxitos militares y puntos evolutivos, O’Brien no tenía ningún interés en estas recompensas. No era un idiota que decidiera no tocar los grandes recursos de la familia. Experimentar personalmente estas batallas era para afinarse y desafiar sus límites, por lo que siempre preparaba suficiente equipo y suministros antes de hacerlo. Por ejemplo, cuando O’Brien condujo a sus tropas hacia el sureste, acabaron luchando encarnizadamente contra algunas criaturas mutantes, lo que provocó que la mayoría de las élites del Tridente de Poseidón que le seguían fueran aniquiladas. Si no fuera por estas élites que le acompañaban, O’Brien se habría convertido hace tiempo en otra pieza de los genes de estas criaturas mutadas. Dentro de esta cadena de información, había una pieza que llamó la atención de O’Brien. Era un mensaje de promoción de rango de aspecto bastante ordinario. La abrió tranquilamente, leyéndola en silencio durante un minuto entero. A continuación, rompió con odio contra el suelo la tableta táctica que había sostenido durante menos de una hora. Contempló el cielo gris y respiró profundamente el aire helado, dejando que la frialdad le enfriara lentamente la sangre. Un momento después, O’Brien más tranquilo regresó al cuartel general para recoger un nuevo sistema táctico portátil. Entonces, O’Brien, que destacaba en el Dominio Mágico, se marchó igual que Su, confiando en correr para salir del cuartel general. Cuando los demás vieron esto, sintieron conmoción y curiosidad. Algunos de ellos incluso comenzaron a pensar. Ciudad Dragón también tenía una iglesia, y era grandiosa y majestuosa. Las pinturas murales a lo largo de las paredes estaban un poco desgastadas por el paso del tiempo. Debido a la falta de luz solar durante todo el año, las altas ventanas de colores brillantes rara vez mostraban su antigua gloria. La gran catedral, que podía albergar las oraciones de varios cientos de personas, ahora sólo contaba con 3 personas que se ocupaban de este lugar. Había un sacerdote, un anciano de la vigilia nocturna y un joven encargado de la limpieza. Aunque el sacerdote ayudaba en todo, esta gran iglesia no era algo que pudieran limpiar 3 personas. Por eso, había zonas que inevitablemente estaban llenas de polvo. Esta catedral llamada Santiago tuvo una vez un pasado esplendoroso, pero en esta era donde el poder prevalecía sobre todo lo demás, el poder de la fe era ya muy pequeño. Además, las enseñanzas que se difundían actualmente en el interior de esta iglesia eran también diferentes de las de la época antigua. Las manecillas del gran reloj de la iglesia marcaban las 3 de la tarde. Afuera, el cielo ya estaba bastante oscuro. Vientos fríos silbaban por las calles vacías, liberando murmullos que agitaban el corazón. Para Santiago, que a menudo pasaba muchos días sin una sola visita, había aún menos posibilidades de que alguien viniera a esta hora. El tiempo era bastante terrible, y la mayoría de los residentes de Ciudad Dragón se quedaban dentro con el calor de sus familias. El joven que limpiaba la iglesia estaba a punto de cerrar la pequeña puerta entreabierta cuando de repente vio a alguien corriendo desde el final de la calle. Dudó un momento y no tomó la decisión de dejar la puerta abierta o cerrada, sino que se quedó mirando a ver si esa persona venía a la iglesia aunque las probabilidades fueran extremadamente bajas. Bajo el cielo crepuscular, aquel individuo echó a correr desde la calle vacía a una velocidad constante. En ese momento, en el mundo entero parecía que sólo quedaba esa solitaria figura. El joven había pensado en un principio que el que se acercaba corriendo era Su, porque sólo había un único bárbaro en toda Ciudad Dragón que se valía de sus pies para desplazarse. Cuando esa persona se acercó más, el joven vio que no era Su, sino un extraño con ropas destrozadas que parecía recién salido de un campo de batalla. Sin embargo, el presentimiento del joven era bastante acertado, y aquel extraño corría efectivamente hacia la iglesia. Cuando vio al joven en la entrada, O’Brien lo llamó con una sonrisa incluso desde lejos. - Pequeño Mark, ¿está aquí el cura? El joven oyó una voz familiar e inmediatamente dio un respingo. Se detuvo, y sólo después de mirar fijamente durante un rato preguntó con cierta vacilación. - ¿Tú eres... su distinguido O’Brien? O’Brien sonrió mientras acariciaba la cabeza del pequeño Mark y dijo. - Ya le he dicho muchas veces que me llame simplemente O’Brien. ¿Está el cura dentro? - El cura está arreglando las obras de la iglesia. Tu distinguido ser tendrá que ir a la biblioteca de la iglesia, en la parte de atrás, para encontrarlo - Comprendo. O’Brien asintió y entró en la iglesia. El joven cerró la puerta, y después de pensarlo un rato, por alguna razón, decidió dejar la puerta abierta un rato más. Aunque esto permitiría que los vientos fríos entraran continuamente por la puerta abierta, muchas veces incluso haciéndole estremecer por la frialdad, el joven Mark aún tenía esperanzas. Tal vez la llegada de O’Brien había encendido alguna esperanza hasta entonces inexistente, y esa pequeña expectación le hizo optar por dejar la puerta abierta.

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