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jueves, 19 de diciembre de 2024

DH - Capítulo 230

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Capítulo 230
Gris (II)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
En el pasado, O’Brien se presentaba en la iglesia de vez en cuando y discutía algunas cosas con el cura y luego hacía personalmente sus oraciones. Sin embargo, durante los 2 últimos meses, era la primera vez que el pequeño Mark lo veía. Esta vez, O’Brien no se quedó demasiado tiempo. Menos de 10 minutos después, salió de la iglesia. Mientras se alejaba a pie, el pequeño Mark tuvo de pronto una extraña sensación, O’Brien parecía mucho más alto que antes y más digno. El pequeño Mark sabía que la familia de O’Brien estaba en un lugar muy, muy lejano, y que incluso conduciendo tardaría más de una hora. Cuando vio la dirección hacia la que partía, debía de ser de vuelta a casa. Sin embargo, ¿iba a correr sin más? ¿Cuánto tardaría? El pequeño Mark miró al cielo que estaba casi completamente oscuro y escuchó el murmullo y el silbido del viento frío. Cuando pensó en correr solo a pie por ese tipo de entorno, se estremeció de repente. Extendió la mano que ya empezaba a ponerse rígida por el frío y quiso cerrar la puertea. El cielo ya se había oscurecido, así que no debería haber nadie más que viniera a la iglesia, ¿verdad? Justo cuando la puertecita se iba a cerrar del todo, sonó una voz un tanto áspera pero muy agradable de escuchar. - Mark, ¿está el cura? Los ojos del pequeño Mark se iluminaron, ¡y parecieron dar un par de saltos! Abrió apresuradamente la pequeña puerta y gritó. - ¡Hermana mayor Sally! Ante la puerta había una hermosa joven envuelta en un grueso abrigo para protegerse del frío. Su carita estaba tan fría que estaba completamente roja, y en su pecho había varios libros grandes y gruesos. Sally se introdujo en la pequeña puerta y, a continuación, Mark la cerró con firmeza. Luego, aceptó los libros que Sally tenía en las manos. Después de echarles un vistazo, dijo con un poco de sorpresa. - Hermana mayor Sally, ¿ya has terminado de leerlos todos? - ¡Sí! Me gustan bastante. Me quedé despierta estos días para leerlos. Mark, ¿puedes ayudarme a buscar si la iglesia tiene estos libros? Sally se desabrochó el abrigo y sacó con cuidado una hoja de papel del bolsillo. En ella estaban escritos los títulos, autores y datos de publicación de 7 u 8 libros. Los ojos de Mark no dejaban de recorrer el pecho reventón de Sally. Después de recibir la lista de libros y recorrerla con la vista, devolvió la mirada a su lugar original y respondió. - Hay 3 que están en la iglesia. Cuando salgas más tarde, te los puedo pasar a escondidas, pero... - Mark, se te ha vuelto a enfriar la mano, ¿verdad? La sonrisa de Sally era un poco desvalida y cálida. Mark se lanzó inmediatamente hacia el pecho de Sally y la apretó con fuerza contra la entrada fuertemente cerrada mientras tiraba bruscamente de su abrigo. Metió las manos en el interior y tanteó con firmeza. El joven delgado y débil y Sally, que se había desarrollado precozmente, tenían más o menos la misma estatura. Su cuerpo se inclinó y empezó a besar y chupar apasionadamente la cara y el cuello naturalmente dulces de Sally. Mientras tanto, sus manos eran igualmente enérgicas, haciendo que las cejas de Sally se fruncieran de vez en cuando por el dolor. Debido a su excesiva excitación, la garganta de Mark soltaba gruñidos bestiales de vez en cuando, que no sonaban diferentes de los de los hombres maduros que a menudo se ensañaban con el cuerpo de Sally. Sally suspiró suavemente. Sus brazos rodearon la cabeza del joven y miró hacia arriba. Parecía que era para que le resultara más cómodo al joven, pero sus ojos pasaron por encima de la oscura sala de oración y hacia la imagen de dios. La enorme cruz era igual que en la antigüedad, y el rostro del hombre seguía siendo vivo y real. Cada vez que lo veía, Sally sentía que podía percibir su sufrimiento. Ese tipo de sufrimiento no provenía del dolor ni de la carne, sino de un sufrimiento del espíritu. Debajo de la cruz había una nueva escultura. La escultura tenía la altura de un ser humano y era de piedra. El material no era particularmente raro o precioso, ni tenía muchos adornos. La escultura era un individuo cubierto por un manto, y en sus manos había un cilindro de aspecto inusual que tenía tallas en espiral. Se trataba del apóstol del señor, por lo que había dicho el sacerdote. Sin embargo, el sacerdote nunca había dicho si el hombre clavado en la cruz era el señor. La escultura del apóstol no era especialmente hermosa ni compleja, y cada vez que miraba la estatua, Sally siempre sentía un aura inhumana, como si debajo de la piel de piedra hubiera un corazón helado. La estatua de piedra fue tallada personalmente por el sacerdote, y el material rocoso procedía de la cercana Ciudad Dragón, algo que el sacerdote utilizó una carretilla primitiva para arrastrar hasta la iglesia. Cuando terminó de esculpir al apóstol, el sacerdote cogió un aparejo y una cuerda antes de llevar él mismo la estatua del apóstol a la plataforma divina. Todo el proceso se hizo con la propia fuerza del sacerdote, sin ningún apoyo de máquinas. Sin embargo, el sacerdote ni siquiera tenía un solo nivel de capacidad de fortalecimiento del poder. A Sally no le gustaba la imagen del apóstol, y cada vez que la veía, siempre sentía un extraño escalofrío y miedo. Prefería mirar al hombre clavado en la cruz. Cuando sus ojos se posaban en su cuerpo, Sally siempre sentía un mar de misericordia. El corazón de Sally se calmaba y volvía a rebosar coraje y determinación. Todo el cuerpo de Mark se frotaba contra el de Sally. Su gran excitación hizo que su débil y delgado cuerpo estallara con una fuerza asombrosa, envolviendo a Sally hasta que sintió que le costaba respirar. En el pasado, todo terminaba aquí. Sin embargo, Mark estaba hoy extremadamente excitado por alguna razón y era como un volcán que hubiera permanecido dormido durante mucho tiempo, soltando continuamente aullidos graves. De repente, hizo girar a Sally, y la fuerza que ejerció hizo que sus cejas volvieran a fruncirse con fuerza. Sin embargo, se tapó la boca y no gritó. De hecho, Mark le bajó la gruesa falda. Sally se sobresaltó y se apresuró a utilizar las manos para proteger su trasero expuesto. Se dio la vuelta y le aconsejó con voz suave. - ¡Mark, no seas así! Apenas tienes más de 10 años, si sigues así, no será bueno para tu cuerpo. Quizá dentro de unos años... Entonces, los brazos de Sally fueron agarrados por Mark y tiró de ellos hacia arriba, la fuerza de la pinza aprisionó su muñeca hasta que estuvo a punto de romperse. Mark reprimió la voz y maldijo junto a los oídos de Sally. - ¡Eso no tiene nada que ver contigo! No creas que no sé qué eres una puta del desierto a la que se han follado quién sabe cuántos hombres. Si otros pueden, ¿por qué yo no? ¡¿Aún quieres leer esos libros o no?! El cuerpo de Sally tembló ligeramente y luego abandonó su lucha. La rudeza del joven la hizo gemir silenciosamente por el dolor. Sally se quedó pegada a la fría y dura entrada principal, y una lágrima se escapó finalmente por el rabillo de sus ojos. Sin embargo, sólo derramó una lágrima. Este placer sin precedentes hizo que la cara de Mark enrojeciera por completo. Sus ganas de gritar y el hecho de tener que permanecer callado le hicieron chillar como un mono. No se sabía si Sally había oído su discurso casi enloquecido, pero en ese momento, ni siquiera el propio Mark sabía de qué estaba hablando. Sólo que, por su delirante discurso, parecía que este joven también procedía de la naturaleza, razón por la cual, aunque acababa de cumplir 10 años y su cuerpo era delgado, débil y bajo, ya era capaz de hacer esas cosas que un hombre adulto podía hacer. Para evitar que el cura se enterara, los 2 tuvieron que reprimir sus voces. El placer sin precedentes y el miedo a ser descubiertos ya habían hecho que Mark casi se derrumbara. Mientras tanto, el cuerpo de Sally era como un océano cálido y sin fondo, las capas y capas de remolinos le hacían incapaz de contenerse, haciéndole verterlo todo hacia el exterior. Cuando el joven se colgó débilmente de la espalda de Sally, todo el proceso duró menos de un minuto. Con la sensación extremadamente placentera desvaneciéndose, el miedo llenó inmediatamente la mente del joven. Se separó del cuerpo de Sally con nerviosismo y se arregló apresuradamente la ropa. Tenía bastante miedo de que ella le contara al cura lo sucedido, porque si lo hacía, el cura podría perseguirle de vuelta al desierto, un lugar donde degeneraría en un bárbaro que podría ser devorado por otros de su misma especie en cualquier momento. Sally cogió una toalla para limpiarse el cuerpo y se aseó la ropa, con movimientos hábiles y rápidos. Metió la toalla usada en el bolsillo del abrigo y miró al inquieto Mark antes de decir con suavidad. - ¿Puedo ver al cura ahora? - Eh, puedes, puedes. El cura debería estar detrás. No se atrevió a mirarla a los ojos.

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