{getMailchimp} $title={Stay Informed} $text={Subscribe to our mailing list to get the new updates.}

martes, 6 de febrero de 2024

DD - Capítulo 199

A+
A-
Capítulo 199
La Guerra de los Lirios (II)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
- Hay una mente maestra. Declaró la reina Henrietta. Uno de los generales sentados en la sala la interrogó. - ¿Una mente maestra...? ¿Alteza? La joven reina de pelo escarlata soltó un bufido. Su tono se volvió más frío que de costumbre. - Quiero decir lo que he dicho. Esta situación es tan espléndidamente maldita, que sólo puedo reírme. Me parece bien que me engañen. No es que sólo te engañen 1 o 2 veces en toda tu vida. ¿Qué hay que lamentar si ese número aumenta? ¿Un enemigo inesperado que llega como refuerzo? Pues tampoco pasa nada. La vida siempre ha sido una lucha entre personas. Sin embargo, hombres. Sin embargo... no puedo perdonar que ambas cosas sucedan al mismo tiempo. ¡Esa es una maldita situación que nunca puede ser tolerada! Los generales guardaron silencio. Hablar mientras su gobernante estaba enojada era como caminar audazmente hacia un jabalí desbocado. Henrietta respiró pesadamente por un momento antes de soltar una pequeña carcajada. Los generales se miraron preocupados. Su gobernante estaba enfadada al principio, pero ahora se estaba riendo. No tenían ni idea de lo que estaba pasando. Finalmente a Reina señaló el mapa sobre la mesa. - Hombres, piénsenlo. ¿Acaso esos republicanos no se movieron anormalmente rápido? Desde la posición de Batavia, el ejército del Señor Demonio está al este, mientras que el Imperio Franco está al oeste. Batavia debería haber reunido sus tropas en el este, ya que la guerra con la Alianza Creciente sigue en curso. A pesar de ello, ¿qué ocurrió en realidad? Esos republicanos cruzaron la frontera cuando ni siquiera ha pasado un mes desde que comenzamos esta guerra. Por supuesto, es posible que la República mueva sus tropas del este al oeste en un mes. Los republicanos dentro del Imperio Franco podrían estar comunicándose con Batavia en secreto. Sin embargo, esa premisa no funcionaría... - ¿La premisa, Su Alteza? La mirada de la Reina Henrietta se quedó quieta. Tenía la misma tranquilidad de una llama azul. - Para que este sea el caso, eso significaría que Batavia había descubierto nuestro objetivo desde hace un mes. Bretaña había atacado al Imperio Franco. ¿Cuál es el problema con esto? Podríamos simplemente haberlos invadido. Ya lo hemos hecho muchas veces. No se reveló nada hace un mes. ¡¿Cómo podían esas rameras de Batavia saber con tanta precisión que “invadíamos para acabar con los republicanos”?! - ¡...! ¿¡Un traidor!? Los generales jadearon. Así es. Incluso si Batavia se dio cuenta de que Bretaña estaba reuniendo a sus tropas, no deberían haber sabido la verdadera razón. ¿Cómo se dieron cuenta de que el Emperador Franco había dado la orden de subyugar a los nobles de su propia nación tan rápidamente? Alguien había filtrado la información. En otras palabras, había un traidor. El aire se volvió frío. Era obvio, pero sólo los miembros al mando de su grupo conocían su objetivo. Alguien que estaba sentado en la habitación con ellos les había traicionado... Henrietta sonrió agradablemente. - ¿Qué les preocupa? No sé cuándo los valientes hombres de Bretaña se habían vuelto tan cobardes como un niño. - Pero, Su Alteza. Tener un traidor entre nosotros no es un asunto que podamos tomar a la ligera. - No hay razón para que el traidor esté entre nosotros. También existe la posibilidad de que alguien del lado del Emperador Franco haya filtrado la información. Los generales parecían perplejos debido a las confusas palabras de Henrietta. Ella dejó escapar otro bufido. Las caras de los generales se contorsionaron. - ¡Ese idiota y malcriado Emperador! - ¡No sólo nos metió aquí, sino que también llamó a esos cerdos republicanos, ese bastardo detestable! - ¡Su Alteza, por favor denos la orden! Convertiremos Parisiorum en un mar de llamas. Los generales se levantaron y gritaron. Gritaron con tal fuerza al pensar que habían sido engañados y también por el bien de demostrar su inocencia a la reina. Henrietta sonrió ampliamente. - Hombres, entiendo cómo deben sentirse, pero no armen tanto alboroto. ¿He dudado alguna vez de su lealtad? Es preocupante ya que todos ustedes son tan fáciles de leer. Todos ustedes reciben notas bajas como caballeros para hacer que una madeimoselle se sienta preocupada. - ... El ambiente se volvió incómodo debido a la respuesta de la reina. Los generales se aclararon la garganta mientras volvían a sentarse. “Su Alteza realmente sabe cómo avergonzarnos”, los generales se lanzaron miradas que decían eso. Sin embargo, no era una mala sensación. Su señora no dudaba de su lealtad. No había nada más tranquilizador que esto. La Reina Henrietta definitivamente tenía una razón válida para dudar de ellos por traición justo ahora. Ella podría haberlos desmoralizado. Esto habría fortalecido aún más el poder de mando de la Reina. A pesar de esto, le dijo a sus hombres que confiaba en ellos... Fue esta actitud suya la que hizo que los nobles bajo su mando la sirvieran de buena gana. Las habilidades militares y sociales de la Reina Henrietta la respaldaban. - Hombres, antes de enfadarse, piénsenlo con calma un momento. ¿No es esto una oportunidad? - ¿Una oportunidad, Alteza? - No hay manera de que nuestro Emperador haya filtrado la información por sí mismo. Como todos ustedes han dicho, Su Excelencia es un incompetente y un tonto absoluto. Los generales rieron entre dientes. Incluso los soldados rasos del ejército de Bretaña trataban al Emperador como un completo idiota. - Entonces, ¿quién podría haber filtrado la información? - ¿Podría haber sido la Emperatriz Viuda o un ayudante cercano del Emperador? La Reina Henrietta continuó. - Ciertamente. Y los republicanos. Hombres, no importa quién filtro realmente la información. Lo importante son las pruebas circunstanciales que demuestran que “un republicano había traicionado a Su Excelencia el Emperador”. Esto debería ser suficiente para nuestro Emperador Franco. Había algo ambiguo en las palabras de la Reina. Mientras los generales estaban ocupados pensando, Jacqueline Longwy, la santa que se había dedicado al ejército habló. Arrugaba sus bonitas cejas. - No me diga... ¿Pretende Su Alteza una purga? Henrietta sonrió. - Correcto. Hombres, infórmenle al Emperador que los republicanos han filtrado información. ¿No tienes curiosidad por ver cómo ese tonto, que se molesta con sólo mencionar sus nombres, reaccionará a esto? Esta es una oportunidad para acabar con todos y cada uno de los republicanos que residen en Parisiorum. Ese día, el sonido de la ira del Emperador resonó por todo su castillo. Los monárquicos y los republicanos siempre se habían odiado. Había nobles extremistas entre ellos que apoyaban plenamente a los monárquicos. El Emperador los llamó en secreto y les habló del “traidor”. Los monárquicos se dieron cuenta de que ahora era la oportunidad de acabar con las cucarachas de la capital. 4 días después, comenzó la matanza en plena noche. Los monárquicos dividieron Parisiorum en varias partes y se las asignaron a cada miembro. Gritaban - ¡Maten a los traidores! ¡Maten a los que avergonzaron al Imperio Franco! Mientras llevaban a cabo su asalto. Su matanza fue planeada minuciosamente. La mayoría de los ciudadanos de Parisiorum eran monárquicos, por lo que era fácil incitarlos. Las matanzas pueden ser difíciles de iniciar, pero una vez que comienzan, están destinadas a descontrolarse. Una vez que se ha pasado de 1 a 3 personas, es sólo cuestión de tiempo que ese número se dispare a 10 o 20. La turba se tiñó de locura mientras corría por los estrechos callejones y anchas carreteras. - ¡Ejecuten a los traidores que han vendido a nuestra nación! - ¡Levántense por el Imperio Franco! ¡No duden! ¡La Diosa nos ha bendecido! - Mátenlos a todos. Mátenlos indiscriminadamente. El Dios de la Muerte separará al bien del mal. Incluso los ciudadanos normales enloquecieron de sed de sangre. Desde intereses partidistas, venganzas y odios personales, hasta simplemente intoxicarse por la sed de sangre causada por la matanza y, finalmente, por el afán de robar a los nobles republicanos, los motivos para unirse a la turba eran diversos. Una parte de los republicanos se dio cuenta de que algo siniestro estaba ocurriendo 1 o 2 días antes de la matanza.

- Qué extraño. El ambiente es anormal...

- Dense prisa y recojan sus cosas. No hagan preguntas. ¡Cojan sólo la moneda fuerte y suban al carruaje!

Empacaron su dinero y escaparon de la capital. La mayoría de ellos habían dedicado sus vidas al republicanismo y habían jurado mantener sus ideologías aunque tuvieran que enfrentarse al Emperador. Sin embargo, sólo una pequeña parte había escapado.

La mayoría de los nobles republicanos y los plebeyos especialmente ricos, como los comerciantes, permanecieron en la capital.

- Mm, Su Excelencia puede favorecer a los monárquicos, pero...

- ¿No hemos estado pagando nuestros impuestos correctamente hasta ahora? Incluso si algo sucediera, será sólo por un momento.

- Esta es mi ciudad natal, ¿dónde más podría ir?

No había forma de que el Emperador les hiciera daño personalmente, ¿verdad? Permanecieron optimistas mientras continuaban con sus vidas.
El precio de su optimismo era inmenso. La riqueza de los comerciantes ricos excitó más a los alborotadores. A medida que avanzaba la noche, en lugar de calmarse, la matanza se extendió más violentamente como un reguero de pólvora. Incluso los comerciantes que no eran republicanos fueron atacados. Hombres, mujeres, ancianos y niños fueron atravesados en el pecho con lanzas por los alborotadores. El rumor se había distorsionado por completo en algún momento. “Los republicanos intentaron asesinar a Su Excelencia el Emperador”, “el Emperador estaba tan lleno de ira y miedo que no tuvo más remedio que tender la mano a Bretaña”, “protejamos nosotros mismos a Su Excelencia el Emperador y al Imperio Franco”... Una tragedia se estaba desarrollando. La Emperatriz Viuda, Catalina de Medici, se despertó en mitad de la noche y se levantó de la cama sorprendida. La extremadamente estricta Emperatriz Viuda del imperio ni siquiera tuvo tiempo de ponerse su ropa habitual, ya que corrió por el castillo en ropa de dormir mientras gritaba. - ¡Oh! Dioses, ¿qué está pasando? ¿Por qué hay gritos procedentes de la ciudad!? ¡Guardias! ¿¡Dónde está la guardia real!? La Emperatriz Viuda entró en la sala del trono junto con algunas doncellas que también estaban en ropa de dormir ya que tenían que seguir a la Emperatriz a toda prisa. Suplicó a su hijo que pusiera fin a la matanza. - ¡Su Excelencia! ¡Usted es el Emperador del Imperio Franco! Ellos son sus hijos e hijas. En otras palabras, ¡son el pueblo al que debes cuidar y atender! El Emperador, Enrique III, se burló. - Nunca he criado a un hijo que apunte con su lanza a su padre, Madre. - ¡Su Excelencia, esto maldecirá al imperio! ¡No hay futuro para una nación donde el padre mata a sus hijos y los hijos desprecian a su padre! Su Excelencia, se lo ruego... no es demasiado tarde, por favor muestre piedad con el pueblo... La Emperatriz Viuda cayó de rodillas mientras suplicaba al Emperador. La madre, que rondaba los 50 años, lloraba en ropa de dormir que dejaba al descubierto su envejecida piel. Incluso la guardia real no pudo evitar compadecerse de ella. A pesar de todo, el joven Emperador se mantuvo firme. Enrique III rugió mientras se levantaba. - ¡No puede haber dos gobernantes dentro de una misma nación! ¡Eres realmente detestable, la madre que me dio a luz! La misma persona que derribó mi poder y permitió la división de la nación no fue otra que tú, madre. ¿Cómo podría considerar miembros del imperio a esos congresistas que se atreven a declarar estar por encima del Emperador? - Henry... Mi Henry. Por favor, ten piedad... - Fuiste tú quien arrebató mi piedad, Madre. La Emperatriz Viuda había extendido su mano derecha mientras estaba arrodillada en el suelo. El Emperador apartó la mano de su madre. - A partir de hoy, el Imperio Franco sólo tendrá un único poder soberano. La cara de la Emperatriz Dowager se puso roja mientras se levantaba. Todo su cuerpo temblaba de rabia. - ¡Hubiera sido mejor si hubiera dado a luz a un montón de serpientes venenosas en lugar de una vergüenza como esta! ¡Aborrezco esa noche de placer en la que recibí esa semilla pecaminosa dentro de mí! ¡Queridos dioses! ¡Oh, queridos Dioses! - Llévensela. El Emperador hizo un gesto a la guardia real. Los soldados dudaron mientras se acercaban a la Emperatriz Viuda. Ella escupió todo tipo de maldiciones mientras la arrastraban fuera de la sala del trono. El Emperador se rio mientras la arrastraban. - Encierren a las doncellas por separado. La hija del traidor puede estar entre ellas. La generosidad desconsiderada sólo traerá más problemas. Los Dioses sólo aceptarán que esta noche sea perfecta.

≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡≡
Si encuentras errores déjanos las correcciones en un comentario abajo, servirán para mejorar la calidad de la serie.