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viernes, 9 de febrero de 2024

DD - Capítulo 202

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Capítulo 202
La Guerra de los Lirios (V)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Comenzó la marcha. - Raaa listi, trii freude... - Greecia sisbi mer bremedea. El canto de los sacerdotes resonaba sobre las cabezas de los soldados. Un buen número de ellos se había unido a nuestra causa. No teníamos a nadie a la altura de un santo, pero numerosos sacerdotes y sacerdotisas entonaban un canto sagrado en armonía. La melodía fue amplificada por un hechizo mientras subía a los cielos y descendía como los rayos del sol. Un enorme ejército de 60.000 soldados marchaba junto a esta armonía. Jeremi trajo su caballo junto al mío antes de hablar. - Danta... no, ¿no piensa cantar un verso, Señor Sacerdote? - Me disculpo, pero soy un completo novato cuando se trata de música. Saqué los labios. En realidad, esto era lo que hacía a los sacerdotes tan fundamentales cuando se trataba de ejércitos. El himno sagrado subía mucho la moral de los soldados. Ayudaban a evitar que los soldados se descontrolaran y también disminuían en gran medida la probabilidad de que ocurrieran cosas como el saqueo y acciones para la autocomplacencia, que eran cosas que sucedían con bastante frecuencia en los ejércitos. Bueno, el himno básicamente descendía sobre los soldados que marchaban bajo el sol. Probablemente se sentía como si estuvieran siendo bendecidos por Dios. Esto probablemente debería reducir cosas como el trastorno de estrés postraumático también. - ¿Oh? Supongo que los niños en realidad no se parecen a sus padres. - ¿Hm? - Me refiero a Daisy. Es muy buena cantando. Casi parecía como si un espíritu estuviera cantando. ‘¿Eh? ¿El héroe también cantaba bien en el juego?’ - ...Nunca ha cantado en mi presencia. - Por supuesto que no. ¿Quién querría cantar delante de un sacerdote? - ¿Quieres ver la lengua afilada de esta adúltera brillante? - Jejeje. Jeremi se rio. Sólo pude gruñirle. Yo era el que disfrutaba recibiendo una mamada mientras el mejor cantante de ópera del continente daba una apasionada actuación. En serio, no sé nada de bellas artes. Ella señaló detrás de si con el pulgar. - ¿Pero dónde piensas usar todo eso? - Ah, ¿las vallas de madera? Nuestro ejército tiraba de un centenar de carretas. Montones de vallas preconstruidas se apilaban encima de los carros tirados por burros. Yo había ordenado a los campesinos que las construyeran. Eran mi arma secreta. - Por lo que puedo decir, sólo hay 2 estrategias que Henrietta puede llevar a cabo. Hmm, realmente no puedo llamar a la primera una estrategia, pero es la batalla campal que ella quería. Si eso sucede, simplemente tenemos que abrumarla con nuestros números. Pero... la segunda estrategia, el Emperador podría aparecer en persona. - ¿El Emperador Franco? - Sí, si hicimos deliberadamente que nuestros objetivos fueran los “criados desleales del Emperador” en lugar del propio Emperador para fortificar nuestra causa. Haríamos que pareciera que el Emperador era una víctima inocente en este asunto. ¿Qué crees que pasaría si el Emperador apareciera del lado del enemigo en una situación como esta? - Ahh. Afectaría a nuestra moral. - Naturalmente. Lo que yo temía era que el Emperador en persona saliera a dar el discurso de apertura. En este mundo, había una costumbre en la que los representantes salían y daban discursos ceremoniales antes de que ejércitos masivos chocaran. Estos discursos podrían resumirse en 3 líneas. “Rendirse. No. Entonces muere.”. Como los caballeros eran inimaginablemente poderosos, también en las guerras se establecía naturalmente un procedimiento caballeresco. Era una forma efectiva de elevar la moral de tus tropas y asestar un golpe a la moral del enemigo. Sería muy problemático para nosotros si el Emperador Franco saliera como su representante en esta situación... - Sin embargo, eso le daría al Emperador el derecho al mando. Era difícil creer que Enrique III pudiera mostrar algún tipo de talento militar cuando hasta el momento sólo nos había mostrado su lado incompetente. Por lo tanto, hacer que el Emperador se presentara era un arma de doble filo. Podrían bajar mucho nuestra moral durante los discursos iniciales, pero durante la batalla real se darían órdenes incompetentes. - Las intenciones de Henrietta de Bretaña se aclararán dependiendo de si el Emperador sale o no. Si se presenta, entonces Henrietta tiene como objetivo una batalla campal y una victoria política. Sin embargo, si no lo hace... Eso significa que ella está realmente apuntando a aniquilarnos a todos sin depender de ningún tipo de medios políticos o diplomáticos. Preparé estas vallas en caso de que eso ocurra. Nuestras fuerzas llegaron a las Llanuras de San Denis, cerca de las inmediaciones de Parisiorum. La Alianza Bretaña-Emperador estaba estableciendo su cuartel general aquí. Sólo de un vistazo, pude ver que no tenían ni siquiera 30.000 soldados. Tras enviar exploradores para reunir información, supimos que el Emperador no había llegado. Tampoco había estandartes que indicaran que el Emperador Franco estaba aquí. Sólo ondeaban al viento las banderas de los generales que actuaban como apoderados del Emperador. - ¿Así que pretende una aniquilación total, Reina? Miré al campamento enemigo al otro lado de la llanura. Había algunos nobles que, sin que el enemigo lo supiera, estaban en el campamento enemigo. Gracias a ello, pudimos hacernos una idea bastante precisa de las fuerzas enemigas. Probablemente también tenían espías en nuestro bando.

Ejercito del Emperador
Comandante Supremo: Reina Henrietta de Bretaña
Subcomandante: Diputado General Gaspard de Tavannes
Primer ejército: Ejército del Reino de Bretaña.
Comandante Supremo: Reina Henrietta de Bretaña.
Infantería 5.000 (mercenarios, reclutas). Caballería 8.000 (1.000 caballeros).
Segundo ejército: Ejército del Emperador Franco.
Comandante: General adjunto Gaspard de Tavannes.
Infantería 2.000 (reclutas). Caballería 8.500 (600 caballeros).
Total de soldados: Infantería 7.000. Caballería 16.500 (1.600 caballeros).
Inmediatamente celebramos un consejo de guerra con la información que habíamos recibido. Teníamos al duque Henry de Guise como comandante supremo, a Anna de Bis, miembro del Consejo de los Trece, como comandante del ejército de la República de Batavia, a los líderes mercenarios que habíamos contratado de la alianza enana, etc. Todo tipo de nobles y generales estaban aquí reunidos. - Ahora está claro. La reina de Bretaña apunta a una batalla de caballería. La subcomandante Anna de Bis habló. Era una medio-elfa y una heroína hecha a sí misma que había ascendido a los más altos rangos de la república siendo una niña de sangre mixta. También era miembro de la Alianza para la Liberación como yo. - Nuestro bando parece ser inferior cuando se trata de nuestra caballería. Sus caballeros son especialmente amenazadores. Siempre y cuando estén apuntando a una batalla de caballería, creo que no debemos ir junto con el deseo del enemigo. Tenía el pelo verde, difícil de ver en la sociedad humana. Como era de esperar de una semielfa, también era hermosa. No fue sorprendente ver que algunos de los nobles miraban su nuca y su pelo con los ojos en blanco. - Estoy de acuerdo. Tuve una amarga experiencia con su caballería no hace mucho. El Comandante Supremo Henry de Guise sonrió amargamente. Era un duque que había envejecido bien a los cuarenta y tenía una barba impresionante. Fue completamente derrotado por el ejército de Bretaña en su anterior batalla. - Si Su Excelencia estuviera presente, entonces las cosas se habrían puesto desconcertantes, pero como señaló el sacerdote Jean Bole, parece que la reina de Bretaña planea aniquilarnos. - En efecto. No estoy seguro de si debería llamarla imprudente o demasiado confiada. - Sin embargo, tiene el talento para respaldar su confianza. Comentó el Duque Guise mientras se acariciaba la barba. La imprudencia está prohibida. Desprendía este tipo de humor. Por lo que me contaron, a pesar de la completa derrota de sus tropas, fue el único que logró retirarse a salvo con sus hombres. Puede que no fuera un genio, pero no era una persona incapaz. Debería estar bien dejarlo como comandante supremo. - Posicionen a los soldados de caballería detrás de la infantería... - Es importante poner lanceros en medio para que no haya aperturas. Los generales se mantuvieron modestos mientras discutían libremente. Como esperaba, Anna recibió el derecho de comandar el ejército de Batavia mientras que el duque Guise tomó el derecho de comandar el ejército noble. Sin embargo, hubo algo que fue agradablemente en contra de mis expectativas. Sorprendentemente, hubo menos discordia entre los comandantes de lo que yo pensaba. El Duque Guise puede ser considerado de segunda clase como general comparado con Henrietta. Sin embargo, era definitivamente de primera clase como noble. Durante la reunión, algunos de los agresivos líderes mercenarios y nobles gritaban. - ¿Qué está diciendo todo el mundo? Tenemos 60.000 hombres mientras que el enemigo sólo tiene 20.000. No soporto escucharos temblar de miedo ante una mujer, ¡aunque nuestro ejército sea 3 veces mayor que el suyo! ¡Comandante Supremo! Dejen una unidad bajo mi mando. Yo capturaré a esa mujer y les traeré su cabeza. Sin embargo, cada vez que lo hacían, el Duque Guise les respondía con severidad. - ¡Son realmente valientes! Sin embargo, por ahora seguiré aplazando la utilización de nuestros soldados de caballería. Las batallas de caballería no son la única forma de demostrar su valor. No hay razón para que sigamos los deseos de la reina. El Duque Guise hábilmente convenció a los comandantes y demostró que no recibió su título a través de algo como un juego de cartas. - Nuestras fuerzas llevarán a cabo el plan del sacerdote Jean Bole. Declaró firmemente el duque Guise y yo respondí con una reverencia. Mi plan era bastante sencillo. Iba a colocar las vallas de madera que los burros habían transportado hasta aquí con tanto esfuerzo delante de nuestro ejército. Luego colocaríamos a nuestros lanceros alrededor de esas vallas. ‘Tomé prestada la idea del general Zepar.’ Sonreí por dentro. El General Zepar se había defendido espléndidamente contra un grupo de caballeros durante la Batalla de Austerlitz utilizando vallas de madera y estacas. No podré mostrar la misma magnífica habilidad de mando que el General Zepar, esa habilidad era algo que sólo era posible porque un Señor Demonio estaba al mando de monstruos, pero no debería ser difícil aprovechar la idea. Colocar vallas de madera frente a nuestro ejército disminuiría naturalmente el poder de carga de la caballería enemiga. La carga de caballería en la que la Reina Henrietta probablemente iba a confiar iba a perder su poder. Nuestros hombres clavarían entonces sus lanzas en los jinetes que habían perdido velocidad. Normalmente, el ejército con menor número de soldados se defendería del ejército más numeroso. Sin embargo, para nosotros iba a ser todo lo contrario. Vamos a llevar a cabo una batalla defensiva a pesar de que teníamos una ventaja absoluta en términos numéricos. - Los jinetes y caballeros de los que alardea la Reina serán detenidos por nuestro escudo y perderán su fuerza. Los atacaremos en serio una vez que estén exhaustos. El Duque Guise asintió en respuesta a mi explicación. Ya le había informado de este plan de antemano, pero estábamos realizando este intercambio deliberadamente por el bien de los demás que nos rodeaban. En otras palabras, se trataba de una estrategia diseñada únicamente para detener a las tropas montadas... Una formación que fue creada puramente para hacer frente a la Reina Henrietta. Varios generales se quejaron de que este era un plan cobarde, pero el Comandante Supremo Duque Guise había experimentado personalmente el terror de los jinetes de Bretaña hacía poco tiempo. El Duque Guise nunca permitiría que sus hombres lucharan precipitadamente. Me sentí tranquilo. Nuestros comandantes no eran incompetentes, así que era poco probable que perdiéramos por su culpa. Incluso la llanura de San Denis era ventajosa para nosotros. Había un río a la izquierda de la llanura y un bosque a la derecha. El terreno cerca de la orilla del río era blando, por lo que no era apropiado para las cargas de la caballería. Tampoco era necesario mencionar el bosque. Por lo tanto, las llanuras de San Denis eran un lugar bastante malo para intentar confiar en ello. No había ninguna ventaja para Bretaña. El Duque Guise dio un grito galante. - Nuestras fuerzas no sólo tienen ventaja en número, sino que nuestra estrategia también es superior. El campo de batalla también nos favorece. Les pido, generales, que luchen con la certeza de nuestra victoria. El ejército de Bretaña comenzó a moverse a la mañana siguiente. El sol estaba saliendo sobre las llanuras de San Denis.

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