Capítulo 250
El Maestro de la Mazmorra (VIII)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: pendiente
Corrección: pendiente
Engañar a Gamigin no fue más que una tarea corriente para mí. Sinceramente, no fue nada impresionante. Simplemente estaba enseñando una buena lección de vida a una novata. La visión de mí destripándome probablemente quedará como un trauma para ella. Sangre, cristales rotos en el suelo y gemidos de dolor...
A partir de ahora, probablemente nunca intentará dominar a sus futuras parejas debido a este trauma. En este sentido, me he convertido en un gran benefactor para todos los futuros compañeros de Gamigin. La gente dice que ser demasiado amable sólo causará inconvenientes, pero mírame siendo así de amable.
- ¿Estás despierto?
Gamigin actuaba como de costumbre cuando me desperté. A simple vista, nada en ella había cambiado. ¿Debería decir que era lo que se esperaba de ella? Su estado mental debería ser extremadamente inestable ahora mismo, pero era buena ocultándolo. Su máscara era perfecta. Yo también actué como siempre.
- ¡Ugh...!
Sin embargo, al desayunar, contorsioné la cara y me agarré bruscamente el estómago como si me doliera mientras tomaba sopa. Gamigin dejó caer su cuchara de plata sorprendida. Su rostro palideció.
Puse una sonrisa torpe que hacía parecer que me estaba forzando a sonreír.
- No es nada. Estoy bien, Señorita Gamigin.
Eso fue todo. Gamigin no pudo volver a ponerse la máscara en todo el día. La máscara que había creado tan desesperadamente se había desmoronado con poco esfuerzo. A la hora de comer, sorprendentemente no había cuchillos sobre la mesa entre los cubiertos. Esto era bastante interesante. Al parecer, ahora cualquier objeto parecido a un cuchillo le recordaba su trauma. A este paso, lo va a tener difícil si va a la guerra en el futuro.
Se lo contaré a Barbatos más tarde. Ella es alguien que entiende mi personalidad completamente. No había nada que ocultar. Barbatos también era alguien que odiaba tanto a los humanos que a menudo decía cosas como que quería hacer que los niños mataran a sus propios padres. En cierto modo, éramos mutuamente iguales.
Barbatos chasqueó la lengua desde su lado de la bola de cristal.
- Tsk tsk. Quién me iba a decir que llegaría el día en que me compadeciera de Gamigin. Se vive y se aprende.
- ¿Verdad? ¿Cómo ha podido vivir tanto tiempo y no haber tenido nunca una relación adecuada?
Barbatos dio una calada a su larga pipa.
- Bueno, sí. No era por eso por lo que sentía simpatía. Déjame preguntarte algo. ¿No te sientes mal por haber engañado a Gamigin?
- ¿Hm? ¿Por qué? La persona engañada tiene la culpa.
- ...
En ese momento, la expresión de la cara de Barbatos se arrugó tanto que no podría describirla sólo con palabras. Sólo estaba siendo sincero. El número de humanos que Gamigin masacró fácilmente superaba los 10.000, así que ¿qué había de malo en darle a esa clase de villano un pequeño trauma? La persona que es engañada tiene la culpa.
* * *
La sede de la Compañía Keuncuska. Este edificio estaba siempre a rebosar de clientes, ya que no había productos con los que la empresa no comerciara, ya fueran del continente demoníaco o del continente humano, aceptaban a todos los clientes indistintamente. Los pequeños comerciantes armaban jaleo y hacían lo que podían para regatear con los empleados de la empresa.
La entrada era de mármol al estilo de la antigua república. Más allá había una alta estructura de estilo gótico que parecía recién construida. Era lo bastante magnífica como para reclamar el título de la mejor del continente demoníaco. Este lugar era mi principal objetivo para visitar Niflheim. Para encontrarme con Ivar Lodbrok y ver su verdadero cuerpo.
Sin embargo, había un problema. Llegar hasta aquí fue bastante fácil después de salir agradablemente de la villa de Gamigin, pero no estaba seguro de cómo iba a encontrarme con Ivar Lodbrok. Había olvidado el orbe mágico que utilicé para contactar directamente con Ivar en mi Castillo del Señor Demonio.
- Ah, no me apetece volver a mi Castillo del Señor Demonio después de haber venido hasta aquí...
Estaba preocupado. Sería estupendo que hubiera un mostrador de recepción en alguna parte, pero lo único que veía era un mar de mercaderes. Desconocía demasiado la distribución del edificio. Era una tontería si pensaba que no estaba familiarizado con la sede de la empresa con la que ya había comerciado cientos de veces. Ahora ya no puedo hacer nada. Decidí detenerme y preguntar a uno de los empleados.
- Eh, tú. Deja que te pregunte algo. ¿Dónde tengo que ir para encontrarme con Ivar Lodbrok?
El miembro del personal me miró con extrañeza.
- ¿Qué? ...Ja, ¿este tío es retrasado?
Dejó escapar un bufido antes de continuar su camino.
Bueno, no me ofendí. Probablemente no sabía que soy un Señor Demonio. A diferencia de Barbatos y Paimon, mi cara no es tan conocida por el público. “Un hombre que sale con varias Señoras Demonio”, es lo máximo que la gente sabe de mí. No dejé que esto me molestara mientras detenía a otra persona.
- Tú. No conozco muy bien la distribución del edificio. ¿Sabes dónde está Ivar Lodbrok?
- La salida está por allí.
La empleada señaló cortésmente el exterior del edificio. Se alejó con pasos rápidos y cortos.
- ¿Ivar Lodbrok? No estás hablando de nuestro jefe, ¿verdad?
- ¿Cómo puede un hombre de aspecto perfectamente normal volverse tan loco? Jeje.
- ¡Por qué me molestas con esta mierda cuando estoy ocupado!
Lo mismo ocurrió docenas de veces. Los miembros del personal me maldecían o me ignoraban cada vez que me acercaba a ellos. No es que no los entendiera. Para ellos, Ivar Lodbrok no era simplemente el director general de la empresa para la que trabajaban. Era el Dios del mundo de los negocios que reinaba desde hacía cientos de años.
Sería como si un turista fuera al Vaticano y preguntara “¿Dónde tengo que ir para conocer al Papa?”. La gente probablemente les lanzaría miradas extrañas. Aquí pasaba lo mismo. Salvo que entenderlo con la cabeza era una cuestión distinta de hacer progresar la situación. Estaba de pie en el centro del concurrido mercado como una isla solitaria.
- ¿Qué debo hacer?
¿Debería mostrar el cuerno que tengo en la cabeza para demostrar que soy un Señor Demonio? No, aún conservo mi dignidad como Señor Demonio... Además, no sólo tengo un cuerno, sino que es bastante pequeño para un Señor Demonio. Entre los Señores Demonio, el tamaño de tu cuerno era comparable a un concurso de medir pitos entre hombres. Se te respetaba cuanto más grande era y se te ignoraba cuanto más pequeño era. Mi cuerno era tan pequeño que era casi invisible bajo mi pelo.
- Realmente no quiero mostrarlo...
Era inútil. Seguí pidiendo indicaciones con la esperanza de encontrar a alguien amable. Sin embargo, lejos de ser amables, aquí sólo había imbéciles malhumorados. Uno de ellos incluso llamó a los guardias para que me echaran, diciendo que estaba loco. 3 guardias orcos se me acercaron.
- Invitado, no puedes actuar así aquí.
El orco que parecía tener la posición más alta gruñó en un tono bastante refinado a pesar de su aspecto. Su cuerpo tonificado hacia obvio que sería peligroso meterse con él.
- Escucha. Realmente recibí una invitación de Ivar Lodbrok. Soy un Señor Demonio.
- Cielos, parece que este grosero cliente no escucha sólo con palabras. Guíalo afuera.
Me rasqué la cabeza.
- Ah... Probablemente no importe que les diga esto, pero pronto se arrepentirán. Lo digo en serio.
El guardia orco se rio mostrando los dientes.
- Juju. Me arrepentiría si no hago que un cliente maleducado como tú se vaya. Bueno, no me gusta la violencia. Procedamos pacíficamente para que no tengamos ningún sentimiento amargo el uno hacia el otro después.
- Mm.
Si quisiera, podría usar mi poder como Señor Demonio para obligarles a escuchar. Pero no me gusta hacer una escena. Hay algo que Barbatos siempre me decía cuando tenía la oportunidad, y era que por favor mantuviera mi dignidad. Mi cuerpo ya no es sólo mío. Es curioso, pero es la verdad. Soy la amante de Barbatos, Sitri y Gamigin... Si mi reputación se hunde, entonces la de ellas también.
¿Qué pasaría si se corriera el rumor de que un Señor Demonio usó sin piedad su poder de control sobre la gente buena en medio de un mercado? Niflheim está formado por demonios con una sociedad compuesta. No son sólo un puñado de monstruos salvajes. Podría ser diferente en el campo de batalla, pero hacerlo en un lugar como este sólo mancharía el nombre de los Señores Demonio.
- Bien. Me iré por mi propio pie.
- No vuelvas.
Acabé sentándome sin fuerzas junto a la fuente frente al edificio del Cuartel General. Observé distraídamente la puesta de sol detrás de la ciudad. Una ligera ráfaga soplaba por la ciudad. Los tendederos dispuestos como telarañas entre los edificios se agitaron. Las prendas de ropa y las sabanas ondeaban al viento como si se hubieran enganchado casualmente en los tendederos después de volar por los aires. Todos se balanceaban en la misma dirección como un manojo de hojas en la rama de un árbol.
Los que nunca habían pisado el aire y, aunque lo hubieran hecho, lo más probable es que sólo lo hicieran durante un instante antes de pisar tierra nueva, hablaban, trabajaban y volvían a casa. Oí la voz de una joven desde algún lugar.
- ¡Manzanas! ¡Manzanas recién recogidas a la venta!
- No, aunque fuera muy grande.
Una gran nube pasó por encima de la ciudad. Una larga sombra se proyectó sobre las agujas de la ciudad, los amplios tejados y las calles de piedra. La nube pronto pasó por delante de la ciudad. La gente se entristeció momentáneamente por la pérdida de la fresca sombra, pero eso fue todo. Volvieron sus ojos a las cosas que atraían su atención a su alrededor. Lo único que estaba claro era el hecho de que nadie prestaba interés al hombre sentado tranquilamente junto a la fuente.
Al cabo de unas 3 horas, un carruaje bastante extravagante se detuvo frente a mí. Un hombre salió apresuradamente del carruaje.
- ¡Vaya, pero si es el Señor Dantalian!
El hombre expresó su amabilidad tomando mis manos entre las suyas. Rango 68 Señor Demonio Belial. Desde que Barbatos le salvó cuando su Castillo del Señor Demonio estaba a punto de ser capturado por el ejército humano, se comportaba amablemente conmigo, ya que resultaba ser el amante de Barbatos.
- Ah, Señor Belial. Ha pasado mucho tiempo.
Sonreí ligeramente. Realmente, también hubo un tiempo en el que sospeché que este tipo era el culpable que apoyaba al grupo de Riff desde atrás. Aunque lo había olvidado ya que no había pruebas.
- Nunca imaginé que te encontraría aquí en la calle de esta manera. No, ¿puedo preguntar por qué razón estás aquí sentado tranquilamente en el suelo?
- Jaja. En realidad me echaron de la empresa.
Los ojos de Belial se abrieron de par en par en estado de shock.
- ¿Perdón? ¿Te han echado?
- Vine aquí porque tengo una cita con el jefe de Keuncuska, pero los miembros del personal no deben haberse dado cuenta de que soy un Señor Demonio ya que se negaron a dejarme verle. Es preocupante. Prometí que llegaría antes del anochecer...
Belial soltó un extraño grito ahogado.
- ¿No podías haber usado tu autoridad de Señor Demonio?
- Había demasiada gente alrededor. Temía que empezaran a circular malos rumores si la usaba.
- Eso es verdad... Uuh. Eso sería algo muy malo.
Al final, pude llegar al mostrador de recepción con la ayuda de Belial. Este mostrador estaba destinado específicamente para dar la bienvenida a los invitados VIP. Estaba en el lado opuesto de donde yo estaba, así que no fui capaz de encontrarlo.
- Muchas gracias, Señor Belial.
- No es nada... jaja.
Belial se fue después de guiarme hasta aquí. El anciano no tardó en bajar una vez que le dije a la recepcionista que avisara a Ivar Lodbrok de mi presencia. Era el clon de Ivar Lodbrok. Iba acompañado de subordinados a ambos lados como si se tratara de algún miembro de la mafia. Hizo una profunda reverencia en cuanto me vio.
- ¡Saludo al Gran Ser!
Agité la mano.
- Sí, sí. Estás trabajando duro. Te permitiré que te saltes esa palabrería.
- Mis disculpas, Alteza, pero pensé que llegaría antes...
Ivar Lodbrok habló en un tono ligeramente perplejo. No fijamos una hora exacta de encuentro, pero dijimos que nos veríamos hoy. La otra parte probablemente estuvo esperando todo el día. No era de buena educación hacerles esperar. Sobre todo si se trataba del jefe de Keuncuska.
Me rasqué torpemente la nuca.
- En realidad llegué hace 3 o 4 horas.
- ¿Cómo dice? ¿Por qué no subió Su Alteza?
- Me echaron.
Ivar Lodbrok puso la misma expresión que Belial antes.
- Mis disculpas, pero a este humilde le cuesta entender...
- La gente no se dio cuenta de que soy un Señor Demonio, así que me echaron los guardias.
- ...
La temperatura a nuestro alrededor bajó instantáneamente por debajo del punto de congelación.
- Revelé que soy un Señor Demonio, pero me insultaron y dijeron que era un cliente maleducado.
La expresión de Ivar Lodbrok se volvió espantosamente pálida, como si acabara de presenciar el fin del mundo.
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