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domingo, 10 de marzo de 2024

DD - Capítulo 241

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Capítulo 241
El Engaño de la Política (III)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: pendiente
Al día siguiente, en la cima de la colina del Palatinus había un peñasco del tamaño de un niño pequeño. Extrañamente, la roca estaba cubierta por un lujoso trozo de seda. La gente que pasaba por allí se giraba al menos una vez para mirarla. Algunos incluso la examinaban detenidamente porque pensaban que podía ser algún tipo de objeto sagrado. Sin embargo, por mucho que la miraran, era una roca de aspecto normal. Todos ladeaban la cabeza confundidos. - ¿Por qué hay algo así delante del Gran Salón de la Asamblea? - ¿Tal vez alguien lo colocó aquí como una broma? Vaya, los jóvenes de hoy en día. - ¿Crees que a la gente le sobra la seda para hacer esto como una broma? No te burles de los jóvenes sólo porque tienes algunas arrugas, viejo. El Gran Salón de la Asamblea se refería al palacio de justicia que fue construido bajo el mando de Dantalian. El Señor Demonio Dantalian lo llamaba palacio de justicia, pero los aldeanos empezaron a referirse a él de forma natural como el Gran Salón de la Asamblea debido a la frecuencia con la que se reunían aquí para tratar asuntos triviales e importantes. Para distinguir este lugar de los edificios que los aldeanos utilizaban originalmente para celebrar sus juicios, llamaron a este lugar la “Gran Casa”. - Hay un decreto escrito en la seda. Una pequeña parte de la gente sabía leer. Era la gente que había nacido en hogares que pertenecían a terratenientes. Se dieron cuenta de que había palabras escritas en el lujoso trozo de seda. - Dice que hay que mover la roca a la parte inferior de la colina. - ¿Eh? ¿Por qué tienen que escribir un decreto para ordenar algo así? - Yo tampoco lo sé... El hombre frunció las cejas mientras leía el resto del texto. - Pero dice que se darán 100 monedas de Oro si lo mueves. - ¿100 monedas de Oro? La gente se quedó en silencio un momento mientras se miraban unos a otros. Luego se rieron. - Como pensaba, es una broma. Se los dije, ¿no? - Probablemente acabarías siendo el hazmerreír si te encuentran haciendo esto. Es obvio. - Vámonos. Era obvio que alguien se reiría de ellos si se tomaban en serio las palabras escritas en el trozo de tela y realmente llevaban la roca colina abajo. Agotarían toda su resistencia y también serían tratados como la broma del pueblo durante un tiempo. La gente ignoró la roca mientras entraban en el Gran Salón de Asambleas. Una vez terminada la asamblea, la gente volvió a salir y el peñasco seguía allí, junto a la entrada. - ¿Qué idiota ha decidido profanar la entrada de este lugar cuando Su Alteza fue quien mandó construir este edificio? La gente frunció el ceño ante la roca. - Oi, Viejo. Deberías haberte deshecho de esto hace tiempo. ¿Por qué la has dejado aquí? - No me llames viejo, viejo. ¿Quién llamaría viejo a un chico de 17 años? Parsi salió del Gran Salón detrás de ellos. La gente se rio. - Si recibiste un alto cargo de Su Alteza, entonces eres un viejo, independientemente de tu edad. Dices que tienes 17 años, pero en tu cara no lo parece en absoluto. Ya has vivido toda tu vida, niño envejecido. - Vete a la mierda. Definitivamente conseguiré una novia a finales de este año. La gente se rio aún más fuerte. - Seguro que la tendrás. Seguro que un tipo como tú que parece el hijo de un oso podrá casarse. - ¡Ah, he dicho que te vayas a la mierda! Parsi era alguien capaz de darle un hachazo en la cabeza a un jefe de aldea si le ponían de los nervios, pero normalmente era sólo un joven al que era divertido molestar. Además, la mayoría de la gente sabía de qué mujer estaba enamorado Parsi y lo inútil que era ese enamoramiento. A fin de cuentas estaba enamorado de la esposa de Su Alteza el Señor Demonio, Laura de Farnese. Fue amor a primera vista. Teniendo en cuenta su aspecto y su estatus, era un amor imposible. La hermosa muchacha rubia era también la que había implantado la nueva ley en todo el dominio. Estaba claro, incluso para los plebeyos, que no era alguien que arase los campos como la esposa de un granjero. Algunas personas empezaron a murmurar entre ellos mientras se escondían detrás de los que se reían. - Ese tipo es realmente un retrasado. ¿Cree que otra chica le llamará la atención si se deja llevar por una chica tan guapa como esa? - Tsk tsk. No sólo es un jefe de aldea, sino que también recibió la confianza de Su Alteza, por lo que probablemente podría tomar la mano de cualquier chica que quisiera si bajara sus estándares. Está pateando su propia suerte... - ¡Mi mujer dice que vio a Su Alteza y a la rubia haciéndolo en medio de un campo de trigo hace un tiempo! No hay compatibilidad matrimonial tan buena como la de ellos, así que este tipo no tiene esperanza. - Oí los rumores, pero no pensé que fuera cierto. - Ah, es verdad. Yo también lo vi. ¡Nuestra Alteza es todo un hombre! Se rieron a carcajadas. Hicieron una apuesta sobre si Parsi se casaría en 5 o 7 años. Parsi, el precoz representante del Señor no tenía ninguna esperanza... - En cualquier caso, Parsi, deshazte de esa roca antiestética. ¿Por qué está esto delante del Gran Salón de Actos? Si quieres, podemos echarte una mano. - No estoy seguro de lo que estáis pensando, viejos cascarrabias, pero... Eso no está ahí de broma. Fue colocado allí oficialmente por Su Señoría. - ¿Eeh? ¿Qué está pensando Su Alteza...? Los demás fruncieron aún más el ceño. Pero Parsi solo pudo refutarlo. - ¿Crees que entiendo todo lo que hace Su Señoría? Me dijo que lo pusiera aquí, así que lo hice. Maldita sea, pensé que mi espalda se rompería tratando de mover esta roca al amanecer. - Deberías cuidarte la espalda ya que ni siquiera la has usado todavía. Jeje. - Malditos vejestorios. ¿Ustedes, viejos gallos, disfrutan molestándome? - No hay nada más dulce que esto. Algunos se quedaron pensativos mientras los demás se reían. Desde la perspectiva de la gente, el Señor Demonio Dantalian puede que no fuera un señor virtuoso, pero al menos era sabio. Tenía algunos aspectos extraños, como cuando realizaba actos vergonzosos con su amante en un campo de trigo o cuando trabajaba personalmente en los campos a pesar de ser el señor. Sin embargo, cuando se trataba de administrar la tierra, siempre se aferraba a principios disciplinados y morales. Disciplinados se referían a cómo nunca repetía algo que ya había dicho ante su pueblo y sus principios morales se referían a su regla flexible que sabía adaptar al tiempo y al lugar. Por ejemplo, Dantalian había cumplido a rajatabla su promesa de que no les cobraría impuestos. Su pueblo estaba dispuesto a aceptarlo aunque les pusiera un montón de impuestos diferentes. La mayoría de ellos eran hijos e hijas que habían huido de otros territorios. Estaban completamente acostumbrados a la tiranía. Era una época en la que la tiranía en sí no era el problema, sino el grado que esta tenía. En este sentido, estaba firmemente grabado en todos que Dantalian era un señor bien disciplinado. “Nuestro Señor no miente. Si dice que hará algo, entonces lo hará.” Esto era lo que creían. “El Señor probablemente...”, “Sí. Probablemente esté planeando algo con esto.” Los ancianos intercambiaron esa conversación con sus ojos. Ellos asintieron. Su Alteza probablemente estaba planeando algo con esto. Esto era más que suficiente para ellos. Creían que intentar averiguar las intenciones del Señor sería presuntuoso por su parte. En realidad, tampoco tenían que hacerlo, ¿verdad? A diferencia de los ancianos que siempre estarían a 2 pasos de dejar esta vida, un joven se adelantó con pasos vivaces. - Si Su Alteza lo garantiza, entonces eso cambia las cosas. El nombre del joven era Yammer. Era el segundo hijo de un terrateniente. Al igual que los otros segundos hijos en esta época, él no heredó la tierra de sus padres. En su lugar, entró en la tierra de arrendatarios que Dantalian había puesto un impuesto del 30%. “Todo gracias a Su Alteza” El joven estaba agradecido a Dantalian ya que había dado una oportunidad a segundos hijos como él. Como era alguien que siempre pensaba así, mientras fuera Su Alteza el Señor Demonio quien diera la orden, entonces lo haría con gusto aunque pareciera una broma. - Quítate de en medio. Yo lo haré. - ¿Hm? No, pero de ninguna manera daría 100 monedas de Oro por mover una simple roca. El resto de la gente que aún no había entendido la situación ladeó la cabeza. Ni siquiera Yammer creía que le fueran a dar 100 monedas de Oro. Simplemente pensó que naturalmente debía cumplir esa orden ya que Su Alteza era quien la había dado. - Su Alteza fue quien dio esta orden, así que dudo que sea mentira, ¿verdad? Incluso podría dar la seda con que está cubierta esta roca. Sólo esto sería suficiente para ser una ganancia para mí. - Bueno, en eso tienes razón... - Incluso la seda sería suficiente. Los otros asintieron. Ahora había gente que miraba la roca con ojos codiciosos. Era porque la seda por sí sola tenía bastante valor. Sin embargo, era por orden de llegada, así que la gente sólo podía relamerse los labios desde que Yammer se había adelantado. - Hgggh. ¡Arriba! Todos vieron como Yammer usaba toda su fuerza para cargar la roca. Era considerablemente pesada. - ¡Kuuh...! Parsi. ¿Está bien colocarlo en cualquier sitio siempre que sea al pie de la colina? - No dijo nada en particular sobre el lugar, así que haz lo que quieras. - ¡Muy bien! ¡El Poderoso Yammer se dirige hacia afuera! Yammer bajó la colina a grandes zancadas. Los demás lo siguieron colina abajo mientras observaban con interés. Lo único que les quedaba por hacer a todos era regresar a sus respectivas aldeas ya que la asamblea había terminado, así que pensaron en quedarse para averiguar qué clase de broma planeaba Su Alteza el Señor Demonio. Los miembros de Yammer temblaban de vez en cuando mientras apenas lograba caminar. - ¡¿Cómo puede ser tan débil un tipo que se dedica a las labores del campo?! - ¡Booo! ¡Ahora vas más lento! ¡El Poderoso mi culo! Los espectadores se excitaron y empezaron a abuchear. A Yammer le saltó una vena en la frente, pero tenía la cara roja por el peso de la roca. No tenía tiempo para escuchar sus quejas. - ¡Aaaa! Dios, ¡mi cuerpo! 4 minutos después, Yammer llegó al pie de la colina. La roca dejó escapar un fuerte ruido al dejarla caer al suelo. Yammer se tumbó en el suelo en ese mismo instante. - ¡Esta cosa es condenadamente pesada! - Mira a este tipo. Está tumbado después de cargar con una pequeña roca. - Quién sabe si es capaz de mostrarle algo de amor a su mujer con una fuerza como esa. Sucedió justo cuando la gente empezó a reír a carcajadas. Un par de oficiales de orden público, en otras palabras, miembros del grupo de asesinos de Jeremi que la habían seguido hasta aquí, se acercaron a la multitud después de que vieron todo desarrollarse desde el puesto de avanzada en la cima de la colina. La gente del pueblo sabía que los oficiales del orden público no eran gente con la que meterse, así que se pusieron algo nerviosos. ¿Había ocurrido algo? Los oficiales de orden público elfos sacaron una caja extravagante. - ¿Quién fue el que movió la roca? - Fui yo. Yammer se puso apresuradamente en pie. Uno de los oficiales gritó. - ¡El resto escuchen! Como seguiré el decreto dado bajo el nombre de Dantalian, ahora le daré a este individuo sus 100 monedas de Oro prometidas. - Uh, ¿qué...? - Esta es la recompensa dada a usted por Su Alteza el Señor Demonio. Por favor, acéptala humildemente. Los ojos de Yammer se reenfocaron inmediatamente. Extendió su palma hinchada que había acabado así tras mover la roca. Los oficiales le entregaron la caja cortésmente. La caja era tan grande como su pecho. La gente aquí reunida sabía que sólo con vender esa caja le bastaría para ganar unas cuantas monedas de Oro. - Entonces, estás diciendo que... esto es... Yammer tragó saliva audiblemente. Abrió la caja con una mirada decidida en su rostro. En realidad había un montón de monedas de Oro dentro de la caja. - ¿Uuuuaah? Yammer soltó un grito sin querer. ‘¿Era esto un sueño o la realidad?’ Los demás ciudadanos se convirtieron en un coro y también soltaron gritos. Incluso los ancianos que esperaban tranquilamente a ver qué pasaba se olvidaron de su edad y también gritaron. Ante ellos se amontonaban monedas de Oro que los campesinos nunca verían en el campo.

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