Capítulo 147
Traición (III)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
El escenario desapareció por completo. Los cadáveres de los monstruos y las llanuras habían desaparecido. El entorno se volvió blanco. Los únicos que quedaban eran Barbatos y Paimon.
Sólo el sonido del llanto de la niña se oía en el vacío blanco. Era una escena bastante lejana de la realidad. Extrañamente, este espacio blanco encajaba con Paimon. Lo más probable es que fuera la forma más básica de su memoria. Todo el mundo tiene al menos 1 o 2 recuerdos así.
- En aquel momento, no pude consolar a Barbatos diciéndole que todo iría bien, que las cosas mejorarían. Puede que ya en ese momento sabia instintivamente que ya no podríamos luchar juntas nuevamente.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de las intenciones de Paimon. Seguía intentando persuadirme a pesar de que debería haber llegado a la conclusión de que mi ideología era incierta. Me suplicaba que me uniera a su bando.
Ella y yo éramos Señores Demonio. No podíamos leer las emociones del otro. No podíamos recibir la confianza absoluta de la otra parte por medios normales ni podíamos persuadirnos mutuamente. A pesar de esto, ella utilizó el mundo de los sueños. Qué clase de vida había vivido, qué había sentido, cuál era el problema y qué había que hacer para resolverlo, todo eso pretendía mostrármelo vívidamente dentro de un sueño. Qué actitud tan noble. Estaba exponiendo toda su vida y abriéndose completamente a mí. Al hacer esto, me estaba preguntando si podía cooperar con ella.
- Pero la emoción por sí sola no basta para conmoverme, Paimon.
Tomé un sorbo de té.
Intenta persuadirme. Pagaste tu deuda conmigo desde la audiencia ayudándome durante los discursos ceremoniales. Ahora no hay nada entre nosotros, salvo algún resentimiento persistente. Estamos en igualdad de condiciones. ¿Qué tipo de plan tienes? ¿Cómo de elaborado es el escenario que has planeado? ¿Qué puedo ganar invirtiendo en él? No soy un hombre fácil. Tienes que convencerme como es debido.
- Dantalian, lo más probable es que sepas la razón por la que la Alianza Creciente ha seguido fracasando.
- Aunque todos sean Señores Demonio, la diferencia de poder entre los Señores Demonio de alto rango y los de bajo rango es como el día y la noche. Si el continente se une, entonces los Señores Demonio de alto rango empezarán a presionar a los Señores Demonio de bajo rango. En ese momento, una gran guerra ocurrirá no entre los humanos y los demonios, sino entre demonios y otros demonios...
Paimon rio como si estuviera complacida.
- Así es. Esta señora se dio cuenta de eso más tarde. Hasta ese momento, siempre pensé que nuestra línea de suministro había sido destruida por los humanos. Nunca habría imaginado que nuestros compañeros habían filtrado información en secreto a los humanos. Cuando intenté hacerles rendir cuentas, ya era demasiado tarde.
No había pruebas. Los Señores Demonio de bajo rango intentaron desesperadamente defender la línea de suministros. Sin embargo, no pudieron defenderse de las brigadas de caballeros que seguían atacándolos. Muchos Señores Demonio de bajo rango perdieron la vida defendiendo los suministros hasta el final.
- Lo más probable es que fueran los leales a la Alianza Creciente. Se negaron a cooperar con los humanos o parecía que simplemente no lo harían, así que fueron purgados por sus propios camaradas... No, puede que utilizaran a los humanos para asesinarlos en su lugar.
Los Señores Demonio de alto rango no se dieron cuenta de esto. Creyeron que era el ejército humano el que era hábil en lugar de pensar que los Señores Demonio de bajo rango habían hecho algo malo. O tal vez, fue culpa suya por avanzar tan lejos en el continente. Fue debido a sus acciones que la línea de suministro se había vuelto excesivamente larga.
- En aquel momento, Barbatos y los otros Señores Demonio de alto rango se disculparon con los Señores Demonio de bajo rango. Diciendo que fue debido a su estrategia que la expedición de la Alianza Creciente fracasó.
Sin embargo, Paimon se dio cuenta de la verdad un tiempo tarde. Como alguien que comenzó como una simple súcubo y se convirtió en un Señor Demonio más tarde, fue capaz de pensar en los zapatos de los Señores Demonio de bajo rango. Así se dio cuenta. Lo que los Señores Demonio de bajo rango temían...
- Pero señorita Paimon, aun no entiendo por qué decidió crear la Facción de la Montaña. Se dio cuenta de lo que habían hecho esos Señores Demonio de bajo rango. ¿No podría haberles tendido una trampa durante la 3ª o 4ª Alianza Creciente?
Lo habría hecho. Podrían haber fingido avanzar profundamente en el continente y emboscar a los Señores Demonio de bajo rango en cuanto los traicionaran. Podrían haber acorralado a los Señores Demonio de bajo rango. Si Paimon insistía a los demás en que los Señores Demonio de bajo rango estaban conspirando para traicionarles, habrían tenido una excusa razonable para tenderles una trampa. ¿No habría sido ésta la mejor decisión?
- Fue porque sabía que había un asunto más urgente.
- ¿Un asunto más urgente? ¿Cuál podría ser?
- El hecho de que estallaría una guerra en cuanto uniéramos el continente. Esta señora creía que unificar el continente sería el camino adecuado para la raza demoniaca. Que esta experimentaría la paz y riqueza si lográbamos conquistar el continente humano. Sin embargo, la unificación del continente sería en realidad el comienzo de la calamidad. Los demonios que se habían unido como uno solo con el pretexto de conquistar a la humanidad se dividirían y entrarían en guerra por el bien de los Señores Demonio a los que servían respectivamente.
Por el bien de un gobernante. Todo el continente demoníaco se vería envuelto en una calamidad por el bien de un único gobernante. ¿Con qué propósito estaban conquistando el continente? La pretensión de unificar el continente por el bien de la raza demoniaca no era más que una mentira... Mientras pensaba, Paimon albergaba dudas sobre el propósito mismo de la Alianza Creciente.
- Esta señora se ha dado cuenta de que los humanos son un mal necesario. Los demonios también son un mal necesario para los humanos. Si los humanos o los demonios no existieran, entonces las razas restantes entrarían en guerra entre sí sin cesar.
- ...
- Esta señora pensó en que la guerra ocurriría independientemente de que el continente estuviera unido o no. ¿No es extraño? No hay plebeyo que quiera la guerra. Si sus vidas y riquezas están garantizadas, ya sean humanos o demonios, nadie se desviaría de su camino para pisar un campo de batalla. Y sin embargo, ¿por qué hay guerras? La razón es simple, es por culpa de los gobernantes.
- ...
- Digamos que para que haya una guerra, los plebeyos tienen que estar de acuerdo. Los plebeyos tendrían que cargar voluntariamente con todos los sufrimientos que se producen en la guerra. Tendrían que decidir si quieren coger sus lanzas, cometer asesinatos, pagar todos los gastos de la guerra y restaurar todas las ciudades y pueblos destruidos por la guerra. Naturalmente, nunca estarían de acuerdo con la guerra. Pero no ocurre lo mismo con los gobernantes. No son plebeyos. Son los dueños de los plebeyos. Si es por el bien de obtener algo mucho mayor, entonces estarían más que encantados de tirar sus riquezas, las vidas y hogares de los plebeyos como si fueran fichas de juego. Esta dama se ha dado cuenta de que, ya sea en el continente humano o el demoniaco, mientras alguien en la sociedad sea tratado como un objeto, ¡la guerra nunca acabará! ¿Esto no es risible? ¿Qué tontos hemos sido los Señores Demonio? Pensábamos que actuábamos por el bien de la raza demoniaca, que luchábamos por ellos. Y sin embargo, los Señores Demonio no eran los que morían en realidad. Sólo una pequeña minoría de Señores Demonio moría en batalla. Los sacrificados en el campo de batalla, los cientos de miles de personas que perdieron la vida, no fueron los Señores Demonio, sino los demonios. ¡A pesar de ello, pensábamos que actuábamos por el bien de la raza demoniaca! Qué hipocresía y engaño, la cual no acabara aunque se conquiste el continente. Más bien, arderán aún más fuerte y chamuscarán el mundo entero hasta sus cimientos. Simplemente porque nosotros, los Señores Demonio, no podemos leer la mente de los humanos... porque no nos son familiares, ¡sacrificamos las vidas de cientos de miles de demonios en aras de acabar con ellos!
El escenario que nos rodeaba cambió por completo. El espacio en blanco desapareció y fue sustituido por un campo de batalla. Un orco estaba masacrando a los humanos de una aldea. El sonido de gritos y gemidos resonaba. En otro lado, un humano estaba masacrando una aldea goblin. Jugaban con los jóvenes goblins como si fueran juguetes antes de soltar un último grito de desesperación cuando las flechas les atravesaron el pecho. La masacre, una masacre sin fin continuaba.
- ¡Nosotros, los Señores Demonio, tenemos la culpa! No es culpa de los humanos ni tampoco de los demonios. Con el fin de establecer una nación ideal gobernada por un monarca perfecto, con el fin de crear este llamativo imperio, nosotros, los Señores Demonio, engañamos a todo el mundo...
Hubo 8 expediciones de la Alianza Creciente en los últimos 2.000 años. Desde la 3ª Alianza Creciente, la Facción de la Montaña era la que menos participaba. Al final, esto hizo que la mayoría de los demonios que estaban en la Facción de la Montaña sobrevivieran. Por otro lado, los demonios de la Facción de las Llanuras seguían muriendo. La Facción de las Llanuras se refirió a la Facción de la Montaña como traidores. Sin embargo, la Facción de la Montaña devolvió ese sentimiento y acusó a la Facción de las Llanuras de traicionar a la raza demoniaca. ¿Qué bando tenía razón o se equivocaba...?
- Así que has decidido establecer una república.
- Sí. Al final, todos los Señores Demonio deben desaparecer. Que puedas o no leer las emociones de los demás no es importante. Los humanos no pueden leer las emociones de los demás, y sin embargo, han seguido viviendo. Piensan y actúan como nosotros.
“Los Señores Demonio son seres que no deberían existir.” Esto era lo que Paimon estaba declarando.
- Los humanos y los demonios deben establecer una sociedad y mantenerla por sí mismos. Esto no detendrá los conflictos, sin embargo, eventualmente deberían llegar a un entendimiento. Se darán cuenta de que todos somos seres racionales similares.
Sus ojos brillaron con certeza. Era una historia interesante. Como alguien que sabía cómo se suponía originalmente que se desarrollaría la historia de este mundo, estaba parcialmente de acuerdo con ella. Paimon tenía razón. Al final, la república ganó. Sin embargo, ¿cuánta sangre se derramó para llegar a ese “final”? No fueron decenas de miles. Tampoco fueron cientos de miles. Fueron decenas de millones. La gente llevó a cabo matanzas y fue masacrada constantemente... ¿Podría el término “al final” soportar el peso de toda esa sangre? Yo no estaba de acuerdo.
- Señorita Paimon, discúlpeme, pero usted simplemente me parece una idealista.
Su opinión estaba llena de pasión. Sin embargo, no tenía ningún poder persuasivo.
- Le garantizo, señorita Paimon, que para crear su sociedad republicana ideal... una sociedad en la que humanos y demonios vivan por igual, habrá que derramar una cantidad interminable de sangre.
- ...Sí, esta señorita también cree eso.
‘¿De verdad? ¿Para cuánta sangre estás realmente preparada?’
- La sangre que derramará la raza demoniaca después de conquistar el continente y la sangre que derramarán tanto los humanos como los demonios para establecer una república. Si comparas esas opciones, probablemente no sean tan diferentes. Habrá sacrificios sin importar el camino que elijas tomar. ¿Lo entiendes?
Tanto si sigues el ideal de Barbatos como el de Paimon, los demonios perderán la vida de cualquier manera. A pesar de esto, Paimon, realmente tengo curiosidad.
- ¿Qué te hace pensar que tú puedes hacer esto pero Barbatos no?
- ...
- Si eres incapaz de darme una respuesta, entonces no eres más que otro Señor Demonio. Un Señor Demonio comparable al fuego. Prendes fuego al mundo entero para lograr tu objetivo y los demonios saltan a las llamas como polillas a una llama. Yo personalmente me refiero a estas personas como monstruos.
También se les conoce como “los fuertes”. Los que sacrifican a los demás sin reservas en aras de su filosofía. Los que se engañan a sí mismos creyendo que no actúan por “su propio bien”, sino por algún ideal elevado; así, los sacrificios que se hacen son por el bien de todos. Pero yo no. Yo no pongo excusas cuando mato a alguien. No es por un ideal. Tampoco es por todos. Hawk, Jack Aland, Riff... todos ellos fueron asesinados puramente por mi egoísmo. Esta era la verdad y yo lo sabía.
- No tengo intención de criticar tus creencias. Honestamente creo que son admirables. Sin embargo, en ese mismo sentido, creo que Barbatos también es digna de elogio. Si quieres persuadirme, entonces no hables sólo de tus ideales. Háblame de lo que puedes ganar. Como mínimo, muéstrame un bosquejo. ¿Una república? Claro, pero ¿cómo pretendes establecerla exactamente? ¿Es posible?
Paimon no respondió. Se limitó a mirarme en silencio. Esperé un momento. Como era de esperar, no recibí respuesta. Me levanté ligeramente decepcionado.
- Aunque sólo mires ideales, por favor, camina por la realidad. Podría mentirte, pero tú me ayudaste cuando estaba en la Alianza Creciente. También me rescataste cuando mi carruaje fue asaltado hoy. Te di una respuesta honesta para pagar esta deuda... Por favor, no esperes que sea honesto así la próxima vez también.
Me di la vuelta y caminé. Esto era un sueño. No podía ir a ninguna parte aunque me alejara, pero ésta era básicamente mi forma de pedirle implícitamente que pusiera fin al sueño. ¿Cuántos pasos había dado?
- Si es un esquema, entonces tengo uno. Esta dama no es sólo una tonta. Hace 1.700 años, cuando esta señora tuvo por primera vez este pensamiento e inicialmente no lo relacionó con el republicanismo, esta señora decidió probar esta idea cuidadosamente.
- ¿Oh? ¿Entonces?
No me giré y me limité a darle una respuesta verbal.
- Esta señora pensó, ¿no sería más fácil establecer una república en la sociedad humana que en una sociedad donde existen seres heterogéneos como los Señores Demonio? Así que decidí probar si una república era realmente posible o no en el continente humano.
- ¡...!
Esa frase me obligó a darme la vuelta. Paimon seguía sentada despreocupadamente en su silla. Sus ojos seguían llenos de certeza como antes.
- ¿Qué quieres decir...?
- La República de Batavia. Es la única república del mundo humano. ¿Creías que los humanos habían creado por sí mismos una nación tan peculiar?
La bomba cayó sobre mi cabeza.