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martes, 14 de enero de 2025

BC - Volumen 1 Capítulo 51


Volumen 1 Capítulo 51
La Boda
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
Bi De fue testigo del fervor de su Gran Maestro. Edificios de madera se construyeron con una velocidad fascinante. Se colocaron postes y sobre ellos el Gran Maestro plantó flores de primavera. El camino de tierra desgastado de su gallinero anterior fue derribado en minutos, luego rellenado con grava y cubierto con piedra. El despertar de la tierra había encendido un fuego en el alma de su Gran Maestro. No podía dejar de moverse ni de trabajar, e incluso de noche permanecía despierto y balanceaba la rodilla, mirando el techo de su nuevo gallinero. Estaba lleno de energía. Pronto llegaría la Gran Sabia Sanadora y, luego, el Gran Maestro celebraría una boda. La palabra le sonaba desconocida. Sabía de hembras y de cómo criar polluelos con ellas, pero sabía poco sobre el matrimonio. “Es una promesa de pasar nuestras vidas juntos”, fue la respuesta de su Gran Maestro cuando le preguntaron sobre el tema. “En la enfermedad y en la salud, en los buenos y en los malos tiempos. Como Chun Ke y Pi Pa.” Y así, Bi De se iluminó. La relación entre su hermano y su hermana discípula era algo que anhelaba. La confianza y el amor entre ellos era algo hermoso de contemplar, al igual que su furia al defenderse mutuamente. Supuso que, en todo caso, la hermana Ri Zu era su esposa. Ella lo había defendido en sus momentos más débiles y repugnantes, y su presencia era tranquilizadora. Pero no habían celebrado ninguna ceremonia. Ni él ni el hermano Chun Ke. Era algo que debía tener en cuenta, pero al final supuso que no importaba. De repente, el Gran Maestro se dio una palmada en la frente. “¡Ustedes no tienen nada qué ponerse!” Gritó angustiado. El Gran Maestro salió corriendo y tomó tela, tijeras y flores. ¡Estaba a punto de recibir una segunda prenda de vestir de su Señor! Se arregló las plumas, con la esperanza de lucir adecuado para el maravilloso regalo que estaba a punto de recibir.
❄️❄️❄️
El viaje a casa de Jin nunca le había parecido tan largo. Las horas se sucedían y el aire era demasiado frío y el sol demasiado fuerte. Era solo el primer día y ya estaba desesperada por llegar. Aunque al menos había una cosa con la que pasar el tiempo. Con Xiulan en la posición de guardia, las dos podían hablar. Y Xiulan era una conversadora mucho mejor de lo que habría sido el Dignatario Che. O más bien, la única conversadora. El rostro de su padre estaba sumido en la contemplación, y Yun Ren revoloteaba como una mariposa, completamente absorto en el cristal de grabación de Jin. Meihua estaba de vuelta en la caravana. Sin embargo, se trataba menos de hablar con Xiulan y más de “tiempo de historias.” Meiling le había preguntado cómo le había ido a Xiulan estos últimos meses y ahora estaba disfrutando de todo lo que Xiulan había hecho. Afortunadamente, funcionó muy bien para distraerla de su agitado estómago. “Entonces, ella me dijo: ‘¡Estás cortejando a la muerte!'”, narró Xiulan. “Liu Xianghua siempre tuvo un temperamento explosivo, aunque sus palabras son más duras que sus espadas. La suprimí y gané la hierba de Resistencia de Diez Venenos.” “¿Suprimiste?” Preguntó Meiling. ¿No era esa la frase de los cultivadores para “dar una paliza”? “Le rompí el brazo y tres costillas, hermana mayor. No fue mucha la herida, debido a la relación de nuestra secta y a sus insultos.” “¿Oh?” Xiulan asintió. “No tenemos ninguna disputa real con la Secta del Lago Brumoso. Xianghua y yo hemos luchado codo con codo antes durante el Torneo en los Picos de Duelos. La Colina del Tormento fue bastante aterradora. Por supuesto, nos batimos a duelo al final, aunque no fue decisivo. Luchamos de nuevo durante la visita a la secta. Esta es la primera vez que ha habido una vencedora decisiva.” El relato de sus aventuras había sido… Esclarecedor. Leer las aventuras de un cultivador o escuchar a un anciano contar una historia era una cosa. Escucharlo de primera mano de la fuente sobre matar bandidos y luchar contra Bestias Espirituales y “duelos amistosos” la alegraba de no tener nada que ver con eso. Era una historia sacada de todos los libros que Meiling había leído. No tenía ninguna duda de que la historia de Xiulan se convertiría en una especie de obra de teatro o pergamino. Las hazañas de la Joven Dama casi hicieron que Meiling las cuestionara. Excepto por el hecho de que tenía pruebas de cada una de las acciones. Los retoños del jardín del palacio de Ciudad Mar de Hierba, por destruir a la Banda de los Ladrones de Rostros. Los cráneos de las Bestias Espirituales merodeadoras. Una extraña variedad de cosas que se usaron al escoltar a un comerciante. Y varias Hierbas Espirituales sin usar, cuidadosamente colocadas en macetas. Meiling esperaba honestamente que la hierba de Resistencia de Diez Venenos ya se hubiera convertido en una píldora. Para ser sincera, todos eran bastante extraños. A excepción de los cráneos de las Bestias Espirituales, se preguntaba por qué Xiulan llevaba todas esas cosas con ella. Entonces hizo lo obvio y preguntó. “Ah, bendeciría tu boda, por indignos que sean mis regalos, hermana mayor” explicó Xiulan. Ah, sí, los regalos indignos que su padre y el Tío Bao estaban contemplando. La muy rara hierba de Resistencia de Diez Venenos. Bueno, supuso que, comparadas con las Hierbas Espirituales de la Secta Espada Nubosa, eran humildes. Aunque todavía no sabía exactamente qué tipo de hierbas tenía Jin. Siempre las llamaba “Hierbas Espirituales Humildes.” Bueno, un misterio para más adelante. Viajaron hasta que oscureció y luego comenzaron a montar el campamento. En lugar de un saco de dormir compartido con los hermanos Xong, esta vez estaba con Meihua. Su amiga estaba ahora visiblemente embarazada, con su vientre hinchado por un niño. “Descansa bien, hermana mayor”, declaró Xiulan, inclinándose respetuosamente. “Esta Xiulan se asegurará de que nada te moleste.” Ella plantó sus pies afuera de la tienda de Meiling, su mirada severa advirtiendo a todos los que se atrevieran a acercarse. Meihua no se molestó en ponerse su propia manta, simplemente se deslizó al lado de Meiling y la abrazó fuerte. Los labios de Meihua descansaron sobre la frente de Meiling y una canción de cuna que ambas de sus madres solían cantar resonó en la tienda. Durmió más profundamente de lo que hubiera imaginado. Cuando se despertó por la mañana, Xiulan estaba tal como Meiling la había dejado. ¿Había dormido siquiera la cultivadora? No parecía estar peor por la mañana. No tenía bolsas en los ojos y todas las marcas que tenía al llegar habían desaparecido. Todos se sentaron a comer antes de que partiera la caravana. Gou Ren había obtenido la receta de panqueques de Jin. Eran un poco gruesos, pero aún se veían bien. Xiulan observó sus manos con atención mientras trabajaba, aparentemente desconcertada por el pastel delgado... Hasta que Gou Ren sacó el jarabe. Ahora que Meiling estaba lejos de Jin, definitivamente podía oler el Qi en él. Olía exactamente como el jarabe en sí, solo que con más fuego. Gou Ren sirvió una generosa porción en el plato de Xiulan. “Uh... ¿Todo está bien?” Preguntó Gou Ren nerviosamente mientras la cultivadora miraba la comida con la boca abierta. Ella se sobresaltó, levantó la cabeza y miró de nuevo a Gou Ren y a la comida. Con manos temblorosas, la cultivadora se llevó un bocado de panqueque y almíbar a la boca. El gemido que salió hizo que incluso Meiling se sonrojara.
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Y así, su marcha continuó. Poco después de empezar, se toparon con un muro de olores. Vida. Nuevos brotes. Suelo húmedo. Tierra calentándose. Era un olor agradable, reconfortante. Meiling inhaló profundamente, dejando que el aire llenara sus pulmones. Tan rápido como llegó, el olor se desvaneció. Su estómago se sintió cálido y la sensación de ansiedad se detuvo. Marcharon hasta que llegaron a una valla, aunque, algo inusual, la puerta estaba cerrada. Estaba hecha de troncos macizos, gruesos y resistentes. Sobre la puerta había dos carteles. Uno era una hoja de arce. El otro decía: “Cuidado Con El Pollo.” En el gran poste de la cerca, en su lugar habitual, había un gallo. Su chaleco de piel de zorro resplandecía. Su plumaje, magnífico. Sus espuelas estaban envainadas en cuero, para embotar los mortíferos instrumentos. Alrededor de su cuello había un trozo de tela negra que formaba un lazo. El gallo los observaba a todos. Sus ojos eran penetrantes, especialmente a Xiulan, quien se estremeció bajo su mirada. El gallo continuó después de demorarse un momento en Xiulan. Todo parecía marchar a su gusto. Abandonó su puesto en lo alto de los postes y, con un solo movimiento de sus alas, abrió la pesada puerta. Se volvió una vez más hacia sus invitados y se inclinó en señal de respeto. Ella escuchó que alguien empezaba a hacer pequeños ruidos de asfixia. Su padre le devolvió la reverencia. Bi De se levantó e hizo un gesto a su más honorable invitado para que entrara en su casa, aunque se detuvo para recoger un pequeño vestido rojo y se lo dio a Ri Zu. La pequeña rata chilló de alegría. Pero no había una sola puerta. Había arcos colocados a la misma distancia entre sí y cubiertos por las primeras flores de la primavera. El camino de tierra que antes era había sido reemplazado por piedra nivelada. Con las decoraciones y guirnaldas de flores, parecía que debía estar dando la bienvenida a una princesa, y no… A ella. Meiling tragó saliva con fuerza. Llegaron a la cima de la colina y encontraron a Jin. Había erigido un altar, como el que había usado Meihua. Había asientos y un pabellón que se había erigido. También había, por alguna razón, una gran roca junto a la casa de Jin que no estaba allí la última vez. Y entonces vio a su prometido. El mundo se redujo hasta que lo único que pudo ver con claridad fue la imagen que tenía frente a ella. La sonrisa suave y nerviosa de Jin mientras la miraba con tanta ternura hizo que su corazón latiera con fuerza en su pecho. Jin los estaba esperando con su propia vestimenta roja. A su lado estaban sus animales. Chun Ke tenía flores tejidas en su grueso pelaje y, al igual que Bi De, llevaba una tela negra alrededor del cuello y un chaleco de tela roja. Pi Pa y Tigu también tenían guirnaldas de flores sobre sus cabezas. No contaba con ningún familiar humano que lo apoyara en ese momento. No tenía madre ni padre que recibiera a la familia de Meiling y a sus invitados. Jin avanzó a grandes zancadas para encontrarse con el padre de Meiling. Ambos hombres se inclinaron el uno al otro, como exigía la formalidad. Luego se abrazaron como padre e hijo. Meiling fue ayudada a bajar del caballo. Sus pasos se sentían más seguros que antes cuando los novios se pararon uno frente al otro. La expresión de Jin pasó del asombro a la emoción, a la preocupación y a una sensación de dulzura que hizo que su estómago se sintiera aún más cálido.
❄️❄️❄️
Dioses, Meiling era hermosa. Cualquiera que no pensara que era atractiva no podría ver la Montaña Tai. Pero el momento en que el mundo se encogió y quedamos solo nosotros dos duró poco. Los jadeos y los susurros hicieron estallar la pequeña burbuja en la que solo estábamos nosotros dos. Había prácticamente un pueblo entero detrás de ella, mirando boquiabierto mi casa. Ya había algunos niños que parecían querer irse y la marcha se había ralentizado por completo a medida que la gente observaba mi casa y todas las decoraciones que había colocado. Yo... Bueno, me preguntaba si me había excedido un poco con todas las decoraciones. ¡Después de todo, había que expulsar energía del cuerpo! Me mordí el labio nerviosamente mientras estábamos juntos. ¿Qué se suponía que debía hacer, de nuevo? Una mano suave de Xian en mi espalda comenzó a guiarnos hacia el pabellón que había instalado, y había una sonrisa divertida en su rostro. Bueno. Eso fue lo que sucedió a continuación. Nos reunimos todos en el pabellón, yo a un lado y Xian al otro. Sorprendentemente, el magistrado se sentó entre nosotros, ya que era el funcionario de mayor rango. Yo esperaba que me enviara un regalo o algo así, pero no que viniera en persona. Sin duda, lucía formal y regio. “Rou Jin. Hong Xian. Este magistrado oficiará el intercambio de la dote y el precio de la novia. Que no haya objeciones ni tratos falsos, porque los cielos están observando.” El hombre se volvió hacia mí expectante y tragué saliva. “Por la mano de Hong Meiling, le ofrezco a Hong Xian esto: ocho colmenas, ocho bolsas de arroz y ocho frascos de jarabe de arce.” Xian asentía, aunque esto era parte de un espectáculo. Ya sabíamos lo que nos estábamos dando el uno al otro. Eso ya se había discutido hacía un tiempo… Incluso esta última parte, aunque Xian había tratado de negarse. “Y ocho bolsas de Hierbas Espirituales, junto con instrucciones sobre cómo cultivarlas.” Si bien la mayoría de los regalos eran los típicos de una boda, había algunas cosas extrañas, como las Hierbas Espirituales. Meimei me había dicho que el producto era potente, así que, ¿quién mejor que un médico para dárselo? Probablemente podría hacer algo bueno con ellas. Oí que alguien jadeaba. Creo que era Xiulan. “Un precio digno de una princesa”, comentó el Magistrado, como si hablara del tiempo. “¿Y la dote?” “Como dote para la hija de Hong, la Casa de Hong ofrece lo siguiente: dos vacas, que parirán esta primavera. Un buey. Tres ovejas. Un juego de pergaminos médicos y todo el equipo para crear y procesar medicamentos. Semillas para el crecimiento de las plantas medicinales cultivadas en Hong Yaowu y las esporas de una selección de nuestros hongos medicinales más potentes.” El Magistrado asintió. “¿Ambos aceptan estos términos?” Ante nuestros asentimientos, continuó: “Entonces procederemos.”

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