Capítulo 236
La Justicia en la Venganza (III)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Ricardo ya había mirado bastante y no se preocupaba más de cómo Tidan iba a luchar por los beneficios. Hizo un gesto hacia la gente de abajo y dijo hacia Su.
- Muy bien, ya no nos queda nada que hacer aquí. Deberíamos dejar que se atormenten unos a otros. Aún tenemos que volver y decidir qué hacemos a partir de ahora. Las pérdidas de la operación esta vez no fueron pequeñas, así que nuestro tiempo ahora mismo es extremadamente valioso... espera Su, ¿qué te pasa?
Ricardo descubrió que Su estaba inusualmente cansado. Sin embargo, este sólo se rio sin decir nada. Ricardo comenzó a pensar para sí mismo, y luego miró a su alrededor, pero no notó nada. No se fijó demasiado y condujo a Su a un vehículo todoterreno antes de partir. En una calle lejana, un todoterreno bastante ágil arrancó antes de alejarse lentamente. Dentro del vehículo se sentaba un individuo negro que ya estaba entrado en años. Las comisuras de sus labios, bajo una barba gris, se inclinaban hacia arriba, formando una vaga sonrisa.
Mientras veía pasar los edificios por la ventanilla, uno tras otro, el individuo mostraba una sonrisa bastante enigmática. Sonaba como si hablara consigo mismo, pero también como si hablara con una persona invisible.
- Parece que aceptar el soborno la última vez fue una decisión inteligente. Este tipo no es alguien a quien provocar.
Este maravilloso y ligero todoterreno aumentó la velocidad, abriéndose paso a través de grandes calles y pequeños callejones, la mayoría de ellos abandonados y extremadamente viejos. De vez en cuando, las ruedas tropezaban con rocas abultadas y hacían que el vehículo se elevara en el aire, pero siempre volvían a aterrizar en caminos apenas transitables, mostrando lo extraordinarias que eran las habilidades del conductor. El todoterreno pasó rápidamente junto a una gran región abandonada antes de detenerse al borde de un callejón oculto. El individuo negro bajó del vehículo y miró dentro del callejón antes de dirigirse directamente al interior. Su cuerpo estaba bastante limpio, o al menos, no había forma de que pudiera ocultar ningún arma de gran tamaño. Dentro del callejón había 3 barras, y delante de cada barra había 2 o 3 hombres de aspecto feroz que estaban de pie o en cuclillas en el suelo, mirando fijamente a cada persona que entraba en el callejón.
El individuo negro se acariciaba el bigote gris ceniza. Se balanceaba de un lado a otro al pasar junto a ellos, sin tomarse en serio sus miradas asesinas. Echó un vistazo a los carteles de los bares y finalmente eligió uno en el que se leía “¡Que me jodan!” antes de entrar lentamente. Tan pronto como entró en el restaurante, los agudos oídos del individuo captaron algunas discusiones del clamor que le interesaron.
- ¿Ves a esa chica de ahí? ¡No está nada mal! Sinceramente, ¡este viejo no ha visto una chica tan guapa en toda mi vida!
- Entonces, ¿por qué no te acercas y le preguntas cuánto quiere por una noche? De todas formas, las mujeres que vienen aquí no son buena gente. Oh, en realidad, debería corregirme. Ninguna mujer es buena gente.
El primero en hablar fue un hombre con una camisa roja oscura. Se sentó junto a la barra del bar y, tras apurar con fiereza un vaso de alcohol fuerte, se limpió la boca mientras decía.
- Maldición, la verdad es que no sé por qué, pero cada vez que la miro es como si abrazara un bloque de hielo. De verdad que no se me levanta nada.
El individuo negro esbozó una sonrisa. Miró hacia la esquina del bar y, efectivamente, había una hermosa mujer sentada sola en una mesa. Bebía tranquilamente sola, con los ojos fijos todo el tiempo en la botella de vino que tenía delante. Aunque con la vista y la memoria sólo había visto una imagen, además borrosa, el individuo negro seguía convencido de que a quien buscaba era a ella. Había un hombre que, tal vez porque no quería ver que pasara nada entre el individuo negro y la mujer, se levantó sigilosamente. Cogió una botella de alcohol y la estampó contra la nuca del individuo negro. El cual dio un ligero pasó hacia delante, y con eso ya esquivó el ataque furtivo que venía de su espalda. Era casi como si ni siquiera se hubiera dado cuenta de lo que había pasado, ya que llegó directamente frente a la mesa de la mujer antes de sentarse.
La botella de alcohol que golpeó por la espalda se hizo añicos al caer al suelo. El hombre cayó débilmente al suelo, y de su garganta salieron sonidos uuh uuh, pero no salió nada. Su cuerpo se acurrucó. Ambas manos le cubrían la entrepierna y su cuerpo se retorcía continuamente.
Dentro de todo el bar, sólo 2 o 3 personas vieron que en el momento en que el negro esquivó el golpe de la botella de alcohol, sacó una pequeña y fina pistola silenciosa, disparó a la ingle del hombre y luego volvió a sacar la pistola con la velocidad del rayo. Se abrió un espacio libre en el ruidoso y abarrotado bar. Todos los presentes miraban al hombre que había caído y no volvía a levantarse. Varios guardias miraron hacia el camarero que estaba detrás del mostrador, y aquel camarero más viejo se encogió de hombros antes de decir.
- ¡Échalo!
Los guardias avanzaron de inmediato, agarrando al hombre herido como a un cerdo sacrificado antes de arrastrarlo fuera de la entrada. El individuo negro cogió la botella de alcohol que había delante de la mujer y se sirvió un vaso. Bebió lentamente un sorbo y preguntó.
- ¿Helen?
La mujer siguió bebiendo lentamente. Asintió con la cabeza, pero no dirigió ni una sola mirada al individuo negro. Pareció un poco sorprendido por la gélida frialdad de Helen, pero no pareció importarle demasiado. Miró a Helen de forma un tanto significativa y dijo.
- Soy Lynch. ¿Has traído el dinero?
Helen terminó por fin el vaso de alcohol que, para empezar, no tenía mucho. Luego sacó una tarjeta y la colocó sobre el escritorio. La empujó hacia el individuo negro y dijo con indiferencia.
- Todo está dentro de esta tarjeta.
Lynch esbozó una sonrisa. Su mano izquierda no aceptó la tarjeta y en su lugar agarró directamente la mano de Helen.
- Creo que el precio que acordamos debería subir otro 50%. Creo que utilizarte a ti para compensar ese 50% no es tan mala idea.
La expresión de Helen no cambió lo más mínimo. Siguió manteniendo su voz característica mientras decía.
- ¿Seguro que tienes interés en mí?
De repente, Lynch sonrió siniestramente. Con un agarre feroz, tiró el cuerpo de Helen sobre la mesa. Una daga ligera apareció en su mano derecha y presionó contra la barbilla de Helen. La punta de su nariz parecía pegarse a la mejilla de Helen mientras decía con voz reprimida.
- Puede que tu actuación funcione contra otros, ¡pero yo soy diferente! He jugado con muchos cadáveres, así que cuanto más fría eres, ¡más excitado me pongo! ¿Puedes sentirlo? ¡¿Puedes ver lo duro que me he puesto?!
No importaba lo que Lynch dijera, la expresión de Helen no cambiaba en lo más mínimo, y su mirada tampoco parecía fluctuar en lo más mínimo.
- Hay muchas formas de aumentar tu valor. La que estás utilizando ahora mismo es un método extremadamente tonto.
La sonrisa de Lynch era extremadamente amplia, y las puntas de su barba ya rozaban la cara de Helen. Estaba disfrutando mucho de la situación. Con voz más bien pausada, dijo.
- ¡Quizá no esté elevando mi propio valor! En cualquier caso, tu decisión de reunirte conmigo aquí fue un error. Aunque decidiera follarte aquí mismo, nadie se atrevería a decir nada. Tal vez llevarte lejos podría ser una mejor opción.
- Una decisión extremadamente estúpida. No importa lo que hagas, Su se enterará.
Si uno sólo escuchara su voz, sentiría como si Helen hubiera estado sentada tranquilamente todo el tiempo sin ningún cambio de posición.
- ¿Y qué?
Helen continuó hablando con voz helada.
- Sin duda te encontrará, y no perdería demasiado tiempo en hacerlo. Creo que entiendes este punto con bastante claridad.
- ¿Y?
Lynch siguió sonriendo. Helen finalmente frunció el ceño, y una expresión bastante impaciente apareció en su rostro.
- Creo que entre los cadáveres con los que has jugado, el de María no estaba incluido entre ellos.
Lynch seguía sonriendo, agarrando con firmeza la mano de Helen. Sin embargo, su cuerpo estaba algo rígido, y la reacción fisiológica de la que estaba bastante orgulloso había desaparecido por completo sin dejar rastro.
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