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martes, 18 de febrero de 2025

BC - Volumen 2 Capítulo 14

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Volumen 2 Capítulo 14
Jin Rou
Traducción y corrección: Radak
Edición: Radak, Sho Hazama
“¡Gracias, Hermano Jin!” “¡Oye, Jin, juega con nosotros!” “Jin, ¡esta noche ven a tomar una copa!” No era ningún problema. ¡Vamos, mocosos! ¡Por supuesto! ¡No me lo perdería! Quizás me estaba engañando a mí mismo. Quizás no les agradaba realmente, o quizás les agradaba simplemente porque era útil. Pero, ¿ver a la gente animarse cuando llegué a la ciudad, llamándome con sonrisas en sus rostros? ¿A los niños siguiéndome como patitos? Fue una sensación muy buena, déjenme decírselos. En realidad, sólo conocía el pueblo de Hong Yaowu desde hacía un año, pero ya me sentía parte de una gran familia extendida. Le di un abrazo a papá y me puse a trabajar inmediatamente, adentrándome en los campos y recibiendo muchas críticas. Aún les quedaba un poco de plantación y pensé que Meimei necesitaba un poco de tiempo a solas con papá. Con mi ayuda ese día, terminamos uno de los campos más de una semana antes de lo previsto... Aunque después me dijeron que me tomara un descanso. Gou Ren y Yun Ren se fueron inmediatamente a cazar. Me miraron para ver si quería ir... Pero también les hice un gesto para que se fueran. El tiempo de hermanos era importante. El mundo y las relaciones entre las personas no tenían por qué girar en torno a mí. No necesitaba entrometerme en todas partes ni ser parte de todo, por muy fuerte que fuera ese deseo en ocasiones. Además, teníamos mucho tiempo en el futuro para pasar el rato y divertirnos. Y a mí me gustaba mucho pasar el rato con gente. Joder, mis días de ermitaño eran una tontería. ¿Por qué demonios había pensado que era una buena idea? Probablemente el pánico y el terror de estar de repente en tierra xianxia. Con el tiempo, me aburrí de mis vacaciones (y también me cansé de perder el tiempo con los veteranos), así que comencé a molestar a los niños. Lo que me llevó a mi situación actual: un grupo de niños me perseguía por todo el pueblo, me arrojaban trozos de tela y trataban de atarme. Miren, lo que pasa con los pequeños es que hay que hacerles trabajar para conseguirlo. Dales una victoria fácil y la olvidarán inmediatamente y se sentirán decepcionados. ¿Mi consejo? Sé Gary Oak. “¡Ja! ¿Eso es lo mejor que tienes? ¡Nunca podrán sellar a este Gran Demonio con su fuerza! ¡Soy un inmortal que puede sacudir los cielos! ¡Y todos ustedes son DÉBILES! ¡JAJAJAJAJAJA!” Un poco de regodeo y ser un imbécil los enfurece y los pone aún más interesados. Y luego, cuando finalmente logran vencerte, lo recordarán por el resto de sus vidas. Como recordaba haberle hecho a mi padre, salvo que habíamos usado papel higiénico en lugar de tela. Fue un cumpleaños para recordar. Perseguir a tu padre con un grupo de niños de seis años. Pensándolo bien, mi padre en EL ANTES era muy, muy bueno para mantener entretenidos a los niños. Me esforcé por seguir su ejemplo. Además, me gustaban los niños. Básicamente, yo mismo era un niño grande en lo que a las cosas que disfrutaba se refiere, así que me resultó bastante fácil llevarme bien con ellos. No sé qué decía eso de mí, pero me gustaba pensar que era honesto conmigo mismo. Y estos niños eran realmente muy buenos. Eran fuertes y rápidos, y cuando uno de ellos lanzaba la cuerda, esta se enroscaba sobre sí misma como una serpiente, tratando de rodear las extremidades. Incluso intentaban colocar trampas. Tierra de Xianxia. Incluso los niños granjeros son duros. Al final, “perdí”; choqué a propósito con una cuerda para tender la ropa y luego me derribaron y me ataron como a un pavo. Buenos tiempos. Los niños gritaban y vitoreaban, mientras los adultos miraban con sonrisas cariñosas. Un par de pies se detuvo justo encima de mi cabeza y miré hacia arriba, sonriendo a la única persona que podía ser. “¿Buen reencuentro, cariño?” Le pregunté. Los ojos amatista de Meimei eran suaves y cálidos. En sus profundidades danzaban la diversión y algo más profundo. “Sí.” Era una palabra sencilla, pero buena. Sin lágrimas, sin tensión, solo paz. Giró hacia los niños que estaban sentados en mi espalda. “Vamos, váyanse todos. Han derrotado al Gran Señor Demonio y lo han sellado, y ahora necesito a mi marido de vuelta.” Los niños obedecieron, sabiendo que no debían interponerse en el camino del verdadero demonio. La pequeña Señorita Cardo todavía tenía reputación. Mi esposa me “rescató” de sus garras y desató las cuerdas. Teníamos que mantener viva al menos una pequeña ilusión. “Estarás en la mesa principal con los ancianos. Padre quiere beber contigo y yo tengo que ir a hablar con las mujeres sobre mis... Deberes de esposa.” Suspiró ante el interrogatorio que se avecinaba. “Podrías simplemente… ¿No hacerlo?” Dije. Meiling entrecerró los ojos. “¿Y perder mi oportunidad de regodearme? Escuché a Ty An decir que yo era una concubina y que tú, en cambio, habías tomado a Xiulan como tu esposa. Ella estaba diciendo que tú estabas “cuidando una flor en lugar de un cardo". Pequeña mocosa miserable. Apenas me fui, ¿y ella comienza a intentar regodearse? Yo, su madre, la educaré adecuadamente.” Ella dijo todo esto con la nariz apuntando hacia el aire, como si fuera una especie de dama noble. Resoplé divertido. Alguien iba a recibir una reprimenda.
❄️❄️❄️
Los mortales eran tan... Xiulan no diría extraños. Había más de ellos que cultivadores, después de todo. ¿Quizás ella era la extraña? Sus acciones eran… Desconcertantes. Se tocaban mucho, se daban palmadas en la espalda, se tiraban barro y se dedicaban a todo tipo de juegos violentos y comportamientos escandalosos. Y el Maestro Jin se unió a ellos. Empujó a los otros hombres, y ellos lo empujaron en respuesta. Parecía feliz sin reservas. Todos lo parecían. Felices con una vida sencilla. Algo se despertó en ella. Algo que recordaba de las historias que su madre y su padre solían contarle: sobre cómo los justos prevalecerían y derrotarían a los malvados. La felicidad que valía la pena proteger. Ella comprendió, aunque sólo fuera un poco, por qué el Maestro Jin actuaba como lo hacía: la irreverencia, la diversión, la alegría. “Habla con él. ¿De verdad crees que se enojaría por algo así?” Preguntó la Hermana Mayor, levantando una ceja. No. No, no lo haría. Pero... Primero debía tener coraje. Era difícil hablar de estas cosas, pero cada vez era más fácil. Miró hacia el cielo, con cuidado de que ninguna de sus nuevas “decoraciones” se cayera. Una de las niñas más pequeñas se había negado a participar en el juego ruidoso del Maestro Jin y, en cambio, había decidido que Xiulan necesitaba coronas de flores. Varias. Tenía seis de ellas apoyadas sobre su cabeza y suficientes brazaletes para cubrir sus dos antebrazos. Esa pequeña era muy hábil con sus manos, aunque no muy habladora. No había dicho ni una palabra durante todo el proceso, por lo que Xiulan había aprovechado ese tiempo para reflexionar sobre las vidas de los granjeros. Se oyeron gritos de indignación y carcajadas en las cocinas. En un principio, había pensado ir con la Hermana Mayor, pero la hermana Meiling simplemente negó con la cabeza cuando el grupo de otras mujeres llegó para reclamarla. Xiulan estaba bastante contenta de que la Hermana Mayor lo hubiera hecho. Las preguntas que le hacían a la hermana Meiling eran francamente escandalosas. ¡Quién se atrevía a hacer esas preguntas sobre lo que hizo con su marido! ¡Todas eran tan groseras! ¡Ella esperaba eso de los bandidos, no de las esposas y madres! No había ninguna sutileza real aquí, ni palabras veladas ni perfume venenoso. Eran contundentes como un martillo en el cráneo, e igualmente groseras. Podía entender a los hombres. Su camaradería era algo que deseaba. Había leído historias de hermanos jurados. Aunque esas historias casi siempre se trataban de hombres. Un grupo de compañeros en los que podía confiar sin reservas. La Hermana Mayor se estaba convirtiendo rápidamente en una de esas compañeras. Xiulan había revelado todas sus debilidades a la hermana Meiling y le había mostrado a la mujer su corazón inestable. No se había encontrado con desprecio ni reproche, sino con la mirada de una sanadora que intentaba ayudarla. Fue bastante agradable. Hubo más risas y burlas. Una joven, apenas una adolescente, abrió la puerta de golpe y huyó. Echó una mirada a Xiulan y su rostro se sonrojó. Ella continuó su huida, perseguida todo el camino por más insultos y reprimendas. La Hermana Mayor la observó irse con diversión. La mujer hizo contacto visual con Xiulan y sonrió. “¡Ja! ¿Y finalmente, eres más huesuda que yo? ¡Ya no eres tan huesuda, Meimei!”, sonó una voz alegre, y una mano golpeó el trasero de la Hermana Mayor, apretándolo. La otra mano levantó la parte superior de su túnica, exponiendo su costado, luego le pellizcó la cadera. "¡Tu chico te alimentó bien!" La Hermana Mayor le rodó los ojos, mientras se escuchaban más carcajadas. La madre del discípulo Gou Ren tenía un acento muy extraño. Xiulan se preguntó distraídamente si debía ir a las cocinas a ayudar, pero decidió no hacerlo. En ese momento, todavía era una forastera y, bueno, apenas sabía cocinar. Otros lo hacían por ella. Podía hervir arroz y preparar raciones sencillas, pero comida como esa estaba fuera de su alcance. Respiró profundamente y luego soltó el aire, intentando liberar la tensión de sus hombros. Respiraciones profundas y tranquilizadoras. Mañana. Mañana interactuaría más con los mortales. Y probablemente aprender a cocinar. Quería aprender a hacer el “helado” que hacía el Maestro Jin.
❄️❄️❄️
“¡Gracias, hermano Jin!” “¡Oye, Jin, juega con nosotros!” “Jin, ¡ven a tomar una copa esta noche! Los ojos hambrientos miraban fijamente los recuerdos mientras se reproducían. Los recordaba como si le hubieran sucedido a él mismo, incluso si en realidad no era así. El momento en que se desarrollaban las escenas, mientras hablaba con los otros hombres y los hacía reír, mientras vivía una fantasía que conocía desde que sus padres habían muerto, pero que nunca había llegado a experimentar. Le calentaron el espíritu, por débil que todavía fuera. Respeto. Amistad. Cosas que había deseado y por las que se había esforzado, cuando él era... Bueno, cuando todavía estaba solo aquí. Miró fijamente su pie izquierdo y cómo se convertía en un trozo de luz dorada fracturada, antes de volverse de nuevo hacia las imágenes. Observó y se sintió beber de su… Su lugar de respeto en la mesa principal. Acurrucándose en la cama, un niño que de repente era su hermano menor se apretó entre ellos. Sus cálidos ojos color amatista la hicieron inclinarse para recibir un beso que él le devolvió con mucho gusto. Él amaba a Meiling, incluso aunque nunca la hubiera conocido realmente. “Nuestra esposa es una belleza, ¿no?” Se oyó un chasquido y un siseo cuando una «lata» se abrió, y un dulce recuerdo se reprodujo en sus lenguas, junto con un largo y fuerte sluuuurrrrp que el otro chico sabía que le molestaba, pero lo hizo de todos modos. “Eso no sabe a té en absoluto”, gruñó Jin Rou, pero no refutó el argumento. Ella era bonita. Y amable. Y... Bueno, todo lo que podría haber deseado en una esposa. Recordó el fuego de su propia madre y su entusiasmo por la vida, antes... Antes... Él suspiró. Pero aun así le molestaba. ¿Por qué tenían que gustarles las mismas cosas? Frunció el ceño al ver su pierna, donde se convertía en energía dorada y se conectaba con la pierna de... El otro tipo. Jin. Grietas y rasgaduras recorrieron al hombre. Le faltaba un brazo, le faltaba un ojo... Y sabía que el mismo daño se repetía en la mitad de Jin Rou. Conectados por sus pies reflejados. La única parte por la que estaban conectados actualmente en ese momento. “Ay, vamos, el té helado es genial.” El acento que salía de su boca era extraño. También lo eran los recuerdos del otro lugar. “Sigo diciendo que fue una decisión precipitada abandonar la Secta de esa manera” dijo, repasando una discusión que habían estado teniendo desde que podían tener discusiones. Una discusión en la que Rou realmente no creía, pero que siempre sacaba de quicio al otro tipo. Jin levantó el dedo medio hacia Rou. “Y sigo diciendo que quedarme en ese lugar, con la gente que nos mató, sería estúpido. ¿Por qué demonios no te ibas? ¿Querías quedarte para que te den patadas y palizas? Al menos yo tenía una especie de plan.” Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro. "Y yo soy más fuerte que tú.” "La fuerza da el derecho", eso le habían inculcado a Rou, pero fue un golpe bajo. Pero Rou no pudo refutar otra cosa. “Por accidente”, respondió él. Jin se encogió de hombros. Bastardo. “Sabes que no soy bueno cultivando. El abuelo siempre decía que era una mierda. Que debería haber sido más rápido y mejor.” “Empezaste a los doce años, ¿no?” Rou se encogió de hombros. “El abuelo dijo que no había excusas. Empecé tarde, así que tengo que esforzarme aún más, aunque nunca esté a la altura.” Jin gruñó. Repasó los recuerdos mientras volvían a sumirse en el silencio. Las sensaciones. Las cosas que siempre había deseado. Supuso que podría ser peor. Una mano que se extiende y arrastra su espíritu moribundo hacia atrás. Dos mitades de sí mismo. ¿O de otra persona? El otro tipo tenía el control. O ni siquiera lo tenía realmente, era solo él que había sobrevivido. Ahora era su cuerpo. Pero todavía había una parte de Rou que estaba separada. Una parte de él era él mismo. Rou incluso había adquirido suficiente conciencia para hablar con su otra mitad... Más o menos. Hizo una mueca y trató de apartar el sentimiento. Entonces dijo algo que seguro le molestaría: “Sigo diciendo que podríamos llegar a un acuerdo con Xiulan.” “Deja de joder con esto otra vez. Estamos casados”, gruñó su otra parte, mirándolo con enojo. “Ella es sexy.” “Sí, lo es. Eso no importa.” “El abuelo dijo que todo hombre verdadero debería tener algunas Compañeras del Dao.” Jin puso le rodó los ojos y le volvió a levantar el dedo medio. "No va a pasar." Rou personalmente pensó que esto podría suceder si su otra mitad no estuviera tan empeñada en ignorar todas las demás flores. Hubo una punzada. Las partes destruidas de sus brazos se unieron. Dos espíritus del mismo hombre se unieron para formar algo que generosamente podría llamarse un todo. Rou sintió que sus ojos se cerraban cuando las dos conciencias se conectaron nuevamente. Cuando despertaran, ninguno de los dos recordaría nada de esto. Solo estaría Jin. El hombre de otro lugar. Rou también sería él, lo único que quedaría de recuerdos rotos y fracturados. Pero... Rou tenía que intentarlo. Tenía que ver si al menos quedaba algo de sí mismo. Necesitaba saber que no era solo un producto de la imaginación de Jin. “Oye. Al menos intenta recordar esto. Haz más estiramientos. Y el puñetazo. Como dijo ese maestro Bruce Lee que tanto te gusta: un puñetazo mil veces. Es un buen consejo. Queremos algo con lo que podamos luchar si algo sale mal.” “Sí. Lo intentaré, pero ya sabes cómo va esto. Buenas noches, idiota.” Se oyó un chasquido, un siseo, y se bebió el resto de la lata. Estaba delicioso. Qué fastidio.

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