Capítulo 265
¿Quién es el Héroe? (I)
Traducción y edición: Sho Hazama
Corrección: Lord
Corrección: Lord
Ya era de día, pero el cielo que empezaba a aclarar nunca llegaría a iluminar el laboratorio subterráneo de Helen. Abrió los ojos, despertando de su siesta de 10 minutos. Un fuerte olor a alcohol aún permanecía en la punta de su nariz. El laboratorio, que al principio estaba impecable, era ahora un desastre. Había botellas vacías de alcohol tiradas por todas partes, y en los carros que en un principio estaban llenos de placas de Petri había media caja de alcohol fuerte sin abrir.
Perséfone estaba sentada en medio de la pila de botellas vacías, con una botella de alcohol a medio terminar en la mano izquierda. Tenía la cabeza colgando y se agarraba con fuerza el suave pelo gris con la mano. Sus brazos rodeaban sus rodillas. Llevaba un uniforme de Jinete que no parecía encajar con su cuerpo. Además, la insignia de Teniente Comandante indicaba que no era su uniforme. Sus ropas superiores sólo tenían 2 botones abrochados, y detrás de ellos había una piel flexible y blanca como la nieve. Parecía que Perséfone no llevaba nada debajo del uniforme.
Una intensa oleada de dolor despertó a Helen. Frunció el ceño y se frotó la cabeza, que parecía que se le iba a abrir, antes de levantarse con cierta dificultad. Sin embargo, cuando se enderezó, su estómago se revolvió de repente una y otra vez, y sus débiles piernas casi no podían sostener su cuerpo. El rostro de Helen palideció de inmediato y se agarró a la mesa de laboratorio que tenía al lado para apoyarse. Se tomó un momento para serenarse y esperó a que las partes de su cuerpo que estaban indispuestas se asentaran un poco antes de sacar una jeringuilla e inyectársela en el muslo. Sólo 2 minutos después, su rostro, pálido como el papel, recobró algo de color.
Habían pasado ya varios años desde la última vez que se emborrachó así. Helen detestaba la sensación de perder el control y, por tanto, el alcohol. Podía contar con los dedos de la mano las veces que se había emborrachado, y casi siempre estaban relacionadas con la preocupante Perséfone. Como General, su poderosa constitución le permitía beber varias cajas de licor fuerte antes de sentir un ligero zumbido, mientras que Helen, sin ninguna habilidad, sólo podía beber un litro antes de perder el conocimiento. La droga fluyó rápidamente por su torrente sanguíneo, reconfortando el estómago de Helen, que daba vueltas y se revolvía. Después de beber un vaso de agua, se sintió un poco mejor. Perséfone le preguntó con cierta ambigüedad.
- Querida, ¿qué he hecho?
Al oír esta pregunta que ya le habían hecho al menos 7 u 8 veces, un fuerte dolor de cabeza volvió a la cabeza de Helen. Reprimió enérgicamente su ánimo desordenado y repitió su respuesta fija.
- Hiciste lo que tenías que hacer, capturaste a Su.
Perséfone levantó de repente la cabeza, su pelo gris dibujando un hermoso arco en el aire. Terminó lo que quedaba en la botella que tenía en las manos antes de reírse burlonamente de sí misma.
- ¿Ir a la cama con él una vez significa que lo he atrapado? Sólo Dios sabe cuántas mujeres se han acostado con él.
Helen se puso otra inyección llena de nutrientes. Mientras se inyectaba, dijo.
- Tú eres diferente.
- ¡Ja, ja! Todas somos mujeres, ¿en qué me diferencio?
- ¡Claro que eres diferente! ¿Cuánto has pagado por Su? Además, no es descabellado decir que le has salvado la vida. Aunque Su nunca ha sacado a relucir estas cosas, creo que las recuerda todas en su corazón. Mientras tanto, ¡todas tus inversiones volverán varias veces en el futuro! Estas inversiones incluyen, obviamente, ir a la cama con él.
Helen inyectó todo el contenido de la jeringuilla y luego la arrojó a la caja de desechos. Su rostro recuperó bastante color. Perséfone suspiró y dijo.
- ¿Salvarlo? Pero si no fuera por mí, ni siquiera habría entrado en los Jinetes. Además, no paras de decir que me vaya a la cama, que me vaya a la cama, pero si hasta yo la he fastidiado.
- No te preocupes, con tu rango de General, ¡es imposible que la hayas cagado!
- Pero... ¡si siempre tengo la sensación de habérselo robado a otra!
- Antes de obtenerlo, es robar, pero una vez en tus manos, es tuyo.
Helen se explayó sobre la lógica del robo de una manera bastante santurrona. En esta época, robar era el comportamiento humano normal. Perséfone cogió otra botella y, con un ligero giro, arrancó el corcho junto con el cuello de la botella. El alcohol se vertió en su boca, vaciando inmediatamente la mitad de la botella en su estómago. El consuelo de Helen seguía siendo incapaz de calmarla y, en cambio, a menudo tenía los efectos contrarios. Helen puso en marcha el escáner completo. Sacó lentamente la plataforma reclinable blanca como la nieve del aparato semicilíndrico y dijo a Perséfone.
- Deja de beber. Ven, túmbate. Voy a examinar tu cuerpo.
Perséfone se acercó y, tras dudar un poco, se quitó el uniforme y se tumbó en la plataforma que Su ya había experimentado varias veces. Cuando se quitó el uniforme, se podían ver muchos rastros de aquella intensa batalla que libró contra Su en su piel brillante y blanca como la nieve. Al ver esto, las comisuras de los ojos de Helen se crisparon ligeramente. El escáner se cerró lentamente y emitió un leve sonido sordo. Una enorme pantalla se situó verticalmente a un lado del aparato. A medida que avanzaba el escáner, la pantalla parpadeaba continuamente con datos, y también formaba una imagen tridimensional. Helen sacó los datos anteriores de Perséfone y, mientras los comparaba con los actuales, dijo.
- Parece que tus ganancias del frente norte no fueron pequeñas.
Una pequeña pantalla mostró a la Perséfone desnuda que yacía en el escáner. Desvió la mirada hacia la cámara lateral y preguntó.
- ¿Cuántos puntos evolutivos?
- 196 puntos evolutivos. Las pérdidas de los Cruzados Sagrados fueron realmente graves. ¿Qué piensas hacer ahora? ¿Desarrollar una nueva habilidad de octavo nivel o ahorrar más puntos evolutivos para producir una habilidad de grado santo de noveno nivel?
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